jueves, 30 de noviembre de 2017

Del Dedo de Artur Mas al dedo de Puigdemont

El Dedo de Mas le ungió y en dedo se ha convertido Carles Pugdemont, el hombre twitter. Un dedo que ha conseguido su propio territorio. Es parte de la tradición política: quien designa con el Dedo acaba siendo desbordado. También le ocurrió a Aznar con M punto Rajoy. Pero, a decir verdad, no se puede considerar al hombre twitter como una hechura de su benefactor. Puigdemont es él y sus particulares circunstancias.

Mas es el exponente de la vieja Convergència, también fue designado por el otrora poderoso Dedo del Viejo Patriarca. El hombre que pasó de considerar «el nacionalismo como algo oxidado» al independentismo como refugio confortable de todos los tres por ciento que han sido, son y serán. Carles Puigdemont es el resultado de la alquimia de un Mas atribulado por los fatricelli de la CUP y la media sonrisa de los de Esquerra Republicana que querían su retiro al monasterio. Artur Mas o la rosa de Alejandría: neoliberal de noche e independentista de día. Puigdemont erráticamente atolondrado, que en Cataluña se llamaría un esbojarrat. Con tintes de niño revoltoso de patio de  colegio de pago. Artur Mas o la autosuficiencia de las élites barcelonesas; Puigdemont o la ancestral suspicacia de las lejanas comarcas catalanas frente a can Fanga, que así denominan a Barcelona, poco temerosa de Dios, Nuestro Señor. En suma, la vieja política de Mas y la predicación de Puigdemont que se acerca peligrosamente a una simbiosis de poujadismo y qualunquismo. De dañina memoria.


El procés ha fracasado. Sus motivos no interesan a Puigdemont. Es más, ni siquiera admite que haya fracasado. De ahí que mantenga a machamartillo su metafísica, adobada ahora con otros ingredientes que, tal vez, estaban en su recámara. El dogma ni se transforma, ni se destruye, porque dejaría de serlo. Esta es la esencia de su Vulgata. Y es esto, precisamente esto, lo que le confiere un vínculo de emoción con amplias capas de la sociedad catalana. Las del nosaltres sols. Que aflora cíclicamente en los momentos de crisis superpuestas. Puigdemont es la expresión de ello, de algo que estaba dormido o que estaba de parranda.


miércoles, 29 de noviembre de 2017

Cataluña, un Pacto contra la decadencia

El 22 de diciembre se sabrá a quién le ha tocado el premio gordo de la lotería y a quienes la pedrea. Otros se quedarán como el gallo de Morón. Es el día después de las elecciones autonómicas catalanas. Mientras tanto, cada formación política compra décimos de lotería para que la ley de probabilidades le sea más indulgente. En ese interregno subirá el diapasón de los decibelios de todos los candidatos, el chillerío de los alazones y el toreo de salón de las primeras figuras. Vale, es el peaje obligado. Paciencia: esperar y barajar.

Después de las elecciones tendremos durante un tiempo la consabida subasta post electoral. Los más aventajados cantarán que el patio de su casa es particular, porque cuando llueve no se moja como los demás. Y llegará el momento de intentar formar gobierno. Los socios del nuevo gobierno se cantarán entre ellos aquella vieja copla: «Esto no tiene remedio / por exceso de cariño / siempre estamos discutiendo».

Digamos, pues, que ya hay gobierno. Sea el que sea. No nos atrevemos a pedir que se haga borrón y cuenta nueva, pero sí tenemos la osadía de exigir –de exigir, he dicho--  que se entre en una fase de reconstrucción de todos los innumerables desperfectos que se han producido en Cataluña en los últimos años. Andreu Claret, con punto de vista fundamentado, ha propuesto un Pacto Nacional contra la Decadencia. No es una exageración. De seguir como hasta la presente se puede entrar en un proceso de colapso y decadencia. Y, pasado un cierto tiempo, tendremos que formularnos la pregunta existencialista de «¿cuándo se jodió Cataluña, Zavalita?

Al hilo del acuerdo con Andreu Claret situaría unos pre requisitos: un código deontológico de las relaciones entre los partidos políticos; unas consideraciones sobre el carácter del pacto; y unas cuestiones que, por comodidad, llamaré técnicas.   

A.--  Sería deseable que la controversia política se caracterizara porque tuviera la misma cortesía con que los dirigentes se tratan en privado. Que la legítima (y necesaria) confrontación, incluso áspera, rehuyera los tonos de bronca tabernaria, de esta manera tal vez se irían rebajando los decibelios del paroxismo que existe de una parte de la sociedad catalana contra la otra.

B.--  El pacto que se propone debe estar inmerso inexcusablemente en el terreno de la innovación—reestructuración de los aparatos productivos y de servicios, en el mundo real de la globalización. Con especial tratamiento a la innovación tecnológica en un retroceso crónico (ver la foto).

C.--  El mencionado pacto debería contar con su correspondiente comisión de verificación y seguimiento periódicos.

