1.---
Los norteamericanos de vara alta, los rusos de ingesta generosa de aguardiente
y los chinos de nuevo parné –es decir el triángulo escaleno con ínfulas
globales—están, como la Zarzamora, «llora que
llora por los rincones»: tras no pocas fatigas y sobresaltos la Unión Europea supo arreglarse a sí misma. El triángulo
escaleno tiene las cosas complicadas para devorar las carnes europeas. El
politólogo Robert Kagan,
neocom pata negra, debe estar
perplejo de que Venus, o sea, Europa, plante cara a Marte, los Estados Unidos.
2.---
Sí, ha sido un triunfo de los intereses mutuos. Es lógico que en España se
celebre jubilosamente. Pero debemos convenir que a partir de unos días hay que meterse
en harina. O sea, pasar del repique de campanas a la laboriosidad de las
propuestas que se deben elaborar para obtener la parte millonaria que
corresponde a créditos. Hoy en El Periódico
aparecen las propuestas de reconocidos economistas: cada cual dice la suya con
muy pocas coincidencias. Es normal, el mundo académico tiene sus querencias y
tendencias. Me aventuro a pronosticar que, desde ese archipiélago, poca
claridad se podrá sacar.
De
manera que, escuchando a todos con mente abierta, el sindicalismo confederal
está obligado a proponer un orden jerárquico de prioridades. Sobre todo
rechazando mi ardor juvenil que llamó la atención de mi padre adoptivo: «Niño,
mil prioridades equivalen a ninguna». Tres cuartos de lo mismo es deseable al
gobierno español.
3.---
Enric Juliana ha publicado hoy en La Vanguardia
un escrito que tiene todas las trazas de ser el artículo del mes. Se titula Cambio de rasante. A efectos de lo que
me interesa recalcar transcribo lo que dice el de Badalona: «Es el momento de
reubicarse. A algunos les costará. Es el momento de hablar de política
industrial. A muchos otros también les costará». Esta idea podría significar,
tal vez, un cierto cambio de rasante, vale decir, de la prolongada siesta de la
cuestión industrial a su deseable renacimiento. En ese sentido se han
pronunciado en días anteriores, y aquí lo hemos dejado anotado, Miquel Puig como Jordi Juan.
Es
el momento, pues, de hablar de política industrial. Es la hora de concretar, no
de perifollos con formato de pactos. Los millones que vienen de Europa, por una
u otra vía, son concretos; su fisicidad no casa con los juegos florales
disfrazados de programas. La industria es prosa tal como descubrió el burgués
gentilhombre.
4.---
Francesc—Marc Álvaro escribe
hoy en La Vanguardia acerca de la continuada trasmutación de la vieja Convergéncia democrática de
Catalunya. Nosotros a ese listín casi interminable de cambios le hemos
llamado, para ahorrar espacio y mareo al lector, los post post post convergentes.
La tesis de Álvaro es que tan repetida transformación se debe a la necesidad de «mantener el control
de las estructuras internas». Posiblemente. No obstante, mi hipótesis es menos
piadosa. A mi juicio tanta romería se debe al fracaso del planteamiento
político de cada partido bajo la órbita de Puigdemont.
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