jueves, 28 de febrero de 2019

Siempre a la izquierda, paso a paso




Pasos a la izquierda, tu revista amiga, se está consolidando. El número 15 ya está en los ciberkioskos. Las razones que explicarían el acompañamiento de un buen número de lectores  podrían estar en el pluralismo de sus contenidos, en el tipo de investigaciones que se publican siempre alejadas del sectarismo militante de un amplio sector de la política. O lo que es lo mismo, en ese diálogo que se establece con quien lee sus trabajos. Quince números, que se dice pronto. Sus editores, Javier Aristu, Paco Rodríguez de Lecea y Javier Tébar, siguen recorriendo el camino, camino verde que va a la ermita donde florecen las margaritas. JLLB.


Presentación del número

De la visión panorámica al zoom. El número 15 de Pasos a la Izquierda recorre la situación de las izquierdas en diversos entornos próximos, con enfoques y aperturas de objetivo muy diferentes y contrastadas.

El número se abre con un Dossier La izquierda en el sur de Europa, coordinado por Steven Forti, que en su introducción “¿Dónde está la izquierda?” subraya la complejidad de situaciones y de perspectivas en una zona geopolítica “caliente” que va desde Portugal hasta Grecia. Esta visión panorámica país por país de los problemas y las perspectivas comunes ante unas elecciones continentales cruciales para el futuro de la idea de Europa, viene complementada, o si se prefiere compensada, por las contribuciones de orden más general de Massimo D’Alema, “Una nueva perspectiva política”, y Jan Rovny, “¿Qué le ha ocurrido a la izquierda europea?”.

La misma pregunta, ¿qué ha ocurrido?, podría extenderse al caso de Podemos en España. Ajusten el foco del análisis y entren en un debate que abrimos en este número y no damos ni mucho menos por concluido. Raúl Sánchez Cedillo en “El final de la parábola”, y Raimundo Viejo con “Podemos y la institucionalidad”, dan dos visiones contrastadas de lo que ocurre en la “nueva política” y en un joven partido que conoce su primera crisis grave.

Otro ajuste de foco nos traslada a Andalucía. Javier Aristu, “Aprender del pasado”, escanea los resultados de las elecciones autonómicas y, lo que es más importante, los antecedentes y las razones estructurales que han pesado en un determinado desarrollo de los acontecimientos. Bartolomé ClaveroRubén Pérez Trujillano introducen en el debate andaluz una variable sugestiva: la posible vocación colonial del primer andalucismo en el pensamiento de Blas Infante, y el aprovechamiento de este esquema por parte de la España franquista y de la derecha posfranquista.

Desde una perspectiva muy diferente, Carlos Arenas extrae de los artículos de prensa de Carlos Marx sobre España conclusiones válidas para un análisis de la contemporaneidad. No hay dos Españas, viene a decir el maestro Arenas, sino dos capitalismos distintos en España.

La joven escritora Sara Mesa es entrevistada por Javier Aristu a propósito de su reciente libro Silencio administrativo, crónica de cómo la desigualdad estructural desemboca en la iniquidad burocrática y en el arrinconamiento de derechos esenciales de las personas en las sociedades modernas.

Del caso práctico al planteamiento teórico: Thomas Piketty en “El impuesto sobre las grandes fortunas en Estados Unidos” incide en el papel del Estado social como mecanismo activo de redistribución de una riqueza que se sigue generando como siempre, pero que no se reparte. Un tema necesario de reflexión, como lo es la participación del universo del trabajo asalariado en las decisiones políticas de lo que se produce y para quién se produce. El profesor Antonio Baylos apunta a las posibilidades de una racionalidad distinta en la economía a partir de la toma de posición de los trabajadores de la empresa CAF de Beasain respecto de un contrato para Israel.



miércoles, 27 de febrero de 2019

Fascismo, una advertencia




«Fascismo, una advertencia» es un importante libro de Madeleine Albright, secretaria de Estado con Bill Clinton. Se trata de uno de esos ensayos que deberían estar en la mesita de noche de todos nosotros. Estilo potente, sobrio. Sin remilgos ni adornos: al pan pan y al vino vino. Un periodista temperado como Lluis Foix nos lo recuerda hoy en La Vanguardia.

Vale la pena revisitarlo, como es mi caso, o leerlo –más bien, estudiarlo--  por primera vez. Mi primera conclusión: las políticas de un gran número de países están siendo interferidas y, peor todavía, condicionadas por determinadas potencias mundiales. En el caso de los Estados Unidos, ni te cuento. Ahora bien, en esta ocasión se traen a colación toda una serie de actividades de la Rusia de Putin que, efectivamente, interfieren los procesos electorales sino que, sobre todo, condicionan el conjunto de las políticas de una serie de países. En cierto sentido, nada hay nuevo bajo el Sol. Pero en esta ocasión la cosa ha alcanzado una enorme agresividad y, por así decirlo, se hace a cara descubierta. Lo nuevo es que ahora no hay disimulo.

Ejemplos hay para dar y vender: la injerencia rusa  en el proceso electoral norteamericano que dio la victoria a Trump a través de una serie de herramientas virtuales; tres cuartos de lo mismo en España, Francia, Holanda, las repúblicas bálticas, Chequía, Ucrania y Georgia. Item más, la intervención rusa en el asunto del Brexit. Por su parte, Foix señala que Matteo Salvini recibió la friolera de dos millones de euros para su campaña  electoral en Italia. Cosas de la geopolítica.