Hemos dicho que la situación económica de Cataluña empieza a ser inquietante. Y diré más: la cosa puede empeorar. De manera que, tras la formación del nuevo gobierno catalán, sea el que sea, es obligado entrar de lleno en una línea de conducta, de acuerdos. De arremangarse. Los sujetos activos, protagonistas, de lo que se reclama serían los partidos políticos, los sindicatos y las organizaciones empresariales. Quien tenga miedo o prevención estará haciendo dejación de sus responsabilidades y funciones.

Así pues, hasta las elecciones chíllense, llámense el nombre del puerco, péguense en las espinillas todo lo que quieran. Pero, a partir del día 22 de diciembre, entren en cordura. Un avisado sindicalista, Pedro López Provencio, dejó escrito ayer en este mismo medio un importante caudal de temas para esbozar ese acuerdo que se propugna: http://lopezbulla.blogspot.com.es/2017/11/que-votar-el-21-de-diciembre.html.


Finalmente, me pregunto si habrá algún candidato que plantee esto –o algo parecido--  durante la campaña electoral.

martes, 28 de noviembre de 2017

¿Qué votar el 21 de diciembre?

Escribe Pedro López Provencio                        


Tal vez el virus del nacionalismo sea como el del herpes que, tras la curación de las lesiones, puede persistir latente en el organismo y reaparecer de nuevo en otro momento, siempre inoportuno. Y ocasionar nuevos inconvenientes y sinsabores.  Sin embargo, hay que confiar en lo que nos dijo Juan Goytisolo “el hombre no es un árbol, no tiene raíces, tiene pies y camina” y la Humanidad es capaz de encontrar remedios para sus males.

El nacionalismo catalán que venimos padeciendo, y que parece haber acabado en su expresión más extrema, nos ha deparado al final, entre otros, los siguientes eventos:
Una declaración unilateral de independencia (DUI) y una proclamación de la República catalana sin valor jurídico alguno. Puesto que se realizó sin competencia para ello, sin el quórum necesario y en la exposición de motivos del documento que se sometió a la aprobación del Parlament. Esto último con la probable intención de eludir responsabilidades en el Estado del que se simulaba independizarse.
A continuación el President se marcha, sin ni siquiera arriar la bandera del Estado del que supuestamente se separa. Al día siguiente come tranquilamente en un lugar público de Girona y se pasea entre sus convecinos, que lo aclaman como si fuese un héroe. Poco después aparece en Bruselas, junto a otros miembros de su Govern, en busca del amparo de la Unión Europea que los ningunea sin compasión.
No tardan en reconocer que no tienen ninguna de las prometidas “estructuras de Estado republicanas” preparadas para funcionar. Durante más de dos años han estado mintiendo, despilfarrando dinero público y engañando a muchos catalanes. Y, que una buena parte de éstos aceptasen de buen grado el engaño y se manifestasen masivamente, no es en modo alguno una atenuante y mucho menos una eximente.
Contrariamente a lo que afirmaban, varios miles de empresas trasladan su domicilio social y fiscal a otros lugares de España. Disminuye la actividad económica y aumenta el paro. La desigualdad y la pobreza siguen cronificándose en Cataluña. La desconfianza se generaliza hasta el punto que muchos depósitos bancarios se trasladan a agencias sitas en otros lugares de España.
El Rey ejerce las únicas funciones efectivas que ostenta. Fedatario de los Actos de Estado y representante de postín del mismo. Por eso notifica públicamente que no es aceptable la desmembración de España a las bravas y que se adoptarán las medidas legales oportunas. Adviértase la diferencia con el Caudillo que sí ostentaba todo el Poder del Estado.
Se usa el artículo 155 de la Constitución, tal como lo acuerda el Senado y lo interpreta el Gobierno central. Toda la estructura del Govern de la Generalitat lo acepta de facto. Se produce la disolución del Parlament. Se cede el control de la Administración y la dirección de la policía autonómica, Mossos d’Esquadra, al gobierno del PP. Asimismo todos los partidos políticos, incluidos los nacionalistas e independentistas más extremos, declaran que concurrirán a las elecciones autonómicas convocadas por el gobierno del PP al amparo del denostado 155. Eso sí, despotricando a gogó para consuelo de feligreses y victimismos varios.
Algunos miembros del destituido Govern de Catalunya ingresan en prisión provisional. Porque se les acusa de graves delitos y, sospecho, por desdeñar a quien personifica el Poder Judicial. Persistiendo en el aparente desacato y creyéndose por encima de la Ley que no les gusta. Solo se libran quienes aceptan estar sometidos a la Ley y al Derecho en el ejercicio del poder y de la función pública.
Ningún Estado ni organismo internacional reconoce a la “nueva república independiente”. La Unión Europea rechaza de plano la secesión e impide la instalación de la Agencia Europea del Medicamento en Barcelona que, meses antes, parecía segura.
También es posible que se haya conseguido despertar alguno de los peores enconos del nacionalismo español. Y algo inesperado. No hace mucho era inimaginable ver en Barcelona a cientos de miles de personas luciendo desacomplejadamente la bandera rojigualda. Tan ajena a nuestros postulados tradicionales. Llevadas mayoritariamente por buena gente, tan buena como muchos de los que portaban la estelada en las manifestaciones independentistas.
Ahora, con la Navidad, los ciudadanos que vivimos en esta atormentada comunidad catalana, deberíamos desechar los nacionalismos enfrentados y emprender una nueva andadura, votando a quien tenga un proyecto creíble para:
Acometer las tareas necesarias para proyectar la imagen de lo que hemos sido y de lo que deberíamos volver a ser. Una comunidad abierta y acogedora, cosmopolita e integradora, moderna y emancipadora. Promotora de ciencias y de humanidades. Donde se intente de nuevo la síntesis de los valores humanos con las normas de conducta y la libertad. Donde habite sin conflicto el individuo y el grupo. Donde la identidad y la diversidad ensayen la coexistencia en armonía. Para que la fraternidad y la solidaridad nos conduzcan a alcanzar las máximas cotas de igualdad.
Recuperar el prestigio de Barcelona como ciudad donde la convivencia, la seguridad jurídica, la tranquilidad y la alegría de vivir sea patrimonio de propios y extraños.
Recomponer la convivencia social. Estableciendo los medios para que las diferencies políticas no comporten división y enfrentamiento entre las personas, los amigos, las familias.
Revertir el incremento de la pobreza. Disminuir las listas de espera en la sanidad. Acabar con el abandono escolar prematuro, en una escuela que debe ser mucho más que de idioma único. Proporcionar una vida digna a nuestros ancianos, a las personas que tienen alguna incapacidad invalidante y a las que sufren la pobreza. 
Buscar los acomodos posibles para las empresas que se han marchado. Evitando la sensación de que lo único que tenemos que decirles es “bon vent i barca nova”.
Mejorar e incrementar las infraestructuras, poniendo los medios que impidan la corrupción.
Establecer las condiciones para que el empleo tienda a ser estable y el trabajo de calidad. Activando la inspección de trabajo y facilitándole los medios para que pueda cumplir con sus funciones.
Impulsar la reindustrialización. Interviniendo para que las nuevas técnicas de organización, que conlleva la automatización mecánica y la informatización electrónica, revierta en el empoderamiento de los trabajadores. Y así evitar que los cosifiquen al eliminar sus categorías laborales mientras se hace depender los salarios del puesto de trabajo y del simple transcurso del tiempo. Es preciso que la formación, la capacidad y la experiencia de las personas sea un valor primordial en la empresa y la organización se adecue a su evolución. Que el diseño del trabajo se acomode a los trabajadores y no al revés.
Mejorar la distribución del Poder entre los distintos ámbitos de gobierno municipal, catalán, español y europeo, así como las competencias exclusivas, compartidas y concurrentes a ejercer, de acuerdo con la economía de escala y las conveniencias socio-políticas de las personas.  Estableciendo los elementos de coordinación necesarios y actuando de buena fe.


