lunes, 18 de octubre de 2010

AMABLE POLÉMICA CON ÁLVAREZ DEL CUVILLO SOBRE LOS COMITÉS DE EMPRESA


El pasado viernes hacía unas reflexiones en torno a SOBRE LOS PIQUETES. Casi de pasada volví a plantear el tema de la representación de los trabajadores en el centro de trabajo y concretamente la, a mi juicio, obsolescencia de los comités de empresa. Esta es una cuestión sobre la que llevo polemizando desde hace un montón de años; de hecho con el único que me falta discutir es con el Lucero del Alba. En esta ocasión ha vuelto a incidir en esa conversación el profesor Antonio Álvarez del Cuvillo, un prestigioso iuslaboralista gaditano, cuyo blog “Tiempos interesantes” (está disponible en el apartado de Conexiones intempestivas) es de obligado estudio para sindicalistas y operadores jurídicos, ejecutivos de ringorrango y encofradores sociales. Comoquiera que los comentarios de nuestro amigo no pueden estar en las entretelas de este blog, los saco al aparador. Concretamente expone


Antonio Álvarez del Cuvillo: Querido José Luis, El problema más importante de lo que propones con la representación unitaria es la dependencia de la trayectoria. No se trata de ver cuál es el modelo mejor en abstracto, sino de analizar qué se hace con lo que hay.En este momento, con sus luces y sus sombras es una institución muy consolidada. Si se la hace desaparecer confiando en una nueva forma de representación sindical al hilo de una eventual reorganización es muy probable que se elimine lo que existe para que no sea sustituida por nada. A lo mejor digo una burrada, pensando en alto y sin saber. ¿Y si se dejara como está la representación unitaria pero cambiaran las reglas de representatividad? Me parece que actualmente, queramos o no, lo que se incentiva es que los sindicatos consigan representantes formalmente a su nombre antes que otra cosa. Así, en muchos sitios, sobre todo en empresas pequeñas, el contacto con los delegados puede ser muy pequeño y la cosa está poco articulada. Tener muchos afiliados siempre es bueno, pero no se ve de manera muy directa el estímulo. (Fin del comentario)


Lo importante de esta observación del profesor Álvarez del Cuvillo está en: “¿Y si se dejara como está la representación unitaria pero cambiaran las reglas de la representatividad?”. Por mi parte, se me ocurre lo siguiente: 1) si el problema fuera “qué se hace con lo que se tiene”, nuestros amigos italianos nunca hubieran cambiado el viejo modelo de las comisiones internas por el de los consejos de fábrica; 2) para un servidor el problema fundamental no recae en que el comité de empresa sea un sujeto distorsionador de la afiliación sindical (¿para qué afiliarme si dispongo del comité?) sino a que dicho instrumento, por su propio carácter, está desubicado del paradigma de la globalización. Ese es el problema que yo veo.


Por supuesto, coincido con Antonio en que “no se trata de ver cuál es el modelo mejor en abstracto”, de manera que todo cambio debería hacerse en función de las grandes transformaciones que se están operando en el centro de trabajo y en la organización del trabajo: concretos ambos. Una serie de profundas transformaciones que, con cierta frecuencia, nos pillan con estos pelos.


Radio Parapanda. Datos y comparativa sobre afiliación y representación sindical en Europa, concretamente en http://www.1mayo.ccoo.es/nova/NNws_ShwNewDup?codigo=3537&cod_primaria=1167&cod_secundaria=1167

3 comentarios:

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Bueno, yo no me refería especialmente al hecho de que la representación unitaria pueda "quitar afiliados" al sindicato.

La representación unitaria puede cumplir funciones importantes. Funciones que no puede cuplir por sí sólo el sindicato si no ha crecido antes. También tiene disfunciones en el contexto moderno, como apuntas. Por ejemplo, para articular los intereses de los trabajadores en el marco de la descentralización productiva. ¿Eso quiere decir que tiene que desaparecer de golpe y porrazo? No lo creo. Si tuviéramos unos sindicatos fuertes podrían abordarse esas disfunciones y el comité de empresa no sería de ningún modo un obstáculo, porque estaría coordinado con el sindicato. Pero los sindicatos no se hacen fuertes de golpe y porrazo.

A lo que yo me refería es que si miramos el sistema de manera fría, los sindicatos tienen muchos incentivos para centrar sus esfuerzos organizativos en obtener muchos representantes (por ejemplo, en las elecciones sindicales) y menos incentivos para reorganizarse o para aumentar su representatividad real. Mantener una relación real, intensa con los representantes puede que esté muy bien, pero desde la lógica de incentivos del sistema institucional es secundario respecto a los representantes mismos (lo esencial es tener muchos delegados, no la relación con ellos, la cohesión interna, la coordinación, el flujo de comunicación, etc.) A las pequeñas empresas a menudo no se llega o se llega sólo formalmente y las grandes tienden a tener bastante independencia.

He leído algunos estudios que muestran la diversidad que existía entre los representantes que formalmente se presentan en las listas de uno u otro sindicato. Al final, cada comité o cada delegado es un mundo y no hay unas pautas fuertes de articulación entre unos y otros.

Así pues, a lo mejor no es que los comités sean una institución obsoleta (eso habrá que verlo cuando el sindicato adquiera la dimensión que debe). Su falta de adaptación se debe precisamente a esta debilidad organizativa del sindicato. Pero el problema no es que haya comité. Generalmente, si no lo hay es PEOR porque entonces el contacto del sindicato con la realidad de los trabajadores no es que sea poco es que es nulo. El problema es que el esfuerzo está en conseguir delegados y comités a tu nombre.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Bueno, yo no me refería especialmente al hecho de que la representación unitaria pueda "quitar afiliados" al sindicato.

La representación unitaria puede cumplir funciones importantes. Funciones que no puede cuplir por sí sólo el sindicato si no ha crecido antes. También tiene disfunciones en el contexto moderno, como apuntas. Por ejemplo, para articular los intereses de los trabajadores en el marco de la descentralización productiva. ¿Eso quiere decir que tiene que desaparecer de golpe y porrazo? No lo creo. Si tuviéramos unos sindicatos fuertes podrían abordarse esas disfunciones y el comité de empresa no sería de ningún modo un obstáculo, porque estaría coordinado con el sindicato. Pero los sindicatos no se hacen fuertes de golpe y porrazo.

A lo que yo me refería es que si miramos el sistema de manera fría, los sindicatos tienen muchos incentivos para centrar sus esfuerzos organizativos en obtener muchos representantes (por ejemplo, en las elecciones sindicales) y menos incentivos para reorganizarse o para aumentar su representatividad real. Mantener una relación real, intensa con los representantes puede que esté muy bien, pero desde la lógica de incentivos del sistema institucional es secundario respecto a los representantes mismos (lo esencial es tener muchos delegados, no la relación con ellos, la cohesión interna, la coordinación, el flujo de comunicación, etc.) A las pequeñas empresas a menudo no se llega o se llega sólo formalmente y las grandes tienden a tener bastante independencia.

Antonio Álvarez del Cuvillo dijo...

Así pues, a lo mejor no es que los comités sean una institución obsoleta (eso habrá que verlo cuando el sindicato adquiera la dimensión que debe). Su falta de adaptación se debe precisamente a esta debilidad organizativa del sindicato. Pero el problema no es que haya comité. Generalmente, si no lo hay es PEOR porque entonces el contacto del sindicato con la realidad de los trabajadores no es que sea poco, es que es nulo. El problema es que el esfuerzo está en conseguir delegados y comités a tu nombre.