Todavía es muy pronto para que el PSOE diga algo con
cara y ojos sobre el descenso electoral en Galicia y Euskadi. Pero lo que han
dicho hasta la presente destacados militantes socialistas tiene todas las
trazas de pereza mental. Sin embargo, no faltan observaciones fuertes en torno
a las características más relevantes de la praxis de la izquierda, que
fundamentalmente parecen dirigidas al principal partido de la oposición
española. Por ejemplo, las que venimos comentando al hilo del último libro de
Josep Ramoneda (1).
No hace falta ser del PSOE para tener el
derecho-deber de hablar de este partido. También no siendo del PSOE uno se
siente concernido, directamente, por cómo es, qué es y qué quiere ser esta
formación política. De ahí que analizar, criticar y sugerir -–dentro de las
convenciones de un debate fuerte, incluso áspero, pero constructivo- debería ser una obligación política de toda
la izquierda. Naturalmente, empezando por los propios socialistas.
Entiendo, por ello, que la primera gran declaración
que se ha hecho, desde la casa socialista, no tiene suficiente consistencia.
Han dicho: estamos en un ciclo electoral
negativo. Cosa tan evidente como si hubiera afirmado que “el río
Guadalquivir pasa por Coria, pasa por Coria, Coria del Río”, como aseguraba una
vieja copla andaluza.
Pero, comoquiera que el batacazo electoral es
reiterativo, voces autorizadas de la dirección de dicho partido han hablado de
poner en marcha una “profunda renovación ideológica”. Sea, pero séame permitido
un amable reproche: esta renovación parece necesaria cuando un cierto sentir
del electorado da la espalda al PSOE, pero no cuando éste no capta ex ante qué
siente el personal de carne y hueso. En todo caso, bienvenida esa, se dice,
profunda renovación ideológica.
Ahora bien, los socialistas tienen un material de arranque: los textos aprobados en el
Congreso del Partido Socialista Europeo, celebrado en Oporto en diciembre de
2006. Allí están algunas claves para subir la cuesta con alforjas, no definitivas
pero sí, al menos, más convenientes. Si tiran de esa veta, dándole las
oportunas manos de pintura, pueden ponerse al día.
Por mi parte les doy una pista de por dónde empezar
la reflexión. Premisa: la democracia liberal ha sido un equilibrio permanentemente
inestable entre una aparente igualdad política y una real desigualdad
económica. Ahora el orden del día del batallón neoliberal es quebrar toda
parcela de igualdad política para consolidar y extender la desigualdad
económica. A eso, entre otras cosas, responde la convocatoria de la huelga
general para el 14 de Noviembre.
La referencia a esta huelga no es instrumental. Lo
digo con claridad: intuyo que una parte considerable del voto perdido por el PSOE
está pendiente de qué hará concretamente ese partido antes, durante y después
del 14 N. De momento, Valeriano Gómez ha apoyado la
huelga y ha dicho que "sobran razones en España y en Europa para
hacerla". Son palabras inequívocas las
del ex Ministro de Trabajo socialista. Pero con ser importante la voz de este
barítono nos falta saber qué dirá el coro. Y, especialmente, qué harán
concretamente las sedes locales de dicha organización.
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