Nota editorial.--
Nos ha dejado Fernando Soto, un hombre de mucho temple. Este es también
un homenaje a su vida y obra.
Si repasamos las hemerotecas de los tiempos de
antañazo, incluidas las gacetillas parlamentarias, veremos hasta qué punto las
derechas políticas y económicas (con sus respectivas franquicias) se ensañaron
de manera inmisericorde contra lo nuevo. Hubo quien envió a los mismísimos
infiernos a Marx, quien demonizó el viejo anarquismo, quien convirtió la lengua
y la pluma en puñales de doble filo contra cualquier anomalía emergente. No
faltaron los que afirmaron, echando la cuenta de la vieja, que la reducción de
la jornada laboral traería miseria y desolación. El resultado está a la vista:
el fracaso más estrepitoso de los venales justicieros de taberna e,
históricamente, la consolidación de algunas anomalías que vinieron para
quedarse. El grito esperpéntico de la caverna --«a por ellos, que son de
secano»-- vuelve a repetirse ahora. Vuelven
a desenfundarse las navajas de Albacete contra lo que se entiende como una
anomalía. Dos son los casos más llamativos: Podemos
y el sindicalismo confederal.
A la nueva formación política que señala con el dedo
la decrepitud, ya definitiva, de unas formas ýa caducas e insolentes y al
sindicalismo que se ha negado a ser un compadre de las derechas económicas y
políticas les caen los chuzos de punta. Más todavía, a entrambos parece
acusarles algo que ya formuló Norberto Bobbio en Presente y porvenir de los derechos humanos: «El problema grave de
nuestro tiempo respecto a los derechos humanos no es el de fundamentarlos sino
el de protegerlos», al tiempo que proclama el viejo filósofo turinés acerca del
carácter «subversivo de la democracia» porque ésta se construye desde abajo.
Sea como fuere, me resulta incomprensible que las
derechas de toda laya se empeñen denodadamente en repetir hasta la náusea el
viejo argumentario que siempre fracasó. Si fuese el «calumnia que algo queda»
estaríamos ante una irrelevancia argumental que ni siquiera consolaría a la
zoología derechista. Así es que tiene que haber algo más. Comoquiera que no se
me alcanza a más, pido amparo a Javier Aristu y Paco Rodríguez por si pueden
ayudarme en tan chocante cuestión.
De manera que, trayendo a colación el dicho aquel
«del viejo, el consejo», recomiendo temple, mucho temple, los nervios están
enfrente.
Radio Parapanda.
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