jueves, 30 de diciembre de 2021

La lechera de Pablo Casado


 

Pablo Casado, cuando era niño chico, no entendió de una de las enseñanzas del francés Jean de La Fontaine que divulgó en nuestros pagos el vascongado Félix María de  Samaniego.  El niño Casado, todo lo más, se echó a llorar cuando se le rompió el cántaro a la lechera fantasiosa. Normal, la moraleja era demasiado áspera para un niño de buena familia, que nunca fue pandillero. Normal, porque como es bien sabio los cuentos y fábulas para niños son en realidad mensajes para gentes con espolones y varios lustros bajo sus espaldas.

Ahora bien, el Casado de hoy todavía no ha entendido el cuento de la lechera y sus enseñanzas, lo sigue interpretando compasivamente: pobre lechera. Más todavía, ni siquiera ha reparado en que él mismo es la lechera, que lleva en su cántaro todas sus figuraciones ilusas. «Se ha abierto –afirma— un cambio de ciclo». Y lo dice cuando los conflictos internos de su patio de Monipodio se amplían. Lo repite, lo del cambio de ciclo, cuando su capataz, el sutil Teodoro,  no da pie con bola en una pugna a ver quién de los dos, Aznar y Rajoy, eran más corruptos. Error caballuno el de Teodoro: no te enfrentes a la vez con los dos próceres de tu partido. Un error que pagará el murciano y dejará tocado al hombre de Palencia.

El cuento de la lechera de Casado: montaremos un pollo electoral durante 2022, ganaremos en Castilla—León, en Andalucía y en la Patagonia; es la línea recta que une el ahora mismo con mi entrada triunfal en La Moncloa. Lo que muestra no sólo su dificultad de leer las moralejas de La Fontaine y Samaniego sino el aturdimiento cerebral del jefe del chinchorro y su cómitre.

El cambio de ciclo: el acuerdo sobre la reforma laboral y todas sus sobrias moralejas. Oro puro, mientras que el oro de Casado es del que cagó el moro.  

lunes, 27 de diciembre de 2021

Ciudadanos ante la reforma laboral


 

Ciudadanos se encuentra en paños menores; se diría que casi le cubre una hoja de parra en las partes pudendas. Diremos que, para facilitar la lectura, las partes pudendas son  las que, por pudor, se llevan cubiertas. Son los genitales externos: pene y bolsa escrotal en el hombre; labios mayores y menores de la vulva y clítoris, en la mujer. Aclarado, pues, y con mis excusas a aquellos que lo supieran. Ahora bien, que los de Inés Arrimadas se encuentren en tan desairada posición no se debe a ninguna conspiración judeo-masónica ni a capricho alguno de doña Correlación de Fuerzas. Esta dama es tan sólo un notariado que se limita a registrar los vaivenes de la Historia ya sea grande, regular o minúscula.

Arrimadas ha dado la explicación: «La negociación de 2019 fue un error, regalamos cuatro gobiernos al PP» (1). Cierto, aquello fue un error: una enorme plasta que Albert Rivera dejó en el paraninfo de Ciudadanos. Vale decir, no obstante, que a tamaña plasta contribuyó con entusiasmo la mencionada Arrimadas. Por lo que el capón que doña Inés le suelta a Rivera debería ser compartido por ella misma.

Pero ´aquello´  --el error de 2019— no fue sólo darle el gobierno al PP. El disparate caballuno fue autodefinirse centristas y actuar como competidores de Rajoy y Casado por el ángulo oscuro de la derecha más cerril. De donde se infiere que la importancia de llamarse Centro fue una martingala para no infundir unas sospechas que no pudieron ocultarse, un tocomocho que muy pocos compraron. Hasta tal punto que –tras las últimas elecciones generales— se produjo el batacazo que registró doña Clío en su diario. Y, a continuación, ocurrió la masiva fuga de cerebros hacia alguna parte, algo parecido a la fuga de cerebros de las grandes tecnológicas hacia el sector de las criptomonedas.