Mientras tanto, en España –que también está siendo zarandeada por esas injerencias— nadie levanta la liebre. Ni quiera la izquierda, que es la pieza más débil de ese tablero de ajedrez. Por ejemplo, en el maremágnum de la campaña  electoral no sólo no existe Europa, tampoco Putin.

De momento, sólo la mirada lúcida de Gabriel Jaraba nos lo advierte: «Todo eso lo iremos descubriendo después del Brxit y cuando se aclaren las relaciones Putin – Trump y Xi Jimping, es decir, según  el estado de debilidad de la Unión Europea». Y digo para mis adentros: al hombre de Waterloo se lo han explicado.




martes, 26 de febrero de 2019

El diputado mosca cojonera


Existe el diputado mosca cojonera, aunque la taxonomía  política no la recoja. Tal vez la culpa de ello esté en la enorme fuerza del concepto diputado jabalí, que acuñó en su día José Ortega y Gasset. «Hay tres cosas que no podemos venir a hacer aquí: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí», dijo el filósofo en el Parlamento de la Segunda República. Pero ello no quita que en tan encumbrada  zoología no exista el diputado mosca cojonera. Pongamos que hablo de Gabriel Rufián.

La cosa viene a cuento porque Joan Tardà –mitad Júpiter, mitad Mercurio--  ha decidido cortarse la coleta como diputado a Cortes. Los motivos de ello son las recurrentes «razones personales». Cuesta trabajo creérselo porque este caballero está forjado con el hierro de la política: tonante en la mayoría de las veces, tierno en las menos; estridente casi siempre, como los platillos y el bombo, frágil en las menos como el antiguo caramillo. Diputado jabalí en las grandes ocasiones y, simultáneamente, paloma torcaz. Siempre, eso sí, un hombre  echao p´ alante. Don Joan, así pues, deja Madrid. El Madrid de Antonio Machado y otros padres republicanos, tan de actualidad hoy en Cataluña. Le sustituye Gabriel Rufián, según se cuchichea en los mentideros, tabernas y barberías de Barcelona.

La primera impresión, tras la noticia, es que Esquerra Republicana de Catalunya, renuncia a hacer política en Madrid. Que es donde se cuecen las habas. Cierto, Tardà es un patrón de bajura. Pero Rufián es un marinero de agua dulce, y eso les diferencia. Don Gabriel es, ante todo, un diputado que busca constantemente la mirada de sus radicalmente simétricos. Su reconocida técnica es el manejo del selfi—protesta como servicio a Cataluña. En todo caso, hoy por hoy es una aproximada garantía de que no hará política, al menos, digna de ese nombre en Madrid por parte de los independentistas. Habrá en todo caso, los picotazos de la mosca cojonera, flagelo superficial del escroto de sus adversarios.

Puede ser que Tardà se haga cargo de la dirección de ERC en previsión de  lo que pueda ocurrirle a Oriol Junqueras. Es decir, como primer espada en la encarnizada lucha por la mayoría –y posterior hegemonía--  de su partido frente a los  (tendenciales) restos del gran convergente. En esa batalla a cara de perro va ganando Esquerra. Mientras que los post convergentes siguen como pollos sin cabeza, los de Junqueras van tejiendo a la chita callando una red de nuevos socios. De momento han recogido en sus faldones al grupo de Elisenda Alamany que abandonó los bártulos de los Comunes, tal vez harta de no pisar la tierra. 



lunes, 25 de febrero de 2019

Lumpen independentismo en la tumba de Machado




Son los escuadristas, todavía sin botas y correaje.

No soy de los que hablan del fascismo en vano. Sé lo que es, y no académicamente. Lo viví y lo sufrí. Lo conocí en la calle y en las cárceles. Otros muchos lo sufrieron más que yo. Por eso afirmo sin concesiones a ninguna galería que el sector lumpen del independentismo está campando por sus respetos en la vida pública catalana a través de altercados fascistas químicamente puros. Los que no leen en diagonal habrán caído en la cuenta de que no afirmo que todo el independentismo sea fascista. Estoy hablando de su fracción lumpen.

Ayer un grupúsculo decidió reincidir en la consigna del apreteu, apreteu ante la tumba de Antonio Machado. Ni siquiera respetaron las nobles canas de mujeres y hombres republicanos que, junto al Presidente del Gobierno español, rindieron homenaje al gran poeta sevillano. A los familiares de Machado y del presidente Azaña; a Carmen Berzosa, presidenta de la Amical de Mathausen, Paco Ibáñez, y a ancianos republicanos. Al gobierno de Pedro Sánchez que presidió e intervino en el acto. El exquisito cantautor de Verges todavía no les ha dicho «No és això, companys, no ès això». ¿Dirá algo el gobierno de Torra? ¿Dirán alguna cosa los independentistas de caviar?

Escuadrismo puro. Lo vengo diciendo desde hace ya algunos años. Las almas de cántaro se llevaron las manos a la cabeza por considerar inadecuado el tratamiento que daba a, según ellos, unos «compañeros equivocados». De momento son escuadristas de paisano, todavía sin botas ni correaje.  No es que miren hacia otro lado, es que niegan que se cometió tamaño ultraje. Incluso en las llamadas redes sociales afirman que eso es un invento de El Periódico. Escuadristas, de momento, digitales. Los mismos que aplaudieron la propuesta de un escritorzuelo de Sabadell negando que el poeta  tuviera una calle en la ciudad. Escuadristas vitoreados por sus homologados europeos.

