domingo, 31 de diciembre de 2017

Diletantes y aficionados estos aventureros



Michele Ventura, destacado dirigente florentino del PCI y posteriormente del PDS, ha dicho: el grupo dirigente catalán me parece diletante» (1). Diletante, o sea, aficionado. Conociendo la cortesía de los viejos comunistas italianos podríamos convenir que en realidad quiere decir que son unos pardillos. Confusamente pardillos. Porque ¿cómo interpretar las palabras de Elsa Artadi, número 10 de la lista del hombre de Bruselas, sentada ahora en el banquillo y, según se dice, candidata en la sombra a presidir la Generalitat? Esta Artadi ha declarado: «Una opción distinta a Puigdemont sería entrar en el marco mental del 155».

La número 10 no sólo reivindica que es Puigdemont quien detenta la legitimidad, sino que aprovecha que el Llobregat pasa cerca de Cornellà para propinar un coscorrón a Junqueras y los suyos. Vosotros estás contaminados por el 155, sólo Puigdemont es el contenedor de la dignidad. Junqueras, pues, debe limitarse a recitar aquello de «Domine, non sum dignus». Una pugna áspera por la posesión de la Túnica Sagrada.

Una diletante esta Elsa Artadi. Porque, a estas alturas, decir que el artículo 155 es un «marco mental» es o estar en Babia o licenciada en gilipollescencia o ambas cosas a la vez. Y, sin embargo, esta Artadi Licenciada y máster en Economía por la Universitat Pompeu Fabra, Artadi se doctoró en la Universidad Harvard. Del 2006 a 2011 fue profesora de Economía de la Università Bocconi en Milán. Durante esta época también fue profesora en una universidad china y era miembro del comité científico del Banco Mundial en Casablanca,  consultora del Banco Mundial en Washington y miembro del comité científico de la European Economic Association. Que expresaría una brillante carrera académica, pero con párvula capacidad política.  

Un grupo dirigente diletante nos ha llevado a esta situación. Un grupo de pardillos que se auto propone para seguir en la misma ruta que nos ha llevado a este precipicio. A este laberinto: división, política y social en Cataluña, entre independentistas y sus contrarios; lucha cada vez más enconada entre el mantenimiento del milenarismo escatológico de los de Puigdemont y los intentos de hacer política de Junqueras y los suyos; y de ambos frente al Estado español. Demasiado para el cuerpo; demasiado para estos diletantes.

¿Y Rajoy, qué? Previsto por don Luis de Góngora:

Amarrado al duro banco
de una galera turquesca,
ambas manos en el remo
y ambos ojos en la tierra,
un forzado de Dragut
en la playa de Marbella
se quejaba al ronco son
del remo y de la cadena:
«Oh sagrado mar de España,
famosa playa serena,
teatro donde se han hecho
cien mil navales tragedias…


(1)         Véase el artículo de Enric Juliana El año de las banderas en La Vanguardia de hoy.



sábado, 30 de diciembre de 2017

Urkullu avisa a Puigdemont




El lehendakari del gobierno vasco, Iñigo Urkullu, ha señalado en una entrevista en Radio Euskadi, refiriéndose a la permanencia de Carles Puigdemont en Bélgica, que “no se puede pensar” en dirigir un “país” desde “la acción telemática, vía internet”. Lo que dice Urkullu es de cajón. En todo caso es una profunda y radical desautorización del hombre de Bruselas. El cogotazo es, pues, de bigote. Tres cuartos de lo mismo están diciendo –vía twitter y otros piquetes postmodernos de militancia independentista--  no pocos de los que han compartido el itinerario confuso de Puigdemont en los últimos tiempos.

Y sin embargo el hombre de Bruselas no entiende estas obviedades. Ni tampoco sus aguerridos parciales que proponen la investidura por «vía telemática». A decir verdad, confunde el patio de vecindones de las llamadas redes sociales con el Parlamento. No conviene apresurarse, pero tal vez la explicación del comportamiento del ilustre fugado pueda estar en que tiene oxidados algunos tornillos de su cabeza. En el caso de su lista parlamentaria, rebautizada con el nombre de Junts per Catalunya, la razón podría ser ésta: política de resistencia frente a Esquerra Republicana. Porque, en efecto, tanto unos como otros, se juegan mucho en esta legislatura. A saber, en qué manos estará la dirección institucional y política del procés:  o más de lo mismo o poner la independencia al baño María. O seguir con diez cañones por banda con o sin viento en popa a toda vela o disfrazarse de chinchorro para no infundir sospechas. De los primeros habrá que decir que ni se sienten concernidos por la potencia del Estado ni les importa un comino los reiterados pronunciamientos de la Unión Europea ni, menos todavía, la atenta vigilancia del Departamento de Estado. De los segundos podría decirse que tienen como referente a aquel cuarto Enrique francés al que se le atribuye su famoso «París bien vale una misa». Es decir, la presidencia de la Generalitat bien merece dejar de ser hugonotes y simular que somos católicos. Independencia al baño María. Con lo que Esquerra se plantearía hacer política, dejando al hombre de Bruselas a la intemperie de su ensoñación. Que Esquerra se decida a hacer política es una (deseable) hipótesis, que Puigdemont mantenga su pirotecnia se aproxima a la certeza.


