jueves, 30 de marzo de 2017

«Coscubiela es un fascista y CC.OO. un sindicato amarillo»


Quien con niños se acuesta cagado o meado se levanta. Esto es, por extensión, lo que ocurre con quienes se acuestan con ciertos dirigentes de la CUP, una organización de naturaleza milenarista, disfrazada de izquierdismo para no infundir sospechas. Ahora, su portavoz, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha elevado el tono militante de la estupidez política. Para tal persona «Joan Coscubiela es un fascista y CC.OO. es un sindicato amarillo». Si lo primero es una exhibición de insensatez, lo segundo no se sabe muy bien a qué obedece, ni tampoco que guarde relación con el problema que ha originado para tamaños insultos.

La cosa tiene relación con la crítica de Coscubiela al escrache de las juventudes cuperas en los locales del Partido Popular. Con la distante presencia de la portavoz de dicho partido que aplaudía el gesto de sus infantes. Ella, en vez de debatir en torno a la relación entre formas de lucha política y reivindicaciones en un marco democrático, arremete contra el diputado Coscubiela. Pero, además, hay algo que sobrecoge: esta señora considera fascista todo aquello que no coincide con sus planteamientos. Con lo que devalúa y banaliza el fascismo, del que parece tener una idea particularmente libresca. O puede que considere que, dada la formación cultural de sus allegados, este es el picotazo más duro que puede propinar a su adversario o a quien no le ríe sus ocurrencias. En esta versión se trataría de grotesca mercadotecnia. Pero quien deja al descubierto su inútil preparación es ella. Tanto si hablaba con la lengua en poder del orujo como si no.

Ahora bien, cabe otra hipótesis. Que alguien más avezado que ella, dentro de sus propias filas, haya planteado que el escrache ha puesto al descubierto el infantilismo falsamente revolucionario de la política cupera –más propia de reyerta tabernaria--  y era necesario meter otra noticia que lo tapara mediáticamente. O sea, la vieja teoría de que la mancha de la mora con otra verde se quita.

En todo caso, el eructo de la portavoz cupera está en el aire. Un insulto personal. Y colectivo a los centenares de miles de afiliados de Comisiones Obreras. Entre ellos figuraba Enric Pubill, que nos dejó ayer (1). 


    1) https://www.pressreader.com/spain/la-vanguardia/20170330/282411284155881


miércoles, 29 de marzo de 2017

Mariano Rajoy en Barcelona. Sin novedad en el frente

«Piteas se burlaba de Demóstenes, hijo de Demóstenes, diciendo que sus reflexiones olían a mecha de lámpara porque aquel se pasaba toda la noche en vela, pensando y aprendiéndose lo que iba a decir cuando se presentara ante los atenienses». Son palabras de Claudio Eliano (175--235) en Historias curiosas. Libro VII, 7ª.

Según parece el olor de los discursos del Demóstenes Chico era similar al de Mariano Rajoy. Olor de aceite rancio. Por supuesto, es lo que esparce su intervención ayer en Barcelona ante lo más granado del parné, chanel número cinco.

Rajoy ofreció millones para infraestructuras. De esa manera entiende que puede abrirse una negociación –o algo por el estilo--  para resolver el enconado conflicto catalán. El problema es que dicho conflicto ya no es esencialmente económico. Es, guste o no, de naturaleza política. En el inmovilismo del Partido Popular está fundamentalmente la raíz más inmediata del pudrimiento de la situación. Que se va agriando exponencialmente. Por lo que la oferta de Rajoy ya está fuera de fase. Lo que no quiere decir, naturalmente, que se exija la puesta en marcha de tales infraestructuras.

Repetimos, el conflicto es político. Y, como tal, es visto por centenares de miles de personas en Cataluña. Que dicha situación esté siendo aprovechada de manera artera por la política secesionista no contradice lo anterior. De ahí que sostengamos que el discurso de Rajoy esté desubicado de lo que está pasando en Cataluña. El olor a aceite rancio es incapaz de avanzar hipótesis de solución. Por lo que o las propuestas son de naturaleza eminentemente política o las espadas del esencialismo de los romanos y los cartagineses seguirán en alza. La discusión, así las cosas, se mantendrá como una gigantesca querella entre el fuero y el huevo. O lo que es lo mismo: el litigio entre esencialismos a la búsqueda de quien la tiene más larga.


Propuestas políticas. Que propongan una radical reestructuración administrativa, política e institucional del Estado. Estableciendo programas, itinerarios y tiempos de ejecución. Buscando, de momento, una mejor conllevancia. Porque la base del conflicto no se resolverá en muchos, muchísimos años.  Decir lo contrario es engañar al personal a sabiendas y queriendas.  

lunes, 27 de marzo de 2017

Comisiones Obreras paso a paso


Agradezco a Luis Collado, director de la Editorial Bomarzo, que me haya enviado el libro Comisiones Obreras paso a paso.  Sus autores son Antonio Baylos y Juan Moreno, viejos amigos de tiempos antiguos. Juan Moreno nos relata concienzudamente los momentos que considera estelares en esta biografía del sindicato que va desde los orígenes hasta la huelga general de 1988. Baylos nos propone una reflexión sobre los diferentes procesos que, durante ese itinerario, vivió el movimiento de los trabajadores. Esto es, Moreno hace una especie de diario existencial; Baylos, por su parte, nos brinda una biografía intelectual. Moreno o el continente; Baylos o el contenido.


