sábado, 31 de agosto de 2019

11 de septiembre: imprudente marcha de las antorchas en Monserrat




El último lugar donde el independentismo aparentaba estar unido –el gobierno catalán de Torra--  ha entrado en crisis, en crisis de unidad. Más allá de ese chambao no hay, ni real ni en apariencia, sitio alguno que pueda calificarse como unitario. El secesionismo es una lima que corroe incluso las instituciones que ocupa. De un lado la incompetencia de sus líderes; de otro lado las luchas por el reparto de la túnica sagrada. Pero, con mayor precisión: el fracaso de unos planteamientos que chocan abruptamente con el mundo de la globalización interdependiente. Frente a esa realidad tozuda lo único que les queda es la pataleta de los Puigdemont, Boris Johnson, Salvini et alia. Una pataleta, que sin embargo puede tener graves repercusiones.

El gobierno catalán se ha convertido en centro de división y en foco que la expande. No es lo mismo la crisis en un ayuntamiento determinado entre las fuerzas independentistas que en el  centro donde se pretende guiar el país. Josep Bargalló, miembro del gobierno y pata negra de Esquerra Republicana de Catalunya, ha planteado que si no hay presupuestos de la Generalitat, Torra se ha de someter a una moción de censura. Lo que es una respuesta áspera a la negativa de Torra de adelantar las elecciones catalanas. Cabreado debe estar Bargalló, considerado por sus parciales como hombre ponderado.

Tres cuartos de lo mismo ha apuntado el presidente del Parlament (de adscripción ERC). Son respuestas de personalidades que están hasta el cielo de la boca de tragarse los sapos del vicario de Waterloo. Más todavía, son la constatación de que las invocaciones a una salvífica unidad del independentismo tienen la misma eficacia de las jaculatorias tipo «Cuatro esquinitas tiene mi cama». Bargalló, pata negra, da un brinco cualitativo en la confrontación en el interior del tropel independentista ya convertido en Brigada Brancaleone.   

Mi amigo Paco Rodríguez de Lecea informa que «por todo Poldemarx se han colgado los carteles de dos convocatorias independentistas: la primera llama a una procesión de antorchas que ilumine la montaña de Montserrat la noche del día 10 de septiembre, y la segunda convoca a la ya clásica concentración en el centro de Barcelona el día 11». De ahí que Paco advierta de la imprudencia de la mentada procesión nocturna tal como está el panorama de incendios.

Pero, según cómo se mire, no es una idea peregrina.  Si por hache o por be ardiera la montaña sagrada siempre habría algo o alguien a quien endosarle el fuego. Naturalmente, al Estado español. Hasta ahora nadie del gobierno catalán ha llamado la atención a los organizadores de la noche de las antorchas.

viernes, 30 de agosto de 2019

La izquierda se la juega a los dados



La sesión parlamentaria de ayer elevó a hipótesis más que plausible que no habrá acuerdo entre las izquierdas para investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. El PSOE no parece darse por enterado de lo dicho por Einstein: «Dios no juega a los dados con el Universo». A su vez, Podemos no ha leído a Séneca, cuando relata la maldición que cae sobre el emperador Claudio: remover los dados eternamente en un vaso agujereado. Lo que viene a cuento porque una y otra formación dan la impresión de que se juegan la suerte a los dados: la posibilidad de un gobierno de centroizquierda en manos del azar.

Pregunto: ¿qué necesidad tenía el fiel diputado Simancas de traer a colación la poca fiabilidad de los de Pablo Iglesias? A veces no es aconsejable repetir las evidencias en política. Así que me cuesta trabajo creer en la utilidad del  discurso de Simancas. Peor todavía, lo considero un inconveniente para la posibilidad, francamente remota,  de la investidura. O tal vez por ello el diputado lo hizo a cosica hecha: para impedirla. Pero entonces lo que correspondería es dejarse de inútiles requilorios. Es decir, que el PSOE tire por la calle de en medio. Ahora bien, así las cosas, deberá apechugar con sus consecuencias. Si le sale el tiro por la culata pocos creerán que Pablo Iglesias el Joven es el único culpable. Este podrá acabar ciego, pero Sánchez puede perder un ojo. Pero más preocupante sería el infierno que caería sobre la población: las tres derechas y cierra España. Y nosotros a golpe de lamento recitando aquello de: «En tan grande polvareda perdimos a don Beltrán».

jueves, 29 de agosto de 2019

Cataluña:, ni brújula ni carta de navegación



«Era póker e íbamos de farol», así habló en su día, tras probar en sus propias carnes el fracaso de aquel 1 de Octubre, la consellera Clara Ponsati.  O lo que es lo mismo: la desautorización más radical del fracaso del independentismo vino de sus propias filas. Nadie ha superado la contundencia conceptual y plástica de aquella expresión, que convierte en un juego de cartas lo que realmente fue: un quilombo. Iban de farol, es decir, a ver qué pasaba. El diseño de unos niños litri que quisieron jugar una partidita de cartas frente al Estado. Confundieron al Leviatán con una japuta.

Frase memorable la de esta Ponseti, como memorable es el artículo de Carod Rovira publicado hoy mismo en El Punt Diari donde no deja títere soberanista con cabeza. En su opinión, «falto de dirección política el barco independentista sigue perdido en medio del mar, sin brújula ni carta de navegación ni nadie en el timón». Palabras lúcidas que, es una hipótesis, tienen un objetivo. Carod les está diciendo: yo soy quien puede sacaros del escollo. Porque, los jugadores de cartas novicios no suelen ser  expertos marineros.