Esta noche tenemos nuevos fuegos de artificio: desde la ciudad de las coles Puigdemont se dirige a Cataluña en su calidad de presidente, TV3 mediante. En todo caso recuerde el caballero la canción de L´emigrant: «Dolça Catalunya, / pàtria del meu cor, / quan de tu s’allunya / d’enyorança es mor». Letra de Mossèn Cinto; música de Amadeu Vives, sí, el de doña Francisquita. O sea, Puigdemont puede morir de añoranza. Cosa que no le deseamos; preferimos que tenga larga vida al frente de la confitería familiar con el embrollo mental imprescindible para llevar un negocio.


viernes, 29 de diciembre de 2017

El sindicato que va siendo y el pacto del salario mínimo




Ya hemos valorado el resultado de la negociación del salario mínimo. Lo hemos hecho de manera sobria y, en las argumentaciones de los profesores Baylos y Trillo, de manera pormenorizada. También lo han hecho, de modo rancio, las plumas alquiladas del neoliberalismo, de un lado; y, de otro, ciertos sectores de una izquierda que no se lleva bien consigo misma: la que siempre llora a cántaros. Pues bien, al hilo de lo dicho por los dos sabios castellano-manchegos (Baylos y Trillo, dos juristas prestados al sindicalismo) me pongo a considerar.

El sindicalismo confederal ha quebrado el inmovilismo del Gobierno y la patronal con esta negociación. Aunque todavía sea pronto para saber si tendrá continuidad ese proceso, podemos afirmar que de momento el mencionado acuerdo abre la posibilidad de tejer nuevas prácticas contractuales, de abrir nuevas negociaciones en otros ámbitos, especialmente en el importantísimo asunto de las pensiones.

Ahora lo esencial es capitalizar el resultado del mencionado acuerdo. Lo decimos porque uno de los talones de  Aquiles de nuestra práctica es la menguada valoración de lo que conseguimos con nuestra fuerza. Tenemos una moral excesivamente franciscana, que viene de muy lejos. Que, por otra parte, provoca que cuando los acuerdos son notables sólo sean capitalizados por nuestras contrapartes. Ya el inolvidable sindicalista Paco Puerto --Las Cabezas de San Juan 1947,  Barcelona 1992-- insistía con su potente mensaje de «Siempre a la ofensiva». No era una consigna, sino un alegato estratégico. Paco Puerto era la estampa rediviva de Anselmo Lorenzo. Permítaseme recordar una anécdota que expresa la personalidad de nuestro malogrado Paco. Estábamos reunidos un grupo de trabajo de Comisiones Obreras de Cataluña para hacer la distribución de los espacios de nuestra nueva sede. Interviene Puerto: «Estáis haciendo una discusión administrativista, pensando sólo en el sindicato de ahora mismo. Aquí estaremos el resto de nuestras vidas, de manera que la distribución debería hacerse pensando en el sindicato que va siendo, no en el que es ahora mismo». Chitón y vuelta a empezar la discusión.

Ese siempre a la ofensiva es, posiblemente, lo que ha llevado a la organización extremeña de CC.OO. a realizar una asamblea el 10 de Enero, miércoles, en Mérida. Pedagogía. Sabemos que no será el único acto. Si no me equivoco es el primero que se hace para explicar lo negociado. Pero no será, ni mucho menos, el único.

Ahora bien, es necesario referir lo que nadie ha dicho hasta la presente: los firmantes somos responsables de exigir que se aplique el acuerdo. Y también –oído cocina--  somos responsables de la aplicación de las condiciones de dicho acuerdo. Repito: de las condiciones de dicho acuerdo.

Pues bien, ¿dónde están y cuáles son nuestras responsabilidades? No tengamos reparo en decirlo: el hecho de que en tal acuerdo figure la cautela de la superación del 2,5 por ciento del PIB debería provocar un comportamiento sindical, orientado a establecer los vínculos y compatibilidades entre el conjunto de la negociación colectiva y el  crecimiento de la economía. O lo que es lo mismo: a considerar la cuestión salarial como variable dependiente de la evolución de la economía. En caso contrario nos saldrá el tiro por la culata. 

(Paco Puerto en la foto, uno de los padres de Comisiones Obreras de Cataluña) 





miércoles, 27 de diciembre de 2017

¿Limpiar el patio o cambiar las cosas?



Este post es un conjunto de cinco retales con la idea de confeccionar, un día de estos, un trabajo que dé una aproximada explicación de algunas inquietudes pasadas y presentes. El primer retal es del doctor Gabriel Jaraba, contundente y sin requilorios; el resto son de un servidor. De hecho, mis breves reflexiones son variaciones sobre un tema de Jaraba.

Uno

«Me pregunto: ¿asumirán las izquierdas catalanas, de tradición socialdemócrata, post comunista y post izquierda, que se han hundido juntas y por separado? ¿Admitirán que han sido incapaces de entender las realidades complejas del siglo XXI y, que en vez de construir un organismo sociopolítico, han creado un mero artefacto lingüístico, que les ha traído una imagen falsa, pero complaciente?  ¿Se darán cuenta que lo que tienen entre manos es un sucedáneo de instrumento de cambio, inoperante en el sentido de cambiar las cosas y en la organización de sus agentes, como demuestran los hechos?» (Gabriel Jaraba).


