jueves, 10 de abril de 2014

ARMANDO LÓPEZ SALINAS Y LOS SINDICALISTAS



Ignasi Riera (a quien sus fans seguimos llamando cariñosamente Nani), junto a un grupo de intelectuales ha organizado un acto de homenaje a Armando López Salinas en Madrid el día 15, martes, de este mes (1). Pues bien, los organizadores de dicho evento (posiblemente bajo la irresistible presión de Nani Riera) me han invitado a participar. Les agradezco el detalle que yo interpreto como un gesto de buenas gentes madrileñas con nosotros, los que vivimos y trabajamos en Cataluña. El acto se celebrará en la sala de Blanquerna, a las 7 de la tarde.  

Como es natural mi intervención no puede separar la condición de dirigente comunista e intelectual de Armando López Salinas. Realmente nuestro hombre, sin abandonar su obra como escritor, dedicó su vida “al partido”, a la lucha por las libertades democráticas y a la consolidación de una democracia avanzada en España. Cosa que hizo hasta muy pocos días antes de su fallecimiento. Precisamente algo de eso me contó Luis Collado, un prestigioso jurista del trabajo el otro día en Albacete.

El amigo Collado me explicó que se encontraba cada dos por tres de Madrid en los actos que organiza la Fundación Primero de Mayo de Comisiones Obreras, que dirige Rodolfo Benito para hablar de la relación entre intelectuales y los nuevos problemas del trabajo que cambia. Y allí estaba Armando pegando la hebra, seguramente pensando en el largo tránsito que se ha operado desde aquella mina que tú relataste has el nuevo centro de trabajo. Decía Collado que Armando siempre le preguntaba por la juventud y los problemas del mundo del trabajo.

Esta anécdota me provoca una reflexión: creo que tendría gran interés que los sindicalistas (especialmente las nuevas generaciones) leyeran la novela más celebrada de López Salinas, La Mina,  una de las más significativas del realismo social español. Que ha sido  condenada al silencio y al olvido por la crítica literaria española, y lo ha sido porque molesta, ya que quiebra el relato de la Transición, cuyo relato se ha construido sobre el mito de que cuatro o cinco hombres hicieron posible el cambio hacia la democracia en nuestro país.

Tengo para mí que leer La Mina debería ser una asignatura en los cursos de formación de dirigentes sindicales. En no pocas ocasiones el estudio de importantes textos literarios ha sido más atractivo para la capacitación de los dirigentes sindicales que los pesados ladrillos retóricos que, con cierta frecuencia, se ofrecen.  Por otra parte, la novela nos ofrece, si se estudia con detenimiento, dos enseñanzas para el lector de nuestros días: de un lado, cómo estaban las cosas en aquellos tiempos de la dictadura y, de otra, el innegable avance que se operó con las conquistas de civilización en los centros de trabajo.

Más todavía, La Mina, con su relato (la fotografía de aquella situación) nos alerta: el ataque a las conquistas sociales –a sus «bienes democráticos»--   que se están llevando a cabo nos puede llevar a que durante un largo periodo se acentúe el carácter termidoriano de esta situación que atraviesa el centro de trabajo, la cultura y la política. Leer La Mina, es un modesto acto de interferencia contra esa situación y, especialmente, si se sacan las debidas conclusiones. Sin lugar a dudas, es además, un acto de reconocimiento de un hombre templado, de un intelectual militante, como lo fue Armando López Salinas.         

    (1) Intervendrán Jaime Ruiz, presidente de AMESDE
- Mirta Núñez Diaz-Balart, directora de La Cátedra de Memoria Histórica del Siglo XX. UCM.
- José Manuel Pérez Carrera, profesor de Literatura. AMESDE
- José Luis López Bulla, exsecretario General de CCOO de Cataluña 
- Victoria y Carlos López Balduque (sus hijos)
- Cristina Almeida, abogada. AMESDE
- Ignasi Riera, escritor y AMESDE
- Julio Diamante, director de cine. AMESDE
- Juan Trias, profesor de la UCM. AMESDE
- Carlos Berzosa, exrector de la UCM
- Marcos Ana, amigo y escritor

  

 

 Radio Parapanda.  Paco Rodríguez de Lecea  en SOBRE LA             SUMISIÓN      (y III)



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