El fracaso del procés tiene estas cosas. Su división y fragmentación en grupúsculos lleva a estos desmanes. Que, además, son una consecuencia de la lucha sorda en el interior del independentismo. Así, mientras Artur Mas afirma que «fue un error no votar los Presupuestos del Estado», el lumpen escuadrismo pita a Pedro Sánchez en Cotlliure en la tumba de un intelectual al servicio de la República.

Quede claro: no es sólo la decadencia de Cataluña, es sobre todo la degradación de una parte de ella. Perdónales, Señor, aunque sepan lo que hacen.


domingo, 24 de febrero de 2019

La campaña electoral y sus derivas nacionalistas


«Sombrero en mano entró en España / y al verla se descubrió», cantaba Pepe Blanco en tiempos muy remotos. Y un servidor, niño chico, se imaginaba a un tío que pasaba andando los Montes Pirineos, que según nuestro maestro nos separaban de Francia. Tan extasiado estaba el caballero  que, sin ver nada más, siguió con la coplilla: «España, no hay más que una / ya lo puede usted decir / y el que quiera convencerse / que se venga aquí a vivir». España era para mí solamente Santa Fe y, tirando largo, Granada. De todas formas yo quedaba extrañado porque nunca vi a nadie entrar sombrero en mano en el pueblo. Ni siquiera bajando de la alsina. 

La cosa viene a cuento porque estoy percibiendo un profundo olor a alcanfor en esta campaña electoral. Y, con toda seguridad, el diapasón patriotero se incrementará conforme nos vayamos acercando a la apertura de las urnas. Sombrero en mano entró en la campaña. Parece que hay una competición en ver quién lanza con más fuerza los suspiros de España. No sólo desde la derecha, una y trina. También las izquierdas han comprado el particular sombrero  que perdieron los cenizos de la Generación del 98. España como patología. Tiempos de nacionalismo de quita y pon.

En esta campaña las izquierdas intentan ligar la cuestión nacional con la cuestión social. Que lleva tiempo siendo un comistrajo. Es más, a la chita callando, la llamada cuestión nacional ha devorado a la otra hasta hacerla irreconocible. Sólo ha sido un aliño para que algunos hicieran una excursión a la cuestión social y, de ahí, trasladaran sus atalajes al nacionalismo. Lo hemos visto en Cataluña.

Addenda. Hace tiempo que estoy buscando un libro donde Norberto Bobbio y Maurizio Viroli conversan. Estoy que trino porque no lo encuentro. Pues bien, en un momento dado el maestro Bobbio afirma algo parecido a esto: Cuando en un pueblo perdido veo una estatua de Dante me digo  que esto es Italia. Pues bien, cuando oigo lo de «sombrero en mano entró en España», veo que esa España sólo es un rancio constructo, que huele a pies. 

sábado, 23 de febrero de 2019

Cuatro aguafuertes catalanes. Y Torra lanzando botes de humo contra la casa sindical





La situación política catalana se ha convertido en un magma. Esto va camino de convertirse no ya en el pantano del que habló en su día Joan Coscubiela, sino en una ciénaga. La posición a favor o en contra del independentismo está haciendo estragos. La fuente del camino verde que va a la ermita se ha secado y, de momento, lloran de pena las margaritas. Tiempos vendrán, no obstante, de clarificación, aunque no sabemos cómo ni cuándo. Por ahora, retengamos estos paisajes que como los grotescos aguafuertes de Goya emborronan el panorama.

Primer aguafuerte

Quien no se sale con la suya en determinados coaliciones organiza la recurrente escisión y monta su propio tenderete. Es el caso de la diputada Elisenda Alamany (adjunta que fue de Xavier Domènec por los Comunes) que ha decidido abandonar su soledad y montar el chiringuito de Soberanistes. Cat.  Pocos éramos y parió la abuela. Otro partidillo que intenta hacerse con un trozo de la túnica sagrada en las próximas elecciones. Está por ver qué hará el misterioso Josep Nuet (Comunistes de Catalunya). De momento lo consulta en el vademécum del viejo Afanasiev, de tormentosa memoria y la mirada de Suslov. Putin intenta poner una pica en Barcelona.

¿Fundar otro partido? No. Se trata de poner un cartelico diciéndole a estribor «aquí estamos pa lo que haga falta».

Segundo aguafuerte

Los post convergentes, en horas atolondradas, buscan su cabecera de cartel para las próximas elecciones generales. Primero fue la empresaria textil Míriam Nogueras (sector Waterloo). Después se dijo que sería Josep Rull y, ahora, se vuelve a sacar la opción de Jordi Sánchez, perejil de salsas mil. Para la cabecera ha decaído, según parece, el eterno Campuzano que, de cuando en vez, luce una exquisita heterodoxia.

¿Hay dudas? Psé. De lo que se trata es de ver quién cuenta con una biografía más suculentamente subalterna de la casona de Waterloo.

Tercer aguafuerte

Inés Arrimadas cambia las aguas del Llobregat por las del Manzanares, igual que la granadina Eugenia de Montijo: dejó las aguas del soberbio y caudaloso Darro por las del Sena.  Primarias? La respuesta de Ciudadanos: «Oiga, no se meta donde no le llaman».  El aguerrido Girauta, también sin primarias, hará de candidato cunero por la imperial Toledo.