Error de enorme trascendencia el no haber querido ser en esencia, presencia y potencia un partido de centro. Porque ello les está conduciendo al Valle de los Tendidos y, lo más significativo, ha impedido que en nuestro país exista, por lo menos hasta la presente, una organización alejada de la caverna y la taberna. Con todo, ahora tiene la oportunidad de dejar un rastro distinto: votar favorablemente en el Parlamento el texto del acuerdo de la reforma laboral. Si esto hiciera cabe la posibilidad de que la fuga se pare un  pelín.

viernes, 24 de diciembre de 2021

Se abren nuevos horizontes.


 

Cierto, ayer fue un «día histórico» para el mundo de la economía y de las relaciones laborales. Lo afirmamos sin cortapisa, a pesar de que el término histórico ha sido con excesiva frecuencia magreado por los romanos y cartagineses sin  ningún tipo de pudor. Hasta tal punto se ha sobado que doña Clío tiene que estar hasta el refajo de tanto abuso.

De entrada diremos que es la única reforma laboral digna de ese término, «reforma», tan prostituido desde antañazo. Histórico por sus contenidos, histórico por las utilidades y elementos que propone.

Está en la palestra la eficiencia y utilidad del sindicalismo confederal; sí, de ese sujeto que cada dos por tres los enterradores subvencionados afirman que está pasado de moda, oxidado. Está la importante novedad de que un gobierno –en este caso, coalición de izquierdas--  ha cumplido religiosamente con la palabra dada; los pesimistas diplomados tendrán que revisar sus miradas, siempre desconfiadas. Importante, además, porque la patronal ha ejercido plenamente su autonomía y ha desoído la tremenda presión que le venía desde las filas de las cavernas y tabernas políticas.

Ha triunfado también el estilo de la negociación que ha llevado a un consenso, ejemplo no irrelevante de cómo intervenir en las cosas públicas frente al alboroto de ventorrillo que protagonizan la derecha extrema y la extrema derecha. Ahora se entiende la visceralidad de la portavoz ultra, de cuyo nombre no me da la gana acordarme, arremetiendo carajilleramente contra Yolanda Díaz con el aparente pretexto de la visa de la ministra al Papa Francisco. La portavoz sabía que el acuerdo estaba al caer, las gestiones para que la patronal hiciera una espantá fracasaron, por lo tanto había que empezar a elevar la gestión de la toxicidad contra la ministra ´bolchevique´. Retórica de bocona.

Una inquietud me trae de cabeza: ¿sabrá el sindicalismo explicar esta victoria y sacar provecho en afiliación? Lo que sí sé es que, al menos, Yolanda y Pedro Sánchez explicarán el acuerdo un día sí y el otro también. Y harán bien. En todo caso, el sindicalismo tiene que ensalzarlo por sus contenidos y por la indiciación que sugiere para una Carta de Derechos de los trabajadores de este siglo.

Los contenidos, ¿dice usted? De momento puede estudiar el artículo de Joan Coscubiela en https://www.eldiario.es/opinión/zona- critica/reforma-laboral-gran-oportunidad_129_8608242.html  Y las que vendrán en breve de Antonio Baylos y demás prestigiosos iuslaboralistas.

Felices Pascuas y prósperos nuevos horizontes.  

 

miércoles, 22 de diciembre de 2021

El Partido Popular como problema


 

La política española tiene una anomalía: hecha la excepción de algunos partidos periféricos, la derecha no existe. Entiéndase, las derechas tal como se entienden en nuestros alrededores europeos. Este es el eje central de una conversación que hemos tenido esta mañana, a la espera de que nos toque algo de la lotería, unos cofrades alrededor de unas tazas de chocolate con tejeringos. Así pues, el problema, no es sólo ni principalmente, que Pablo Casado sea aproximadamente un inepto. O sea, no es Casado quien exactamente formatea una manera de ser de su partido, sino que su partido es la cantera y el abrevadero de pintorescos personajes que, a su vez, conforman una organización pendenciera políticamente y corrupta hasta el colodrillo.

Es posible que una explicación de lo que estamos diciendo –o al menos una parte de la explicación— sea que la ´derecha´  doméstica fue fundada  en 1977 por franquistas de tomo y lomo. Nadie de la lucha antifranquista (que fuera moderado o conservador) tuvo ningún papel en la reconversión de las camisas azules en Alianza Popular. Ese es el genoma de la ´derecha´ que ha ido transmitiéndose hasta nuestros días. Una derecha anómala por su origen que ha ido corrompiéndose más a lo largo del tiempo. Si el Partido Popular podía o puede dar otros dirigentes de la derecha convencional europea es cosa que no sabemos, y no es cosa de tirar de contrafácticos.

Casado es, con todo, el paradigma de la ineficacia e inutilidad de su partido: un personaje que no fue delegado de curso, dirigente estudiantil, jefe de escalera ni ninguna otra distinción que pueda exhibir en su cursus honorum. Los platós de televisión y su cara bonita fueron los primeros cargos institucionales que tuvo este caballerete.

Un personaje chocante. Que miente y, mucho me temo, que no sabe que está mintiendo. Un niño consentido, en definitiva. Torpe hasta el cielo de la boca. Tomo un modesto botón de muestra de la inconsistencia del hombre de Palencia. Semanas después de que el FMI afirmara que, entre todas las  ministras europeas, Nadia Calviño era la mejor para un alto puesto de la institución; semanas después, digo, Casado afirma que esa señora «es la peor ministra de la historia de España».

Recapitulando: hoy por hoy el Partido Popular no da más de sí, y de sus faldones sólo puede salir, de momento, un máximo responsable como este repelente niño Vicente.     

domingo, 19 de diciembre de 2021

Tras el desastre del procés, las guerritas puntuales


 

La derrota del procés ha cambiado el paisaje político catalán: ha dividido rotundamente al independentismo, ha incrementado la pugna entre sus dos partidos mayoritarios (Esquerra republicana y los llamados Junts, que no lo están tanto), y –cosa realmente estrambótica--  ha dejado a Carles Puigdemont «solo, fané y descangayado», ni siquiera reivindicado por los que se dijeron suyos. Derrota, pues, en toda regla, especialmente por sus consecuencias. Empezaron con las apariencias de pavo real y   han acabado como el gallo de Morón.

Con todo, lo más contundente de dicha derrota ha sido el tránsito de reivindicar la independencia y la república catalana a movimientos de exigencia que encajan en el más puro autonomismo. (La manifestación de ayer domingo en Barcelona en defensa de la lengua y escuela catalana puede ser inscrita en el más tradicional autonomismo).

En concreto, de una exigencia de ruptura con el  Estado se ha pasado a movilizaciones  puntuales de signo no rupturista. Será, no obstante, otro proceso de permanentes guerritas puntuales en confrontación, no tanto con Madrit sino con los tribunales de justicia. Y así, probablemente, estaremos per in saecula saeculorum. Sólo un resultado electoral que consiga una mayoría amplísima anti independentista podrá ir gradualmente cambiando la relación de fuerzas. Pero siempre, lamentablemente, quedará un humus que intentará seguir jodiendo la marrana.

jueves, 16 de diciembre de 2021

Vísteme despacio que tengo prisa


 

Las sensaciones indican que el acuerdo en torno al cambio, modificación sensible o derogación (como quiera llamársele) de la reforma laboral está en buena vía. La CEOE ha decidido seguir en la mesa de negociación. Lo que vendría a suponer que todos los actores están interesados en que la cosa acabe en las mejores condiciones: los sindicatos recuperarían una parte considerable de sus prerrogativas; los empresarios tendrían una cierta tranquilidad tras el acuerdo; la ministra del ramo y el Gobierno cumplirían un compromiso mil veces repetido, unas veces confusamente, otras expresis verbis. Los pasos que se han dado hasta la presente llevan razonablemente al acuerdo.

Así las cosas, en estos últimos días está apareciendo una cierta urgencia –más bien dicho, una inquietud— para que eso acabe pronto, pronto, pronto, antes de final de año. Desde luego, si puede ser nos felicitaremos de ello. Pero sabios antiguos aconsejaron a los mayordomos lo de «vísteme despacio que tengo prisa». Mi padre Pepelópez afirmaba que quien lo dijo fue Napoleón; sin embargo, don Benito Pérez Galdós lo pone en boca del felón del séptimo Fernando. Vaya usted a saber…

Vísteme despacio que tengo prisa, pues. Lo que indicaría quitarse la obsesión de acabar la obra antes de final de año. Evítense los aturrullamientos de las prisas, que la cosa –nos dicen los que están en el puchero— marcha  y marcha bien. Téngase en cuenta que es un acuerdo de largo recorrido y que, en cierta medida, tendrá validez durante unas décadas. Despacico, despacico.

Los de Casado, Vox y sus adláteres, que van de mazo en calabazo, tras el acuerdo batirán el record del consumo de bicarbonato.

martes, 14 de diciembre de 2021

Escenas carpetovetónicas


 

En la vida española, hoy, aparecen escenas que recuerdan un tantico a las que se enseñorearon en los tiempos de aquella Isabel, «la de los tristes destinos», tatarabuela del rey emérito. Don Benito Pérez Galdós y su envidioso Valle—Inclán dieron buenas pinceladas de aquello. En estos momentos nos falta, sin embargo, una crónica de las trapisondas que ocurren en nuestros días.

Tenemos un emérito (no recuerdo en qué otro país haya algo similar)  que está desde hace años en los papeles, en las ondas y en las redes. Investigado con excesiva flema  por los aparatos de la justicia de al menos Suiza, Reino Unido y el suyo propio: astuto Merlín de las finanzas, propias y ajenas, campeón de la sexualidad gimnástica y severa amenaza de animales de caza en tierras lejanas. Todo un personaje pintoresco que, yéndose de Sevilla perdió la silla. Contamos con un expresidente de gobierno que, sentado en el duro banco ante el Tribunal, jura y perjura que nada sabe de aquello que todo el mundo conoce.

Tenemos a un personaje, digno del famoso Monipodio, que airea el hedor de las cloacas que él mismo organizó.

Tenemos un caterva de chusqueros de la inteligencia que, en vez de observar «con qué trabajo deja la luz a Granada», se imaginan figuras satánicos, íncubos, súcubos y sátiros bajando por la Cuesta del Chapiz, de puntillas por el Paseo de los Tristes camino de la casa del Arzobispo a recibir órdenes.

Nos falta, empero, un torero y una folclórica para errar esta España cañí.

Pero todo ello, con ser notorio, es sólo un rasguño: mayormente tenemos a la España que madruga para ir al trabajo, a los trabajos; la España de nuestros jubilados que llevan a sus nietos a la escuela o al parque.

El chozno de aquella Isabelica debe estar vigilante.  

 

domingo, 12 de diciembre de 2021

Una sugerencia, que nadie me ha pedido, a Unidas Podemos


 

El estilo en la política es algo que merece más atención. El estilo como conjunto de rasgos peculiares que caracterizan a una persona o, en este caso, a un grupo político. En este caso nos referiremos a uno de los rasgos peculiares que se percibe de Unidas Podemos en comparación con lo que exhibe el PSOE.

Los socialistas son fundamentalmente insistentes propagadores de las conquistas sociales y derechos civiles que vienen de la acción del gobierno progresista de coalición. Pedro Sánchez es contundente en ese estilo. Es la política hecha fisicidad. En Unidas Podemos (hecha la excepción de Yolanda Díaz) hay otros aires: más que resaltar tales conquistas ponen el acento en lo que falta por conseguir. Es la patológica insatisfacción, aunque posiblemente tenga como raíz la repugnancia cultural al reformismo.

