¿Primero de Mayo o Uno de Mayo? De
un tiempo a esta parte las convocatorias del Primero de Mayo, 1º de Mayo, algunas
convocatorias –manifiestos, carteles – hablaban del Uno de Mayo, 1 de Mayo. De
ello se habló en este mismo blog en años anteriores. Ahora, se ha extendido y
es raro ver un llamamiento que indique que el Día Internacional de los
trabajadores se llama Primero de Mayo. O, para abreviar, 1º de Mayo. Incluso
los órganos centrales de CC.OO. y UGT nos hablan del 1 de Mayo. Algo peor que
una estupidez, es un error. Está ocurriendo igual que el Día Internacional de
la Mujer trabajadora que, mutatis mutandi, se está convirtiendo en el Día de la
Mujer. A secas. O sea, el día de la señora Botín y el de una trabajadora del
textil Sabadell. ¿A qué se debe este cambio de carácter, que el sindicato ha
ido asumiendo silenciosa y despreocupadamente. ¿Es irrelevante lo que estamos
planteando? ¿Es una pejiguería propia de un viejo sindicalista?
El Uno de Mayo, 1 de Mayo, es
solamente una fecha del almanaque con la misma personalidad que otro día del
año. El Primero de Mayo, 1º, es la conmemoración de un acontecimiento
histórico, la unidad ocasional de los trabajadores en el mundo entero, la
celebración de un complejo itinerario de luchas en todos los países, y la
oportunidad para reflexionar –renovando y repensando el sindicalismo-- sobre la transformación y humanización del
trabajo. Este es el significado de un significante tan importante como el
Primero de Mayo. Por el contrario, el significado y el significante del Uno de
Mayo es irrelevante.
Me pregunto por qué se fue
diluyendo el nombre de la cosa, y por qué nadie con mando en plaza ha llamado
al orden. Esto del uno de Mayo es, sin duda, parte de una moda currutaca. Y que,
de no corregirse, puede formar parte del almacén de aquellas denominaciones
antiguas. Por ejemplo, las que intentaban disfrazar ese Día como San José
Obrero o San José Artesano.
Lo nuestro es Primero de Mayo,
Primer de Maig, Primo Maggio, Premier Mai. Lo otro es una gilipollescencia,
que –sin querer, desde luego-- erosiona
la fuerza de una conmemoración y de un proyecto. Por lo que se ruega encarecidamente
un respeto a algo que es, además, memoria histórica. O, si se prefiere, historia. Perdón Historia.
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