Pues bien, ese Quim Torra –a pesar de todos  los pesares--  sigue insistiendo en que «lo volverían a hacer». Ignora este caballerete que los tahúres del Llobregat no le llegan a la suela de los zapatos a los del Mississipi. Y para colmo la más reciente perla de las jaculatorias independentistas mientras se elaboran los Presupuestos de la Generalitat. Habla un tal Albert Batet (diputado post convergente): «No queremos unos presupuestos que nos hagan renunciar a la independencia».  Ignoramos si estas declaraciones las hizo antes de comer y en la sobremesa.

Lo mismito que dejó sentado Dante Alighieri en el canto sexto del Purgatorio. Cambien «Italia» por «Cataluña» y verán las características del burdel.  Vale la pena revisitar al Dante, aunque sea todavía Agosto. 

miércoles, 28 de agosto de 2019

Salvini, Beppe Grillo, Sánchez e Iglesias




El «mal menor» se está convirtiendo desgraciadamente en la referencia de la acción política. Lo que se hace –o se intenta poner en marcha--  tiene como objetivo que las cosas no empeoren más. Sea, pero es conveniente que ese comportamiento tenga una corta esperanza de vida. Pongamos que, entre otras cosas, me refiero a las negociaciones italianas entre el insípido Partido Democrático y el pintoresco Movimiento del cómico Beppe Grillo. Tales negociaciones, a calzón quitado, pretenden evitar la convocatoria de elecciones anticipadas que posiblemente darían la victoria a Matteo Salvini. Oído, cocina: la democracia tiene instrumentos para defenderse con cierta eficacia de sus detractores.

El Partido Democrático y los de Grillo siempre se han llevado como el perro y el gato. Ahora, además, afirman algunos comentaristas italianos, en algunos sectores del grillismo aparecen algunos indicios de sensatez. El actual primer ministro, Conte, podría ser un anticipo de esas nuevas señales. El mal menor, pues: un gobierno de coalición entre los pintorescos y los insípidos antes de que vuelva Salvini, el Enviado de Putin en la Ciudad Eterna. Pan y cebolla antes que naíca de ná.

Pues bien, si negociar el mal menor es la tónica italiana de estos días, ¿qué impide un determinado contagio de ella en nuestro país? Lo impide, en mi opinión, la creencia de Pedro Sánchez de que finalmente se saldrá con la suya, de un lado; y, de otro lado, que Pablo Iglesias apuesta por un fantasioso «bien mayor», la antítesis del mal menor. De manera que si los insípidos y los pintorescos del país donde ya no florece el limonero se han sentado a hablar, parece evidente la lección para el berroqueño Sánchez y al joaquinita  Iglesias, que –cada uno a su manera--  se parecen más al asno de Buridán.

El último que apague la luz.    

martes, 27 de agosto de 2019

O investidura o vuelve la derecha apostólica



Sería una temeridad caballuna que la próxima investidura resultará fallida. Digamos con claridad que las fuerzas políticas han perdido el miedo a la nueva convocatoria de elecciones. Por lo que es de cajón que o hay investidura o se convocan nuevas elecciones. Tertium non datur.

Decimos que sería una temeridad que no salga un gobierno en la próxima investidura. Voces, todavía susurrantes, hablan de que estamos en puertas de una recesión. Tomamos nota, no sin antes recordar el famoso dicho de un pre renacentista, el cordobés Juan de Mena: «no los agüeros, los hechos sigamos». Seguir sin gobierno sería asaz contraproducente. Hay demasiados problemas domésticos que están pendientes.

Tampoco el panorama europeo es bonancible: el brexit está comprtando un éxodo masivo de empresas británicas a Holanda y una feroz competencia entre Irlanda, Francia y Alemania para atraer a las compañías inglesas; se desploma la confianza empresarial alemana por el futuro de la economía; la confrontación de Trumpp contra todo el mundo están convulsionando las tripas de los mercados y su influencia en España podría ser más dañina si no se cuenta con un gobierno.  En definitiva, la situación no está para juegos florales.

Pedro y Pablo se mantienen en sus tercas trece. Numancia es el símbolo de la política española. Con lo que cabe la hipótesis de que el fantasma de la convocatoria de elecciones se haga realidad. Así que puede pasar cualquier cosa. Incluso que las derechas de diverso y común pelaje ganen las elecciones. «¡Ay de mi Alhama!», cantarán Anás y Caifás- Ahora bien --¡oído cocina!--  los hipotéticos ganadores ya no son los mismos que perdieron las anteriores elecciones: Casado no es Rajoy, Rivera se ha ido despeñando vertiginosamente hacia posiciones ultras y Vox volverá, al margen de los resultados que obtenga, a acumular más poder y presencia. En resumidas cuentas, no se volverá a los tiempos del hombre de Pontevedra. Estimo que esta consideración no está en la cabeza de los consejeros áulicos de Pedro y Pablo. A saber, la posibilidad de que este desencuentro en las izquierdas acabe con un gobierno apostólicamente ultra. Por lo que pregunto: ¿de qué nos sirve que, después de las elecciones, se tiren los platos a la cabeza los unos a los otros pidiendo explicaciones? Conclusión: cornudos y apaleados y encima pagando la bebida.

Oiga, ¿ha leído usted el artículo de Lluis Rabell en su blog de culto? Se titula El coraje de ceder. Se distribuye en el siguiente kiosko: https://lluisrabell.com/2019/08/25/el-coraje-de-ceder/?fbclid=IwAR17D7uiTBWWaS4tIxM_5vhzKCgzNEJMUTtZ_gjJyo2gVocZXLUKumN-h-Y

lunes, 26 de agosto de 2019

La superioridad de cagar en cuclillas





Esta es una amistosa sugerencia a los restriñidos. Aclaro, sólo a los de cuerpo, pues los del alma no entran en esta jurisdicción. Más todavía, tampoco hago referencia a los que políticamente evacuan dificultosamente. Definitivamente, estamos hablando de los que sudan la gota gorda para hacer de cuerpo. Pero antes séame permitida una ligera digresión.

