Ignasi Riera (a quien sus fans seguimos llamando
cariñosamente Nani), junto a un grupo de intelectuales ha organizado un acto de
homenaje a Armando
López Salinas en Madrid el día 15, martes, de este mes (1). Pues
bien, los organizadores de dicho evento (posiblemente bajo la irresistible presión
de Nani Riera) me han invitado a participar. Les agradezco el detalle que yo
interpreto como un gesto de buenas gentes madrileñas con nosotros, los que
vivimos y trabajamos en Cataluña. El acto se celebrará en la sala de Blanquerna, a las 7 de la tarde.
Como es natural mi
intervención no puede separar la condición de dirigente comunista e intelectual
de Armando López Salinas. Realmente nuestro hombre, sin abandonar su obra como
escritor, dedicó su vida “al partido”, a la lucha por las libertades democráticas
y a la consolidación de una democracia avanzada en España. Cosa que hizo hasta
muy pocos días antes de su fallecimiento. Precisamente algo de eso me contó
Luis Collado, un prestigioso jurista del trabajo el otro día en Albacete.
El amigo Collado me
explicó que se encontraba cada dos por tres de Madrid en los actos que organiza
la Fundación Primero
de Mayo de Comisiones Obreras, que dirige Rodolfo Benito para hablar de la
relación entre intelectuales y los nuevos problemas del trabajo que cambia. Y
allí estaba Armando pegando la hebra, seguramente pensando en el largo tránsito
que se ha operado desde aquella mina que tú relataste has el nuevo centro de
trabajo. Decía Collado que Armando siempre le preguntaba por la juventud y los
problemas del mundo del trabajo.
Esta anécdota me provoca
una reflexión: creo que tendría gran interés que los sindicalistas
(especialmente las nuevas generaciones) leyeran la novela más celebrada de López
Salinas, La Mina ,
una de las más
significativas del realismo social español. Que ha sido condenada al silencio y al olvido por la
crítica literaria española, y lo ha sido porque molesta, ya que quiebra el
relato de la Transición ,
cuyo relato se ha construido sobre el mito de que cuatro o cinco hombres
hicieron posible el cambio hacia la democracia en nuestro país.
Tengo para mí que leer La Mina
debería ser una asignatura en los cursos de formación de dirigentes sindicales.
En no pocas ocasiones el estudio de importantes textos literarios ha sido más
atractivo para la capacitación de los dirigentes sindicales que los pesados ladrillos retóricos que, con cierta
frecuencia, se ofrecen. Por otra parte,
la novela nos ofrece, si se estudia con detenimiento, dos enseñanzas para el
lector de nuestros días: de un lado, cómo estaban las cosas en aquellos tiempos
de la dictadura y, de otra, el innegable avance que se operó con las conquistas
de civilización en los centros de trabajo.
Más todavía, La Mina ,
con su relato (la fotografía de aquella situación) nos alerta: el ataque a las
conquistas sociales –a sus «bienes democráticos»-- que se están llevando a cabo nos puede llevar
a que durante un largo periodo se acentúe el carácter termidoriano de esta
situación que atraviesa el centro de trabajo, la cultura y la política. Leer La Mina , es un modesto acto de interferencia
contra esa situación y, especialmente, si se sacan las debidas conclusiones. Sin
lugar a dudas, es además, un acto de reconocimiento de un hombre templado, de
un intelectual militante, como lo fue Armando López Salinas.
(1) Intervendrán Jaime Ruiz, presidente de AMESDE
- Mirta Núñez Diaz-Balart,
directora de La Cátedra
de Memoria Histórica del Siglo XX. UCM.
- José Manuel Pérez Carrera,
profesor de Literatura. AMESDE
- José Luis López Bulla,
exsecretario General de CCOO de Cataluña
- Victoria y Carlos López Balduque
(sus hijos)
- Cristina Almeida, abogada. AMESDE
- Ignasi Riera, escritor y AMESDE
- Julio Diamante, director de cine.
AMESDE
- Juan Trias, profesor de la UCM. AMESDE
- Carlos Berzosa, exrector de la UCM
- Marcos
Ana, amigo y escritor
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