Me sentí
peor que si una raspa de bacalao se me atragantara: compañeros sindicalistas
están entre quienes han usado, casi a destajo, tarjetas fantasma de Bankia. No son, además, afiliados de base sino
miembros de los más altos grupos de dirección. Son personas que han tirado del
cajón con un estilo chabacano. Ni qué decir tiene que la justicia debe caer
sobre todos ellos.
Menos mal
que han dimitido, aunque también hubiera sido adecuado que se autoexcluyeran de la
organización, porque –si no lo hacen-- someten
a su sindicato a otra prueba dolorosa: la expulsión. Darse de baja de la
organización sería un acto que conectaría con lo mejor de la biografía de todos
ellos.
De este
escándalo sin paliativos se deben sacar las oportunas conclusiones. En primer
lugar, la apertura de una discusión circular sobre nuestra presencia en los
consejos de administración y organismos similares. Este es un tema que, por
ejemplo, se discutió en el último congreso confederal de Comisiones Obreras. Se
saldó con un sí crítico. Esto del «sí crítico», en general, no deja de ser una postura
del cagadudas, una chuchería del espíritu, un tranquilizante de la posición adoptada.
Un servidor es contrario a la presencia del
sindicato en los consejos de administración: LA REPRESENTACIÓN DEL SINDICATO EN LOS CONSEJOS DE ADMINISTRACIÓN (1). Esa
batalla la perdí cuando tenía responsabilidades sindicales. Tras la dolorosa
experiencia de estos días es necesario reabrir ese debate. Que yo no lo
entiendo relacionado con la regeneración democrática sino con el carácter del
sindicalismo.
¿Cómo abrir
ese debate? Empezando con un balance que nos permita saber qué se ha conseguido
estando en los consejos de administración. Disponiendo, pues, de un elenco concreto
de cosas que se hayan obtenido. Intuyo que dicho balance no tendría ni chicha
ni limoná.
Por lo demás,
me viene a la memoria una sentencia de Cicerón: «No hay género de injusticia
peor que la de quienes en el preciso momento en que están engañando simulan ser
hombres de bien» [Sobre los deberes, Altaya,
página 25].
1 comentario:
Plas, plas, plas.
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