Alberto Núñez Feijóo ha sido elegido, casi
a la búlgara, como presidente del Partido Popular.
Con él cabe la posibilidad de una derecha distinta y no tan rancia como la que
hemos tenido en España durante decenas de años. El tiempo dirá lo que vaya
siendo esa derecha. Con todo, la celebración del Congreso de los populares merece un ejercicio de
redacción que me han encargado unas amistades.
Pero,
de momento, séame permitido algunas reflexiones preliminares. Entiendo que
tanto los escribidores como los hablistas de los diversos medios se han precipitado
calificando a Feijóo como el centrista perdido y hallado en el Templo. Que es
diferente a aquel fifiriche de Casado, no
hay duda. El problema está en que no sabemos, todavía, qué políticas –centristas
o no— tiene en la cabeza el primer espada del PP. Porque un político centrista
tiene que demostrar que lo es cuando propone políticas de ese jaez. El problema
es que el congreso no ha definido ningún proyecto, programa o esbozo, ya que
dadas las circunstancias, se había convocado sólo para escoger el nuevo grupo
dirigente. Tal vez no podía ser de otra manera, sin embargo se ha de constatar
que, así las cosas, Feijóo tiene manga ancha para hacer lo que crea oportuno. Entiéndase,
un Feijóo encumbrado y quizá sobrevalorado en función de la inanidad del
anterior dirigente del partido. En cualquier caso ese tipo de Congreso,
centrado sólo en la dirección del partido, pasará factura andando el tiempo.
Con
todo, Feijóo tiene en su cuenta corriente algo asaz preocupante: permitió,
siendo ya el premier in pectore, que
Vox entrara en el gobierno de Castilla – León. No es peccata minuta. Con lo que
ha abierto el precedente para que sus partidos regionales negocien con Vox. Así, pues, en la olla de Feijóo
hay garbanzos negros.
Ya
se verá cómo pintan las cosas en el Partido Popular. Lo único que sabemos es lo
que se le atribuye, con mayor o menor exageración, al hombre de Ourense. Un
dirigente político que, de momento, ha preferido no dar, ni siquiera, un
anticipo de su proyecto político en el discurso de clausura del congreso. Demasiadas
precauciones.
El
nuevo presidente del PP tiene un desafío: o hace como el asno de Buridán o se
fija en personalidades como sir Winston, Alcide de Gasperi y otros por el estilo.
Para ello tiene que salir del bosque asilvestrado.
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