Nota.-- Esta entrevista conversación es
la continuidad de http://lopezbulla.blogspot.com.es/2015/02/una-exclusiva-de-gerardo-iglesias-para.html. Con esta segunda entrega se da por finalizada
la intervención de Gerardo Iglesias. El buen porte y los buenos modales de la
cibercortesía expresan que debe citarse, en el caso de que se publiquen (cosa
que deseamos) en otros blogs y revistas, la procedencia de esta exclusiva.
López Bulla.— Salvando las distancias de época te
pregunto a ti, que fuiste el inspirador principal de la emergencia que supuso
en su día Izquierda Unida ¿qué diferencia el surgimiento de esa organización y
la emergencia de las nuevas organizaciones como Podemos, Gaunyem y otras de
nuevo estilo?
Gerardo Iglesias.-- La principal diferencia es que estas
nuevas organizaciones emergen al calor de potentes movimientos sociales
rupturistas, sin estar condicionadas por la cultura de los partidos
tradicionales, mientras que Izquierda Unida llegaba de la mano del PCE, y
ese vínculo cultural se convertía en una rémora que no le permitió despegarse
de la práctica política tradicional y ajustar el discurso a una nueva realidad
que presentaba ya entonces imponentes novedades. Como ejemplo de lo que digo
tenemos lo que está ocurriendo en Izquierda Unida-Madrid, casi treinta años
después: la cultura tradicional se resiste a la renovación, incluso cuando el
Partido como organización está a favor de ella.
Es cierto que Izquierda Unida tuvo como impulsor
un gran movimiento social que se oponía a la entrada de España en la OTAN , pero a diferencia de
los movimientos recientes que cuestionan el sistema político, aquel movimiento
cuestionaba básicamente una decisión del gobierno de Felipe González. En todo
caso, Izquierda Unida no se nutría sustancialmente de los activistas sin
vinculación política que fueron protagonistas del movimiento anti-OTAN;
Izquierda Unida integraba algunos independientes, miembros procedentes del PSOE
y a otros pequeños grupos políticos, pero en su conjunto no eran expresión de
lo nuevo que estaba surgiendo.
López Bulla.— De todas formas, no pocas cosas que se están
diciendo ahora por esas fuerzas emergentes tú las dejaste indicadas en la
declaración de intenciones de Izquierda Unida y en tus discursos. Lo recuerdo
perfectamente.
Gerardo Iglesias.--
A pesar de que el nacimiento de Izquierda Unida se remonta casi treinta
años atrás, en los análisis que fundamentaban su creación -y que pueden leerse,
porque están escritos-, se constataba el agotamiento de los partidos
políticos tradicionales, y la emergencia de nuevas fuerzas determinadas
por la revolución científico-técnica, llamadas a irrumpir en la vida política
con sus nuevas ideas. Se subrayaba que en unas sociedades que se habían vuelto
muy complejas, los partidos políticos ya no podían pretender totalizar la
acción política, que había que compartirla con otros sujetos sociales,
respetando su autonomía y no intentando instrumentalizarlos. Se
veía ya el importantísimo papel que estaban llamados a jugar los
imparables avances de la informática en el ensanchamiento de la
participación democrática y, por ende, en el mejoramiento de la calidad de
la democracia. Naturalmente, se cuestionaba el sistema bipartidista. Se planteaba
la necesidad de reformular un nuevo discurso político de la
izquierda, acorde con las nuevas realidades, entre ellas, que las fronteras
ideológicas ya no estaban tan delimitadas como en el pasado, debido a las
transformaciones que se estaban produciendo en una base social
potencialmente progresista y de izquierdas, por lo que la confrontación
ideológica con las fuerzas conservadoras y los intereses que representan,
había que librarla tomando como arma principal las propuestas programáticas y
la organización y movilización de la sociedad civil, y no respondiendo con
verdades filosóficas supuestamente "imperecederas". De esa manera se
facilitaría la "política de convergencia", a la que invitábamos,
con diversas fuerzas, como única vía para articular una alternativa de
cambio. Planteábamos la imperiosa necesidad de no permanecer encerrados en las
instituciones y volcar la mayor parte de nuestras energías al trabajo con la
sociedad.
Entiendo que estos planteamientos, a
pesar del tiempo que pasó de aquello, no difieren sustancialmente de lo que
ahora plantean las nuevas organizaciones que irrumpen a la vida política. La
cuestión es que éstas los están llevando a la práctica de
manera exitosa, con todas las contradicciones y ambigüedades que se
quiera, pero, por el momento, con sorprendente éxito. Izquierda Unida no pudo
tirar entonces de aquel proyecto por lo que he dicho, y por lo que digo ahora
de otra manera: Lo que quiso ser un proyecto estratégico, los más lo
entendieron como una fórmula instrumental para sacar al PCE de la crisis
en la que estaba inmerso. Y si bien es cierto que Izquierda Unida despertó
ilusiones y experimentó un ascenso, principalmente en el periodo en el que
estuvo al frente Julio Anguita, la ilusión se apagaba y del ascenso se pasó al
retroceso, seguramente porque los nuevos potenciales apoyos percibieron
que el proyecto renovador se había esfumado y que Izquierda Unida dejaba
de ser atractiva para nuevas fuerzas y nuevas ideas.
Me gustaría mucho que el nuevo discurso
de Alberto Garzón llegue a tiempo para que Izquierda Unida pueda ofrecer una
aportación importante a la articulación del proyecto alternativo que se va
perfilando en la izquierda.
López Bulla.—
Querido Gerardo, ha sido un placer conversar contigo. Te saludo, emocionado,
desde Pineda de Marx donde tienes tu casa.
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