Sepan nuestros lectores que diversas familias políticas
de Cataluña –CiU, los socialistas y los republicanos-- se han coaligado en el Parlament para que
Agustí Colom no pueda ser miembro de la Sindicatura de Comptes, el organismo que
fiscaliza las cuentas financieras. Un conchabeo inaudito, desde luego (1).
Que CiU no quiera a Agustí
Colom cae dentro de la lógica. Que a ERC haya votado en contra puede ser
explicable por su intercambio de mercancías con CiU, o sea, que tiene una aproximada
explicación. Y entra en el campo de la retórica interrogarse sobre la postura
del Partido Popular. Ahora bien, ¿cuál es el motivo de la postura de los
socialistas catalanes? Hasta ahora tanto su grupo parlamentario como la cúpula
dirigente no han abierto la boca. Como diría sir Alfred Hitchcok:
«Silencio, se rueda».
Pero,
a falta de lo que se llama explicación de voto no tenemos más pistas o indicios
que bucear en la personalidad de Agustí Colom. Este caballero es profesor de
Teoría Económica de la
Universidad de Barcelona. O sea, profesionalmente tiene todas
las trazas de estar preparado con suficiencia. Pero, ¿qué digo? Eso ya lo
demostró a carta cabal en el ejercicio de sus responsabilidades como síndico
anteriormente. ¿Entonces, cuál es el problema? La cosa está en que este
caballero es asaz pejiguera: cree en la tarea que debe cumplir este tribunal de
cuentas y, a lo largo de sus anteriores responsabilidades en la institución, ha
emitido informes que provocaban ictericia en los poderes. Hablando en plata: no
dio cuartelillo a ciertos escándalos financieros que se dieron en el campo de
la sanidad pública catalana donde estaban implicados ciertos exponentes de la
diversa zoología política catalana. Es decir, Colom no sólo era un aguafiestas
sino una interferencia y la lejía contra ese barrizal al que técnicamente hay
que llamarle «presunto».
Fíjense
hasta qué punto este Agustí Colom es un personaje chocante que, cuando fue
propuesto como síndico, hizo un comunicado público, coram populo, renunciando a su adscripción a Iniciativa per
Catalunya. Esto es, lo contrario de lo que hizo Francisco Pérez de los Cobos en
su comparencia en el Senado cuando fue propuesto como Presidente del Tribunal
Constitucional. No contaba este Pérez que su militancia sería desvelada por los
papeles del Beato Bárcenas.
Así
las cosas, esta democracia está demediada por la corrupción de ciertos partidos
políticos, de un lado, y por la corrosión del carácter de los organismos de
control, que aparecen como prótesis de acompañamiento de tales partidos. No es,
por tanto, una crisis política sino
esencialmente institucional.
Pero
algo empieza a cambiar. Las manifestaciones de estos últimos días frente a algunas
sedes provinciales del Partido Popular expresan,
todavía de manera incipiente, que algo empieza a moverse. En resumidas
palabras, algo se mueve contra el burladero de la auto impunidad política.
Apostilla.
En este caso concreto de la
Sindicatura de Comptes, los socialistas han actuado de
monaguillos de ese Oficio de Tinieblas liderado por Convergència i Unió.
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