Ahora bien,
¿dónde está el gato?
El gato
está en que la CEOE
no quiere abrir dos frentes simultáneamente de tanto calado: el de la
desestructuración del mercado de trabajo y el de los salarios, pues «casa de
dos puertas mala es de guardar». Son dos teclas que intenta gestionar sin
aturrullamiento. Así lo ha hecho siempre: campañas de potente agitación en
torno al tema que le interesaba en cada momento. Y ahora lo que «toca» es
ampliar el diapasón reivindicativo en torno a los contratos.
De hecho,
la cuestión salarial está bajo mínimos: en 2012 se pactó un alza del 1,2 por
ciento, pero el resultado global fue un
descenso del 0,6 por ciento y el 28 por ciento de los acuerdos registrados
hasta julio pasado ha sido del cero por ciento. Así las cosas, no hace falta
seguir formalmente las instrucciones de ese Olli Rehn: el pescado está vendido.
Como
decíamos ahora toca seguir limando al máximo el elenco de derechos sobre las
condiciones de trabajo y sus mecanismos de protección. Lo ha dejado claro el
documento titulado Las reformas necesarias para
salir de la crisis, que la
patronal aprobó en la última Asamblea General del mes de julio para remitírselo
al Gobierno. En este sentido, la
CEOE apuesta por que el empresario pueda convertir
unilateralmente contratos a tiempo completo en contratos a tiempo parcial
cuando concurran causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, y
cuando esta modificación suponga una alternativa a eventuales despidos
objetivos. Hacemos notar la expresión «unilateralmente». Es todo un concepto
que quiebra el código genético del Derecho del Trabajo y que situaría la
condición trabajadora en un espacio de darwinismo social. Y, al mismo tiempo, añade más grietas a la
calidad de la democracia española, hoy presidida –como hemos señalado en anteriores
ocasiones— por un termidorismo rampante. O lo que es lo mismo: nunca como ahora
la cuestión social es parte fundamental de la cuestión democrática.
Mientras
tanto Mariano Rajoy, El Empecinado Chico, intenta distraernos con esas
malvinitas del Peñasco.
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