Primer tranco
Entendimos
en su día qué nos quería decir Zygmnut Bauman
cuando insistió en su formulación de «sociedad líquida». Sería desconsiderado
para el lector explicar dicho concepto, así es que lo damos por sabido por
nuestros amigos, conocidos y saludados. A partir del primer libro del sociólogo
polaco—británico un buen número escritores usaron y abusaron de lo líquido.
Segundo tranco
Leo
a don Benito Pérez Galdós. La caverna impidió
con escritos y manifestaciones que el autor canario recibiera el Premio Nobel
de Literatura. «Ciego yo, tuerto tú» afirma uno de los refranes más
surrealistas de las tierras de secano.
Ahora
estoy con La desheredada. Según don Leopoldo Alas, Clarín, es la novela más cervantina de
don Benito. Y según todos los críticos es la primera novela realista española.
Galdós químicamente puro; a quien no perdonan las cacoquimias derechas patrias.
Pues bien, en la página 170 (Alianza Editorial, 1967) el autor nos dice que un
personaje de la novela tiene «principios líquidos»: o sea, los que tienen una
maravillosa adaptación a cualquier recipiente. Vive Dios que conocemos a unos
cuantos salidos del arroyo o de presunta alta cuna.
Tercer tranco
Desde
luego los principios líquidos galdosianos no son exactamente lo mismo que la propuesta
de Bauman, pero si entiendo que de dichos principios se camina tout court hacia la sociedad líquida.
¿Conocía
el sociólogo la novela La deseheredada? No lo sabemos. Pero si no la conociera
sería tan imperdonable como que Pablo Casado
no hubiera abierto La cartuja de Parma.
Cuarto tranco
Sepan
ustedes que en esto de las ciencias y de las talabarterías varias hay mucho
copión. Mucho descaro que a veces es inaudito. Por ejemplo, la celebérrima
habanera de pan de higo que es la ópera Carmen
(del desaprensivo Bizet) es una copia total de
una comedia musical llamada El arreglito,
del maestro Sebastián Iradier. No he dicho plagio, ni imitación; e copia,
copia integral. Véanlo y juzguen:
EL ARREGLITO. Habanera de SEBASTIÁN YRADIER
Pues
sí, el maestro Yradier se quedó sin la fama de Bizet, que nunca reconoció su
copia-y-pega. Yradier se vengó componiendo la bellísima canción La paloma. Esa que,
si viniera a tu ventana, hay que tratarla con cariño que es mi persona.
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