Dos

Retengo que Jaraba habla de «sucedáneo de instrumento de cambio, inoperante en el sentido de cambiar las cosas». Que, con acierto, lo vincula a la biografía de las izquierdas desde hace ya algunos años y lo relaciona con los recientes resultados electorales en Cataluña. Ahora bien, la pregunta obligada es: ¿qué debe entenderse aquí por «cambiar las cosas»? Parece claro que Jaraba apunta a que ello no significa tener sólo un proyecto que adecente el patio o que dé una mano de pintura al edificio.

Tres

Continuará el proceso de auto exaltación del independentismo catalán. Pero algunos de sus líderes tal vez sean más conscientes de los límites de dicho proceso. No es seguro, sino una hipótesis, posiblemente bondadosa. 

Cuatro

La militancia del independentismo es granítica. La de sus adversarios es la de un movimiento espasmódico. La primera es una militancia de acción sostenida; la segunda es reacción coyuntural.

Cinco


Las izquierdas necesitan un proyecto. Justamente en una fase de la historia de la humanidad en que las transformaciones –especialmente las tecnológicas--  no se dan de manera esporádica, sino permanente y a todo meter. Es, también, el gran desafío de la izquierda social, el sindicalismo. La ausencia de un proyecto les conduce a todos a una adaptación pasiva a lo existente. Estamos hablando de un proyecto organizado y organizador de muchedumbres. Con una auto verificacion cotidiana y el método de acierto -- error.  



lunes, 25 de diciembre de 2017

Una sugerencia a Iceta y Doménech



Seguramente ustedes necesitan unas cortas vacaciones para reponer fuerzas porque les viene una complicada legislatura en el Parlament. Descansen, pues. Y lean. Les voy a sugerir un libro que, presumo, les puede ser de cierta utilidad. Se trata de “La ciudad del trabajo, izquierda y crisis del fordismo”. Su autor, Bruno Trentin. Lo tienen íntegro en http://metiendobulla.blogspot.com.es/. En formato tradicional está publicado por la Fundación 1º de Mayo y por Bomarzo, dos editoriales amigas.  

Me atrevería a decirles que descubrirán un nuevo acervo que entiendo muy útil para remontar la parábola descendente de las izquierdas. De unas izquierdas que corren el peligro de que la polilla se las coma sin ninguna consideración.


Queridos amigos, tras su lectura –nunca en diagonal, por supuesto--  tendrán una rotunda epifanía (laica), que les hará reconsiderar no pocas cosas que han hecho, dicho y –tal vez—piensan repetir. Porque lo mismo que han hecho hasta ahora, de insistir en ello, les llevaría a los mismos resultados. Quede claro, no es un consejo, simplemente una sugerencia. Les aseguro que bienintencionada. 


domingo, 24 de diciembre de 2017

¿Qué les ha pasado a los socialistas catalanes?



Ayer mismo escribí lo siguiente: «Mañana, si estamos en forma y el tiempo lo permite, hablaremos de los socialistas. De entrada, un anticipo: entre los socialistas y los Comunes el retrato sinóptico del Parlament es que hay menos izquierda». Cumplo la palabra dada.

Hace años que los socialistas catalanes viven, tras un vendaval de abandonos de la sangre azul de su partido, en un clima de pérdida gradual de apoyo electoral. El signo de los tiempos, europeo y español, va en la misma dirección. En su momento, Miquel Iceta tuvo los arrestos de tomar las riendas del partido en una fase acelerada de desnutrición. Nadie quiso competir con él, ya fuera por canguelo o vaya usted a saber. Iceta fue limando las aristas nacionalistas del PSC que había exhibido la noblesse d´Etat que buscaba otros caladeros. Pero mantuvo la genética catalanista, insoportable para el socialismo meridional y carpetovetónico. Iceta, pues,  acosado por sus íntimos adversarios por todas las partes, menos por una: el residual zócalo de los militantes de toda la vida.  Ahora bien, los de Iceta han conseguido de momento frenar la tendencia a la baja desde hace años y subir una miajica. Este es un dato que deberían tener en cuenta sus íntimos adversarios meridionales y carpetovetónicos. No parece que esto vaya a ser así. El locuaz Ibarra ha lanzado el primer petardo: el PSOE debe abandonar al PSC.

Por ello los resultados electorales de Iceta no pueden desligarse de la parábola descendente del socialismo europeo y español, de un lado; y, de otro, del clima inamistoso que determinados jerarcas del PSOE mantienen con relación al PSC. Ahora bien, no desligar dichos elementos no les exculpa de reflexionar de su precaria relación con el movimiento organizado de los trabajadores, de la pérdida de simpatía y consenso con las barriadas. Por supuesto, Iceta podrá decir, como manifestó san Isidro Labrador «aré lo que pude». Pero Isidro, se dice, que contó con la ayuda de los ángeles para las tareas de labranza, mientras estos seres celestiales tampoco parece que estén por la labor en el caso del socialismo.

Cierto, Iceta ha arado todo lo que ha podido. Y lo ha hecho con entusiasmo, contagiando a sus parciales de ilusión. Sin embargo, ¿con qué bueyes, con que arado ha trabajado la tierra? Con un partido meramente institucional. Sin los necesarios vínculos con los movimientos sociales, incluido el sindicalismo. Esto es,  con poca trabazón con la ciudadanía. Sin escuchar el mensaje del inolvidable Carles Navales, que observó perplejo que muchos de sus compañeros de trabajo votaron a Ciudadanos la primera vez que este partido se presentó.

