Conversación entre Paco Rodríguez de Lecea y un servidor sobre el CAPÍTULO 20. 2 TRABAJO Y CIUDADANÍA
Querido José
Luis,
La quiebra
del fordismo no ha significado nuestra entrada en la era del fin del trabajo,
sino en la era del fin del 'trabajo como era antes'. El mundo del trabajo
subalterno y heterodirigido no se encoge, sino al contrario: cada día que pasa
es más amplio y diverso. También es más precario, más tramposo, más pirata; un
tipo de trabajo que lacera la sociedad y deja llagas duraderas en quienes lo
padecen.
Por eso, una
tarea de la mayor urgencia para el sindicato y para las fuerzas políticas de la
izquierda ha de ser apremiar, proponer y contribuir a una reelaboración a fondo
de las leyes, los estatutos, los derechos y las tutelas que afectan a los
trabajadores. Adecuar a los nuevos tiempos una panoplia protectora que hace
tiempo que ha dejado de ser útil para promover la cohesión social en torno a
los valores del trabajo. De hecho, la indefensión cada vez más completa de
muchos colectivos de trabajadores está llevando ya, más allá de la destrucción
de empleo (del empleo 'emergido', con garantías y derechos estipulados), a una
regresión grave en la convivencia. Con las últimas reformas insensatas del
mercado de trabajo se está destruyendo algo mucho más importante que un volumen
de empleo cuantificable: la base misma en la que se sustenta la sociedad civil.
No bastan,
argumenta Trentin, consignas de tono solidario pero que siguen ancladas en la
lógica y en los presupuestos del fordismo. Por ejemplo, «trabajar menos para
trabajar todos.» La reducción del horario de trabajo merece, en todo caso,
argumentaciones de mayor consistencia. Porque ya no estamos en la concepción
del trabajo como un fondo abstracto, fungible y mesurable según unos parámetros
siempre idénticos. En la era en la que vivimos, tienen una importancia nueva la
iniciativa personal, los saberes que cada trabajador puede volcar en su
actividad, la calidad del trabajo, la libertad.
Esta realidad
sigue en gran medida ignorada por el mundo de la política, incluidas las
formaciones de la izquierda, que miran obstinadamente 'hacia otro lado'. La
política se ha ensimismado. Se ha replegado, en palabras de Trentin, «hacia
unas ingenierías institucionales enrocadas en el estado», y su última
preocupación son ahora los problemas de la sociedad civil, sus expresiones
asociativas y la reforma y mejora de las formas de representación y
participación de los ciudadanos. Lejos de preocuparse por insuflar derechos de
ciudadanía al mundo del trabajo, los políticos dejan cómodamente de lado a la
'fábrica' como un coto privado con sus propias reglas, y tienden a ocuparse en
ese terreno únicamente de los problemas de la redistribución. Y cada vez más se
extiende una actitud autoritaria por la que el estado, a la vista de la
insuficiencia de recursos para atender a todas las demandas sociales, prioriza
unas (las que entiende como rentables a corto y medio plazo) y condena sin
remedio a colectivos cada vez más amplios a la desprotección y a la marginación
social.
La traducción
hacia el interior del sindicato de la actitud descrita es una tentación siempre
presente, que ha de ser rechazada con energía. Si el sindicato centra sus
esfuerzos, en particular los de la negociación colectiva, en la redistribución,
y prioriza la tutela de los derechos legalmente reconocidos a unos segmentos
del mundo asalariado, desconociendo las necesidades de otros sectores de menor
tradición o arraigo, o carentes de una tutela jurídica eficaz, acabará por
cristalizar la identificación del sindicato con una burocracia que 'barre para
casa', y en último término esa situación llevará a su completo descrédito.
El gran
objetivo en la etapa que se abre tendría que ser el de elevar los niveles de
iniciativa, creatividad y libertad en el trabajo, y reelaborar y mejorar una
protección suficiente para el conjunto del mundo asalariado. Sin parcelarlo,
sin seleccionar, sin discriminar: es todo el paraguas que ampara al mundo
laboral lo que necesita una profunda reconsideración y una reforma a fondo. Lo
cual implicará además un esfuerzo sostenido del sindicato junto a otras instancias
para impulsar la formación y la capacitación de nuevas generaciones de
trabajadores-ciudadanos. Esa sería la clave para superar el bloqueo actual de
la democracia.