La historia del retrete explica que han coexistido –al menos desde los tiempos de los Tarquinios de la vieja Roma--  dos formas de defecar. Una es la históricamente aristocrática, modelo Roca; la otra, no menos legendaria, es la demótica o popular, cagar en cuclillas. La primera fue ganando terreno a la segunda, a la que dejó recluida en los cuarteles y en las estaciones de la Renfe. Siempre se dijo, no obstante, que la eficacia de la segunda era superior a la primera, que ganó la batalla por razones estéticas y por la mimesis de los de abajo en relación a las costumbres de los de arriba. Con lo que las diversas clases sociales  (los gordos, los medianos, los medianicos y los jambríos) fueron adoptando lo que, con el tiempo, fue llamada «la taza». Todo ello, como indicaré más adelante, en detrimento de la eficacia intestinal.

Llevaba yo una semana sin hacer de cuerpo, debido, según parece, a los efectos del eficaz recauchutado de tripas que me hicieron en mi reciente operación. Probé, por indicación facultativa, unos polvos “plantabén” que debía tomar al menos dos o tres veces al día. Nada, huelga de peristalsis. Las tripas ya no tenían memoria histórica. Ni siquiera el remedio improvisado de ver una tertulia televisiva resultaba productivo. 






Aquí entra en escena Domènec Benet, afamado librero de la vecina Calella, que me recomendó un sistema ergonómico para que las tripas cumplieran con su función y no escatimasen esfuerzos. Seguí al pie de la letra sus instrucciones: poner un cajoncito al lado de la taza, sentarse en ésta y los pies encima del cajoncillo. Si bien te fijas es un sucedáneo de la arcana forma demótica. Oiga, mano de santo. Salí definitivamente aliviado y, agradecido, me dije que no podía guardarme el secreto.

Digámoslo con claridad: cagar en cuclillas tiene una enorme ventaja porque pone las tripas en su perfecta ubicación. Bien lo sabía mi viejo y querido amigo Carlos Elvira, que estuvo veintitantos años preso en Burgos por ejercer de comunista hasta el colodrillo. Una vez me explicó que lo primero que hizo al salir del penal a las diez de la noche fue cagar en medio del campo a la luz de la Luna, bajo el cielo estrellado. Naturalmente, en cuclillas.   


domingo, 25 de agosto de 2019

Quim Torra insulta a La Nueve




Algunos de mis amigos opinan que Quim Torra es un intelectual de fuste. Dios les conserve la vista. Ese Torra es un chiquilicuatro del pensamiento, expresión de la decadencia moral en que ha caído una parte significativa de la sociedad catalana. Aclaro: no soy de los que consideran que un intelectual debe ser naturaliter de izquierdas. Pongo como ejemplo a Louis--Ferdinand  Célline, un personaje tan moralmente miserable como potente intelectual.

Torra es solamente un miserable. Lo ha demostrado precisamente cuando se celebra en París la entrada de los tanques de La Nueve –Gernika, Guadalajara, España Cañí…--, que fueron los primeros en liberar la ciudad. Conviene recordar que la presencia de miles de españoles fue constante en todas las batallas de la Segunda Guerra Mundial. Estuvieron presentes contra el Afrika Corps, en las arenas de Túnez  y en la liberación de Bizerta.

Francia, después de setenta y cinco años de silencio, ha reconocido la  participación de los españoles. Y en París se están celebrando toda una serie de conmemoraciones. El gobierno español lanzó ayer una nota homenajeando a La Nueve. A continuación el miserable Torra responde –vía tuiter--que la «única aportación de España a la Segunda Guerra Mundial fue la División Azul». Es la barraquera del derrotado. 

La temeraria afirmación de ese tipejo va en la siguiente dirección: a) el negacionismo de la participación de los demócratas españoles en la lucha contra el nazismo; b) la equiparación de “España” con el franquismo, que envió la División Azul; c) el gravísimo insulto del presidente de la Generalitat a la lucha democrática de miles de españoles en los campos de Francia y África.  


sábado, 24 de agosto de 2019

El desplante del rey emérito




Nuevamente los alifafes del rey emérito le han llevado al «taller». A un taller privado. No es noticia porque la tradicional predilección del primer Juan Carlos siempre fue por la sanidad privada. Craso error este repetido desplante al sistema público de salud español que, desde hace tiempo, está a la vanguardia del europeo.

No me vale la hipotética excusa de que estamos ante un asunto privado. No lo fue nunca ni ahora tampoco. El primer Juan Carlos siempre se ganó la vida a partir de un sueldo, cuyo origen es público.  Ni siquiera estar ahora en la segunda división le quita carácter público a él y sus circunstancias. Optar por la medicina privada es, pues, un agravio a lo público.

Durante estos dos últimos meses he tenido que visitar como paciente los hospitales de Calella, Can Ruti, Mataró y Blanes. Doy fe de la capacitación científica de todos los profesionales en sus diversas categorías, de su militante actividad humanista en el trato con los pacientes. Por lo que el feo gesto del rey emérito puede interpretarse como que la sanidad privada está en mejores condiciones que la pública. Ideología de baratillo que –queriendo o sin querer--  parece publicitar el primer Juan Carlos.

