Cataluña
se ha convertido en una cosa rarísima. Su política, por ejemplo, es una prueba
de ello. No es maledicencia por mi parte, sino la constatación de un hecho muy
chocante: el principal conflicto en Cataluña, desde hace unos meses, no se
libra entre el gobierno y la oposición y, ni siquiera, entre «Cataluña y Madrit»; el principal conflicto se libra
entre las fuerzas políticas independentistas que conforman por lotes la
composición del gobierno. Es un conflicto entre aparentes compañeros y, por
ello, adversarios a calzón quitado. Es el conflicto entre el hombre de Waterloo y Oriol Junqueras, siempre
«bona persona».
Cosa
rarísima, decimos. Porque, por otra parte, se está dando en el dramático tiempo
de la pandemia. Con lo que podríamos establecer la siguiente ley: a más gravedad de la situación –sanitaria
y económica-- mayor irresponsabilidad
del gobierno, dividido en lotes. Digamos que el conflicto en el interior del gobierno
y las particulares islas de cada lote es una variable independiente de la
crisis sanitaria y económica.
Veamos,
por un lado está el rebrote violento en Lleida y el cinturón metropolitano de
Barcelona, que ha llevado al gobierno francés a recomendar enfáticamente --«vivamente»,
ha dicho el primer ministro-- que sus
compatriotas no viajen a Cataluña. Cataluña, pues, en coplas. Por otro lado,
cada día aparecen noticias que mantienen una luz de gas inquietante en el terreno de la economía: sólo el 2,6 %
de los negocios catalanes ha recuperado
el nivel de facturación previo a la aparición de coronavirus. A su lado, como
se ha dicho, la zahúrda pública entre los lotes del gobierno, que se agravará
con la aparición del libro de Puigdemont que ha puesto como un pingo a
Junqueras y la batalla sorda –de momento subterránea-- entre ellos mismos por el control de los
Mossos de l´Esquadra. Es una batalla hilarante que ha llevado a la inefable ex
consellera Ponsati –la
que dijo que «íbamos de farol»-- a afirmar que «los Mossos son una fuerza de
ocupación». A su vez, un milagrosamente reaparecido Carod—Rovira, ahora de excursión en la farándula
de Waterloo, llama al control político e
ideológico de los Mossos, insinuando que está plagado de efectivos del cuerpo
al que perteneció su (benemérito) padre. Más luz de gas.
Addenda.---
El acelerado camino a la decadencia tiene estas cosas tan raras. Algo insólito:
hasta la gente ida de la cabeza tiene igualdad de oportunidades, siempre que
sea independentista, de formar parte del gobierno. En el gobierno de la lottizzazione.
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