viernes, 6 de julio de 2012

EL COMUNISMO HUMANISTA





Conversación sobre CAPÍTULO 19.1 LOS OTROS CAMINOS: Rosa Luxemburgo, Karl Korsch y Pannekoek




Querido Paco, antes de que se me olvide: también te está esperando en casa un estudio sobre Rosa Luxemburgo a cargo de Peter Nettl. Se llama Rosa Luxemburgo y está publicado por Era, la legendaria editorial mejicana que fundara la familia (exiliada en aquel país) de nuestro amigo Quico Espresate, del que hace tiempo no sé nada. Naturalmente recomiendo la obra a quienes estén en condiciones de soportar soponcios varios. Desde luego, deben abstenerse quienes pueden tener un infarto si leen lo que dijo Rosa Luxemburgo sobre la libertad: “La libertad sólo para los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido –por numerosos que estos fueran— no es libertad. La libertad es siempre únicamente libertad para quien piensa diferente”. De ahí que sus encontronazos con Lenin y Trotsky nunca sentaron bien “a la dirección” de los partidos comunistas que hicieron, durante muchos años, todo lo posible por ningunearla. Eso del ninguno puede ser, en no pocas ocasiones, más perverso que el tratamiento que la santa madre iglesia (católica, apostólica y romana, por supuesto) hizo de personas como Arrio, Pelagio y otros más recientes.

Nos dice Trentin que Rosa captó un gran número de problemas que afectaban directamente a los trabajadores. Presumo que ello tuvo que ser, en gran parte, el resultado de muchas relaciones concretas con gentes de las fábricas. El estudio alejado de donde se cuecen las habas no da para tanto. Más todavía, ese conocimiento no viene de ir a una reunión con el ánimo de soltar un sermón (llamado informe general) sino –me imagino en el caso de Luxemburgo— de hacer muchas preguntas y escuchar atentamente lo que dicen los afectados. ¿Estarán por algún sitio las notas que ella tomó en esos encuentros?

Debo decirte, Paco, que me parece magnífico, como orientación general, el planteamiento que enlaza a Rosa Luxemburgo y Karl Korsch que yo calificaría de comunismo humanista: la preocupación por la persona concreta que trabaja, conquistando parcelas de humanización del trabajo contra la subordinación, la alienación y la explotación en un marco de libertades irrestrictas –especialmente para los que disienten--  que podía ser calificado, así lo mencionó Manuel Vázquez Montalbán, en el entierro de nuestro Cipriano García, el comunismo de los sueños y no el de las pesadillas.    

Los sueños, no quiméricos de Karl Korsch, son que ese proceso se corresponden  con “la dialéctica de los poderes”, la coexistencia de diversas formas de democracia, no excluyentes entre sí, y constituyen la única garantía de que la “socialización” –incluso antes de la conquista y la reforma del Estado— comporte una transformación del “modo de producción” y no sólo del modelo distributivo, mediante una transformación de la relación del trabajo subordinado realizada por los mismos trabajadores y no sólo de los que se auto envisten como sus representantes. Las distancias kilométricas con los bolcheviques y los consejistas están claras. También está más clara que el agua la distancia con la “autocoerción” à la Gramsci.  Por eso Korsch no está en el almanaque oficial de la izquierda, querido Paco.  

En otro orden de cosas, querido amigo, se considera que la participación es la implicación que la gente de abajo tiene en los quehaceres de la acción colectiva. Pero yo nunca he oído hablar de la participación de los grupos dirigentes cuando se relacionan con los de abajo. Tal vez sea porque, en el fondo y en la forma, salvo raras excepciones, “la dirección” no es un sujeto participante sino meramente informador. Eso no es el “cemento de la participación” del que habla Bruno Trentin.

Bueno, Paco, te informo que me quedan por traducir cuarenta páginas del libro. A ver si esto acaba porque esta noche he soñado que me tomaba unas copas con Pannekoek y con nuestro Juan López de la Fuente (sabio sindicalista) en el Bar Raíz Cuadrada de Menos Uno (de Parapanda) que tú bien conoces. Me desperté tras oir que Juan decía: “Échate un pulso, Pannekoek”. 

Desde esta entrañable tasca, te envío mis saludos, también a Carmen. JL



Habla Paco Rodríguez de Lecea

Rosa Luxemburgo fue ‘ninguneada’ del modo más efectivo posible en enero de 1919 por los sicarios, no del partido bolchevique con el que ella tenía amores y desamores alternativos, sino de la socialdemocracia mayoritaria y moderada que en aquel momento gobernaba en Alemania. Y durante largos años su obra teórica también fue ninguneada por el marxismo oficial, el del partido-Estado y el socialismo en un solo país. No había forma de que se publicara ningún libro suyo, existía un veto muy sutil e impalpable. De alguna forma se sugirió que su misma muerte, asesinada, era la prueba definitiva de su aberración teórica, de la ‘enfermedad infantil’ que padecía. Por eso, la frase que citas de ella es casi un testamento y casi un epitafio.

Y me gusta esa asociación de conceptos que aplicas a Luxemburgo y a Korsch: «comunismo humanista.» Comunismo y humanismo pueden formar una hermosa pareja de hecho. La etiqueta no implica que Rosa y Karl acertaran en todo lo que plantearon, pero sí pone el énfasis en su punto de partida y en el centro de gravedad de toda su búsqueda. Fueron comunistas humanistas y antidogmáticos.

Lo cual me trae a la memoria otra asociación de ideas inverosímil, que Vittorio Foa aplicó a Bruno Trentin. Cuenta Iginio Aremma que en sus Memorias Foa calificaba por dos veces a Trentin como un comunista «diverso», distinto. Aremma le hizo una larga entrevista pocos meses antes de la muerte de Foa, y en el curso de la misma le preguntó en qué veía ‘distinto’ al comunista Trentin. Bueno, dijo Foa, le pasa lo mismo que a Di Vittorio: quiere un partido a su imagen y semejanza. Sí, insistió Aremma, pero ¿en qué es Trentin un comunista ‘diverso’? Y Foa contestó, a regañadientes: «Bueno, es un comunista... libertario.»

Cambiando de tercio, quiero compartir contigo un recuerdo muy cariñoso para Juan López Lafuente, sindicalista aún en activo, formado en los talleres de la Editorial Bruguera que, como recordaba yo el otro día, cerró sus puertas a principios de los ochenta. Conseguimos convencerle entonces de que podía encontrar un futuro lejos de sus rotativas, en el trabajo sindical en la Federación, y eso ganó el sindicato. Sabiduría, tal como tú dices. Y un gran tesón, y una humanidad inmensa.
Tuyo, y también de Juan, en la diversidad múltiple de la Idea, Paco

JLLB


Me gusta eso de “la diversidad múltiple de la Idea”. 

1 comentario:

Raül Aguilar dijo...

Me encanta el concepto de Comunismo Humanista. Es lo que yo siempre he visto en la obra de Marx, Rosa L. y tantos otros. Una receta antigua sin fecha de caducidad.