La inverecundia del Cardenal Cañizares; la templanza de Agustín Vega



Mosén, hace tiempo que me pregunto si usted está en sus cabales. Se pasa usted la vida incordiando a todo bicho viviente, reinterpretando al Aquinate según le sale de los pliegues de la sotana, intentando  amargar la vida a propios y extraños. En fin, llenando de oscuridad las luminosas tierras de Levante. Mosén, ahora ha predicado usted que el independentismo no puede ir al Cielo. Exactamente ha dicho: «los independentistas no son buenos católicos».  Pero prudentemente calla a dónde iremos los que no somos independentistas. ¿Tacticismo, Mosén?

Me pregunto, caballero, si entonces Oriol Junqueras –católico y sentimental, dejemos lo de feo--  irá al Paraíso o sus huesos penarán por los siglos de los siglos en las calderas de Pedro Botero. Debe aclararlo, Mosén. Además, tiene que dar razones por las que el pueblo santo del independentismo –joaquinitas, fraticelli y demás órdenes menores--  tiene vedada su entrada en el Cielo. Urge saberlo, Mosén.

Ni siquiera M punto Rajoy se ha atrevido a tanto. Tampoco el artículo 155 de la profana Constitución Española ha osado meterse en tan pantanoso berenjenal. Por suerte, los independentistas tienen al (también ultramontano de laya) Obispo de Solsona que les defiende de usted, Mosén, aunque bien mirado ambos son tal para cual. Con el chocante, pero eficaz argumento paulino de que el reino del independentismo no es de este mundo. Sí, de aquel Pablo de Tarso, auténtico secretario de Propaganda del Galileo.

Mosén, a usted se le ha visto el plumero y los pliegues de la sotana. Su teologúmeno –los independentistas no irán al Cielo—  intenta que las cosas de la política sean regidas por su teología. Y así como antiguamente se decía que la filosofía era la criada de la teología, ahora pretende usted que la política sea la chica de los recados de la teología: política ancilla theologiae est. Esta fue la clave de bóveda de la homilía del cardenal Ratzinger “Pro eligendo Pontiifice”, o sea, de su campaña electoral.


A usted, Mosén, le importa un pito el independentismo, lo que quiere es la sumisión de toda la política a lo que le salga a usted de su colodrillo.

