Escribe Gualtier Maldè
«Para
ser independiente, Cataluña debería tener religión propia». Ha sentenciado Roger Griffin, un historiador naïf que enseña en la
Oxford Brookers University. Ver la
contra de La Vanguardia de ayer. El independentismo catalán haría mal en echar
en saco roto tan sugerente propuesta.
Hasta
ahora se creía a pies juntillas en la formulación del obispo Torras i Bages que rezaba así: «Cataluña será
cristiana o no será». Pero el obispo no concretó si esa Cataluña cristiana
sería independiente o no. La propuesta del profesor Griffin va más allá, pero al mismo tiempo
presupone que el cristianismo no ha sabido o no ha podido o no ha querido que
Cataluña tuviera su propio Estado. Por lo que sólo quedaría como solución la
conversión masiva de los independentistas bien al Islam bien al judaísmo. No es
que no cuenten las otras religiones, pero en este caso hemos de ir por lo
grande. Un inciso: el muy ferviente cristiano Oriol
Junqueras sería uno de los catalanes más ilustres que deberían cambiar
de hábitos. Por lo demás, las luchas cainitas de los independentistas
encontrarían un principio de solución a su áspera y continua refriega: el
cambio de aires religiosos. Adiós, «Jesús, José y María / te doy el corazón / y
el alma mía». Adiós el «cuatro esquinitas tiene mi cama». Que habría que
cambiar en esa nueva normalidad
religiosa. El camino: un Pacte Nacional Catalá para
convocar un referéndum –unilateral o pactado, siempre vinculante— con esta
pregunta: ¿Islam o Judio?
Hay
una solución –por lo menos
teórica-- para evitar que ello se
convierta en una guerra de religión: mandar enviados a Qatar y a Tel Aviv para
ver quien aportaría más parné para los primeros gastillos de la república
catalana. Plenipotenciarios para una u otra legación los hay, y de muchas
campanillas: a Qatar, pongamos por caso, podría ir Pep
Guardiola y a Tel Aviv la Musa del
Independentismo. Voces amigas me previenen: ¿no se correría así el riesgo de
internacionalizar el conflicto entre los partidarios de La Meca y Tel Aviv? Tal
vez, pero alguien debería proponer la presencia de hábiles componedores
internacionales.
¿Piedra
de escándalo, dice usted? Recuerden cómo se hizo el gran apaño del Concilio de
Nicea: el emperador Constantino repartiendo dinero a toda pastilla entre los
santos padres conciliares. De donde el vínculo entre el parné y el dogma empezó
a tener un carácter sagrado. Hasta tal punto que uno de los dichos más
religiosos de la lengua catalana es «pagant sant Pere canta».
Addenda.-- Sería útil que en la nueva Constitución de la
república catalana hubiera un artículo donde se estipulara todo el respeto del románico
y la defensa de las viejas y bellas tradiciones culinarias, no sea que se
cayera en el fundamentalismo, según el caso, de prohibir los ricos embutidos o el jalufo y cometer pecado en el
caso de ponerse ciego con la ratafía o con el calisay. Iconoclastia sólo la imprescindible.
Vale.
Estamos de luto. https://lopezbulla.blogspot.com/2020/07/estamos-de-luto.html
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