Situación
crítica en Lleida: colapso general en los Centros de Atención Primaria (CAP)
con largas colas de pacientes (1); y brotes en Hospitalet de coronavirus. Poca
broma. La gravedad de Lleida es tal que las autoridades locales –en primer
lugar, el Consell comarcal en manos de los post post post convergentes— han pedido
ayuda al Gobierno central: cosas veredes.
Y
sin embargo, ahora –cuando la Generalitat de Catalunya tiene en su mano todas
las competencias y también sus propias incompetencias-- el govern
Torra es, además, caja de resonancia de la trifulca inter independentista a
propósito de la pandemia. Es decir, se ha producido lo último que cabría
esperar de un gobierno en momentos tan críticos como los de la actual crisis:
el gobierno dividido y confrontado. De un lado, por el tratamiento a dar a la
gravedad de la situación actual en Lleida con posiciones enfrentadas entre el
Departament de Salut y el mismo Torra y, de otro lado, porque ninguno de los
dos intervino a tiempo en la mentada crisis. Aunque bien mirado –si a Bogart y a Bergman siempre
les quedaría París-- los independentistas siempre tendrán Madrid como última
excusa del ejercicio de sus incompetencias: su propia cançó de l´enfadós.
Y
lo que más cuesta creer: después de dos meses el puesto de Secretario de Salud
pública --es decir, el número dos del Departamento-- sigue sin cubrirse. El
último responsable, el doctor Joan Guix, dimitió
por radical disconformidad con Torra.
No
hay manera de que el diligente Torra
se ponga de acuerdo, desde hace dos meses, con los de Junqueras para cubrir la vacante. Es, según
ironiza un amigo, como si en plena guerra el cargo de Jefe del Alto Estado
Mayor no se cubriera por disensiones internas. Vale la pena recordar que esta
nueva situación –Lleida y Hospitalet— se da
con Quim Torra como máxima autoridad de la lucha contra la pandemia. Así
que echarle las culpas al maestro armero son excusas de mal pagador. De
momento, dejamos constancia de la actitud autoritaria de Torra que quiere
imponer su candidato, pero, a su vez, la consellera Vergés –nos parece— tiene una
actitud un tanto pusilánime en este
asunto.
En
todo caso, más allá de las consideraciones
–gravísimas, sin duda— de la
pugna entre los partidos independentistas, cosa que no relativizamos, está otra
cuestión no irrelevante: el govern catalá es un conjunto de retales que no
están en condiciones de conformar un traje; es un plantel de personas
incompetentes que han escalado los puestos sobre la base de la descomposición
de los grupos dirigentes anteriores. Cosa que es grave. Pero que situada en
esta situación es algo extremadamente contraproducente para la condición
concreta de las personas de carne y hueso.
Addenda.---
Tal vez nos venga bien a todos revisitar a Max Weber,
al menos en El político y el científico
en http://www.hacer.org/pdf/WEBER.pdf y Política
y Ciencia.
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