Cuarto aguafuerte

Las cancillerías europeas se llevan las manos a la cabeza ante un gobierno, que les pide ayuda, pero que simultáneamente encabeza una huelga, pretendidamente general, que acabó siendo un coitus interruptus. Ni para remachar un clavo sirve este Torra. Sólo para lanzar botes de humo y pintar las paredes de la primera organización sindical de Cataluña.


viernes, 22 de febrero de 2019

La huelga adefesio




¿Qué queda de la huelga que no fue? Sólo el olor de las ruedas quemadas bloqueando algunas carreteras de Cataluña, los desperfectos en el mobiliario urbano y poca cosa más. El do de pecho que el independentismo había declarado se saldó con un estrepitoso fracaso. Más todavía, se ha reiterado la evidencia de la división de la sociedad catalana: de un lado, manifestaciones de calle y, de otra, el funcionamiento normal de los centros de trabajo; se pusieron andamios y las hormigoneras funcionaron, las fábricas y los talleres levantaron las persianas; las oficinas, tres cuartos de lo mismo. El llamamiento a la huelga general, que realizó un sindicato probeta  se convirtió en un lock out patronal.  En un adefesio.

El momentum tan acariciado por los estados mayores del independentismo fue un fiasco. Las palabras del ex consejero Santi Vila ayer en el Tribunal Supremo («Hicimos de aprendiz de brujo») pueden encajar perfectamente con lo ocurrido en el día de ayer en Cataluña.

Con todo, quedan otras circunstancias. El ataque de un escuadrismo grupuscular atacando la sede de Comisiones Obreras y la construcción conceptual y lingüística que intenta destruir los significados y significantes de lo que es la «huelga» y en este caso la «huelga general». Es decir, la huelga –sea general o no--  como expresión de la paralización concreta de la actividad en los centros de trabajo. En el caso del glosario independentista, la huelga general queda reducida a manifestaciones fuera de los centros de trabajo. Una distorsión conceptual que, en el fondo, indicaría la impotencia de paralizar la producción y los servicios. O, lo que es lo mismo, la desconexión con el conjunto asalariado.

Una distorsión tan esperpéntica que incluso llega a considerar que el gobierno catalán –esto es, la patronal--  se sumó a la huelga.

Del día de ayer quedan otras lindezas. Un periodista, ex dirigente de la CUP, de cuyo nombre tampoco quiero acordarme, ha comparado el día de ayer con la famosa huelga de La Canadiense –año 1919--  que duró cuarenta y cuatro días. Una ofensa a la CNT, a sus dirigentes y a todos los huelguistas que participaron en aquella huelga general. Un escarnio a, entre otros, Salvador Seguí, que queda reducido a un agitador de cortes de carretera. Una burla, en definitiva, no sólo de la memoria histórica sino, además, de la Historia propiamente dicha.

¿Fracaso de los convocantes? Por supuesto. Pero, por encima de todo, fracaso de la patronal y su lock out, esto es, del anacoreta de Waterloo. Y de su Enviado en la Tierra, ese Torra que ya dijo en su momento a los comités de defensa de la república aquello de «apreteu, apreteu».

Addenda.--  Todo ha sido un adefesio, afirma un querido amigo.

Radio Parapanda.--  http://vamosapollas.blogspot.com/2019/02/el-adefesio.html, escribe Paco Rodríguez de Lecea.


jueves, 21 de febrero de 2019

La huelga que no fue


Aunque el lock out se vista de seda, en cierre patronal se queda. Esta es una aclaración que hacemos gratis et amore al independentismo. Una gente chocante que pretende enredar el significado de los conceptos y de las palabras. Ayer hablamos de la convocatoria de una huelga general por parte de un sindicato probeta y entusiásticamente refrendada por el gobierno catalán en rueda de prensa a cargo del consejero de Interior: La huelga amarilla de mañana en Cataluña. La probeta y el gobierno catalán situaron los objetivos de la movilización. Entre otros, la repulsa a la reforma laboral. Se olvidaron intencionadamente de que los primeros no dijeron ni mú cuando se aprobó y los segundos votaron afirmativamente en las Cortes Españolas.

La juerga, que no huelga, fue convocada contra el Tribunal Supremo, que enjuicia a los líderes del procés. Por lo que la convocatoria ha sido una estafa de proporciones caballunas. Estafas a granel: el consejero de Interior disfrazado de sindicalista para no infundir sospechas; los probetas disfrazados de autoridades gubernamentales para encubrir sus desmanes.

Así, pues. la juerga ha sido una algarada. Carreteras cortadas, vías férreas ocupadas por los manifestantes dando  vivas a Terra Lliure. Gimnasia mesocrática. La industria trabajando. Fracaso sin paliativos. Un fracaso que será reconocido cuando pase un tiempo.

Con todo, lo más destacado ha sido que los amarillos han pintarrajeado y lanzado botes de humo a la sede de Comisiones Obreras de Cataluña. Oiga, es un avance por parte del mandamás de la probeta: ha dejado las pistolas para tirar huevos. No lo duden, es un avance.