El PSC, pues, necesita unos prismáticos para observar qué lontananza precisa. Y un microscopio capaz de señalarle dónde y cómo  está la gente.


Acabo igual que ayer: «entre los socialistas y los Comunes el retrato sinóptico del Parlament es que hay menos izquierda». Y añado: tomen nota ambos de que el tipo de confrontación, la forma de competencia entre los dos, no lleva  al fortalecimiento de uno de ellos, sino a la debilidad de  uno y otro. ¿Tanto trabajo cuesta verlo? 

sábado, 23 de diciembre de 2017

¿Qué les ha pasado a los Comunes?



Ayer hablábamos de temblores de tierra en Cataluña. Mencionamos de refilón el de los Comunes. Ha sido una derrota sin paliativos tanto en Barcelona como en el conjunto de Cataluña. La formación de Colau no ha ganado en ningún barrio; su mejor resultado ha sido en Marina – Zona Franca donde ha quedado en cuarto lugar. Tres cuartos de lo mismo ha sucedido en el resto de Cataluña. El tándem Doménech – Colau no ha funcionado.

La explicación que da la mayoría de los analistas políticos es que los Comunes se han visto emparedados entre la Escila de los independentistas y la Caribdis de sus contrarios. Pero esta es una explicación superficial. La más aproximada, en mi opinión, es que los Comunes no han construido un mensaje (logos) rotundo que les indentificaran como fenómeno instantáneo. Entiendo como «fenómeno instantáneo» la identificación que cualquier persona, en todo lugar, sabe que una determinada forma de la letra M se corresponde con el MacDonald o un tipo de botellín concreto es percibido instantáneamente con la Coca Cola. No ha existido eso en el caso de los Comunes. Y, por ello, han sido deglutidos por los de Anás y los de Caifás, que han pugnado ad nauseam por el esquemáticamente publicitario del o ellos o nosotros, siendo reconocibles instantáneamente los unos y los otros. Ahora bien, no era posible un logos claro porque la composición cultural y política de los Comunes lo impedía: soberanistas, anti independentistas, federalistas y confederalistas no posibilitaban una síntesis constructiva capaz de proponer una expresión clara. Con lo que la solución a ese revolutum fue una elipsis que el electorado tendría que interpretar trabajosamente, justamente cuando precisaba una rotunda claridad expositiva.  

El grupo dirigente de los Comunes no ha sido capaz de ser el sastre que enhebrara los diversos retales de la organización. Bien porque no fuera capaz o porque, en esta ocasión, no era posible. Pero, en todo caso, es claramente responsable de sus meandros políticos: hoy digo una cosa y mañana ya veremos; mañana se hacía y decía lo contrario. En cualquier caso, el grupo dirigente sí es responsable del ninguneo y, sobre todo, despilfarro de no pocos cuadros políticos, especialmente de los procedentes de Iniciativa per Catalunya. Despilfarro mayúsculo en el caso de Joan Coscubiela. Y de otros.

¿Cabe en alguna cabeza sensata que Coscubiela no figurara como primero de cartel en estas elecciones? Cierto, sabemos que este dirigente, tras su famoso discurso en el Parlament de Catalunya, decidió irse a su casa. Pero, ¿no era esa la decisión personalmente lógica, tras el silencio del grupo dirigente en el enfrentamiento de Coscubiela con la minoría de diputados tras el referido discurso? Silencio y sobre todo encogimiento de hombros. Ni Coscubiela ni Fachín. No entre dos aguas, sino en ninguna. 

Los Comunes, así las cosas, se encuentran en una doble crisis: crisis de proyecto y crisis de liderazgo.


Mañana, si estamos en forma y el tiempo lo permite, hablaremos de los socialistas. De entrada, un anticipo: entre los socialistas y los Comunes el retrato sinóptico del Parlament es que hay menos izquierda. 


viernes, 22 de diciembre de 2017

Terremotos en Cataluña, valoración de urgencia de las elecciones autonómicas



1.--  La suma de los cuadrados de los catetos no siempre es igual, en el terreno de la política, al cuadrado de la hipotenusa. Un ejemplo de ello es que el grupo no independentista ha tenido más votos que el independentista y, sin embargo, cuenta con menos diputados. Se debe, como es sabido, a las convenciones de la Ley d´ Hondt, que no discuto pero sí señalo interesadamente.

Sabemos, gracias a Paco Rodríguez de Lecea, que Heráclito dejó escrito esta sentencia: «Si no esperas lo inesperado, no lo reconocerás cuando llegue, porque es misterioso e indescifrable.» Algo se barruntaba Paco desde la vieja Atenas. Algunos terremotos «inesperados» intuía.

Primer temblor de tierra: Inés Arrimadas al frente de Ciudadanos es el partido más votado. La primera vez que una formación no catalanista gana unas elecciones autonómicas en Cataluña. La primera organización, además, en los barrios populares de Barcelona y en el viejo cinturón que antes llamábamos rojo. Un huracán que se ha llevado por delante al Partido Popular, reduciéndolo a irrelevancia. Constatarlo no equivale a felicitarse. Desde luego, no creo que sea ni misterioso ni indescifrable.