Lo que no se entiende es que el compulsivo hombre-twiter no haya salido al paso desde Bruselas. ¿Despiste o abulia?

En resumen, algún miembro de la Curia se habrá alarmado ante lo dicho por Mosén Cañizares. Y tal vez haya entendido el mensaje de mi amigo Agustín Vega Cortés que sabiamente ha dejado escrito: «Le temo más a un fanático de mis ideas que a un moderado de ideas contrarias». Que yo esculpo en mármol. Agustín Vega, uno de los padres del sindicato Comisiones Obreras de Cataluña. En la foto de arriba.
 
Radio Parapanda.--  Manuel Gómez Acosta en: https://mechinales.blogspot.com.es/2017/11/guia-de-salud-para-independentistas.html
 


lunes, 27 de noviembre de 2017

Un aviso a sindicalistas

Me dicen amigos italianos que uno de los libros más leídos en los últimos meses por los dirigentes sindicales de aquel país es el Diari 1988 – 1994 del que fuera secretario general de la CGIL Bruno Trentin. Un libro de gran valor testimonial donde su autor, completamente desinhibido, narra con pelos y señales sus vicisitudes en el ejercicio de su cargo, sus opiniones sobre la capacidad de muchos (e importantes) compañeros de actividad; donde indicia las reflexiones que le llevarán a la elaboración de su obra canónica, La ciudad del trabajo,  http://metiendobulla.blogspot.com.es/,
y apunta a todo el caudal de propuestas en torno a la cuestión sindical. Son los años del hundimiento de la URSS, la disolución del Partido Comunista Italiano, la crisis de la CGIL…  

Javier Aristu y Paco Rodríguez de Lecea han emprendido la traducción de algunos de los pasajes más interesantes del Diari, aquellos que entienden pueden ser de más utilidad a los sindicalistas españoles, a los analistas laborales y a los operadores jurídicos del trabajo. Es un trabajo de Hércules, con un gran sentido profesional, que aparecerá en la ya reputada revista Pasos a la izquierda.   Lo hacen gratis et amore.  Me quito, pues, el sombrero. Hablando en plata: un auténtico tesoro para las Escuelas de Formación de los sindicatos.

 

 


Radio Parapanda.--  Manuel Gómez Acosta en https://mechinales.blogspot.com.es/2017/11/el-mundo-global-y-la-cataluna-acelerada.html?spref=fb

domingo, 26 de noviembre de 2017

El independentismo por encima de sus posibilidades



Tras la derrota del independentismo catalán, algunos de sus dirigentes políticos están hablando ya de «nueva hoja de ruta».  Este recurrente término, nueva, suele ser con excesiva frecuencia un artificio retórico para encubrir que la masa no está todavía en el horno. O que se recurre a ella sin saber con qué relleno hay que adobar el asunto. Algo así como los polvos de la madre Celestina. En definitiva, la Primera Venida, que pronosticó Joaquín de Fiore, ha fracasado. ¿Dónde quedó el famoso «nos vamos, nos vamos», que exhibieron machaconamente dos pintorescos diputados en el Congreso?

 

¿Nueva hoja de ruta? ¿Cuáles son sus objetivos mediatos, cuáles los inmediatos? Los líderes que en la vieja han fracasado estrepitosamente ¿están en condiciones para darle al timón un giro de 180 grados? No parece que el provincianismo que han exhibido sus grupos dirigentes esté capacitado para abordar una rectificación del cuaderno de bitácora del independentismo, a menos que ese giro sea algo así como un parche sor Virginia.

Y, sobre todo, no se puede pasar a otra fase –saltar de la vieja a la nueva hoja de ruta--  sin analizar a fondo las causas del fracaso. Hasta la presente todo el razonamiento ha sido de carácter exógeno: la culpa la tiene el maestro armero, pasando de soslayo por las responsabilidades endógenas, propias. Así pues, cuando el independentismo ha puesto bajo arresto domiciliario la unilateralidad se hace imprescindible concretar las paredes  maestras de la «nueva hoja de ruta». Sin paralogismos, ni excusas. Pero naturalmente eso es cosa de ellos.

Pero esta nueva hoja de ruta no parece haber llegado a los oídos del hombre de Bruselas. Sigue planteando una mediación de la Unión Europea y, simultáneamente, rajando contra ella. Con una locuacidad desmedida; ahora plantea que los catalanes deben votar si desean que Cataluña permanezca en la Unión Europea. Puigdemont está, por lo visto, fuera de sí en el territorio de lo que no es, no puede ser y no será.  


Una sugerencia a estos seguidores de fray Joaquín de Fiore. Si ustedes quieren que algo fructifique en el siglo olvídense de todos los campanarios. Tomen nota del mundo de la globalización. No habrá Segunda Venida.  Y, especialmente, no seáis independentistas por encima de vuestras posibilidades. Con twitter o sin twitter.


sábado, 25 de noviembre de 2017

Anonadado



Escribe Gregorio Luri


Me ha dolido escucharle a una persona que va en los primeros puestos de la lista electoral de Puigdemont, que "España ha hecho un genocidio en Cataluña". Quizás para justificarse un poco ha añadido que "eso ya se ha dicho antes y no lo he dicho yo, si leemos un poco veremos que Rovira i Virgili ya lo decía".