Addenda.--   Vean la concentración de masas en Sant Vicenç dels Horts con su alcaldesa a la cabeza.

miércoles, 20 de febrero de 2019

La huelga amarilla de mañana en Cataluña




Un sindicato—probeta de cuyo nombre no quiero acordarme ha convocado para mañana la huelga general en Cataluña. Ahí es nada, la huelga general. Ni quiera alcanza la representación del 0,1 por ciento, un hilarante Manolo Zaguirre, maestro de sindicalistas, la cifra en un 0,000 infinito. Estas cosas están pasando en Cataluña, cuyo sesgo a la decadencia empieza a ser alarmante. Ahora bien, no menos sorprendente es el apoyo que ha recibido esta convocatoria. Nada menos que del gobierno catalán. Es decir, de la terminal burocrática con sede en Waterloo.  Mitad monjes, mitad soldados.

Fuera de Cataluña hay quien piensa que es una falsa noticia, eso que algunos llaman fake news.  Ambas cosas son ciertas: la convocatoria y el apoyo gubernamental que ha recibido. La huelga es un elemento de presión contra el Tribunal Supremo que juzga a los dirigentes del procés. Así lo expresó el portavoz del Gobierno en rueda de prensa ayer mismo. Pongan atención: el portavoz fue el mismísimo consejero de Interior. Otra anomalía de la que sin duda habrán tomado nota las cancillerías europeas. Atención: no fue Elsa Artadi quien salió al estrado. Hay que preservarla para otras tareas de ´respetabilidad´  institucional por lo que su relación con la huelga le hubiera restado enteros. Se sirvió la coartada: Artadi estará en Madrid acompañando a los procesados.

En todo caso, hay que señalar que este tipo de convocatoria –esto es, la probeta convocante--  representa un fracaso del independentismo catalán. Presionaron ad nauseam al sindicalismo confederal, cuya respuesta fue una rotunda y castiza butifarra, expresión nacional popular de la gastronomía del país.

Esta huelga general, apoyada crematísticamente por el gobierno catalán, será una huelga furriel. No tendrá los entorchados de general y puede que tampoco los galones de cabo primero. Hablando en plata: huelga –lo que se dice huelga--  estará sólo en la imaginación de los botarates de Waterloo. Eso sí, habrá cortes de carretera, manifestaciones en las calles, cuyo protagonismo será de la mesocracia catalana (sector irascible) que, de esta manera, intenta matar las  moscas del Estado a cañonazos. Pero que ni siquiera llega a DDT.

Addenda.--  Ni siquiera el viejo carlismo catalán hizo tantos despropósitos.

martes, 19 de febrero de 2019

«Esa marioneta del Parlamento europeo», afirma Torra




Uno de los mantras del independentismo catalán fue –y sigue siendo--  la internacionalización del conflicto. Podemos decir que la incompetencia de sus dirigentes también ha hecho fracasar esta estrategia. De hecho el caserón de Waterloo no tiene nadie que le escriba. Y, cuando Quim Torra pasea  su soledad por Europa sólo concita el acompañamiento de cuatro y el cabo. Más todavía, a medida que va pasando el tiempo y las dificultades se mantienen, el independentismo va adquiriendo unos aires autárquicos, ensimismados. Peor todavía, se va consolidando un sentimiento antieuropeo con tintes de confrontación con las instituciones europeas.

La cosa viene, otra vez a cuento, porque las autoridades de la Unión impidieron a Puigdemont y Torra dar una conferencia en la sede del Parlamento europeo. La respuesta de Torra fue la siguiente: «El euro parlamento es una  marioneta de la derecha española». Una curiosa manera de hacer amistades por parte de este irascible caballero. Haciendo un esfuerzo de comprensión caritativa, un servidor puede entender que Torra arremeta contra las autoridades. Pero, ¿es sensato arremeter de esa manera contra el Parlamento? ¿En qué beneficia ese ataque a los intereses de Torra? En todo caso, lo más chocante es que el mencionado caballero ignora los estropicios –léase, el aislamiento--  que le reporta tan injuriosa invectiva. Por supuesto, allá ellos. Perder el juicio –incluso sin saberlo--  es algo que en el independentismo no es cosa nueva.

Con todo, el problema aparecerá cuando la pareja de hecho –Puigdemont y Torra--  cansados de  pedir ayuda y de sólo recibir portazos orientarán sus relaciones decididamente a las periferias: a la parlamentaria europea y a la geográfica. Tiempo al tiempo. De momento, lo que no sabemos, es qué piensan sobre ese particular los estados mayores de ERC y del PDECAT? O sea, ¿qué piensas de les amistades peligrosas de este par de botarates. Por ahora no han dicho esta boca es mía.  

lunes, 18 de febrero de 2019

Sobre la «invisibilidad» del sindicato




Recientemente el profesor Antonio Baylos ha publicado un importante artículo en su blog: LA INVISIBILIDAD DE LAS MANIFESTACIONES Y CONCENTRACIONES SINDICALES. Comparto lo que dice.  Y, comoquiera que en el fondo plantea un debate para salir de dicha invisibilidad, me pongo a pegar la hebra con estas consideraciones ´de acompañamiento´.  


1.--  Habrá que mirar ampliamente por toda la geografía del trabajo para ver dónde está dicha invisibilidad. Que es cierta. Ahora bien, si partimos de los datos, especialmente los referidos al ecocentro de trabajo, se ha de partir indudablemente de los resultados del reciente ciclo de las elecciones sindicales en Cataluña. 