Segundo temblor de tierra: Esquerra ha visto que los pronósticos que la situaban como primera fuerza –e incluso por encima de los de Puigdemont--  eran exagerados. El pragmatismo minimalista de los de Junqueras ha sido sobrepasado por la liturgia exasperada del hombre de Bruselas.

Tercer temblor de tierra: Xavier Doménech pierde 3 diputados, no gana en ningún distrito de Barcelona, quedándose en quinto lugar. Tal vez sus repetidos meandros políticos le han jugado esa mala pasada. Colau en entredicho. Un golpe también para los podemitas de otras latitudes.

Cuarto temblor de tierra: Mariano Rajoy es enviado al Hades. Decimos Rajoy y no Albiol porque el hombre de Pontevedra ha sido el factótum de la campaña electoral del PP en Cataluña. El sanedrín pepero intentará exculpar a Mariano punto, pero este caballero ha sido tocado en lo más sensible. En cierta medida también este resultado es inesperado, porque emigrar al grupo mixto es demasiado para la formación que gobierna España. Un inciso: tal vez Ciudadanos les pague el aguinaldo para que puedan conformar grupo. Una generosidad que siempre echará a la cara Rivera a Rajoy.

Pequeño temblorcillo de tierra: Miquel Iceta salva unos pocos muebles.  Sólo un diputado más.

2.--  Mayoría de votantes no independentistas, de un lado; mayoría absoluta de los independentistas en el Parlament. Con este dato, reitero, no se impugna el resultado, simplemente se deja explícito el dato. El reparto de la túnica sagrada tiene esas paradojas, inesperadas –a lo Heráclito--  o no.

En resumidas cuentas, un gobierno independentista sin independencia o con la independencia al baño María. Un cuadro político con más derecha; y una izquierda cojitranca que sólo remontará si es capaz de encontrar la explicación de sus propios terremotos y no le echa la culpa al maestro armero.




jueves, 21 de diciembre de 2017

El sindicato, gran sastre que puede coser los retales

(Borrador, a cosica hecha incompleto, para amigos)

Ya he votado. Esta noche veremos qué dice el personal. Del colegio electoral a casa me ronda por la cabeza lo que viene a continuación.

Soy de este parecer: el sujeto que está en mejores condiciones para poner las primeras costuras de la reconstrucción de Cataluña es el sindicalismo confederal. Porque la cuestión política separa a los asalariados, mientras que lo social les une. Dicha separación no debe verse en clave negativa, pues al fin y al cabo es una expresión más del pluralismo de la sociedad.

Muchas son las razones que demandan la reconstrucción de Cataluña: de un lado, la fortísima fractura –o más bien, ruptura--  en, como mínimo, dos grandes bloques, que tiznan la tradicional idea de «Catalunya, un sol poble» hasta hacerla irreconocible; de otro lado, los enormes estropicios en los terrenos económicos y sociales que se han producido, especialmente en los sectores menos favorecidos, por la subalternidad del conflicto social con relación a la cuestión política.

Esta Cataluña, dividida en bloques irreconciliables, tendría fuertes repercusiones negativas, también, en la condición asalariada. El vínculo social, unitario, de la condición asalariada se debilitaría y estaría al albur de movimientos corporativos que desagregarían, todavía más, la fuerza del conjunto asalariado, en todas las tipologías del trabajo heterodirigido. Insisto: el sindicalismo confederal está en mejores condiciones que nadie para reconstruir una nueva unidad social como hipótesis de la reconstrucción de Cataluña, que se reclama.  No es una certeza, sino una propuesta.   

Francamente, no veo otro sastre más idóneo para coser medianamente bien todos los retales y conformar un traje nuevo. Antaño lo supo hacer. 



miércoles, 20 de diciembre de 2017

Cataluña, un sólo pueblo




Dice el filósofo de Ocata: «Ha habido abundantes ejemplos de irresponsabilidad en esta campaña electoral. El primero, a mi parecer, nos lo han proporcionado quienes han defendido explícita o implícitamente que no somos UN pueblo, sino dos. Si esta tesis se impone, habría fracasado la estrategia que se marcó el PSUC en la transición con su lema "Un sol poble" (Un solo pueblo) y que Jordi Pujol se jactaba de hacer suya. Este sí que sería el fin del "régimen del 78" en Cataluña, que tanto parecen desear los aprendices de brujos».




Salario mínimo: un acuerdo satisfactorio




Mientras algunos pugnan legítimamente por sacar mañana la mayor tajada electoral de la túnica sagrada; cuando están enfrascados en la pugna entre la física y la metafísica, los sindicatos estaban ayer en el fogón y las cazuelas de las cosas de comer. Es una diferencia de estilo. La diferencia entre predicar y dar trigo.

Los sindicatos han conseguido, tras una concienzuda negociación, un incremento del 20 por ciento del salario mínimo de aquí a 2020: 850 euros. Para el próximo año, 2018, el aumento será del 4 por ciento. El acuerdo está supeditado a que el PIB supere anualmente el 2,5 por ciento. Este acuerdo ha sido posible por la nueva situación de la economía y, también, por la capacidad negociadora que han exhibido los representantes sindicales frente a la resistencia de sectores intransigentes de la patronal. No tengo empacho en decir que, dada la presencia de doña Correlación de Fuerzas, el acuerdo me parece satisfactorio. Esta es mi austera valoración, que introduce un matiz a lo dicho por alguien, que lo ha calificado como «acuerdo histórico». No juguemos a palabras altisonantes que deben ser usadas sólo en las grandes solemnidades. Acuerdo satisfactorio, que permite mejorar la vida de, al menos, 534.000 trabajadores. Acuerdo satisfactorio, también, porque indicia –si se sabe jugar bien la partida--  aumentos en los convenios colectivos.

