Tres amigos en Lyon: Jeanmaud, Baylos y Pérez Rey
Mi querido amigo Paco Rodríguez de Lecea me atribuye una «cautela» a la hora de opinar sobre Maurizio Landini y la coalición social que él mismo preconiza. Así lo dice en «COALICIÓN SOCIAL» Y CAMBIO DE BASE, comentando mi escrito La «coalición social»: ¿qué es eso? (1)
No, lo mío no es cautela; es que no estoy de acuerdo.
Creí haberlo dejado claro. Lo diré otra vez: no es cautela sino ninguna amistad
hacia el proyecto tal como lo ha planteado Landini.
Dicho lo cual
quiero dejar claro los siguientes aspectos: nada tengo en contra de que la
izquierda política pruebe, tantee, experimente nuevas formas así en Italia como
en cualquier otro punto. Más todavía, todo ello le es exigible. Me remito a mis
modestos escritos que, en este mismo blog, he publicado. Ahora bien,
no me parece conveniente mezclar la ropa sindical con la ropa
política en la misma colada de la lavadora.
He
defendido desde siempre la independencia de los sujetos políticos y de los
sindicales respectivamente: de los unos con los otros, y de los otros con los
unos. Lo que puede comportar que, desde la personalidad de cada uno de ellos,
se llegue a acuerdos en torno a reivindicaciones comunes. Pero el sindicato, al
menos el europeo, no puede ser el sujeto que supla las carencias de la
política. Y esto es a lo que conduce el planteamiento de Landini que, en toda
esa operación, aparece como el más destacado dirigente y, diríamos, como padre
fundador.
Entiendo,
además, que si la CGIL
entrara en esa vía la unidad social de masas se resquebrajaría porque nadie
sabría si está representado por un sujeto político o por un sujeto social. Y,
sobre todo, dicha operación –tal como está concebida-- sería otro lastre añadido para articular un
proyecto unitario con la CSIL
y la UIL , los
otros grandes sindicatos italianos. Sería chocante que se abriera una coalición
social dividiendo al sindicalismo confederal.
Ahora
estamos ante algunas novedades: aunque tarde, Susanna
Camusso (y el grupo dirigente de la CGIL ) ha hablado claro. No vamos por ahí, le han
dicho cortésmente a Landini. Esta
tardanza en hablar claro, en salir del don tancredismo ha podido embrollar el asunto. Por cierto, más
chocante todavía sería que Landini insistiera en la coalición abriendo una
grieta en la CGIL ,
su casa madre.
Concretando:
nada impide que se haga esa coalición social. Si Landini quiere liderarla,
¡miel sobre hojuelas!. Pero debería dejar la dirección de la FIOM. Estar en misa y repicando
es mala cosa. Mucho celebraré que se
abra paso esa coalición, con o sin Landini.
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