Habla Manel García Biel
Choca esos cinco. El Gordo
Apreciado Jose Luis,
Ya sabes que acostumbro a ser muy directo, para bien y para mal. Hoy sólo para agradecerte y felicitarte por tu artículo en el "metiendo bulla". Creo que es bueno que exista esa rara avis que se llama CC.OO de Catalunya, que creció con unos genes que tu y mucha otra gente hemos ayudado a construir. Es evidente que sólo parece interesarnos a nosotros y que ni izquierda ni derecha, ni patronales, ni primos, ni pseudo hermanos, quiren imitarnos. Pero bueno, más vale que exista esa "rara avis" y sobre todo que no se extinga ya que mientras hay vida hay esperanza. Gracias en mi nombre y creo que en el de la mayoría de la dirección del sindicato por su siempre interesante aliento.
He intentado escribirte a través del blog pero me he perdido entre las contraseñas y queria hacerte llegar esas lineas. Ya que la última vez que te escribí fue para una familiar regañina. Cosas de familia. Manel Garcia Biel
Apreciado Manel: Te agradezco tus palabras y las muestras de afecto (1). En realidad este artículo CC.OO. de CATALUNYA, ESA RARA ORGANIZACION es la continuidad del que hice al año pasado donde, de igual manera, valoraba el gesto de la CONC. Y, más todavía, lo que de manera sarcástica he dado en llamar la `rareza´ o la `anomalía´ de Comisiones Obreras de Catalunya. Rareza y anomalía que se explican con relación al resto de los sujetos sociales y políticos ya sean catalanes o de fuera de aquí. Así pues, tirando de mano de la retranca dí en llamar `normales´ a los demás y `raros´ a vosotros, la dirección del sindicato catalán. Porque si nadie se contagia y, peor aún, nadie propone (y pone en marcha) una emulación similar, se ha de convenir que vosotros sois, con perdón, unos bichos raros. Del resto de la familia (del Ebro para abajo) sólo me queda decir que a lo mejor los lazos de sangre están un tanto simulados.
Tu correo me provoca nuevas reflexiones. Pienso que, tanto cuando vais a la Sindicatura de Comptes como a la hora de exigir transparencia en las subvenciones, estáis proponiendo un vínculo entre la ética de los medios y su conexión con la ética de los fines. Es decir, si el sindicalismo se propone unos fines nobles, los medios e instrumentos para conseguirlos deben estar en plena concordancia. Se trata, pues, del establecimiento de un hiato que –además de ético— es sobre todo coherente. De ahí que sea un tanto chocante que nadie, desde babor a estribor y viceversa, haya caído en la cuenta del asunto. Aunque...
Aunque las cosas pueden tener otro cariz, diríamos de naturaleza garbancera: no presento las cuentas porque tengo algunas zonas grises y no tengo ganas de darle cuatro cuartos al pregonero. Sin embargo, prefiero creer que se trata del mantenimiento de las rutinas y de los viejos hábitos. Es decir, si nunca se hizo eso, ¿por qué cambiarse de calzoncillos? Perdón, ya que nunca rendimos cuentas –y nada, ni nadie me obliga, de momento-- ¿a qué venir con esnobismos? Y algo más, ya que yo me auto legitimo, no es necesario que me controle ninguna authority pública o privada. Así las cosas, la rareza de CC.OO. de Catalunya (y de su dirección) parece evidente: hace públicas las cuentas financieras y las somete a controles, y pide que todo el paquete de subvenciones al conjunto de los sujetos sociales y políticos se haga público, amén de la consecuente verificación de lo recibido y la manera de usar esos recursos financieros.
Parece ser cierto que algunas formaciones sociales y políticas tienen unos instrumentos internos para el control de las cuentas de su propia organización, algo equivalente a la tradicional Comisión de Control de Comisiones Obreras. Sin embargo, aunque esos instrumentos parecen dar plena garantía a su institución, no son vistos con la misma confianza por el resto de los mortales. No es un problema de desconfianza, sino del más rudo comportamiento antropológico que enseña que nadie tira piedras a su propio tejado. De manera que, además de los mentados instrumentos de control interno (necesarios, ¡vaya que sí!), se precisen las miradas vigilantes, de verificación, de todos los recursos que cuentan las organizaciones.
Sorprende, querido compañero, que de momento la izquierda política y social no vea las cosas como vosotros. Y me he vuelto a maravillar de hasta qué punto el lenguaje parlamentario siga tartamudeando. Así es que, como primera venganza, le dije cuatro cosas al diputado Toni Comín, que es ahora mi hijo adoptivo. El pobre –que poca culpa tiene al respecto— se quedó de piedra.
Manel, permíteme una provisional reflexión sobre el tema de lo que, en ciertas situaciones, llamáis subvenciones. Los sindicatos realizan funciones importantes que los poderes públicos, metafórica o realmente, han externalizado hacia las organizaciones sindicales. Por ejemplo, no pocas tareas del CITE. El carácter de esas transferencias, así las cosas, no puede denominarse subvención, aunque legalmente y en la jerga presupuestaria tenga esa denominación. Si vosotros tuteláis a importantes colectivos –cosa que deberían hacer los poderes públicos— los recursos que os envían por vía presupuestaria no tienen –insisto enérgicamente— carácter de subvención. Es otra cosa. De donde, por inferencia, sugiero que deba hacerse un listado de tareas que habéis asumido (propias de los poderes públicos) y digáis que: lo que nosotros [o sea, vosotros] hacemos, porque quien debería hacerlo se quita de en medio, en determinadas esferas no es fruto de una subvención sino de unas transferencias para hacer nosotros lo que nadie, por las razones que sea, intenta hacer o no hace. Y, a partir de ahí, tras la redefinición de tales conceptos sería bueno que eso tuviera un cierto acomodo legal o, al menos, reglamentario administrativamente. Lo que se dice –además y sobre todo-- para no poner a la misma altura la protección del CITE (todavía llamada subvención) con los dineros (hablo en hipótesis) que los poderes públicos subvencionan a la noble tarea de quienes desean mantener la técnica del encaje de bolillos, actividad ciertamente fascinante pero de una moralidad jerárquica inferior a las protecciones a nuestros amigos que vienen de otras tierras.
Te sorprenderá que, a partir de ahora, no ponga abierto el instrumento de `comentarios´ en este blog: es el caso de que un grupo de moscones, que nunca dan la cara –se hacen llamar Fan Gaal, Curro Lomero y otras lindezas— se meten en mi blog para, desde la comodidad de las capuchas, emitir las más harapientas nociones (más bien, eructos) que, en los tiempos de antaño, eran también payasadas de impotentes: en todos los sentidos.
Choca esos cinco. El Gordo
(1) El caballero del retrato no es Manel, sino un amigo elegante, serio y, por encima de todo, una persona recta y formal.