Acuerdo satisfactorio porque podría –he dicho podría, en condicional--  iniciar un nuevo itinerario de superación de la parábola descendente del sindicalismo y la apertura de un nuevo ciclo –juéguese bien la partida, reitero--  de conquistas, especialmente en el terreno de la cuestión salarial. Siempre y cuando el sindicalismo confederal, sin complejos, lo valore adecuadamente y, como se dice en nuestra jerga, a la ofensiva. Sin alharacas, pero sin remilgos.

Oído cocina: el hecho de que en tal acuerdo figure la cautela de la superación del 2,5 por ciento del PIB debería provocar un comportamiento sindical, orientado a establecer los vínculos y compatibilidades entre el conjunto de la negociación colectiva y el  crecimiento de la economía. O lo que es lo mismo: a considerar la cuestión salarial como variable dependiente de la evolución de la economía.

Brindo, pues, con una copita de vino de Albondón

  

martes, 19 de diciembre de 2017

Es un taimado y un cobarde



Oriol Junqueras aprieta pero no ahoga. Es elípticamente elegante en sus patadas al escroto de su socio y, sin embargo, adversario. Justamente lo contrario de algunos de sus cofrades que tienen la lengua –lo digo sin señalar-- en las uñas de los pies.

Junqueras ha declarado en la recta final de la campaña electoral: «Estoy en la cárcel porque no me escondo nunca de lo que hago y porque soy consecuente con mis actos. […] Hemos demostrado con los hechos que damos la cara». Dicho y proclamado coram populo desde Estremeras.

Junqueras tensa el arco y suelta la flecha. Y da en la diana. Él no se esconde, el otro lo hace. Atención al adverbio «nunca». Él es consecuente con sus actos; el otro no parece serlo. Él da la cara; el otro la pone en plasma. En apretada síntesis: Junqueras envía al otro a la sexta bolsa del círculo Octavo infernal de la Divina Comedia.

No se trata de pecadillos veniales, sino de otra cosa que viene de muy atrás. De algo que, siendo de naturaleza política, se ha enredado en una inamistosa relación personal.  Que está dejando una cicatriz en el movimiento independentista, obligado ahora a elegir entre papá y mamá.

Nunca se había dicho nada tan áspero contra un socio. Y, según dicen algunas fuentes generalmente bien informadas, nada tan esclarecedor de la personalidad del hombre de Bruselas. Que, según Junqueras, es cobarde y taimado. En resumidas cuentas, si se sigue a pies juntillas la doctrina Junqueras no tiene sentido que el Puigdemont sea el próximo president de la Generalitat. A menos que se quiera un cobarde y un taimado a la cabeza de tan importante institución. Oído cocina: que nadie saque conclusiones precipitadas: tampoco Junqueras es santo de mi devoción.






lunes, 18 de diciembre de 2017

Puigdemont: legitimismo de boina roja y cantimplora de ratafía



La Assemblea Nacional Catalana (ANC) es sin lugar a dudas un importantísimo movimiento y organización de masas. Con una palmaria capacidad de movilización. En buena medida ha puesto en marcha la capilaridad y popularidad del independentismo. Apareció con una aparente autonomía de los partidos secesionistas, que la misma ANC repitió ad nauseam.  Carme Forcadell y Jordi Sànchez han sido sus dirigentes más representativos. Ambos han sacado rentabilidad política de su paso por la ANC. Ella en Esquerra; él en la lista de Puigdemont. Nada que objetar a ello.

Ahora bien, este movimiento-organización nos ha deparado una sorpresa en plena campaña electoral. Ha escrito que la única opción válida para presidir y formar el nuevo gobierno es la de Puigdemont (1). Exactamente lo mismo que dicen el hombre de Bruselas y sus escribidores. Los rancios olores del legitimismo vuelven desparpajadamente a la escena. El viejo carlismo rural –boina roja y cantimplora de ratafía--  frente a las reglas de la democracia. Sin tapujos.

La chocante formulación de la ANC es, en primer lugar, la expresión de la lucha sorda entre sus banderías políticas como expresión del abierto conflicto entre Junqueras y Puigdemont. La solución de ese contencioso no es el recuento de los votos sino el legitimismo, la auto referencia. De ahí observamos la aparición de una novedad: el procés, que pretendía ser el utillaje unitario de la sociedad catalana, se está convirtiendo en un artefacto de desagregación, de cesura interna. Con repercusiones evidentes ahora y en el medio plazo.