Las fuentes que tenemos –aparecen hoy en La Vanguardia--  nos dicen lo siguiente: 51.353 delegados en total. De ellos, el 41,6 por ciento corresponden a Comisiones Obreras, el 38,7 a UGT, el 4,5 a USO, el 2,8 a CGT y el resto a candidaturas diversas. Primera consideración: el sindicalismo confederal alcanza aproximadamente el  88 por ciento de la representación  en los centros de trabajo. Es un elevado porcentaje que explica un reiterado consenso del conjunto asalariado con las organizaciones sindicales.  Seamos claros: no se vota en el centro de trabajo a un cuerpo invisible. Se vota lo conocido, lo que –a lo largo de un mandato--  muestra utilidades concretas. Los datos, que son tozudos, lo demuestran.  Cómo trasladar la visibilidad del sindicalismo en su territorio natural al exterior, es ya harina de otro costal  A mi juicio, sin obviar el planteamiento de Antonio Baylos, el problema no está fundamentalmente en la invisibilidad del sindicato en la calle o, si se prefiere --como dicen otros--  en «la sociedad», sino en la necesidad de tener mayor protagonismo en el ecocentro de trabajo.

 

2.--  Recientemente he leído la autobiografía de Juan Guil, veterano sindicalista del Vallés Occidental. He tenido el honor de hacer el prólogo de este libro, que –en estos momentos--  está en fase de corrección de galeradas. La lectura de las memorias de Guil me ha hecho retomar algunas ideas que he venido sustentando desde hace muchos años y que tienen que ver  con lo que estamos comentando.  En el sindicalismo español coinciden simultáneamente dos estilos que chocan entre sí. Un estilo paradójico. Dicho esquemáticamente, esta paradoja se muestra así: de un lado, un sector amplio no valora suficientemente los éxitos que consigue la acción sindical colectiva; de otro lado,  el sector que siempre está insatisfecho con lo que no se alcanza. 


Hablando en plata: los primeros actúan como si fueran frailecillos franciscanos, que esperan el premio por su buenas obras en el Cielo; los segundos, patológicamente cenizos, hacen abstracción de las relaciones de fuerza y poder.  Los primeros no exhiben su propia fuerza colectiva y los avances (cuando los hay, ciertamente); los segundos no sólo conducen a un pesimismo paralizante, sino a algo peor: el nihilismo. Naturalmente, no estamos proponiendo abrazar el triunfalismo, ni el panglossimo. Tampoco estoy planteando atemperar la insatisfacción, simplemente señalar la ineficacia de ella cuando es patológica. Simplemente lo que se expone es una corrección del carácter de esta paradoja que nos viene desde los tiempos de María Castaña.




domingo, 17 de febrero de 2019

Las cosas inefables de Joan Tardà




Al diputado Joan Tardà le ha sentado fatal la convocatoria de elecciones anticipadas y, por ello, con voz tonante ha llamado irresponsable a Pedro Sánchez. Son las cosas de Tardà. De hecho, no es sólo su partido, ERC, el único que ha mostrado su disgusto, también el PDeCAT, la  enésima versión del árbol post convergente. Es la versión politiquera de tirar la piedra y esconder la mano. Justamente lo contrario del «a lo hecho, pecho».

El independentismo ha sido clave con su negativa a aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Sin cuentas públicas la convocatoria de elecciones estaba cantada, como así ha sido. ¿A qué viene ahora ese lamento de cocodrilo por parte de Tardà? Como mínimo a esa inmadurez política del independentismo catalán que siempre hemos referido. Justamente lo contrario del PNV, que sabe barrer oportunamente para casa. Pero también a una congénita charlatanería, tan contraria a la austeridad tradicional del lenguaje político catalán. Me permito una previa: el procés ha introducido una novedad retórica. A saber, se ha contagiado del lenguaje campanudo y barroco del nacionalismo carpetovetónico, perdiendo el tradicional estilo ´románico´ que siempre le caracterizó.

Por cierto, este pintoresco diputado ha olvidado una promesa que hizo en 2015: «Esta es la última vez que vamos a Madrid. España lo único que nos plantea es la pérdida de derechos y libertades» (1).  Tardà necesita rabillos de pasas que, según nuestras abuelas, es un remedio infalible para los desmemoriados.

En realidad, el planteamiento del diputado era claro: comoquiera que la independencia estaba al cabo de la calle, ya no tenía sentido participar en las elecciones generales. Y sobre esas arenas movedizas construyeron su iglesia. En todo caso, la militante feligresía –crédula o no--   nunca pidió explicaciones por hablar en vano.  Más todavía, por confundir una despedida de soltero con lo que no es. 

Y, así, de retórica en retórica hasta la disglosia final. 



sábado, 16 de febrero de 2019

El acné juvenil de Puigdemont





1.--  Las autoridades europeas no han autorizado la conferencia que Puigdemont y Torra iban a impartir próximamente en la sede del Parlamento europeo. La reacción del hombre de Waterloo ha sido airada. Vamos, que no lo entiende. Sus parciales tampoco comprenden la decisión europea o aparentan no entenderla. 