Caballero, reconózcame que quienes han afirmado que usted siempre tuvo vista han exagerado. Corrija el tiro la próxima vez. Nuestro sistema público de salud no merece esos desplantes.

viernes, 23 de agosto de 2019

Pablo Iglesias, comadrón y sepulturero




Pablo Iglesias podría haber arruinado las escasas posibilidades de formar un gobierno de izquierdas en España. Por segunda vez. Precisamente cuando el Partido Popular ha perdido el miedo, al menos aparentemente, a una nueva convocatoria electoral.

Iglesias ha publicado un tuiter donde fusiona los nombres de Carmen Calvo y Matteo Salvini creando el personaje de Calvini. A este joven malcriado habría que preguntarle cómo es que solicita formar parte de un gobierno donde uno de los personajes claves será Calvo, esto es, Calvini. Iglesias ha reeditado aquella formulación que un imprudente Felipe González hizo en tiempos antiguos: «Izquierda Unida y el PP la misma mierda és». Con una diferencia: en aquella época pensar en un gobierno  plural de izquierdas era tan imposible como resolver la conjetura de los números primos gemelos, todavía pendiente de demostración, aunque estamos en ello.  

Hablemos con claridad: ¿cree Iglesias que Calvo y Salvini son equiparables? Si lo cree, la conclusión es que es una irresponsbilidad mendigar la entrada en el gobierno de Calvini. Si no lo cree, ¿a santo de qué lanza tan descabellada formulación? Las hipótesis son diversas: a) tiene miedo a arremangarse y meterse en harina, b) no quiere realmente el acuerdo por el que aparentemente suspira, c) su capacidad para hacer política se ha exagerado infinitamente. O ¿quién sabe?  la idolatría que le profesan sus devotos le lleva a pensar que habla en nombre de un Espíritu Santo todavía no identificado.

En resumidas cuentas, este Iglesias que fue comadrón de Podemos puede acabar siendo su sepulturero. Torres más altas han caído. 

jueves, 22 de agosto de 2019

Jordi Sánchez acribilla a Oriol Junqueras: la división llega a la cárcel




La división del independentismo ha llegado al último reducto de su unidad, la cárcel.  Los dirigentes políticos presos mantuvieron la compostura unitaria, al menos aparentemente. Pero el independentismo tiene tanta tozudez bronquista que, cuando no sabe de qué manera reaccionar contra el enemigo español se enzarza entre ellos mismos. En eso enlaza con aquella constante de la historia florentina de la época comunal: cuando una fracción eliminaba a su rival, la bronca –frecuentemente armada--  estaba asegurada en esa misma fracción. Gúelfos negros que derrotaban a los güelfos blancos acababan en luchas sangrientas entre los negros. Aquí, la sangre no llega al río, menos mal.

De hecho, tras la división en las cárceles ya no queda espacio donde el independentismo mantenga su unidad. Es el reino de la zahúrda. Es lo que ocurre cuando uno se empeña en no salir del callejón sin salida, que los franceses llaman cul de sac. La división es el resultado de la falta de un líder—sastre que cosa los diversos retales. Antes al contrario, el independentismo se significa porque sus líderes principales son más alborotadores que otra cosa.

Sí, la división ha entrado en la cárcel. Jordi Sánchez, comodín de diversas salsas políticas catalanas que han ido vagando de fracaso en fracaso, ha acusado a Oriol Junqueras, «su urgencia por ir a nuevas elecciones». Sánchez, por otra parte, nos ha dejado unas declaraciones un tanto chocantes: «Si no hay unidad es por incompetencia de sus dirigentes». Alto ahí, me digo: si no hay unidad es porque los objetivos son imposibles y, fracasado el camino, cada cual organizada su desbandada. Lo que no quita, naturalmente que, así las cosas, los dirigentes sean unos incompetentes, incluido si se concede su propia absolución, el mismísimo Jordi Sánchez.

Duras palabras las de este Sánchez: está acusando al líder de Esquerra de incompetente y no querer la unidad, ya que la falta de ella parece convenir a Junqueras, afirma Sánchez, güelfo blanco contra Junqueras, güelfo negro. En conclusión, el independentismo está, ahora mismo, algo peor que derrotado, está dividido.

miércoles, 21 de agosto de 2019

Las mentiras del atentado de Barcelona al descubierto



Vivir en el engaño es la pasión del siglo XXI. Lo que, además, comportar toda una industria post fordista que organiza el engaño. El hombre de Waterloo y su Enviado en Cataluña, Q. Torra,  han utilizado las enseñanzas que nos llegan de allende los mares. Durante semanas han organizado a una serie de escribidores de tres al cuarto para que propalaran algo así como una pretendida relación entre los yihadistas que organizaron el atentado del año pasado en Barcelona y Cambrils, aquel terrible 17 de Agosto, y el Gobierno español.

Tres formidables periodistas de La Vanguardia, Carlota Guindal, Manel Pérez y Maika Navarro, en una serie de trabajos, han demostrado la falsedad de esa industria. Lo han demostrado con pelos y señales, microscópicamente. A su vez, Antoni Puigverd, en su columna de hoy, en el mismo rotativo barcelonés remacha el clavo en su artículo La frivolidad.

Dice Puigverd: «Es miserable usar una tragedia como la del 17 A para fabricar munición política. Es patético tener como único objetivo el desprestigio de España, dado que el objetivo propio –la independencia unilateral--   empantanó en un callejón sin salida. Pero más miserable y patético es propagar que España busca la muerte de los catalanes. Muchos independentistas siguen creyéndolo. Vivir en el engaño es la pasión del siglo XXI».  Entre esas personas está –digo yo--  la pintoresca ex alcaldesa de Badalona, de cuyo nombre no es necesario acordarse, que en la ceremonia de este año de homenaje a las víctimas lucía un cartel: «Comisión de investigación».