Me ha dolido especialmente porque me temo que estas palabras muestran un peldaño más de una escalada que no sé a dónde nos conduce, pero no desde luego a la bienllevanza.

No recuerdo haber leído nada en Rovira i Virgili que confirme las palabras de esta persona (pero ni he leído todo de Rovira i Virgili ni mi memoria es indeleble). Recuerdo, eso sí, que Josep Benet tituló uno de sus libros El intento franquista de genocidio cultural contra Cataluña (1995), refiriéndose a los primeros años del régimen franquista. Sé que en el exilio hubo voces catalanistas que solicitaron a la ONU que juzgara a Franco por genocidio (conclusiones del LLibre Blanc de Catalunya, Buenos Aires, 1956) y que Josep Maria Solé i Sabaté, siguiendo a Benet, habla también por algún lugar de "genocidio cultural" y seguro que no ha sido el único en seguirlo en esta dirección. 

Aun siendo indudable la represión contra la cultura catalana, la expresión "genocidio cultural" me parece excesiva. Ningún genocida hubiera permitido, por ejemplo, experiencias como la de la escuela Isabel de Villena, abierta en 1939, o la edición de Verdaguer en 1943, o que un falangista como Giménez Caballero incluyera en su manual de bachillerato de literatura de España (1946) algunos versos de la Oda a la Pàtria de Aribau. ¿Hubo "intento", como dice Benet? Por parte de algunos, probablemente sí.

Que esta persona de cuyo nombre no quiero acordarme y que muy probablemente ocupará un escaño en el parlamento de Cataluña considere que España -no este o aquel político, sino España- ha cometido un genocidio en Cataluña y que lo equipare, como lo ha hecho, al que padecieron los armenios, me ha dolido, pero sobre todo me deja anonadado.




viernes, 24 de noviembre de 2017

Los Manolos en las elecciones catalanas.



«El conceto es el conceto», dijo Manquiña misteriosamente hace años; nunca aclaró a qué se refería. Ahora bien, si lo hubiera manifestado en estos tiempos hubiera sido entendido como una alusión elíptica a las cosas de Cataluña. De una Cataluña que está en puertas de unas elecciones autonómicas, convocadas para mayor inri desde Madrid, que según Rafael Alberti es la capital de la Gloria y según otros es la madre de todos los círculos del Infierno dantesco.

Los partidos y coaliciones están reorganizando sus aperos de labranza para cosechar apoyos y van rebañando en todos los intersticios nombres y figuras para sus candidaturas, sabiendo que ya no hay caladeros estáticos y que lo que antes fue sólido ahora tiene otras características. Los viejos graneros de antaño son ahora volátiles o líquidos.

En una de las formaciones de la pugna electoral –la de los socialistas de Miquel Iceta--  figuran dos personalidades de renombre en el movimiento de los trabajadores: Manuel Gómez Acosta y Manuel Zaguirre. El primero de los dos Manolos antiguo dirigente de Comisiones Obreras; el segundo, primera figura de la USO durante muchos años. Dos vidas paralelas que finalmente han convergido en un compromiso político.

Los dos Manolos no necesitan que se les haga ninguna sugerencia importante. Saben qué se juegan en estas elecciones y lo principal –el conceto de Manquiña--  lo tienen en sus amuebladas cabezas. El concepto de ambos es la unidad de los trabajadores de España, porque la división es la ruptura del sindicato, de las relaciones laborales y de los convenios colectivos. Eso es lo fundamental.

Ahora bien, la campaña electoral será indudablemente cacofónica, monotemática. De ahí que los dos Manolos necesiten de todos sus saberes y conocimientos para que su voz –esto es, sus propuestas--  ponga encima del tapete los problemas que tiene el mundo del trabajo heterodirigido. Y las pistas para solucionarlos. Hablando en plata, para darle fisicidad y primeras soluciones a las patologías sociales. El conceto es el conceto, lo diga Manquiña o su porquero.  




jueves, 23 de noviembre de 2017

La derrota del independentismo catalán



Los jefes del independentismo catalán han metido la declaración unilateral de independencia en el calabozo. Digámoslo sin requilorios: el independentismo ha sufrido una derrota.

Los jefes del independentismo han asumido el artículo 155 de la Constitución Española. Así pues, han decidido participar en las elecciones autonómicas, que ha convocado M punto Rajoy. Y han manifestado por activa, pasiva y perifrástica que no estaban preparados y, más todavía, que no tenían la mayoría social suficiente para tan relevante operación como es la independencia y, encima, declararla unilateralmente. Ahora, han acordado que dejan de lado la vía unilateral. Confuso camino y extrañas alforjas para dicho viaje. Se trata de una derrota que se disfraza de táctica para no infundir sospechas, que convierte una gallina vieja en un robusto pavo real.