Veamos, el movimiento independentista, azuzado por Puigdemunt y sus atalajes organizan una zahúrda en la Delegación de la Unión Europea en Barcelona, un grupo de ellos ocupa la sede, otros pintarrajean la fachada y el resto tira huevos a la fachada de la casa con la eficacia de una máquina quitanieves. Como podrá verse, se trata de un exquisito comportamiento y un civismo primoroso del que se felicitan los organizadores. Un vínculo virtuoso entre quienes exigen que las autoridades de la Unión sean los mediadores entre Catuluña y el gobierno español. Primera consideración, aproximadamente definitiva: a quien le pidas lo que sea respeta, por lo menos, los vidrios de su puerta. En caso contrario te arriesgas a un sonoro portazo y sólo te queda recurrir al maestro armero.

2.--  Tengo para mí que todavía no se ha estudiado el comportamiento infantil de la dirección del independentismo. Es como si todavía no le hubiera nacido la muela del juicio. Hay quien dice que hasta que no sale dicha muela hay una incapacidad para entender que cualquier decisión siempre comporta unas determinadas consecuencias. Desde Waterloo no han descubierto todavía esa relación. Acné juvenil.

En todo caso, todo indica que no se ha superado el error de bulto de los primeros andares del procés. Pensaron y dijeron que a los «cinco minutos» de la proclamación de la república catalana la Unión Europea les daría el placet. El documentado Raül Romeva  lo repitió ad nauseam. Incluso lo mantuvo después de las repetidas negativas de las autoridades comunitarias. Sancta simplicitas!  La trola duró lo que duró: pasaron setenta veces siete minutos y Europa les desautorizaba. Fue entonces cuando surgió una extraña novedad: amplios sectores del independentismo empezaron a cogerle tirria a la Unión Europea. Lo curioso del caso es que, hasta la presente, los hombres de Waterloo siguen sin explicar qué motiva la explícita desautorización europea. Una de las razones, entiende un servidor, es que si lo explican se les caen los palos del sombrajo.

3.--  En la ciencia existe un método para avanzar: el ensayo y el error. La cosa puede funcionar, sin embargo, cuando se reconoce que existe el error. Si se opta por mantenella y enmendalla se entra en la entropía.  

viernes, 15 de febrero de 2019

El juez Marchena




El Magistrado Marchena no es el patio trasero del senador jabalí Cosidó. El Magistrado Marchena no es el escriba sentado de la derecha una y trina. Las dos grandes decisiones que ha tomado la Sala que juzga a los dirigentes del procés han roto los esquemas de la Adoración Nocturna –Casado, Rivera y sus atalajes—y, al mismo tiempo, han puesto en evidencia la falsedad de las reiteradas acusaciones que vienen de Waterloo y de la Plaça de Sant Jaume de que en España la justicia es un pedregal.

Dos decisiones que, sin duda, han puesto de los nervios  a la Adoración Nocturna. Se permite que se lleven los lazos amarillos durante el juicio y Marchena explica los argumentos.  Más: quien desee utilizar la lengua catalana durante el juicio lo podrá hacer. Pronto oiremos cómo las voces aguardentosas –de momento de plumas alquiladas--  arremeterán contra Marchena. Lo oiremos durante la campaña electoral de las ya convocadas elecciones del 28 de Abril. Y, a la vez, seguirá la cacofonía independentista clamando contra la identificación de Marchena con la gran Caverna. Esta y otras mentiras están ya en la exposición del bazar de las elecciones.

jueves, 14 de febrero de 2019

«Que se jodan»: Las consecuencias de no tener Presupuestos son las mismas




«El bloqueo presupuestario deja en el aire unos 2.400 millones de euros para Cataluña», eso dicen los periódicos. Por otra parte, Podemos, que nunca regatea críticas ni al Lucero del Alba, afirma que «son los Presupuestos  más sociales de la historia de democracia española». La novedad política de estas cuentas públicas es que, por primera vez, se han negociado in toto con un partido de la izquierda, esto es, Podemos. Cuestión distinta han sido las relaciones con el PNV, un partido accidentalista,  que siempre estuvo atento a las partidas presupuestarias que afectan a Euskadi.

Digamos, pues, que la negativa a aprobar las cuentas por parte del independentismo catalán se concreta en que una enorme cantidad de dineros no irán a parar a Cataluña. De esto son responsables ERC y el PDeCAT. Séame permito un inciso no inocente: en reiteradas ocasiones Jordi Sánchez, uno de los que están siendo juzgados en el Tribunal Supremo, escribió reiteradamente desde la prisión que «se debían separar ambas cuestiones: la de los Presupuestos y la de los presos». Más tarde, avisado desde la Torre del Homenaje, fue desfigurando su postura inicial hasta hacerla irreconocible. Paris bien vale una misa. El rey hugonote se hizo católico para no infundir sospechas.

2.400 millones que irán a Cataluña. 2.400 millones que no redundarán en la mejora de la condición de vida y trabajo de millones de catalanes, sean lo que quiera que sean. Lo que siendo verdad es incompleto. Porque hay muchísimos más millones que no irán a mejorar la existencia de otros tantos millones de personas del resto de las comunidades de España. Se explica, pues, el cogotazo del portavoz del PNV, durante el trámite parlamentario de las enmiendas a la totalidad, a ERC y PDeCAT.

La decisión del independentismo catalán recuerda el obsceno grito de la tristemente célebre diputada del Partido Popular, refiriéndose a los parados: «Que se jodan», que hubiera escandalizado incluso a la Madre Superiora. Las consecuencias son las mismas. De tales palos tales astillas.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Se acabó el carbón y sin Presupuestos. Arriba los corazones




Se acabó el carbón. Los Presupuestos generales del Estado han sido rechazados desde las filas independentistas y  las de Adoración Nocturna. Con intereses diversos, pero coincidentes en las consecuencias. La cama de la política tiene esas vueltas y revueltas.

