Ya
conocen ustedes los resultados electorales de ayer. Dejo una primera
interpretación de ellos a los maestros Enric Juliana y
Andreu Claret en La Vanguardia y El Periódico de
hoy. Aplico así una de las enseñanzas de Dante:
«Así como el bachiller se prepara, y no habla hasta que el maestro propone la
cuestión que debe defender…», Canto
vigésimo cuarto, Paraíso. Un servidor, por mi parte, comentará algunas
cuestiones, tal vez colaterales, de los resultados, concretamente su posible
relación con las vicisitudes del
gobierno de Pedro Sánchez. Ahora es lo que me interesa. Quien busque
unas referencias a otros partidos ya puede cambiar de página.
Los
resultados de Unidas Podemos en Galicia y País Vasco son calamitosos. Lo más
dramático es su pérdida de condición parlamentaria; desde la cueva de
Montesinos, horrible lugar extraparlamentario, será muy difícil hacer política.
Un resultado de estas características no
le interesaba a Pedro Sánchez. No hay
afeites en el mundo para maquillar tan adversos resultados. De hecho, Pablo
Iglesias ha declarado que es «un fracaso sin paliativos». El problema ahora
será qué método se escoge para explicar dicho fracaso. Sin duda los
innumerables conflictos internos le han jugado una mala pasada. Tiene razón mi
amigo Daniel Martín: «Un dato a tener en cuenta,
los votantes de UP no perdonan las
desavenencias internas». «Un dato», pero ¿es el más decisivo? Entiendo que lo peor
sería instalarse en una explicación única y decisiva. El
drama que afrontarán ahora es evitar que, tras la derrota, se fabrique otra
nueva división.
Los
socialistas han tenido unos resultados discretos. Pero sicológicamente han
sufrido una humillación al ser sobrepasados por el BNG. Ni siquiera, según
parece, recogen partes del desguace de Unidas Podemos. En plata: tampoco los
resultados de los socialistas reportan sosiego y confianza al gobierno de coalición, aunque tienen como consuelo la hipótesis de que formarán parte del gobierno de Euskadi. De hecho, uno de los objetivos de estos comentarios es el siguiente: para
determinados sectores del PSOE y Unidos Podemos sería tentador tirarse los
platos a la cabeza los unos a los otros. Esto, ¡qué duda cabe!, forma parte
de las acendradas tradiciones de las izquierdas de todos los hemisferios. Así
pues, la sugerencia de este ejercicio de redacción es el siguiente: ¿por qué
unos resultados tan menguados a dos formaciones políticas que son responsables,
entre otras conquistas sociales, del ingreso mínimo vital? Una respuesta que es
dura de pelar. Pero necesaria de encontrar una explicación, aunque sea
aproximada.
El
más interesado de encontrar esa incógnita es Unidas Podemos, porque es el
sujeto más débil y, andando el tiempo, porque puede convertirse en un pecio. O
en los últimos de Filipinas. Iba a decir los últimos mohicanos, pero no quiero darle cuatro cuartos a los pregoneros de la cancel culture. O sea, a los ortodoxos del dogma que ellos mismos han inventado con cuatro chucherías del espíritu.
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