Pero hay algo más. Y más importante. El legitimismo –boina roja y cantimplora de  ratafía--  de la ANC apunta también, y sobre todo, a cualquier candidato a la presidencia de la Generalitat, sea  o no independentista. No es, por tanto, sólo un litigio entre Puigdemont y Junqueras, sino contra todas las formaciones políticas. Contra la democracia, más en concreto. La democracia sólo es aceptable, según la ANC, si sirve a los intereses que esta tiene por conveniencia. O, lo que es lo mismo en este caso: se aceptarán los resultados electorales si se mantienen en la fe de Dios Padre Puigdemont, de Dios Hijo Jordi Sànchez y de Dios Espíritu Santo la Assemblea Nacional Catalana. Bajo el himno de «Santo, Santo, Santo es el Señor». Que son parte de los ingredientes de un intento de Estado corporativo.





domingo, 17 de diciembre de 2017

El voto ya no es lo que era



Hablando con amigos, conocidos y saludados sobre la orientación de voto en las próximas elecciones catalanas percibo una novedad. O, al menos, así me lo parece. Pero antes séame permitido un breve inciso. Por lo general no pocos de ellos siempre habían votado al partido con el que coincidían en tal o cual medida. Digamos que era un acto de adhesión directa hacia el partido. De cada cual al partido. Por supuesto, ese consenso podía tener diversas explicaciones: ideológicas, políticas o simplemente personales, históricas o recientes… Digamos, pues, que esa manera de votar es la convencional. La de toda la vida.

La novedad que percibo va en otra dirección: van a votar al partido que coincide con ellos. La relación ahora es al revés: del partido a la persona en cuestión. Es decir, la naturaleza del voto tiene ahora un itinerario que, por así decirlo, es inverso. No sé si es extrapolable o no. Y si lo es, hasta dónde. Me limito a señalar una impresión que se refuerza, más todavía, ante la cuestión independencia sí o no. Y especialmente he visto que aparece en el sector anti independentista. En cierta medida es una reacción más o menos similar a la del independentismo: se vota preferencialmente al partido que tensiona más la cuerda en esa dirección.


En resumidas cuentas, independencia sí o no es el programa a palo seco. Lo que, en ambos casos, significa una crisis de proyecto. Porque es sabido que una cosa es el programa y otra el proyecto, digno de ese nombre. Minimalismo político, tal vez lógico en esta coyuntura, pero francamente reduccionismo político. O, si se prefiere, cuarto y mitad de política. 

sábado, 16 de diciembre de 2017

El Programa de los Comunes no afina en la negociación colectiva





Explica Isidor Boix su desagrado porque en el programa electoral de los Comunes se apuesta por los convenios colectivos sectoriales de ámbito catalán sin referencia alguna a los de ámbito ´estatal´. Para mayor información del sentido del voto de Boix en las elecciones autonómicas del 21 de diciembre véase su artículo en http://iboix.blogspot.com.es/2017/12/21-d-por-que-voy-votar-socialista-y-no.html.

En lo que a un servidor se refiere tampoco entiendo esta posición del partido del profesor Domènech, que parece redactada por un sindicalista muy cercano a la autarquía, al menos en el terreno de las relaciones laborales. Pero comoquiera que en ninguna parte del programa se explica qué ventajas tienen los convenios colectivos sectoriales catalanas, separados de los de ámbito español, es obligado preguntarles a los redactores de la propuesta qué motivos les ha llevado a fijar dicha postura.

Nada tengo contra los convenios colectivos sectoriales de ámbito catalán. Pero menos todavía tengo razones para negarle validez y utilidad a los de ámbito español. Pregunto: ¿alguien tiene  algo en contra de los convenios, por ejemplo, de Banca y Química? Por cierto, habría que refrescar la memoria que, en buena medida, dichas negociaciones tuvieron como protagonistas principales a lo más granado del sindicalismo catalán. Pongamos que hablo de Manel García Bel y Joaquim González. Pues bien, si nada hay en contra de ello, ¿por qué el programa electoral de los Comunes se entromete en dicha materia? O, más bien, ¿por qué el sindicalista autárquico, autor del redactado, echa en saco roto dos ejemplos tan representativos como los convenios ´estatales´ de Banca y Químicas, o del Textil?

Hay además otras razones que justifican la existencia de esa contractualidad. De un lado, la mayor acumulación de fuerzas para defender unos planteamientos; de otro lado, la relación entre esa fuerza acumulada y la solidaridad con los territorios más débiles. Y otro motivo de no menor consideración: la relación entre convenios colectivos y situación industrial. Es decir, el vínculo existente entre lo conseguido –o se quiere alcanzar--  y el desarrollo industrial en toda España. Estableciendo, dicho sea de paso, las compatibilidades entre lo uno y lo otro. A saber, un convenio colectivo, del ámbito que sea, no es una variable independiente del desarrollo industrial y de servicios. ¿Lo entienden de esta manera los redactores de esa parte del programa? No lo creo. Y es más, todo indica que son del parecer que es posible una industria catalana sin relación con los procesos de transformación de los aparatos productivos, tanto españoles como europeos. Sancta simplicitas!


Tal vez fuera necesario que los redactores leyeran el convenio colectivo de Alstom recientemente firmado. Y estudiaran la relación de su contenido con el proceso de fusión de dicha empresa con Siemens. Lo sabemos: los sindicalistas de Alstom son de lo más granado del sindicalismo catalán. Les viene de antiguo. Siempre estuvieron al tanto de los vaivenes de doña Correlación de Fuerzas.


viernes, 15 de diciembre de 2017

Doña Correlación de Fuerzas en Cataluña



En las próximas elecciones Cataluña se juega mucho su presente y las indicaciones de dicho presente hacia el medio plazo. Cuando hablo de Cataluña me refiero a la condición material de las personas de carne y hueso, también al cuadro institucional en que se va a desarrollar esa condición material. Ahora bien, en esos comicios se juega además  qué proyección tienen sus resultados para toda España. Es decir, ¿qué variables introducirán en la política española los resultados de Ciudadanos con relación al Partido Popular y cómo influirá en Podemos y sus confluencias el resultado de los Comunes? Por otra parte, los de Iceta se juegan qué nivel de sosiego tendrá el PSOE a partir del 21 de diciembre. Las elecciones catalanas no son, pues, moco de pavo.