Goebbels tuvo familia numerosa. 

P/s. Antoni Puigverd en la foto de arriba.

martes, 20 de agosto de 2019

Independentistas haciendo ejercicios espirituales



El independentismo post convergente se irá dentro de unos días de ejercicios espirituales. El sector laico –Campuzano y la Pascal--  se recluirán en el monasterio de Poblet; el sector iluminado –esto es, los seguidores del hombre de Waterloo--  se encerrarán en un sitio, todavía por determinar. Primera conclusión provisional: cada uno en su casa y Dios en la de todos. Tengo para mí que ambos encuentros se han acelerado tras la propuesta que ha lanzado Esquerra Republicana de Catalunya de una convocatoria anticipada de elecciones autonómicas. En todo caso, ¡oído cocina!: la disputa por el reparto de la túnica sagrada no parece que siga la vieja tónica: de un lado, los post convergentes; de otro lado, la vieja Esquerra Republicana. Ahora, la familia numerosa post convergente se encuentra, como hemos dicho, dividida entre el sector laico y el iluminado. De estos últimos poco se puede esperar: el Reino de Puigdemont no es de este mundo.

Del sector laico podría esperarse algo. El problema que aparece es si tendrá la lucidez para conformar un proyecto y, simultáneamente, el coraje para llevarlo a cabo contra viento y marea. Lo uno sin lo otro es papel mojado. Pero ese algo inconcreto (y, a la vez, insuficiente) no estará a la altura de corregir la ausencia de gobernabilidad de la Generalitat, mientras la incompetencia del enviado de Waterloo en Catalunya siente sus reales en el Palau de Sant Jordi. La permanencia de ese caballerete en el cargo sólo sirve para abultar su pecunio y mantener la parusía en la llegada de Jesucristo a Cataluña.

En todo caso el error de todas las fracciones independentistas está en que la convocatoria de nuevas elecciones no la entienden como una salida para ocuparse de los problemas de la gente de carne y hueso, sino como una reacción contra la sentencia del Tribunal Supremo, que está por llegar.  Un problema del que tendría que ocuparse el Cristo del Paño, famoso milagrero de Moclín con su cruz a cuestas, que según mi madre adoptiva era el único Hijo de Dios verdadero; el resto, según ella, es paganismo puro y duro. Lo que indica algo sorprendente: mi madre era beata, sí, pero heterodoxa. 





lunes, 19 de agosto de 2019

La vía etílica de la regeneración política



A más golfería se tiene más posibilidades de llegar a ser una autoridad en el Partido Popular. Esta ley empieza a tener cierta consistencia tras la designación del Magistrado  Enrique López como Consejero de Justicia, Interior y Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de Madrid. Todo un ministro trinitario.

Lo de menos de este caballero es su ideología ultramontana. Lo fundamental es que es un golfo convicto y confeso. En 2014 fue imputado por saltarse un semáforo en rojo por el Paseo de la Castellana; este López conducía su moto, iba sin caso y con el cerebro en poder de las uvas, cuadriplicando la tasa de alcoholemia. Whisky a discreción, y de no de baratillo. Pelillos a la mar. Sólo se castiga a quienes son unos mandanguillas y beben de garrafón. López, insigne y distinguido borracho, ha conquistado los cielos de Madrid.

Me imagino a sir Winston Churchill, borracho sólo en la intimidad, alarmado porque los conservadores madrileños han cuadriculado el círculo: a más golfo se es más  potencialmente candidato a dirigir Interior y Justicia. Y, tal vez, sorprendido porque Ciudadanos intenta reformar la calidad de los aspirantes a altos cargos: hay que pasar del consumo del rudo güisqui hispano a las grandes marcas escocesas.  El Dyc, según los de Rivera, es una ordinariez; las borracheras han de ser, como mínimo, de Macallan.  Es la vía etílica de la regeneración de la política. A los abstemios sólo les queda la Orden Franciscana. 




domingo, 18 de agosto de 2019

Crisis de fe: religión y ciencia




Mi madre adoptiva era de misa diaria. Por lo que formaba parte del beaterío local, no así del beaterio (obsérvese el acento), que por decirlo en palabras de hoy era el grupo dirigente. Los sindicalistas me entenderán: el beaterío era el movimiento, mientras que el beaterio era la organización.

Mis primeras crisis de fe –o, mejor dicho, mis primeras perplejidades— vinieron de la  mano de mi madre adoptiva. En la cocina de casa había dos grandes retratos: uno, del Cristo del Paño, que se venera en Moclín, pueblo serrano granadino; el otro, de la Virgen del Perpetuo Socorro. Mi madre afirmaba repetidamente que ese cristo y esa virgencica eran muy milagrosos. La verdad, aquello me molestaba: no entendía por qué tanta coba a los forasteros, teniendo nosotros al Señor de la Salud y a la Virgen Greñúa con sede en el Realejo. Al final, harto de tanto pelotilleo, decidí plantar cara y pedir explicaciones. «¿Se puede saber qué se nos ha perdido a nosotros en Moclín, si somos de la Vega? ¿Y por qué tenemos a esa virgen que tiene cara de una muerta de hambre? Viva el Señor de la Salud, muera el Cristo del Paño. Viva la Greñúa, muera esa tía que parece una india comanche».

