Conversación sobre CAPÍTULO 19.1 LOS OTROS CAMINOS: Rosa Luxemburgo, Karl Korsch y
Pannekoek
Querido Paco, antes de que se me olvide: también te
está esperando en casa un estudio sobre Rosa Luxemburgo a cargo de Peter Nettl.
Se llama Rosa Luxemburgo y está publicado por Era, la legendaria editorial
mejicana que fundara la familia (exiliada en aquel país) de nuestro amigo Quico
Espresate, del que hace tiempo no sé nada. Naturalmente recomiendo la obra a
quienes estén en condiciones de soportar soponcios varios. Desde luego, deben
abstenerse quienes pueden tener un infarto si leen lo que dijo Rosa Luxemburgo
sobre la libertad: “La libertad sólo para
los partidarios del gobierno, sólo para los miembros de un partido –por
numerosos que estos fueran— no es libertad. La libertad es siempre únicamente
libertad para quien piensa diferente”. De ahí que sus encontronazos con
Lenin y Trotsky nunca sentaron bien “a la dirección” de los partidos comunistas
que hicieron, durante muchos años, todo lo posible por ningunearla. Eso del
ninguno puede ser, en no pocas ocasiones, más perverso que el tratamiento que
la santa madre iglesia (católica, apostólica y romana, por supuesto) hizo de
personas como Arrio, Pelagio y otros más recientes.
Nos dice Trentin que Rosa captó un gran número de
problemas que afectaban directamente a los trabajadores. Presumo que ello tuvo
que ser, en gran parte, el resultado de muchas relaciones concretas con gentes
de las fábricas. El estudio alejado de donde se cuecen las habas no da para
tanto. Más todavía, ese conocimiento no viene de ir a una reunión con el ánimo
de soltar un sermón (llamado informe general) sino –me imagino en el caso de
Luxemburgo— de hacer muchas preguntas y escuchar atentamente lo que dicen los
afectados. ¿Estarán por algún sitio las notas que ella tomó en esos encuentros?
Debo decirte, Paco, que me parece magnífico, como
orientación general, el planteamiento que enlaza a Rosa Luxemburgo y Karl
Korsch que yo calificaría de comunismo humanista: la preocupación por la
persona concreta que trabaja, conquistando parcelas de humanización del trabajo
contra la subordinación, la alienación y la explotación en un marco de
libertades irrestrictas –especialmente para los que disienten-- que podía ser calificado, así lo mencionó
Manuel Vázquez Montalbán, en el entierro de nuestro Cipriano García, el comunismo de los sueños y no el de las
pesadillas.
Los sueños, no quiméricos
de Karl Korsch, son que ese proceso se corresponden con “la dialéctica de los poderes”, la
coexistencia de diversas formas de democracia, no excluyentes entre sí, y
constituyen la única garantía de que la “socialización” –incluso antes de la
conquista y la reforma del Estado— comporte una transformación del “modo de
producción” y no sólo del modelo distributivo, mediante una transformación de la relación del trabajo subordinado
realizada por los mismos trabajadores y no sólo de los que se auto envisten
como sus representantes. Las distancias kilométricas con los bolcheviques y los
consejistas están claras. También está más clara que el agua la distancia con
la “autocoerción” à la Gramsci. Por eso Korsch no está en el almanaque oficial de la
izquierda, querido Paco.
En otro orden de cosas, querido amigo, se considera
que la participación es la implicación que la gente de abajo tiene en los
quehaceres de la acción colectiva. Pero yo nunca he oído hablar de la
participación de los grupos dirigentes cuando se relacionan con los de abajo. Tal vez sea porque, en el
fondo y en la forma, salvo raras excepciones, “la dirección” no es un sujeto
participante sino meramente informador. Eso no es el “cemento de la
participación” del que habla Bruno Trentin.
Bueno, Paco, te informo que me quedan por traducir
cuarenta páginas del libro. A ver si esto acaba porque esta noche he soñado que
me tomaba unas copas con Pannekoek y con nuestro Juan López de la Fuente (sabio sindicalista)
en el Bar Raíz Cuadrada de Menos Uno (de Parapanda) que tú bien conoces. Me
desperté tras oir que Juan decía: “Échate un pulso, Pannekoek”.
Desde esta entrañable tasca, te envío mis saludos,
también a Carmen. JL
Habla Paco
Rodríguez de Lecea
Rosa
Luxemburgo fue ‘ninguneada’ del modo más efectivo posible en enero de 1919 por
los sicarios, no del partido bolchevique con el que ella tenía amores y
desamores alternativos, sino de la socialdemocracia mayoritaria y moderada que
en aquel momento gobernaba en Alemania. Y durante largos años su obra teórica
también fue ninguneada por el marxismo oficial, el del partido-Estado y el
socialismo en un solo país. No había forma de que se publicara ningún libro
suyo, existía un veto muy sutil e impalpable. De alguna forma se sugirió que su
misma muerte, asesinada, era la prueba definitiva de su aberración teórica, de
la ‘enfermedad infantil’ que padecía. Por eso, la frase que citas de ella es
casi un testamento y casi un epitafio.
Y me gusta
esa asociación de conceptos que aplicas a Luxemburgo y a Korsch: «comunismo
humanista.» Comunismo y humanismo pueden formar una hermosa pareja de hecho. La
etiqueta no implica que Rosa y Karl acertaran en todo lo que plantearon, pero
sí pone el énfasis en su punto de partida y en el centro de gravedad de toda su
búsqueda. Fueron comunistas humanistas y antidogmáticos.
Lo cual me
trae a la memoria otra asociación de ideas inverosímil, que Vittorio Foa aplicó
a Bruno Trentin. Cuenta Iginio Aremma que en sus Memorias Foa calificaba por
dos veces a Trentin como un comunista «diverso», distinto. Aremma le hizo una
larga entrevista pocos meses antes de la muerte de Foa, y en el curso de la
misma le preguntó en qué veía ‘distinto’ al comunista Trentin. Bueno, dijo Foa,
le pasa lo mismo que a Di Vittorio: quiere un partido a su imagen y semejanza.
Sí, insistió Aremma, pero ¿en qué es Trentin un comunista ‘diverso’? Y Foa
contestó, a regañadientes: «Bueno, es un comunista... libertario.»
Cambiando de
tercio, quiero compartir contigo un recuerdo muy cariñoso para Juan López
Lafuente, sindicalista aún en activo, formado en los talleres de la Editorial Bruguera
que, como recordaba yo el otro día, cerró sus puertas a principios de los
ochenta. Conseguimos convencerle entonces de que podía encontrar un futuro
lejos de sus rotativas, en el trabajo sindical en la Federación , y eso ganó
el sindicato. Sabiduría, tal como tú dices. Y un gran tesón, y una humanidad
inmensa.
Tuyo, y
también de Juan, en la diversidad múltiple de la Idea , Paco
JLLB
Me gusta eso de “la diversidad múltiple de la Idea ”.
1 comentario:
Me encanta el concepto de Comunismo Humanista. Es lo que yo siempre he visto en la obra de Marx, Rosa L. y tantos otros. Una receta antigua sin fecha de caducidad.
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