No han
pasado ni veinticuatro horas de la firma del acuerdo salarial cuando la patronal
empieza a relativizar y a desdecirse de lo firmado. «No es un acuerdo, se trata
sólo de recomendaciones» tanto en lo atinente a la cláusula de revisión
salarial como en la prolongación de los convenios (ultractividad). Nos
preguntamos si Joan Rosell firma con la mano
derecha lo que está empeñado en negar con la izquierda; nos preguntamos si este
caballero tiene representatividad en las estructuras empresariales o bien ocupa
un cargo, que no un liderazgo, por imperativo estatutario; nos preguntamos si
las estructuras empresariales son tales o un tropel de corpúsculos cantonalistas;
nos preguntamos si CEOE tiene un proyecto que no sea el de cada cual a lo suyo. Así las
cosas, es harto difícil que las relaciones industriales y laborales puedan tener solvencia en vez de ir,
como desde hace tiempo, a salto de mata.
Joan Rosell
es formalmente un dirigente empresarial que carece de autoridad. O, rebajando
el planteamiento, que no tiene la autoridad suficiente para transformar los
taifatos en una organización diga de ese nombre. Rosell, cada vez que firma un
acuerdo o una serie de recomendaciones, necesita recordar a sus agremiados que él
es un tipo duro. Ahora ha vuelto a las andadas. Ayer mismo, Paco Rodríguez de Lecea –un antiguo sindicalista
bregado en mil convenios-- nos recordaba en http://vamosapollas.blogspot.com.es/2015/05/privatizar-los-servicios-publicos.html
la querencia del primer espada de la patronal hacia las privatizaciones a
machamartillo tras la firma del acuerdo salarial. Que, halando en plata, son
cinco duros de ideología que va a contrapié de lo que sucede en la vida real. Como,
por ejemplo, el caso de las prótesis caducadas.
La santa
Biblia de la información –es decir, La Vanguardia--
nos informa del caso de la empresa de Reus, Traiber: unos tres mil
pacientes podrían llevar en Cataluña una prótesis caducada de cadera o rodilla.
Lo repito para quienes tienen el vicio pijo de leer en diagonal: tres mil prótesis
caducadas. No es una denuncia de una octavilla de tres al cuarto; es La Vanguardia , a quien se
le atribuye esta característica: lo que no se publica en ella, no existe.
Ciertamente,
no estamos afirmando que Rosell esté interesado en inundar el país con prótesis
caducadas. Estamos simplemente recordando sus propias palabras: «Tenemos las
dos grandes partidas de gasto, que son la Sanidad y la Educación , que seguro que si estuviesen gestionadas
por empresarios, con criterios empresariales, yo creo que podríamos sacar mucho
más rendimiento y podríamos hacer cosas de mucha mejor manera.» ¿Negará
alguien que Traiber ha gestionado el asunto sin «criterios empresariales»?
Pero volvamos al asunto central. Siempre se
dijo que los pactos o acuerdos –pacta sunt servanda-- eran extremadamente útiles para evitar una
conflictividad que fuera innecesaria. Tras las palabras de los dirigentes
empresariales, reconstruyendo el pacto salarial, emergerá la litigiosidad para
que las llamadas recomendaciones no sean un cuento chino sino algo a cumplir a
carta cabal.
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