Manifestación
oceánica en Madrid: de un lado, en las calles y plazas, la gente exigiendo una
sanidad pública, gratuita y eficaz; de otro lado, en el búnker, los covachuelos de alta graduación, corriendo
las cortinas para paliar el sofoco de sus jefes. Madrid, capital de la Gloria,
que dijo aquel Rafael que tenía buena mano para
la poesía y la pintura.
Fueron
momentos de pacífico voltaje esos centenares de miles de personas que no es la
primera vez que se tiran a la calle. Toda una gran lección de unidad social de
masas, que transmite el valor y la agregación de fuerzas de las personas juntas
entre—sí. En la calle as personas que «no votan bien» –docet Vargas Llosa—plantean, a
cielo raso, una censura en toda regla a esa buharda do vive Ayuso. Zavalita, experto consejero
de Vargas, en cuestiones de jodienda de países e instituciones está como ido.
Solo
él parece ignorar que la gran manifestación oceánica tiene una enseñanza potente:
si es unidad social de masas se ha construido en torno a un objetivo
importantísimo, ¿por qué en eso que se llama retóricamente la izquierda de la izquierda no
toman nota y rompen las raíces profundas de su cainismo abrazando el camino de algo que se acerque a la unidad?
Disculpen
que empiece a chochear: si la izquierda de la izquierda mantiene su quilombo
contra ellos mismos, las próximas elecciones las ganará Vargas Llosa, esto es
una certeza. Ahora bien, si corrige el timón puede que continúe el gobierno progresista,
pero esto es sólo una hipótesis. Y ya
saben, hay diferencia entre certeza e hipótesis.
Don Quintín El Amargao tiene
la palabra
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