miércoles, 29 de junio de 2016

Manoseando a Mister Brexit




Primer tranquillo

Siguen las opiniones de ciertos comentaristas mejor informados que un servidor achacando al brexit una buena parte de la responsabilidad del batacazo electoral de la izquierda. Posiblemente tengan razón, pero yo sigo en mis trece: de momento son intuiciones que todavía nadie ha podido demostrar con datos en la mano. Hay que decir que algunos dirigentes se han referido a ese motivo con tanto esfuerzo como poca diligencia para bucear en las responsabilidades concretas de su propio partido.

Ahora bien, endosar al brexit tamaña responsabilidad se convierte en un arma arrojadiza para quien la plantea. Porque tiene que explicar los motivos de la ciudadanía que le ha dado la espalda por tal cuestión y, por tanto, no ha confiado en la gestión que quien ello afirma haría del post brexit. En suma, hay que acabar el razonamiento que se inicia manoseando el brexit. Lo que tampoco garantiza la bondad de lo que se manifiesta.

¿No habíamos quedado en que la derecha no gestiona las crisis sino que se aprovecha de ellas? ¿No hemos dicho que la derecha no ofrece seguridad en estas situaciones delicadas? (Cosa que un servidor mantiene). Entonces, ¿por qué se argumenta que Mister Brexit le ha echado un capote al Partido Apostólico? Posiblemente, para no abrirse las tripas y ver qué hay dentro de ellas. Y es que parece que tienen un lema: lejos de nosotros la funesta manía de analizar.

Segundo tranquillo

De todas formas, esto del brexit  está siendo aprovechado para oficiar un ajuste de cuentas entre las viejas generaciones y la juventud: a los vejancones británicos se les hace aparecer como dinosaurios antieuropeos y como sectarios insolidarios; a la juventud,  «divino tesoro», según Rubén Darío, se le atribuye el europeísmo y la grandeza de miras. Esta es la interpretación que está calando y ampliándose. Los datos indican otra cosa. Ni tanto ni tan calvo.

Un personaje tan templado como Enrico Letta nos ofrece un dato que echa por tierra el discurso binario entre la zafia senectud y el divino tesoro.  El ex primer ministro italiano nos dice que: «una clave para entender el voto del brexit es que, entre los electores del grupo etario entre los 18 y los 24 años ha ido a votar  solamente el 36 por ciento  y los mayores de 65 años han acudido un 83 por ciento, votando mayoritariamente en contra» (1). Cierto, todo indica que mayoritariamente ese 36 por ciento juvenil ha votado masivamente la permanencia en la Unión Europea. Pero a la inmensa mayoría se le pegaron las sábanas ese día.  En ese sentido, la argumentación esgrimida es bastante cojitranca: propone una premisa mayor, se salta la segunda premisa y concluye pontificalmente la ocurrencia que ya tenía en la cabeza a través de un silogismo viudo.

En resumidas cuentas, dejemos que los prestidigitadores hagan su honorable oficio sin interferencias de los que tocan el piano de oído y de quienes meten interesadamente el barullo que les conviene. Hago una excepción: John Carlin, porque me cae bien, aunque fue el primero que abrió el fuego. Se trata de una cofradía cuyo lema podría ser: lejos de nosotros la funesta manía de demostrar. 

    1) http://www.huffingtonpost.it/2016/06/25/letta-giovani-brexit_n_10673198.html



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