Puede
resultar del todo intrascendente que nos lo digamos el uno al otro, casi en tono
de cuchicheo, mientras contemplamos consternados la zahúrda en que se está
convirtiendo un país veraniego ensoñado en fastos deportivos. Pero, José Luis,
alguien debería hacer algo.
Habla un servidor JLLB
Querido Paco, vamos a ver cómo salimos de esta primera fase:
la del enfrentamiento sin fisuras a ese conjunto de hachazos que el gobierno ha
puesto en marcha. No recuerdo un conjunto de movilizaciones tan intermitentes y
masivas como las que se están realizando desde hace, por lo menos, un año. Y ya
veremos también si el hacha sigue talando árboles o qué. Lo que sí parece necesario
es que, en un momento dado, el sindicalismo confederal perfile un camino que,
por un lado, sea de respuesta a la motosierra, y, de otro lado, indique qué
camino es el más apropiado. Ese momento puede ser el debate precongresual, al
menos en lo referente a Comisiones Obreras.
El problema práctico podría ser cómo compatibilizar
la respuesta a la motosierra (Toxo está hablando de otra posible convocatoria
de huelga general en setiembre) con la necesaria discusión precongresual. En términos
técnicos, si es que se me permite
hablar de esa manera, o lo uno o lo otro podría resentirse. En términos teóricos,
alguien diría que se puede estar en misa y repicando, pero se me escapa de qué
manera.
Desde luego, lo prioritario sea la respuesta que,
cada vez más, tendría que ser articulada con todo lo que se está moviendo
contra las agresiones, que parecen ser el cuento de nunca acabar. Ahora bien,
no concibo la manera de organizar (de seguir organizando, quiero decir) la
presión social, con el esfuerzo que ello supone, al tiempo que se abre la
discusión precongresual. Todavía hay tiempo para despejar la incógnita, pero
tal vez no parezca descartado un retraso del congreso confederal. Que conste,
esto es un comentario entre tú y yo.
Por otra parte --no quisiera exagerar-- pero percibo que los fastos deportivos están
un poco lejos en la retentiva de la gente. Lo que ha puesto a medio país en
tensión es la motosierra de los recortes y el obsceno ¡que se jodan! de esa monja
alférez. Paradójicamente esto último no les ha venido excesivamente mal al
Partido popular y a los socialistas. De un lado, se entromete en la motosierra
de Marianico; y, de otro lado, oscurece la inanidad del discurso de Rubalcaba
en el parlamento. Seguiremos hablando de
ello.
Con relación a los planteamientos de Trentin sobre
los problemas de la formación, quisiera sugerir un libro a nuestros amigos,
conocidos y saludados. Se trata de Il
sapere profesionale, competenze, diritti, democrazia (Feltrinelli) que me
recomendó el maestro Umberto Romagnoli hace unos años vía Antonio Baylos. Su
autor es Saul Meghnagi.
Hasta pronto, JL
3 comentarios:
Querido Lopez Bulla:
Un breve inciso. En un sindicato donde se a eliminado a golpe de expulsión a gran parte de el sector crítico, no afin al que manda. ¿que debate interno se va a generar?¿el si a todo? Hacen falta ideas contrapuestas, propuestas y contrapropuestas, dialogo y acuerdo. Lo que se esta haciendo aqui en Catalunya va a poner dificil que esto suceda ya que se a buscado eliminar a quien no me es afin para asegurar el próximo congreso. A nivel personal te diré que en mi centro de trabajo donde siempre hemos encontrado apoyo y respuestas en CCOO, hace tiempo que nos sentimos cada vez mas solos y olvidados por una dirección de la CONC que desde hace tiempo parece que mira hacia otro lado.
un saludo
Estimo que este comentario debería ser firmado personalmente. La libertad de expresión le ampara, y a ello se acoge este blog, que no acostumbra a publicar comentarios, de la índole que sea, sin que, al menos, el editor sepa quién o quienes lo hacen. JLLB
Perdon por no haber firmado mi comentario:
Miguel Angel Mena Mendez trabajador, afiliado a CCOO y delegado en su centro de trabajo
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