Un pelotón
de bravucones –la mirada torva y sucia y el hocico levantado-- durante la sesión de ayer, desde la tribuna
del Parlament de Catalunya, gritaron desaforadamente y alzaron el brazo según la manera fascista. A
la par gritaron con voz de cazalla de garrafón el mítico «¡Viva España!»,
aunque no quedó constancia si se referían a la de las bayonetas o a la de las
violetas imperiales.
Sepa el
lector distraído que, para asistir a una sesión parlamentaria, es preciso ser
invitado expresamente por un grupo parlamentario. De manera que algún grupo
debió extender la certificación de la asistencia del mencionado pelotón. Fuentes
solventes del mayor crédito informan que fue el Partido Popular quien convidó a
estos tipos. La cosa es gravísima por la naturaleza de los hechos y por el
lugar donde se dieron.
De entrada,
no hace falta que diga que sobre estos energúmenos debe caer todo el peso de la Ley. Simultáneamente debe publicitarse
quiénes son y a qué banda pertenecen. No puede haber contemplaciones ante un
acto tan incalificable como éste. Pero, lógicamente, hay algo más…
Si se
demuestra que fue el Partido Popular quién dio las credenciales –al parecer lo
tiene crudo para negar la evidencia-- es
rigurosamente necesario que se clarifiquen los siguientes hechos: ¿qué representante
de dicho partido cursó las invitaciones? ¿con qué objetivos y cuáles fueron las
condiciones? Sea quien fuere el responsable directo de todo ello, la cosa no
exculparía a la presidenta del partido, la redicha Alicia Sánchez Camacho, máxima
dirigente de tal organización, presidenta de su grupo parlamentario y senadora.
Tal es el latifundio de su quehacer, al que salvo mejor descripción llamaremos laticargo, adobado --¡faltaría más!--
con su consiguiente latisueldo. Naturalmente, la doña debería dimitir
inmediatamente. Y su partido tendría que ser más comedido a la hora de hablar impúdicamente
de «regeneración democrática».
No quiero
dejarme en el tintero algo relevante: ¿qué relación existe entre determinados dirigentes
del Partido Popular y las tramas fascistas?
2 comentarios:
De momento, la relación demostrada entre una supuesta extrema derecha y un partido político fue la que unía al GAL con un partido que no era precisamente el PP
Les une el interés del poder. El mandar.
Resulta que hoy, 20 personas están en igualdad de condiciones frente a 24 millones de españoles. O sea, que 20 personas igualan a 24 millones de nóminas.
No sólo los del PP tienen el dinero, sino que hay sociolistos del sistema, a la sombra de Isidoro, que poseen latifundios y riquezas sin fin.
Nuestro problema, Sr Bulla, no es la derecha, a esa la conocemos y nos apartamos, sabemos de que pie cojea y por donde nos va a joder, nuestro problema es los que se ponen la manta de izquierda, como el alcalde de Parla, porque ese es quien nos desanima y nos confunde.
Que la derecha haga lo que quiera, más claro lo tendremos, pero los que se declaren de izquierda y no cumplan, con ellos...con ellos...
Si, si, a lo Julio Anguita, a lo intervencionista sin paliativos. Ya no pueden haber perdones.
No hay tiempo.
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