Mi exaltación crecía, por lo que no pude percatarme que mi madre, horrorizada, agarraba la escoba y se disponía a ponerme el culo hecho mijillas. Como así fue. No me dolieron los palos, sino que no hubo explicación de ningún tipo. En casa siguió el imperio de los forasteros, y como no recibí ayuda ni de la Greñúa ni del Señor de la Salud decidí poner mis convicciones en la ciencia, concretamente en el doctor Faustino (inventor de las pastillas koki, de mentol penicilina), que era de nuestro pueblo, y en el ciclista José Pérez Garzón, también santaferino.  



sábado, 17 de agosto de 2019

Jódete, España




El independentismo catalán es un conjunto de retales incapaces de construir un traje. Algunos de ellos son la mar de pintorescos.  Esquerra Republicana de Catalunya, que tiene fama de moderada, realista y pactista, no se escapa de contar con gente variopinta que, fracasados sus objetivos, sólo les queda el recurso al chascarrillo. Pongamos que hablo de la Consejera de Agricultura, que recuerda con sus consejos alimenticios a aquella Celia Villalobos, ministra de Sanidad.

Pues bien esta señora aprovecha sus derrotas para publicitar una marca de cerveza artesanal, cuyo nombre es Fuck Spain. O sea, Jódete España. Y lo hace desde su condición de miembro del Gobierno de la Generalitat, que preside otro personal no menos pintoresco. La pregunta parece obligada: ¿acaso el  independentismo espera una acumulación de fuerzas con la ingesta de dicho brebaje?, ¿ERC juega a poli bueno – poli malo o es que más que un partido es, también, una partida?

Esta dama, digámoslo sin tartamudez, es bastante chorra. Y quien se lo permite está en ayunas de sensatez. En concreto, el independentismo ha pasado de ser un cleptómano a destajo a un jardín de infancia para pijos. Y pijas.

viernes, 16 de agosto de 2019

Derecha e izquierda en el siglo XXI




Siempre es arriesgado recomendar libros. Lo sé por experiencia. Pero mi carácter entrometido no me deja soslayar dicho riesgo. Es más, no pienso escarmentar. Por ejemplo, hoy les sugeriré un libro que me está provocando muchos interrogantes.

Me lo regaló mi amigo, Javier Tébar, casi en puertas de mi reciente operación.  Tras varias semanas de inapetencia lectora –los daños colaterales de que le quiten a uno un tumor en el recto-- el miércoles pasado empecé a leer el libro. No he podido dejarlo.

Disculpen el suspense: se trata de El tiempo pervertido. Derecha e izquierda en el siglo XXI (Akal, 20l8). Su autor es Esteban Hernández, periodista de El Confidencial. Pues bien, al decir de Josep Ramoneda, que nunca fue pródigo en sus elogios, «Esteban Hernández hurga en el subsuelo donde está el poder y encallan las ideologías». A mi juicio lo más notable del libro es su capacidad de sugerirnos preguntas, enfoques y pistas. Lo que viene facilitado por un lenguaje claro y una redacción sobria. Sin hojarasca. Que algunas de sus afirmaciones sean discutibles no quita importancia al texto.

Los políticos con titulación de dioses menores  no necesitan leer este libro, ni prácticamente ninguno. Disponen todos ellos, aunque en desigual medida, de garrafas de ciencia infusa, almacenadas en la Universidad Juan Carlos Primero. Sin embargo, los sindicalistas, en mi interesada opinión, deberían leer despaciosamente este libro, con papel y lápiz al lado. Nunca en diagonal, que es un vicio de pijo hortera. Desconfía del sindicalista que diga que ha leído tal o cual cosa en diagonal.

Más todavía, soy del parecer que dicho libro debería formar parte de las bibliotequillas sindicales para poder pasar de mano en mano.   

jueves, 15 de agosto de 2019

Barcelona, crisis de seguridad y de civismo





El Teniente de Alcalde de Barcelona, Albert Batlle, es un hombre serio y formal. El edil se ha dejado de mandangas y ha manifestado con claridad meridiana que «Barcelona tiene una crisis de seguridad». Por lo general los políticos no acostumbran a hablar de manera tan clara y concisa. Por lo que si el diagnóstico no es preciso es muy difícil dar con su tratamiento adecuado.

Barcelona hace tiempo que tiene un problema de seguridad, que ahora se ha aireado en el mundo entero. Y sin embargo, durante la campaña  de las elecciones municipales pasadas, tan serio problema no concitó la atención debida. En algunos importantes candidatos pesó más que la ciudad fuera la linterna del independentismo. Oh paradoja: Barcelona siempre fue una ciudad cosmopolita, algunos de sus candidatos municipales querían convertirla en un vulgar campanario.

El diagnóstico claro y sin pelos en la lengua nos autoriza a pensar que Albert Batlle está en condiciones de darle un giro positivo a la situación. Ahora bien, hay algo que falta por decir: en Barcelona hay una crisis de civismo. Y esto pone las cosas más difíciles a las autoridades municipales. En resumidas cuentas, si no hay una aproximación al círculo virtuoso entre autoridades y ciudadanía la ciudad continuará siendo una zahúrda.  

miércoles, 14 de agosto de 2019

De la virginidad de los movimientos a la aparente impureza de la política




Suscribo el artículo de Jordi Borja y Quim Sempere,  dos personalidades de la izquierda, que tuvieron altas responsabilidades en el mejor PSUC, que publicamos ayer, Votar sí a la investidura quedando fuera del Gobierno  (1). Es la lucidez de quienes tienen a sus espaldas un importante acervo de experiencias, de luchas democráticas.

… Y sin embargo hubiera sido importante que se iniciara el camino –todavía inédito en la España de nuestros días--  de un Gobierno de las izquierdas. No es posible, por lo que se ve. Así pues, no parece que haya otra salida que la propuesta por Borja y Sempere. Más todavía, hubiera sido importante que Unidas Podemos se hubiera desvirgado asumiendo responsabilidades de Gobierno. De esta manera empezaría a ser plenamente un partido y no un movimiento de diversos retales. Es decir, entrando de lleno en la aparente impureza de la política dejando atrás la pretendida virginidad de los movimientos. Unidas Podemos, además, es muy difícil –creo-- que se consolide si no pasa por una fase de estar en el gobierno de la Nación.

