Hace
bien Pedro Sánchez enviando ayuda militar,
incluido armamento, a la Ucrania invadida, violando el derecho internacional. Con todos mis respetos: desatinan, y no poco,
quienes afirman que «Contribuir a la escalada bélica no va a resolver antes el
conflicto». Son palabras de la dirección de Podemos.
Desde
que tengo uso de razón veo a un sector de la izquierda, en esto «de la guerra»,
como el alma de Garibay, de mazo en calabazo. Cuando en mi casa santaferina mis
padre adoptivo, el maestro confitero, Ceferino Isla,
me explicaba con gran amargura que las democracias europeas decidieron no
ayudar a la República española. Yo, niño chico todavía, cogí una gran
sofocación y les llamé de todo a los mandamases de tales potencias. Ahora,
ahora mismo –en ese asunto concreto de la invasión rusa de Putin a Ucrania—es aceptable otro Comité de no
intervención? ¿Vamos a dejar solos y en la estacada a quienes en sus casas,
calles y plazas están defendiendo lo suyo? Digo esto porque determinada izquierda de chiruka
y anorak responde por lo general a todas las invasiones con el latiguillo de
«No a la guerra». Ignorando que, de lo que se trata realmente, es: ¿los pueblos
invadidos manu militari tienen el derecho de defenderse y repeler la agresión?
Pero, comoquiera que quien invade es el más poderoso, ¿cómo debe defenderse el
pequeño y repeler la agresión? Con todo lo que tenga a su alcance. No obstante,
si la desproporción militar entre unos y otros es tan enorme como en el caso de
Rusia y Ucrania ¿qué debe hacer el más débil? Armarse hasta los dientes con lo
que tenga y solicitar ayuda y solidaridad a todos los países, armamento militar
incluido? Soprende, pues, que las palabras de la señora Belarra (Podemos) dando
a entender que la autodefensa militar y ciudadana es “contribuir a la escalada
bélica”. Y causa sonrojo ver cómo la solidaridad con Ucrania, sí, la
solidaridad es adjetivada como “contribuir a la escalada bélica”.
Vale. Dejemos pues que la Belarra envíe esparadrapos y carne de membrillo a todos los que luchan en uno y otro bando. Por nuestra parte, harticos de tanto buenismo de ursulinas, mandemos todo lo que podamos. Por supuesto, también las armas.
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