1.-- Dejémonos
de pollas en o sin vinagre. Dejémonos de postureos sospechosamente ridículos.
Dejémonos, peor todavía, de fantasmadas. Es la hora de ir concretando.
Comprendo
que los partidos y coaliciones que han ganado las recientes elecciones se tomen
su tiempo, y con el necesario rigor negocien y, en su caso, acuerden programas
y equipos de gobierno. Ciertamente, no conviene precipitarse. Sin embargo, no
echen en saco roto esta advertencia: no se confundan de momento, pues ya han
pasado las elecciones. Se me dirá que sigue pendiente otro proceso electoral,
el de las generales. Ahora bien, el mandato ciudadano reciente se ha dado para
las municipales y las autonómicas, no para las generales, de manera que
resérvense para éstas el almacén de postureos y filigranas.
Por otra
parte, se sabe de sobras que siguen pendientes los viejos y nuevos problemas,
las viejas y nuevas patologías sociales, que deben abordarse de inmediato. De
inmediato quiere decir ahora mismo, sin esperar a las elecciones generales. Rotundamente,
compórtense según el mandato electoral que han recibido el domingo, no como el
que esperen obtener en los futuros comicios. Ahora, tanto tienes tanto vales;
después, ya veremos.
Los
elegidos en las candidaturas de cambio tienen esta urgencia: limpiar la
pocilga, abordar los problemas sociales y gestionar limpiamente la herencia
empozoñada. Ninguno de ellos admite espera. Así, pues, no se tomen con cachaza
el tiempo de que disponen. Cada día que pasa enturbia más el asunto: la
ultraderecha, las derechas de secano y las derechas asilvestradas, cada una con
su diverso carné de identidad siguen emitiendo mensajes preelectorales como si
la contienda todavía estuviera pendiente de celebrarse. O, en otros casos,
graznando contra lo que, según ellos, pasará ineluctablemente: «monjas violadas
y quema de conventos», por no hablar de ese fantasmagórico accesis de locura de
la vinculación entre Ada Colau con el Estado Islámico y el Al Alándalus de los
Omeyas. Que es una violenta negativa a aceptar las consecuencias democráticas
del hecho democrático de votar.
2.-- Ahora
es el momento de engrosar el vínculo con la sociedad civil. El vínculo entre
los programas diversos con el acuerdo entre las diversas organizaciones que han
concurrido en los comicios; el vínculo de todo ello con la ciudadanía para que
ésta participe, activa e inteligentemente, en el trayecto de ese programa
refundido entre los que aspiran a gobernar. Todo retraso gratuito repercutirá
en el costo de oportunidad.
Inviertan,
pues, en itinerarios de unidad de acción, en caminos compartidos de utilidad
social, en la defensa de lo que necesaria y con urgencia deben consensuar. Y
sepan que frente a todo ello se ha puesto en marcha una potente interferencia:
la que ha propuesto descaradamente Joan Rosell
el presidente de los empresarios
organizados en la CEOE. Este
caballero ha dicho al día siguiente de las elecciones: «los elegidos deben
olvidarse de las propuestas que han hecho» (1). Lo que, digámoslo sin
perifollos, es también una forma de deconstruir los resultados de las
elecciones celebradas. Y de creer que el hecho de votar es un ejercicio
meramente estético que sirve como distracción del populacho. Sí, estamos
hablando del mismo personaje que, tras veinticuatro horas de la firma del
acuerdo sobre salarios y otras materias, inició una confusa relectura de aquel
pacto en una parecida intención: los firmantes deben olvidarse de lo que
acordamos ayer.
Así pues,
aceleren la marcha, déjense de frases que han repetido hasta la saciedad,
hablen a calzón quitado y lleguen a acuerdos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario