1.---
Dicen los medios que más de doscientos mil coches salieron de Barcelona durante
este fin de semana. Lo que equivaldría, sobre chispa más o menos, a medio
millón de personas. Huyen del tremendo rebrote de la pandemia en Barcelona,
ciudad que tiene ya una situación
inquietante. Primera observación: estamos ante una irresponsabilidad de masas,
que actúa con los esfínteres descontrolados y no con la cabeza. Segunda
observación: crisis total de autoridad del gobierno catalán, así en la gestión
sanitaria como en inculcar e imponer la debida disciplina ciudadana. Ni sabe
gestionar ni tiene autoridad para imponer.
Y
como la gestión de Torra
es de calamitosa ineficiencia se precisa montar un quilombo para distraer a la
opinión pública. Es decir, organizar un
pollo lo suficientemente mediático para tapar las vergüenzas políticas de
todo el gobierno. Torra se plantea presentar una querella contra el Rey
emérito. Sin embargo, nunca –ni antes, ni ahora ni seguramente mañana-- se le ha ocurrido hacer lo mismo contra Jordi Pujol. Porque si bien
Juan Carlos de Borbón es
un corrupto –español para más precisión--
Jordi Pujol es nuestro
corrupto. Igualico, igualico que Tv3%.
Conclusión
provisional: poca vida inteligente parece haber en esa zona del planeta
Barcelona.
2.---
Se han reconfigurado los presupuestos de la Generalitat con una ampliación de
1230 millones de euros. Ni cinco minutos han pasado cuando Joan Canadell –presidente de
la Cámara de Comercio de Barcelona, gasolinero e independentista para negra— ha denunciado que los presupuestos tienen un
«excesivo sesgo social». Mientras tanto, la cofradía de Waterloo afirma que la
nueva pipirrana política que preparan será de izquierdas. Toni Comín, versátil
andariego donde los haya, será su portavoz. Son las enseñanzas del primerizo Jordi
Pujol que, tras fundar Convergéncia
Democrática de Catalunya, dijo inspirarse en la socialdemocracia sueca
de Olof Palme; pian piano fue matizando,
matizando y matizando con continuas manos de pintura hasta transformar aquella
socialdemocracia en su antípoda.
3.---
Dicen que pronto aparecerá en el planeta Barcelona el libro del hombre de
Waterloo. Que haya poca vida inteligente en el planeta Barcelona tiene poco que
ver con la incontinente aparición de libros y más libros sobre el procés, la república catalana y la vida
y milagros de unos u otros líderes de la cosa independentista. Con frecuencia
lo inexplicable es lo que suscita mayor afán de explicación. Fíjense bien: los
teólogos afirman que «Dios es indecible»; sin embargo, centenares de miles de
ellos han publicado millones de teorías sobre el Padre Eterno. Se lo dije un
día a Nepo García—Nieto, jesuita y comunista, y
se echó a reír. García—Nieto vivía en el planeta inteligente de Cornellá.
Pues
bien, ¡al grano!: en dicho libro el hombre de Waterloo nos dice «que no podemos
esperar quince años». Mal dicho, todos los pronosticadores de fechas han
fracasado estrepitosamente. Este caballero no está al tanto de las cosas que
pasan. Por ejemplo, se le ha escapado el detalle siguiente: en Escocia los
independentistas han decidido seguir el ejemplo
de sus hermanos catalanes y se han escindido. Igualico que aquí: entre los que
ponen la independencia al baño María y los que quieren llegar a ella mediante
aspavientos. No parece que tampoco haya mucha vida inteligente en el planeta
Escocia.
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