Los
hechos son los siguientes: los datos del mes de abril indican que por primera
vez en la historia de España el empleo supera los veinte millones; también,
esto lo da una importancia cualitativa, de las nuevas contrataciones 700.000
son fijos, esto es un 48,2 por ciento. Así pues, amalgama de cantidad y
calidad. De manera que es obligado recordar las homilías jupiterinas de no
pocos agoreros, licenciados de mostrador de chigre, subvencionados o motu proprio
que insistieron en la falaz vulgata de que un incremento del salario mínimo
implicaría la destrucción de puestos de trabajo. La patronal tampoco dio cuartelillo,
uniéndose a las zahúrdas contrarias a la elevación del salario mínimo.
Antes
había sonado el mismo discursillo, sobado desde la noche de los tiempos, toda
reforma que demanden los sindicatos, apoyados por la izquierda, es así mismo,
un freno a la creación de empleo. Comoquiera que la CEOE era parte integrante
de dicha reforma, los puntapiés de las derechas –mesetarias y periféricas-- fueron más leves.
Digámoslo
con contundencia: en esta nueva realidad –de importancia cualitativa y
cuantitativa, repetimos intencionadamente— el sindicalismo confederal español ha
estado a la altura de las responsabilidades que se le exigen. Se trata de una
importancia que va más allá de la modesta capacidad de autovaloración del
sindicalismo sobre la obra realizada en torno al empleo. Los datos de empleo
del pasado mes de abril exigen mayor
pompa por parte del sindicato que sigue siendo demasiado austero ante sus
conquistas y realizaciones.
En
consecuencia, el sindicato podría decir que a pesar del chillerío de la
política, de las propuestas de inútil vuelo
gallináceo de las derechas, en España hay una novedad: más y mejor empleo, a
pesar de que la situación económica
tiene sus claroscuros. Decirlo, todavía más fuerte, porque hay quien todavía
sostiene que no es cierto que el cuadrado de la hipotenusa es igual que la suma
de los cuadrados de los catetos. La negación de este enunciado es, sobre chispa
más o menos, lo que regüelda la señora Ayuso frente a Feijóo
que ha olvidado el enunciado del famoso teorema.
«Facta
non verba», dijo Virgilio. Vale. Pero es
preferible decir «verba et facta», o sea, «palabras y hechos». Porque desde la palabra el sindicato construyó los hechos indiscutibles de la relación
entre la reforma laboral y la creación de estos nuevos contratos de trabajo
indefinidos. (Allá Virgilio con sus melindres).
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