Casi
al final del recuento electoral del pasado domingo, cuando ya se sabía sobre
chispa más o menos el resultado, uno de los tertulianos dijo en televisión que a
Pedro Sánchez se le estaba poniendo la cara como
de «pato cojo». Se trata de una expresión que en los EE.UU. se aplica a sus presidentes
durante el segundo mandato. Es decir, cuando empiezan a ser irrelevantes. Pero vox tertulianorum non est vox Dei .
No
cabe duda que esa afirmación tertulianesca --´pato cojo´, en este caso—es algo
más que una afirmación gratuita, o podría ser, el inicio de una ristra de
sermones con la idea de deteriorar la imagen del Presidente del gobierno
progresista. Es, por tanto, la invitación a que una masa coral de plumíferos y
currinches repartan por tierra, mar y aire que Sánchez e ya un pato cojo. He
dicho que es una expresión gratuita y completamente falsa. Porque, justamente
esta segunda legislatura ha tenido más realizaciones y más utilidad social que
la primera. Al revés precisamente de la actitud del pato cojo sea
norteamericano o de la península de Kamchactka. A saber, Sánchez ha liderado un gobierno que,
en medio de una tremenda tempestad (dura pandemia y los efectos directos e indirectos
de la guerra de Putin), ha realizado avances en los terrenos de la economía,
sociales y de los derechos civiles y inespecíficos. ¿Qué la inflación está por las nubes?, cierto. En
concreto, de ´pato cojo´ naíca de ná. Al menos, según la definición que los
norteamericanos dan a ese ideolecto.
El
mundillo del tertulianado también tiene que comer, de ahí que en algunas ocasiones
haya reincidentes en el enredo y la socaliña. Más todavía, tales organizadores
de la confusión (la mediática brigada Brancaleone) en realidad aspiran a ser la
vanguardia del quinto poder. Sin ir más
lejos, un servidor –ya octogenario y octogeranio-- si pillara un micrófono tertulianil diría:
«Justamente cuando el PP se hace con la mayoría parlamentaria de la región
Bética, nacen los calostros de un nuevo conflicto en dicho partido, a saber, la
vida sedicente moderada de Moreno Bonilla y
la de Ayuso y sus retortijones ultras». Me baso en los mismos presentimientos,
generalmente ficticios, del lumpen tertulianado.
P/S.---
No pasen por alto el artículo de Joan Coscubiela,
hoy en El País. Vox Coscubiela vox
utilitatis.
¡Viva
Izavieja!
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