En los últimos días he leído dos
observaciones sindicales de indudable interés. La primera la expresa una
sindicalista madrileña de CC.OO., de la que ahora desgraciadamente no recuerdo
el nombre. Le pido excusas. La segunda es del previsible nuevo secretario
general, Unai Sordo.
1.-- La madrileña nos interpela
a pasar del «sindicalismo de los hitos»
al «sindicalismo de los procesos». Sordo sugiere que el sindicato debe
«gestionar la diversidad». A decir verdad,
ambas invitaciones son de gran calado. Ahora bien, para que no queden en meras
florituras parece necesario pedir que se rellenen de contenido. De substancia
que provoque una nueva fisicidad al sindicalismo confederal. De su poder de
representación y representatividad. De la traslación de tales ideas a las
prácticas contractuales. De su organización y de la relación de ella con los
afiliados y los potenciales inscritos. En concreto de su proyecto, que se
organiza autónomamente y se expresa con independencia de todos los poderes
externos (económicos, políticos e institucionales).
Intento comprender lo que
quieren indiciar. La madrileña parece decirnos que el sindicalismo lleva tiempo
andando a salto de mata. Pudiera ser que esta sea una consecuencia de la
necesaria resistencia que, en los momentos actuales, se está llevando a cabo
contra las políticas devastadoras de los últimos tiempos de agresión salarial,
devastación de los derechos y ataque sistemático a la personalidad misma del
sujeto social. En todo caso, ese ir «a salto de mata» o, si se prefiere,
tapando agujeros expresaría la limitación del sindicalismo de hitos, de
momentos puntuales.
Es obvio que mientras tanto es preciso resistir. Pero las trincheras acaban
pudriendo a los asediados. De ahí que sea urgente la elaboración del
proyecto-trayecto que requiere el sindicalismo de los procesos de largo
recorrido. Estableciendo los vínculos y compatibilidades entre todas las
variables de su programa. Ligando cada momento puntual al proyecto. Es decir,
creando un proceso, que debe revisarse periódicamente. Un proceso que
posiblemente se ha iniciado ya como parece desprenderse del reciente artículo
de Quim González en CCOO y UGT de Industria miran al futuro digital.
2.-- Tiene razón Unai Sordo. Hay que gestionar la
diversidad. Y, si se prefiere mayor rotundidad, es preciso gobernarla. Una
plataforma contractual a la vieja usanza
no sólo no conviene sino que ya no encaja en las reivindicaciones, viejas y
nuevas, del conjunto asalariado, cuya estratificación es rotundamente
molecular. En definitiva, la complejidad es la nota dominante de este proceso
de reestructuración e innovación permanente de los aparatos productivos y de
toda la economía. Los cambios ya no se dan de higos a brevas sino de manera
continua y velozmente. Lo que señalaría que no estamos ante una época de
cambios, sino ante el cambio de una época.
En resumidas cuentas, Unai Sordo
puede despejar algunas primeras incógnitas en su discurso de investidura como
secretario general. Pistas, decimos. Para ir rellenándose posteriormente en los
próximos cuatro años.
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