Los jefes políticos del independentismo –las dos formaciones que pugnan entre sí por el reparto de la túnica sagrada--  han pactado dejar de lado la vía unilateral. Pero no se pierdan el detalle: los jefes políticos del independentismo han acordado pactar la cuestión con el Estado español y con la Unión Europea. Lo primero tiene sentido. Pero lo segundo –pactar con la Unión Europea--  es un artificio retórico para disimular lo primero. Porque ¿qué pinta Europa en todo este asunto? Ya empezamos con que si la abuela fuma.

Volver a insistir en Europa es una mugrienta tizne que invalida el análisis –o acompaña la falta de análisis--  de la derrota del independentismo, que sigue sin reconocerse. Al mismo tiempo pone otra vez en evidencia la confusión entre deseos y realidades. De una Unión Europea que tiene un considerable hartazgo de Cataluña. Y que debe estar, también, de Mariano punto Rajoy hasta la cruz de los leotardos.


Lo dicho: la nueva táctica del independentismo vuelve a nacer erróneamente; sus dirigentes mantienen una ficción fruto de su incapacidad de entender la política internacional. Políticos de campanario. Párvulos alocados que todavía no han salido de la miga de mi tía-abuela Elvira Quevedo, que tenía una miga en Calicasas. Todavía están en el Catón moderno. 


miércoles, 22 de noviembre de 2017

Interpelación a UGT



¿Se ha pronunciado UGT sobre el caso de ese grupo de guardias municipales de Madrid, cuyos miembros se han transmitido esos mensajes tan terribles netamente fascistas? Pido disculpas de antemano, pero un servidor no ha sabido encontrarlos en parte alguna. Puede ser por mi torpeza o porque todavía no ha aparecido la resolución ugetista sobre esos hechos.

martes, 21 de noviembre de 2017

Barcelona no tiene poder



«Barcelona tiene poder» cantaba Peret. Eran otros tiempos. Ahora es una ciudad que va perdiendo gas.  Una buena culpa de ello es que la ciudad se ha subsumido parcialmente en el ambiente del pluriverso del independentismo y en su espíritu de campanario. Barcelona se aleja del mundo de la globalización.  Peret, posiblemente, se llevaría las manos a la cabeza. Barcelona ha sido derrotada en la primera votación. La Agencia Europea del Medicamento no pondrá aquí su campamento.

Lo chocante del asunto es que ahora todo el mundo tira los trastos a la cabeza del otro. Hipocresía a granel. Nadie quiere ser responsable del desperfecto que dicha decisión causa a la ciudad. Digo hipocresía porque: a) el Govern catalá nunca vio con ojos amables la proyección mundial de Barcelona, de hecho tres cuartos de lo mismo se pudo observar cuando los Juegos Olímpicos del 92; b) las autoridades municipales nunca fueron especialmente hospitalarias con la sede del medicamento; c) el gobierno de Rajoy, además, miró siempre con desconfianza el poder y el magnetismo de Barcelona. Ninguna de estas instituciones estructuró una diplomacia  --ni en solitario, ni unitariamente-- capaz de conseguir el objetivo. Pero hay otra razón que convendría tener en cuenta: Cataluña, España y Barcelona han perdido influencia en Europa en los últimos tiempos. Es más, se diría que en Europa hay una cierta fatiga de las tres. En resumidas cuentas: entre todos la mataron y ella sola se murió.


Con todo, la responsabilidad mayor recae en la tensión que ha provocado el independentismo y, más concretamente, el Govern de la Generalitat: nadie hace una inversión del tipo que sea si va a desarrollarse en un contexto de zozobra e inquietud.  Nadie entonará el mea culpa: el sentido de la autocrítica es muy relajado. 

Radio Parapanda.--  Manuel Gómez Acosta en https://mechinales.blogspot.com.es/2017/11/bienvenido-mr-pni-pacte-nacional-per-la.html



lunes, 20 de noviembre de 2017

Trotsky, Santi Vila y el cantante Angelillo



Una foto famosa: Lenin, encima de una tarima, hablando a las muchedumbres; León Trotsky a su lado. Una foto que hoy llamaríamos icónica. Pasa el tiempo y Trostky, siempre sospechoso de decir y mantener la suya, cae en desgracia. Las moscas cojoneras no son bien vistas en el Kremlin. Segunda foto: es la misma que la anterior, pero una mano vicaria ha borrado meticulosamente la figura del antiguo jefe del Ejército Rojo, sólo aparece Lenin. La historia la escriben los retratistas oficiales y los escribas sentados.

Una foto administrativa: el Govern catalá en pleno. Otra foto, que es la misma, tiene otro retoque de corte estalinista: uno de los consejeros ha sido borrado; es una mosca cojonera menor, Santi Vila. Otra mano vicaria ha borrado a este personaje del retrato. Roma no paga ni tibios, ni traidores. La historia del procés la escribe el alto mando del pueblo santo independentista. ¿Santi Vila?: Connais pas. Todo lo más que se puede decir de él es que nunca fue de los nuestros.