Con lo que quienes capitalizan realmente los éxitos son los socialistas. Unidas Podemos sólo tiene una excepción significativa: Yolanda Díaz y su potente equipo. Son capaces de trasladar la utilidad de su acción política al corazón de la ciudadanía; el prestigio que tiene la ferrolana no es por su cara bonita, sino por la conexión entre propuesta—resultados—explicación de lo conseguido.

Mientras Unidas Podemos no yolandice (ustedes dispensen el palabro que no volveré a repetir) su acción mediática siempre tendrá en vilo a su electorado. Así pues, no sean ustedes chuchurríos. Imiten, por tanto, a la ilustre gallega. Sepan explicar las reformas, que de momento –me parece a mí—constituyen un reformismo fuerte.  Pero no se pasen tampoco de rosca: no confundan una gallina con un pavo real. Aunque este no es el peligro, que está en no saber que de la gallina puede salir una buena pepitoria.  

jueves, 9 de diciembre de 2021

Casado, estrafalariamente versátil


 Pablo Casado sería para las personas delicadas algo así como Jano bifronte; para los sofisticados viene a ser un tarambana. Véanse, por ejemplo, sus recientes declaraciones al diario porteño La Nación. Pero, antes de meternos en harina, conviene ver en qué contexto el joven Casado ha exhibido hermafroditamente dichas declaraciones.

Si los problemas internos (no hace falta repetirlos ahora) del PP le producen urticaria a Casado –y al cómitre de Génova, Teodorico--  el cuadro europeo no le echa una mano. La salida de Angela Merkel está acentuando la pérdida de influencia de los llamados populares en la Unión Europea. Oído, fogones: los conservadores gobiernan en ocho países, que suponen el 11 por ciento de la población frente al 36 por ciento de los socialdemócratas.  Así pues, a nuestro tarambana solo le queda la toxicidad de su retórica. Y, en un intento de calentar el tubo de escape, habla para La Nación (1).

En apretada síntesis, el joven Casado, tras las elecciones, si gana, estaría dispuesto a pactar bien con Vox, bien con el PSOE, pero con Pedro Sánchez en el cementerio. Tamaña versatilidad estrambótica no es un pronto de este caballero.  Es, ante todo, la consecuencia de que no dispone de ningún proyecto para España: lo mismo le da que sean nabos o coles. Y, tras ello, que sólo –y solamente— le interesa la poltrona de la Moncloa. En suma, a Casado le da igual gobernar con los romanos o los cartagineses. El proyecto España de la derecha vale para un roto o un descosido. Sir Winston y De Gaulle, De Gasperi y Popmpidou se llevarían las manos a la cabeza. 


Pablo Casado: “La Argentina no está teniendo una voz a favor ...

miércoles, 8 de diciembre de 2021

La prensa: breve y confusa


 

Carles Navales nos decía que su jefe, un anciano periodista barcelonés, le ordenaba que las notas de prensa han de ser «cortas, confusas y, siempre, con medias verdades». Carles no lo aguantó mucho tiempo, cuando se le inflaron los güitos le cantó las cuarenta y se marchó. El anciano periodista duró en la profesión muchos lustros, de ahí que tuviera la oportunidad  de contaminar a varias generaciones de los medios.

Me he acordado de mi amigo Navales, que fue dirigente sindical de mucho tronío, leyendo la prensa. Brevedad, confusión y siempre la verdad demediada. La exigencia de ética periodística es una antigualla que ya se la pasaba por la cruz de los pantalones el anciano jefe de Carlos Navales.  

Leo en los medios: «España fue el país donde más subió la presión fiscal en el 2020». Naturalmente el lector—masa no necesita leer más, porque el titular es lo suficientemente rotundo. Hay diarios que se quedan en eso, en el titular; y otros, posiblemente para rellenar espacio, comentan que, en todo caso, dicha variación se debe «a la caída del producto interior bruto durante la pandemia». Es decir, no ha habido una subida de impuestos.

Casi ningún medio ha hecho mención a que, a pesar de ese aumento  España sigue en la presión fiscal total por debajo de los países de nuestro entorno. Y más en concreto: España se sitúa en decimocuarta posición entre los 36 países de la OCDE, muy por debajo de Italia, Francia y Alemania. Pero el irascible lector –sólo de titulares--  no se ha enterado.

