Existe en
algunos políticos una tendencia espasmódica a la profecía. Seguir los hechos,
sacar de ellos sus pertinentes consecuencias no parece ser la siembra al uso,
de manera que la posterior cosecha que se recoge es más propia de secano que de
las tierras de regadío. En esta línea podríamos encajar las recientes
declaraciones de un dirigente catalán que ha declarado bombásticamente: «Pedro
Sánchez es una cara nueva que hará políticas viejas». Lo que, en verdad, parece
ser más una profecía deseable que el sensato método de seguir los hechos. Por
ejemplo, atreverse a decir: «Ya veremos, lo irán diciendo sus gestos, los
hechos concretos».
Debo
aclarar que a mis ochenta años es
difícil que me caiga de un guindo. Incluso me entran ganas de sospechar
que dicha profecía pueda cumplirse. Pero eso tendría el vicio de caer en la
apuesta profética. Cosa que me tengo prohibida por prescripción facultativa.
Así es que lo mejor es aplicar el viejo consejo de aquel pre renancentista que
aconsejaba a su almirante aquello de «non los agüeros, los fechos sigamos»,
según dejó en verso nuestro Juan de Mena en sus famosas Trescientas.
El político
catalán ha puesto los agüeros, el flamante secretario, todavía in pectore, nos
ha dado dos hechos de no poca relevancia. Uno, ha reiterado que lo primero que
hará el PSOE será «derogar la reforma laboral». Lo ha dicho el mismo día que el
Tribunal Constitucional ha apretado nuevamente la tuerca. Dos, ha forzado a los
eurodiputados socialistas españoles a votar en contra de Juncker en Europa.
Dejemos que el escéptico al por mayor se encoja de hombros. Pero los que lo
somos al por menor deberíamos decir: «Ahí, ahí te quiero ver, Sánchez». Y
recordarle el juramento de Santa Gadea.
Más
todavía, en lo atinente a la reforma laboral el escéptico al por menor debería
plantear que, siendo importante el juramento de Sánchez, más lo es que toda la
izquierda se implique cotidianamente, con hechos concretos –fuera y dentro del
Parlamento-- en que, efectivamente, se
derogue la reforma. Deteriorar el terreno para que el PSOE, si gobierna, no
pueda derogarla, por acción u omisión, es apuntar aviesamente contra los
derechos que llamamos sociales.
En apretado
resumen: no pedimos que se aplauda a Sánchez por sus recientes planteamientos.
Mucho menos todavía el augurio de que va a incumplir su juramento. Por otra
parte, el dirigente catalán debería colgar en una alcayata la temeraria
sentencia de un dirigente comunista que en su día espetó a un grupo de
intelectuales: «Camaradas, menos marxismo y más cojones». Manolo Vázquez
Montalbán que lo oyó –y explicó a sus amigos--
pensaría para sus adentros que con esas alforjas no podía irse muy
lejos.
1 comentario:
Felicidades en su 80 cumpleaños, mi tío Pepe se "ponía" 10 años más, y todos le decíamos !que bien te conservas", con el cabreo de mi tía Reme, de la que decía que tenía 1 año menos que él.
PD que jure también derogar la reforma ZP
Publicar un comentario