No
está el horno para bollos. Y, encima, nos cae la invasión de Ucrania. Nos
estamos reponiendo de la pandemia, aunque todavía sigue provocando luto y dolor
y la recuperación económica es lenta y desigual. Y, ahora, nos viene de lleno
el brutal ataque de Putin,
haciendo astillas el Derecho internacional.
Pues
bien, en este contexto del que todavía no se vislumbra una solución hasta que
China vea que se han debilitado Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea, en
ese contexto –digo-- vuelve la burra al
trigo: o sea, nuevo conflicto de Podemos con el gobierno de coalición del que
forma parte y conflicto también entre Izquierda Unida y Podemos. En mi casa
santaferina se diría que ´Dios le da nueces a quien no puede roerlas´. Cosas de los antiguos.
Entiendo
que nadie está en condiciones de atisbar cuándo y cómo acabará el ataque ruso a
Ucrania. Es más, tampoco nadie se atreve a imaginar cómo reaccionaría el
estrambótico dirigente ruso si las cosas le fueran a peor. (De momento tiene
que estar metabolizando su humillación: pensaba que se haría con Ucrania en un
santiamén y la cosa se prolongará más de lo que el sátrapa hubiera deseado).
Pero
nos parece que el conflicto podría ser duradero provocando una hecatombe en
Ucrania y una situación económica durísima en Europa. Y en ese encuadre, la
juventud «divino tesoro» de Podemos, sacando a colación los textos de la gauche divine, se enfrenta al Gobierno.
Más madera.
Tiene
razón Izquierda Unida cuando avisa a Podemos: existe
el riesgo de ruptura y adelanto electoral. Ojo, Feijóo no es Casado. Es más, IU sin pelos en la lengua
recrimina a Podemos: «Pudiera pensarse que hay un cierto interés en construir
un nuevo campo político de división por puro interés faccional».
Tal
vez Pablo Iglesias el Joven
crea que lo que está pasando es un video juego o la representación de
una serie televisiva.
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