A decir verdad nada relaciona a Trotsky con Vila. Pero sí hay un nexo entre el primer retrato moscovita y el segundo barcelonés: la orden de borrarlos de la estampa y la mano subvencionada que usó la goma de borrar. En el primer caso, es claro que en la canción de gesta del famoso Octubre del 17 no debía figurar don León; en la segunda es palmario que Vila era una interferencia incómoda en el barbecho escatológico del procés.

Ni siquiera ha habido un toque de atención, a través de la micro retórica del twitter, por parte del hombre de Bruselas. Tampoco Junqueras --«feo, católico y sentimental», como el Marqués de Bradomín, de valleinclanesca memoria— ha dicho ni pío. A pesar de que en La Santa Cena, de Leonardo da Vinci, aparece Judas Iscariote retratado y simulando estar en buena compañía. Vila nunca existió. Trotsky tampoco existió. Iscariote, sin embargo, existió.

Grotesco. Lo que me trae a la memoria a los locutores de las emisoras de radio españolas en los años cuarenta y cincuenta. En los programas de discos solicitados nunca se mencionó a Angelillo. Si se pedía que pusieran el disco Por el camino verde, el locutor, por mandato gubernativo, debía aclarar que estaba interpretado por el cantante de La hija de Juan Simón. Durante muchos años nunca se dijo el nombre del cantante Ya saben ustedes que Angelillo fue uno de los artistas que se significó en la defensa de la República y, por ello, tuvo que salir por piernas. Bueno, menos da una piedra.


Radio Parapanda. Manuel Gómez Acosta en Barcelona, Colau y la DUI: https://mechinales.blogspot.com.es/2017/11/barcelona-colau-y-la-dui.html



domingo, 19 de noviembre de 2017

Artur Mas o el coste de reputación de Cataluña



Nota introductoria.-- Artur Mas celebró la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Lo recuerda Enric Juliana en su artículo de hoy Huyendo de la crítica en La Vanguardia. Cuando ustedes tengan oportunidad léanlo. Es, se diría, una extraña fascinación de un sector del independentismo por la figura del presidente norteamericano que debió poner los ojos como platos a las cancillerías europeas. O sea, Artur Mas ya iba haciendo amigos en Europa. Comentamos ahora las recientes declaraciones de don Artur: la independencia de Cataluña es cosa de quince años.

Algunos medios contrastan estas últimas declaraciones de Artur Mas, presidente de PDeCAT, con las de Marta Rovira, número 2 de Esquerra Republicana de Catalunya. Se habla de la mesura del primero y de la incontinencia fabuladora de la segunda. Lo que dijo esta señora lo comentamos ayer, sábado. Hablamos hoy de la moderación de Artur Mas.

Tengo para mí que, a pesar de lo grotesco de lo dicho por la Rovira, es mucho más preocupante lo que ha declarado el caballero Artur. Afirma, sobre chispa más o menos, que no hay que hacer nada precipitadamente, que el asunto va para largo. Y sostiene que –la independencia de Cataluña-- es cosa de quince años. Podría haber dicho más tiempo. O menos. Pero ahí ha quedado. Quince años. ¿Un respiro? No lo tengo por tal. Procuraremos estar vivos para ver las dotes de auríspice del caballero.

Serían quince años de desasosiego e incertidumbre.  De matraca y mareo de una extenuante perdiz, ya suficientemente atolondrada. De ensimismamiento y barbecho escatológico. Remena; remena, nena, que decía el viejo cuplé catalán.   Con el peligro de repetir, durante tres lustros, lo que ha venido ocurriendo en los dos últimos años en Cataluña. Una cacofonía insoportable.


En resumen, Artur Mas ha introducido más inquietud, sobre todo, en el mundo de la economía.  Y todas aquellas empresas, cuyas sedes sociales y fiscales se han marchado de Cataluña, tendrán sus motivos para no volver.  Quince años, pues, deambulando del coro al caño y del caño al coro. Y sin que Trump le eche una mano al caballero Artur. Quince años más de coste de reputación de Cataluña en el mundo global. Quince años más de quiebra de la simpatía por Barcelona. Es lo que puede conseguir ese botarate.


Radio Parapanda. Manuel Gómez Acosta en http://mechinales.blogspot.com.es/2017/11/catalunya-el-lustro-perdido-2012-2017.html



sábado, 18 de noviembre de 2017

¿El Ejército iba a entrar a saco en Cataluña?



Marta Rovira, la número 2 de ERC, lo sabe perfectamente: quienes se unen a un salvador se consideran a sí mismos un pueblo santo; un pueblo santo por su sumisión incondicional a ese salvador y sometimiento al mensaje escatológico que propaga. De ahí que la Rovira nos proponga un nuevo mensaje capaz de explicar por qué no ha sido posible la independencia de Cataluña y  su república. Nos lanza un mensaje fuerte que es la continuación de la guerra de 1714 por otros medios: con los aperos de labranza de la era digital.

Rovira ha declarado a RAC1 que los gobernantes catalanes estaban «preparadísimos» para poner en funcionamiento sus objetivos, pero no fue posible porque el Estado (sic), a través del Ejército, había preparado un baño de sangre. Los poetas crédulos y los historiadores subvencionados tomarán nota y, en menos que canta un gallo, será la doctrina oficial del independentismo para avivar el barbecho escatológico del «pueblo santo».