Las encuestas pronostican que Ciudadanos oscurecerá al Partido Popular. Será la primera vez que, en los últimos años Mariano punto Rajoy verá que alguien se le sube desenfadadamente a los faldones. La derecha con brillantina arremete con desparpajo contra la de la caspa. Las altas torres populares ya no están seguras. Yendo al grano: el día 21 también indicia contra qué derecha nos las tendremos que ver en España. Pero todavía es pronto porque doña Correlación de Fuerzas tiene razones que el corazón desconoce.

La inicial ciclogénesis de Pablo Iglesias pasó de puntillas por Cataluña. No consiguió construir una formación claramente podemita. Los comunes se resistieron a ello, aunque adoptaron un libro de estilo cercano a Pablo Iglesias el Joven. Digo cercano, no igual. Con una sintaxis anfibia que, a fuerza de matices, se presenta como poco esclarecedora. La pretendida riqueza de sus corrientes –soberanista, autodeterminista, independentista e incluso españolista--  no ha logrado, al menos todavía, conformar un humus solido que les indentifique como marca instantánea, aquella que es reconocible a primera vista. Los resultados de los del profesor Domènech tendrán, igualmente, un impacto notable en el medio plazo de Podemos. Ya se verá en qué dirección.

Miquel Iceta  se hizo con la dirección de su partido cuando éste se encontraba  hecho unos zorros. Nadie con entorchados de brigadier le agradeció el gesto. El socialismo meridional le puso la proa a este señor «bajito, gordito y casi calvito». Iceta, en todo caso, alegremente impávido. De momento ni siquiera ha pestañeado cuando el divino Romeva ha eructado contra los votantes de aquel llamándoles fascistas.

Iceta, maestro en gay saber. Sus resultados tendrán repercusión en Ferraz. Todo depende de esa anciana dama, doña Correlación de Fuerzas. Que no es casquivana, sino amoral y que lleva al retortero al más pintado. Por cierto, siempre pensé que esta señora tendría el rostro de Hedy Lamarr; otros piensan que es la cara arisca de Bette Davis.  


Radio Parapanda.-- DÉCIMO DIA DE CAMPAÑA, JUEVES 14 DE DICIEMBRE, dice don Manuel Gómez Acosta.


 

jueves, 14 de diciembre de 2017

El indulto y los redaños de Miquel Iceta



Hay que reconocer que Miquel Iceta tiene agallas. No se ha amilanado por los convencionalismos de las campañas electorales y, de sopetón, ha dicho textualmente que «estaría de acuerdo con un indulto para los dirigentes presos que están encarcelados». Así que no es cierto lo que le atribuyen sus adversarios: «que Iceta daría un indulto».  El matiz es importante. De todas formas lo realmente dicho es excesivamente fuerte para los estómagos de sus adversarios y, de alguna parte, de su propio partido.


¿No habíamos quedado que una de las  virtudes políticas de un dirigente es expresar una opinión que se enfrente a lo banalmente sus parciales esperan de él? Por supuesto, una opinión con punto de vista fundamentado. Iceta ha tenido cuajo, los redaños suficientes para expresar una idea que, más tarde o más temprano, la acogerán otros partidos. Más todavía, el candidato socialista ha sembrado concordia. Plantea en el fondo que algo deberá hacerse que restañe las heridas y cicatrices que está dejando este procés tan loquinario.  En resumidas cuentas, Iceta hace y quiere hacer política; la reyerta es para el mostrador de las viejas tabernas.


El oficio de resistir, el bello encanto de aquella clase obrera



El libro se llama “El oficio de resistir, miradas de la izquierda de Andalucía durante los años sesenta”. Javier Aristu es el autor. Y lo ha editado la prestigiosa Comares. En breve estará en las librerías a la espera de una mano amiga. Aguardando también al estudioso y a todo aquel que quiera buscar los hilos conductores de aquellos entonces, los sesenta, con estos tiempos. El autor sabe de qué habla, estaba allí en el corazón de todo aquel gran movimiento. Cierto, de resistencia. Y de alternativa posible. Juicio ponderado, analizando aquellos momentos sin prejuicios.


Quien lo lea tendrá la ocasión de conocer, además, las relaciones de aquellas resistencias personales y colectivas con la Cataluña de aquellos tiempos a través del desfile de personajes que pasaron el río Ebro. Por ello le pido al autor que no olvide que su libro tiene que ser presentado también en Cataluña, donde ahora (como antes) no se atan los perros con longanizas. Sepa Aristu que a muchos se nos está haciendo largo el tiempo hasta que el libro lo tengamos en nuestras manos. 

Apostilla al público en general. Oigan, no tengan empacho en regalarlo en estas Navidades. Sus amistades se lo agradecerán.