El
hombre de Waterloo ya tiene su juguete y ha pasado de estar realquilado a ser
el casero del inmueble. O sea, Puigdemont
ha construido el partido a su
imagen y semejanza, gobernado con mando a distancia desde tierras relativamente
lejanas. Como es preceptivo, el partido sale de la pila bautismal con un nombre
de unidad: Junts dice llamarse. Su objetivo inmediato –se ha proclamado— es conseguir la unidad del
independentismo. El nuevo partido sigue las viejas tradiciones de la
politiquería: afirma que quieres la unidad, pero antes rompe todo lo que se
cruce en tu camino. Puigdemont ha seguido disciplinadamente ese manual.
Las
primeras reacciones han venido de Oriol Junqueras, peso pesado, que le ha lanzado un potente uppercut a la barbilla de Waterloo: «es
un partido de centro—derecha». Era la deportiva respuesta a un gancho de un
welter juntista que, disfrutando de
su permiso carcelario, había manifestado que «nosotros no somos profetas del
derrotismo». O sea, Esquerra Republicana de Catalunya es un partido--calzonazos.
Con lo que, conviene dejarlo claro, se siguen las pautas del viejo aforismo del
«devoraos los unos a los otros». Aquel infatigable constructor de terminachos
hubiera dicho «los hunos y los hotros».
En
pocas y pobres palabras: el acto fundacional de Junts parece presidido por la confrontación con Esquerra y no tanto
como un combate contra España. Es la lucha por la hegemonía dentro del
independentismo, que obliga a la depuración ideológica. Un matiz: en el
improbable caso de que el independentismo sea una ideología. Y para ello es
imprescindible el «control» político, ´ideológico´ y del territorio. En resumen, controlar todas las instituciones,
medios de comunicación y centros de decisión. Preferentemente los que
demuestren su neutralidad. Un control que tiene que estar en manos de los puros, de los políticamente cátaros.
Con los «profetas del derrotismo» Cataluña, el pueblo elegido, nunca echará a andar.
Siempre estará en el mismo espacio—tiempo.
Addenda.---
Según parece hay quienes desde Madrid están echando una mano a estos juntistas de Waterloo. Son los éforos que
han rescatado el lema de «Fiat justitia et pereat mundus». En la Vega de
Granada lo traduciríamos así: «Hágase justicia, aunque el mundo se vaya a tomar
por culo». Ya se sabe: traduttore traditore.
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