Por lo demás, cabe esperar que el grupo dirigente de Unidas Podemos deje la politología y haga política. Es decir, que dejen de escribir recetas de cocina y pasen a los fogones.


martes, 13 de agosto de 2019

Votar sí a la investidura quedando fuera del Gobierno





Escriben Jordi Borja / Joaquim Sempere

El desenlace de la sesión de investidura del 25 de julio de 2019 puede intentar explicarse de varias maneras. Una de ellas es la desconfianza manifiesta entre PSOE y Unidas Podemos. Durante un primer período Podemos necesitó una autoafirmación frente al PSOE porque buscaba el apoyo de una base social en gran parte coincidente con la del partido socialista. Soñó, además, con un sorpasso  inverosímil como afirmación, frente a Izquierda Unida, de la voluntad de llegar a ser un auténtico partido de gobierno y no simple "muleta" del "partido grande de la izquierda". Esto pareció justificado por la radicalización de la base electoral de las izquierdas tras la crisis de 2007 y los recortes. Pero la radicalización no iba tan lejos como para hacer posible un cambio de opción electoral a corto plazo. El resultado fueron unos años de radicalización verbal y de gesticulaciones, a veces muy duras, contra el PSOE que no habían de favorecer precisamente la confianza. 

Esto sumado a actuaciones más o menos erráticas llevaron a Podemos a un retroceso electoral que empuja a esta formación hacia un discurso más realista y a una maduración que, no obstante, avanza con tropiezos. A su vez, el PSOE experimentó una catarsis interna. Las primarias dieron a Pedro Sánchez una victoria que pareció una derrota de la vieja guardia –muy vinculada al establishment español y europeo— y de los sectores jóvenes (Susana Díaz) asociados a la vieja guardia. Aquella victoria pareció un giro a la izquierda que iba a liquidar las hipotecas que hacían inviable una alianza con Podemos e IU, única posibilidad de hacer políticas de izquierdas (con todas las limitaciones que impone el contexto español, europeo y mundial).





Durante estos últimos meses ha sido posible imaginar que España podía representar la tercera tentativa, en la Europa del Sur, de hacer políticas anti austeritarias contra la troika comunitaria, después de Grecia (aplastada) y Portugal (de momento moderadamente exitosa). Pero estos últimos tiempos dibujan un panorama distinto. El PSOE de Pedro Sánchez exhibe una actitud tenaz de evitar a cualquier precio la alianza con Unidas Podemos, incluidos los gestos (suicidas, además de inútiles) hacia Ciudadanos y el Partido Popular. Aún es pronto para saber qué hay realmente tras esos gestos, pero todo parece indicar que el PSOE quiere mantenerse al margen de todo proyecto que implique una inflexión hacia la izquierda. (No se puede ignorar que el procés catalán ha tenido y tendrá un papel importante en este asunto: será un obstáculo añadido, y de envergadura, frente a ese posible viraje.)

Esta actitud del PSOE es una catástrofe para la clases populares españolas, privadas así de proyecto propio y condenadas a vegetar en un entorno conformista y reaccionario. La responsabilidad del PSOE es evidente, y tal vez algún día se reflejará en una base militante que saludó con satisfacción la aparente derrota de la vieja guardia. Pero UP también tiene alguna responsabilidad al no haber rectificado a tiempo para generar el clima de colaboración y respeto mutuo que podía facilitar el acuerdo. 

Cuando Mitterrand impulsó la Union de la Gauche en 1981 dio a los comunistas cuatro ministerios, entre ellos el de Administraciones Públicas. Es un precedente que vale la pena considerar, teniendo en cuenta que, tanto en la época de Mitterrand como ahora, las únicas políticas viables de las izquierdas no podían ni pueden ser otras que políticas socialdemócratas reformistas dentro de los marcos del sistema de poder existente. Hoy no hace falta desbordar estos marcos para rectificar algunos de sus efectos más antisociales, pero hace falta valentía. No querer rectificar las políticas austeritarias aún dominantes en la UE equivale a alinearse con los sectores más inmovilistas del gran capital, los que han jugado a fondo a favor de la financiarización y del ataque a las conquistas sociales heredadas del pasado. En un momento, además, en que se habla cada vez más de transición energética a las renovables y de Green New Deal como respuesta in extremis a una crisis climática grave, dinamitar la única opción política que puede abordar seriamente este problema indica hasta qué punto el PSOE es víctima de su propia falta de independencia y valentía. Y priva a la UE de la necesaria iniciativa innovadora que tanta falta le hace. No se olvide que en 2018 y 2019 en Finlandia, Suecia y Dinamarca han ganado las elecciones los partidos socialdemócratas, que van a gobernar, en coalición o en solitario, tras un viraje a la izquierda de sus electorados. Es importante también mirar fronteras afuera y comprender los retos y las oportunidades del momento.

Ante todo esto, y ante la cerrazón del PSOE, creemos que la opción más razonable de UP es votar afirmativamente en la próxima sesión de investidura. Somos conscientes que no es lo mismo el bloque de una derecha que integra la extrema derecha que el PSOE, aunque éste tiende más al centro que a la izquierda. Sería interesante un pacto de gobierno desde fuera, una fórmula "a la portuguesa". UP no debe ni asumir humillaciones del PSOE ni romper lazos mínimos democráticos. Esta salida sería el mal menor: evitaría el posible ascenso de la derecha en unas hipotéticas nuevas elecciones. El PSOE no podría negarse a aceptar esta opción, que sólo depende de UP. 