Tal vez por eso ocurren ciertas cosas chocantes. Estando un servidor en la sala de los pacientes a la espera de entrar en la consulta en Can Ruti, un viejo sin venir a cuento me pregunta: «Oiga´sté ¿no cree que pagamos demasiaos impuestos? Con un eco de la potente malafoyá granaína. Mi respuesta malhumorada, pero sin faltar al respeto fue: «Y entonces ¿quién le paga usted su prostatitis?». El viejo notó que yo soy de Granada, una ciudad que está cerca de Santa Fe.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Vox en la huelga de Cádiz


Los dirigentes de Vox han arremetido contra la firma del Convenio del Metal de la provincia de Cádiz. Con palabras gruesas como «traición a los intereses de los obreros por parte de las cúpulas de CC.OO. y Ugt» en cotidiana coincidencia con los redentoristas de las revoluciones que nunca fueron. Ahora bien, estos no cuentan: nacieron y se desarrollaron completamente amortizados, en permanente descomposición. Su actual cometido para celebrar lo que pudo haber sido y no fue es arrimar la yesca a las ruedas para que ardan en las carreteras. A esa gramática se incorporaron grupos de la ultraderecha carpetovetónica. Dios los cría y ellos se juntan.

La aparición en escena de la ultraderecha tenía un objetivo: alargar la huelga de los metalúrgicos, convertir el conflicto social en una algarada de orden público y definitivamente pudrir cualquier solución posible. Por eso, cuando las direcciones sindicales firmaron el convenio a los de Vox les salió el tiro por la culata y arremetieron contra los sindicatos.

Se diría que es un aviso de Vox: ejercer de quintacolumnismo contra el sindicalismo confederal. Y hasta es posible que intenten fundar un sindicato—probeta para actuar de servicio de desorden en el conflicto social.

Punto final.--  Un día, con más tranquilidad, reflexionaremos sobre el reiterado error de las convocatorias de huelga indefinida. Acaban con el descontrol más absoluto y, en no pocas ocasiones, con la difuminación de los objetivos iniciales de la huelga.

 

viernes, 3 de diciembre de 2021

Gramsci para amigos, conocidos y saludados



Giaime Pala es un historiador solvente. Lo ha demostrado con creces en sus libros ´Cultura clandestina´, Los intelectuales del PSUC´ bajo el franquismo y otras investigaciones de fuste. Ahora nos ha proporcionado otro tesoro “La fuerza y el consenso. Ensayo sobre Gramsci como historiador”. Todo un descubrimiento para un servidor; quedo agradecido a mi viejo amigo Josep Maria Rodríguez Rovira que me lo regaló hace unos días.

Sobre el político e intelectual italiano se ha escrito mucho, también en España, pero la gran y grata sorpresa de este libro es que nos ofrece una investigación sobre el «Gramsci historiador». El mismo Pala nos dice que los grandes analistas españoles de la obra de Gramsci obviaron siempre esta faceta. Ni Manuel Sacristán, ni Jordi Solé Tura o Josep Fontana se preocuparon de ello. No sabemos las razones de ello. Pero así son las cosas. Pues bien, Giaime Pala cubre con creces esa laguna en un espléndido libro, que ha publicado la editorial granadina Comares. (Puede ser un regalo de Navidad o Reyes, por ejemplo).

Esta sugerencia es, también, un homenaje al político italiano, un reconocimiento a su autor, Giame Pala, y a Rodríguez Rovira por el regalo. Por último: en estos tiempos de fundaciones, refundaciones, invenciones y reinvenciones de partido me parece que es razonable aconsejar la lectura de Gramsci y sobre Gramsci. 

 

Post scriptum.--- La foto de arriba es la boda de Almudena y Luis en el Ayuntamiento de la ciudad cuatriarcada, o sea, Santa Fe, capital de la Vega de Granada.