Puigdemont insiste en su letanía: el cuadrado de la hipotenusa no es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. Desde el acomodo de la mesa camilla de Waterloo envía el maná a la cofradía independentista. Esquerra Republicana, a su vez, sigue viviendo sin vivir en ella. Realmente los de Junqueras han sido, al final del recorrido del proyecto de Presupuestos, los más beligerantes. Al menos formalmente. Fueron los primeros en anunciar la presentación de una enmienda a la totalidad. El PDeCAT, la enésima versión del gran convergente, emuló a la Parrala con calculada ambigüedad.

Las posiciones de los dos partidos independentistas parten de un imposible metafísico. La negociación que planteaban  siempre se basó en aprobación de las cuentas públicas a cambio del reconocimiento del derecho de autodeterminación. Este quid pro quo era –y sigue siendo--  de imposible aceptación. Ni siquiera Podemos, si estuviera en el Gobierno, podría aceptar esa propuesta.

Comoquiera que los partidos independentistas lo sabían y, más aún, fueron avisados reiteradamente, mantener dicha postura, como condición sine qua non para negociar, se convertía objetivamente en una negativa explícita a no negociar. Y, sobre todo, en el fondo era una martingala para vigilarse mutuamente  ERC al PDeCat. . Más todavía, era una forma de no separarse demasiado de los movimientos independentistas.  En suma, se trataba de  una triquiñuela que iba más allá del electoralismo. Es la pulsión permanente del independentismo político. 

Se acabó el carbón o, si se prefiere, s´ha acabat el bròquil. Los principales responsables de ello son los partidos independentistas. Había una posibilidad de que votaran afirmativamente las cuentas públicas; sin embargo, teníamos la certeza de que la Adoración Nocturna lo haría jupiterinamente en contra. Ahora, los jefes de fila independentistas serán los responsables de las consecuencias de su decisión, de los efectos materiales en la vida concreta de las personas de carne y hueso  que no haya presupuestos. Y también, por supuesto, las consecuencias políticas.

¿Consecuencias políticas? Entiendo que el independentismo reincide en los abultados errores del pasado más reciente. Por ejemplo,  pensar y actuar que más bronca en la vida política española es una condición de posibilidad para avanzar.  El mito puede aparentar que ello es así, pero la Historia lo desmiente. Más bronca en la vida política española es, por el contrario, una garantía de no solución de los problemas en los cuatro puntos cardinales, incluidos los catalanes.

Elecciones a la vista, pues. Oído, cocina: las izquierdas deben olvidar, desde ya mismo, lo que pudo haber sido y no fue; dejar de lado sus propias chucherías y enfrentamientos. Y –tras este rasguño--  pasar a la ofensiva.Quien se amilane desde el principio tiene todas las de perder. 



martes, 12 de febrero de 2019

Fraudulentos de cabeza, cuerpo y extremidades, de pensamiento, palabra y obra





Uno de los principios más recurrentemente sagrados de la Alta Dirección –sea ésta política, empresarial o comoquiera que sea--  es que «la culpa siempre la tiene la secretaria»: otro elemento más del machismo  de la organización del trabajo. La cosa viene a cuento por una aparente –hemos dicho aparente-- rectificación de las falsedades que se vertieron en el manifiesto que clausuró el gatillazo de la concentración (de ámbito nacional) del pasado domingo en Madrid.

Leemos en La Vanguardia de hoy que, fuentes del Partido Popular (concretamente de su portavoz, Marta González) nos dicen que «no todo lo que se dice en el manifiesto es cierto». Lo sabíamos. Así las cosas, es claro  que se vertieron toneladas de falsedades a sabiendas y queriendas. Un documento que fue redactado por altos escribas sentados de la derecha una y trina. Y, como es natural, tuvo que ser revisado por sus tres capitostes. Sin embargo, la culpa será de «la secretaria». De todas formas, el esperpento –mitad monje, mitad soldado--  adquiere proporciones inauditas en el intento de aclarar las cosas por parte de la portavoz González con respecto a la negociación de Pedro Sánchez con los indepenendistas: «No sabemos cuánto puede haber avanzado Pedro Sánchez con los independentistas, pero ahí está la evidencia de que se empezaba a negociar».  Un paralogismo de alto calibre. Digno de la caco elocuencia de Dolors Montserrat. Sin embargo, no sabiendo cuánto puede haberse avanzado no ha impedido que se construyera el relato subversivo de la traición y felonía. Hubo quien, en aquellos tiempos, sobre esa piedra construyó su iglesia; otros, ahora, sobre ese barro construyeron su discurso. Por cierto, no tuvieron ningún reparo los tres lectores del manifiesto en propalar tan falaz escrito.  Paris bien vale una misa. Quiero decir que el cachet de los tres habrá subido en tertulias y otras formas de dejarse ver. 

A los redactores, a los que le dieron el visto bueno y quienes leyeron el manifiesto Dante los hubiera enviado al círculo octavo del Infierno de La Comedia con los fraudulentos. Fraudulentos de cabeza, cuerpo y extremidades.

Addenda.--  Pregunta retórica: ¿se sabe si Casado y Rivera han dicho algo sobre la profanación de las tumbas de Pablo Iglesias y Pasionaria?