jueves, 16 de julio de 2020

El descontrol del virus en Cataluña tiene su explicación


Hasta hace unos meses Quim Torra ha estado creando problemas políticos y de enfrentamiento entre catalanes y de confrontación con España y el Estado español, que son cosas diferentes. Lo sigue haciendo, pero con una novedad: Torra está creando tremendos problemas sanitarios. No él sólo, ciertamente. Está acompañado por la no menos ineficiente consejera de Salud, Laura Vergés, del lote de la panera que le corresponde a Esquerra Republicana de Catalunya*. La prensa catalana se hace eco del rebrote del virus, y de sus vertiginosas consecuencias, en Lleida y en el área metropolitana de Barcelona. Situación inquietante, que no oculta la alcaldesa Colau, que en todo caso intenta no alarmar gratuitamente a la población.

Esta situación inquietante es consecuencias de: a) la incompetencia del gobierno catalán; b) las luchas inter departamentales de los post post post convergentes y ERC; c) la caída del 24 por ciento  de la inversión en la atención primaria en Cataluña durante los últimos diez años, es decir, bajo los gobiernos de Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra. Por lo que podemos decir  que la peor crisis sanitaria está pasando con el gobierno catalán más inepto, la administración más convulsa y las infraestructuras más débiles. Situación inquietante que solo se intenta abordar con parches sor Virginia propagandísticos: si fuéramos independientes no habría tantos muertos. Es la temeraria desfachatez de los ignorantes; es la altivez del supremacista de mercadillo.

El gobierno catalán ha tenido tiempo de prepararse para afrontar la posibilidad del rebrote.  No lo hicieron porque preferían dar la batalla política contra Pedro Sánchez, inveterado bonapartista que atentaba contra «nuestras competencias». Y comoquiera que atentaba contra Cataluña se estuvo en contra de que el Ejército ayudara en las tareas de desinfectar las residencias y otros centros públicos. Nosaltres sols. Más vale morir en olor de independencia que vivir en la peste del centralismo. Con todo, bien pronto supimos que el rechazo a la ayuda española –también en estos momentos--  tenía como objetivo tapar las incompetencias catalanas.

Ahora la gestión de la pandemia se complica: a Lleida se le suma la inquietante situación del cinturón barcelonés y nuevamente el problemón de las residencias de ancianos en un contexto de protestas de los profesionales de la Sanidad, que –como siempre--  están dando el callo. Situación –dispensen la insistencia--  inquietante. Hasta el punto que la alcaldesa Colau ha ofrecido cincuenta técnicos municipales al Departamento de Salud de la Generalitat. La respuesta es más inquietante todavía: sí, reconocemos que el seguimiento del virus no está asegurado, pero se rechaza la ayuda porque no funciona bien la infraestructura informática. Se dice que no funciona bien la estructura de rastreo. No. Es que no existe dicha estructura de rastreo. 

A todo esto, la nomenclatura dirigente está en parte demediada: el puesto de secretario general de Salud sigue sin cubrirse debido a las pugnas frailunas entre Torra y Junqueras y, durante este periodo, el cargo de Director general de Salud ha tenido tres titulares: mañana –dicen, ya veremos qué--  se cubrirá esta vacante.  

Consecuencias: El Govern de Cataluña ha traspasado peligrosamente su límite elástico, es decir, la zona donde, una vez superado el umbral de la incompetencia, resulta muy difícil recuperar la estabilidad del sistema. Son palabras del ingeniero –y, sin embargo, amigo-- Manuel Gómez Acosta.


Ni siquiera Federico Fellini sería capaz de imaginar una situación con tantos inútiles. Y eso con ser el Federico más grande que ha dado Italia. 

P/S.---  Voces amigas me informan que la consejera Vergés se llama Alba, no Laura como hemos dicho erróneamente aquí. Mea culpa. 


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