UP podría, desde la oposición, apoyar y tratar de mejorar las medidas avanzadas contenidas en el programa de gobierno. Sería la posibilidad más favorable a los intereses populares en las condiciones actuales. Permitiría a UP poner al PSOE más claramente ante sus responsabilidades y tener las manos más libres para movilizar a la ciudadanía en caso necesario. 




lunes, 12 de agosto de 2019

Tarjeta roja al ministro Ábalos



José Luis Ábalos no da puntada sin hilo. Es un destacadísimo  dirigente socialista que, por lo general, va al grano. En una misma entrevista (La Vanguardia de ayer) ha dejado caer dos inconveniencias que no parecen ser un pronto, fruto de estos calores caniculares. Ábalos habla a queriendas y sabiendas de dos asuntos de gran importancia: a) sobre la investidura de Sánchez en septiembre; y b) del terrible problema de los náufragos rescatados por el Open Arms en el Mediterráneo. Intentaré demostrar que Ábalos merece un coscorrón superlativo en el primero y una tarjeta roja con una reprimenda política en el segundo caso.

Primero.--  El número dos del PSOE nos dice que confía en que la investidura del presidente pueda resolverse en el «último minuto». Lo grave es que no explica qué debe hacerse mientras tanto. Las cosas que se dejan para el último minuto acaban saliendo o rematadamente mal o son auténticas chapuzas. Comoquiera que nos imaginamos que eso lo sabe Ábalos podemos intuir que tal pachorra es intencionada. Lo que sugiere, al menos en pura lógica, que las intenciones  de negociar por parte de Sánchez son discutibles. O, dicho con precaución, no son suficientemente convincentes. Queda, por otra parte, la hipótesis de que el grupo dirigente del PSOE y el mismísimo Sánchez no sepan cómo salir de esta situación. Porque el problema no es sólo la investidura (que es lo inmediato) sino quiénes aseguran la estabilidad de la legislatura.

Segundo.--  Ábalos ha mostrado desdén a los responsables del Open Arms. Me indigno con el ministro. Les ha llamado «salvadores de la humanidad». Y ha remachado: «que nunca han tenido que tomar una decisión». ¿He oido bien, ministro? Tu quoque?

¿Salvadores de la humanidad? Simplemente salvadores de náufragos. Los de Open Arms han tomado una decisión trascendental: abandonar una vida cómoda y regalada por la dureza de lo que están haciendo.

Ábalos, posiblemente sin querer, ha contribuido a que la solidaridad se esté convirtiendo en una palabra proscrita. Más todavía, que la solidaridad esté pasando de un sentido positivo a un delito, que es la raya que ha cruzado Matteo Salvini.  De manera que la cancelación del principio de solidaridad, como guía de la acción pública y privada,  se presenta como un acto arbitrario y de amputación indebida del orden jurídico (Stefano Rodotà, en Solidarietà.  Editori Laterza, 2014).

Aclaremos las cosas: no pongo a la misma altura a Ábalos con Matteo Salvini. Si lo pensara lo diría sin pelos en la lengua. Sólo quiero decir que así empezó Salvini.  Así pues, mientras Salvini se exhibe impúdica y reiteramente, Ábalos es solamente una peristalsia veraniega y pasajera.   

sábado, 10 de agosto de 2019

¡Qué vista!


«Se cuenta que en Sicilia había un isleño de una mirada tan aguda que, cuando dirigía la vista desde Lilibeo a Cartago, no se le escapaba nada. Dicen que indicaba el número de barcos que llegaban a Cartago. Nunca se equivocaba».

Lo explica nuestro viejo amigo Claudio Eliano (170 – 235) en sus reputadas Historias curiosas (Libro XI, 13), editada por El Club Diógenes (2015).

Por supuesto, no es obligatorio creerlo. Sin embargo, sabemos que la obligatoriedad de creer curiosidades más chocantes que esta ha sido motivo de que se hayan cortado millones de cogotes. Y la cosa continúa. Así es que yo finjo creer en la buena vista del isleño por simpatía a Claudio Eliano.


jueves, 8 de agosto de 2019

Santa Rita intercediendo entre Pedro y Pablo




Vuelta de tuerca por parte de Pedro Sánchez. Ayer exhibió en Palma de Mallorca su desconfianza hacia Pablo Iglesias.  Es un gesto sobrero porque es cosa tan sabida como que los ángulos internos de un triángulo suman 180 grados. Tamaña desconfianza es conocida por las nuevas versiones de los suevos, vándalos y alanos. De ahí que la redundancia de  Sánchez no aporta novedad alguna. Eso sí, añade más grados de calor en estos días de cabañuelas. Porque la piel de Iglesias es extremadamente fina, a pesar de ser de Vallecas. Iglesias sólo admite piropos: lo contrario lo entiende como una interferencia en el proceso de su beatificación. 

Reflexionemos: ¿tiene utilidad que Sánchez afirme que no se fía de Pablo Iglesias el Joven? La misma que se desprende de que Pablo repita que desconfía de Pedro. O sea, ninguna. Ninguna utilidad política. En cambio, dicho por Sánchez, que está en puertas de otro intento de investidura,  parece poco prudente. Una imprudencia que raya, en mi opinión, en el error. Ahora bien, Sánchez no es conocido por su imprudencia, por lo que –así las cosas— digamos que  las declaraciones  han sido a cosica hecha. Adrede. Por lo que nos maliciamos que, salvo intervención directa y de oficio de Santa Rita, no habrá investidura exitosa. En suma, menos documentos de firmas y más plegarias a Santa Rita, abogada de los imposibles.