Rovira responde a lo que le podría parecer concepciones derrotistas de algunos de sus cofrades, esto es, no estábamos preparados, hubo improvisación, nos confundimos de etapa, hubo prisas, y toda la pesca. Hasta el mismísimo Artur Mas ha hablado recientemente que la cosa va, ahora, para dentro de … ¡quince años! Nada de eso: estábamos preparadísimos para bailar el mambo, pero fue el Ejército quien iba a entrar a saco en Cataluña. Empieza, pues, una nueva canción de gesta.

Rovira percibió el estupor que produjeron las declaraciones de los menos alocados. Debió horrorizarse con el plazo de quince años que hablara Mas. Así pues, enhebró una explicación que: a) diera ánimos al pueblo santo, b) reconstruyera una leyenda que salvara los muebles del grupo dirigente independentista, y c) sirviera de ariete electoral en la presente campaña electoral a favor de  su partido, ERC.

Marta Rovira no ha demostrado sus acusaciones, porque en la fabricación de leyendas y mitos no rigen esas minucias. Por ejemplo, sería absurdo pedir al autor del romance de doña Alda que demostrara si esta señora estaba o no estaba en Paris y si se encontraba con «doscientas damas para bien la acompañar». Una leyenda es una leyenda que no se rige por los cánones del puntillosamente pejiguera de Tucídides. En fin, una leyenda que se le ha escapado al hombre-twitter que vive en Bruselas. 


En resumidas cuentas, Marta Rovira revisita torticeramente el pasado. Y, como diría  el viejo Pereira, no quiere frecuentar el futuro. Quiere construir el presente con los cascotes de las viejas derrotas. Igual que el resto de sus cofrades, pero con más sobrecarga emocional. Lo dicho: más de lo mismo, pero por otros medios.


viernes, 17 de noviembre de 2017

La justicia española: Rajoy y Puigdemont

La justicia española ha procesado al Partido Popular. Al primer partido por su número de diputados y senadores. Al partido del gobierno. El Partido Popular está en el banquillo de los acusados. Mientras tanto, Puigdemont y sus franquicias --enredando por los cuatro puntos cardinales de Europa, buscando desesperadamente que alguien le reciba-- habla de un Estado español  «franquista». Desvergonzadamente lenguaraz es este caballero.

El Partido Popular, decimos, está en la picota. La jefatura del Partido Popular está en entredicho; su presidente, el hombre de Pontevedra, también. La justicia española puede ser tuerta, pero no ciega. El ojo que le queda está avizor. Así pues, «todavía hay jueces en Berlín». Perdón, quería decir  en Madrid.



jueves, 16 de noviembre de 2017

Empieza la leyenda de Junqueras

La canción de gesta del independentismo catalán ha acabado siendo una milonga. La canción de gesta de que «somos la inmensa mayoría del pueblo de Cataluña» se ha convertido, de la noche a la mañana, en algo todavía insuficiente. La canción de gesta de que «Europa estaba con nosotros» se ha visto reducida a pasear la soledad por las calles europeas. La canción de gesta de que «somos República» se ha traducido en agua de borrajas. Una milonga.

Ahora los más conspicuos dirigentes políticos del independentismo parece que le están dando la vuelta a la tortilla del discurso de la canción de gesta. O sea, «en París no está doña Alda / la esposa de don Roldán» contradiciendo el viejo romance.

Esta vuelta de la tortilla no va acompañada de un razonamiento que explique cabalmente por qué ha fallado todo. Por qué la canción de gesta se ha convertido en milonga. Más que autocrítica parece un intento de disolver las declaraciones de Forcadell y sus amistades ante el juez de del Tribunal Supremo, y sobre todo proteger a los ex consellers, que siguen en prisión. (Oigan, póngalos en libertad, que en la cárcel no pintan nada).

Ahora bien, como hemos dicho en otra ocasión, lo cierto es que la rectificación es un acto de atrición. La prueba la tenemos en la actitud de Oriol Junqueras, el único que aguanta el tipo. No se añade al grupo de plañideras, ni tampoco –afirman voces generalmente avisadas— piensa acatar lo que aquellas han asumido. O sea, este caballero no recitará aquello de «¡Ay de mi Alhama!», que el nazarita lloró.

Ahí está la clave de su decisión de indicar a Marta Rovira, número dos de ERC, como candidata a la presidencia de la Generalitat. La técnica del dedo nuevamente. Pero, simultáneamente, es un par de banderillas a Puigdemont. Es como si le dijera: tú te has unido al coro llorón, no tienes cuajo; aquí estoy yo que no me bajo los pantalones; tú eres el hombre de la milonga, yo soy el de la chanson de geste; tú eres el villano, yo el roble que aguanta en la cangrí; tú eres el hombre que dudó, yo soy el de las certezas. Empieza la leyenda de Junqueras. Él mismo ha empezado a escribirla.


Cambio de tercio. Querido Manuel Zaguirre: te espera una campaña áspera. Recuerda el viejo dicho: «parar, mandar y templar».