Algunos
analistas a la virulé nos dijeron que el neoliberalismo es la fase superior,
última, del capitalismo. Uber, que está
ahora en boca de todos, viene a demostrar que todavía el capitalismo puede
adquirir nuevas fisonomías haciendo del neoliberalismo un convento de
ursulinas. Uber, de momento y hasta mejor reflexión, podríamos definirla como
el exponente más sofisticado del anarco—capitalismo. Iber
Tecnoligies Inc es una empresa post post post moderna, es –dirían los
que no tienen rubor en confesarse como pijos una startup--; creada en 2009 en
San Francisco y opera en 900 regiones metropolitanas de todo el mundo. Les
sugiero que no se pierdan la serie de reportajes –ya van dos— que está
publicando diariamente El País.
Uber
ha practicado, según los informes, todo el almacén de delitos al por mayor y
detall que pueden estudiarse en el Aranzadi. Desparpajadamente mediante
instrumentos viejos y nuevos como la violencia y la extorsión, los ciberataques
y otros medios de última generación. Si todo ello fuera una serie televisiva
más de uno dirían qué exagerao. Y,
sin embargo, es tan verdad como el teorema que se atribuye a Pitágoras.
A
no pocos políticos lograron engatusar y tres
cuartos de lo mismo a opinadores de quita y pon: Uber es –decían-- la
modernidad, lo contrario de los poderes de los viejos gremios del taxi,
reliquias de las nieves de antaño. Cada uno que esto dijese le caía en mano una
buena morterada de parné.
Uber
o la primera gran estafa del siglo XXI. Un macro fraude que, además, afectó a
sus asalariados que, mal pagados y violentados en su trabajo, estaban obligados
a enfrentarse a sus contrarios con puños y palos.
Anarco—capitalismo
que, si fuera el argumento de una serie televisiva, acertaría en situar a sus
dirigentes como ciber--pijos de Silicon Valley, que se pusieron como reto
montar esta forma de forrarse. Y para ello organizaron esta pendencia contra la
ciudadanía, los Estados, el Derecho y la Democracia.
Hasta
ahora no se ha escrito una novela tan truculenta como esta historia real, que
yo sepa. Con todo, hago una sugerencia: mucho ciudaíco con hablar de la prensa
sin ton ni son, o de los periodistas afirmando que todos están vendidos al oro
de Catar. Ojo, periodistas son quienes han levantado este asunto. Muchos
políticos, al menos los untados, no dijeron ni oxte ni moxte.
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