Por lo demás, es preciso agradecer a Luis Collado el sentido de la oportunidad: el libro ha salido en el contexto de los congresos sindicales que se están desarrollando en los cuatro puntos cardinales. Y, sobre todo, no se olvide que Bomarzo es nuestra editorial amiga. 


El PSOE: tres dirigentes, tres actos (discordes y acordes)

El socialismo español tuvo ayer tres capitales: Madrid, Burjasot y Torrelavega. En esos tres actos, los tres aspirantes a gobernar el PSOE lucieron su palabra, sus bríos y, unos más que otros, sus decorados. Madrid, exhibición de apoyos de alto copete; Burjasot, caricias a la militancia; Torrelavega o la austeridad de un candidato que no pierde las esperanzas. Susana, la Enviada de Felipe González en la Tierra. Pedro Sánchez, el aparentemente deseado por las corrientes críticas. Patxi López, persona educada de quien, al menos en público, no se le conoce una palabra más alta que otra. 

¿Novedades? Siendo exigentes con la lectura de los tres actos podemos (y debemos) decir que ninguna. Si lo somos menos mencionaríamos la propuesta de López: la realización de un debate a tres. Que este planteamiento favorezca a López (el menos favorecido por los hados) no quita que parezca necesario. Porque lo que ocurra –o deje de ocurrir en el socialismo español--  no es irrelevante. Por ello, me atrevo a sugerir que debería ser la Gestora quien debería auspiciar esa iniciativa. Al menos de esta manera podría esquivar la suspicacia de quienes, que no son pocos, le suponen un favoritismo indisimulado por la candidata sevillana.

Y, al menos (en teoría), los llamados a votar en estas primarias tendrían datos substanciosos de lo que piensan los jefes de fila. Porque, francamente, se sabe de los tres solamente lo que sus parciales les atribuyen. Sobre una serie de cosas de menor importancia. Entiendo por «datos substanciales», como mínimo, los siguientes: a) ¿de qué manera la socialdemocracia europea sale de las aguas pantanosas en las que se encuentra; b) ¿de qué modo se reconstruye esta Europa, que se encuentra en un proceso de achicamiento acelerado. Y a partir de ambas consideraciones: ¿qué PSOE y qué izquierda necesita España? Lo que también implicaría de qué manera pretenden abordar la cuestión catalana.

De hecho, la respuesta a tales interrogantes es una deuda que el PSOE –también, por supuesto, los tres candidatos--  deben a la ciudadanía. Tres dirigentes que intentan resolver la cuestión desde una posición que se nos antoja de tradicionalismo nacionalista, esto es, haciendo abstracción de los vínculos que la política española tiene con los procesos de reestructuración e innovación en curso, en el mundo real de la globalización.

Sabemos que nada de ello se dijo en Madrid, Burjasot y Torrelevega. Allí primó la arenga. Sólo el grito endogámico en torno al PSOE, dejando de lado en qué contexto se encuentran sus dificultades. Allí se entendió que era el momento de la agitación, del fervor de los suyos. Ni una sola pista para apuntar por qué el gradual declive –en España y Europa--  en los momentos de la mayor tempestad económica, social y política. Es más, ninguno de los tres nos han dado un anticipo de qué piensan hacer si ganan. Ni del futuro imperfecto que nos aguarda.  Sin embargo, nos han dicho –unos más que otros--  algo que es preocupante: «Revindicar el socialismo de siempre»  (1).  Es lo que yo me temía en mi visita a Bilbao, una ciudad magnífica que ha sabido conjugar armónicamente la tradición y la modernidad, la sabia opinión del filósofo de Ocata.

Paco Rodríguez de Lecea recuerda que: «Reivindicar en estas circunstancias el socialismo “de siempre”, sirve de poco. Lo cierto es que, de siempre, el curso fluvial del socialismo español ha sufrido desapariciones prolongadas, ha recorrido meandros tortuosos, ha cerrado pactos dudosos y ha predicado, en función de por dónde soplaba el viento, hoy una cosa, mañana la contraria. Proclamar desde la megafonía de los medios que “somos los mismos de siempre, y lo seguiremos siendo”, quizá no sea la fórmula idónea para convencer a un electorado bastante escamado». 

En resumidas cuentas, es también preocupante que el hilo conductor de los tres actos y sus tres dirigentes sea eso: el socialismo de siempre. Aunque, para no provocar a los letraheridos, es más adecuado decir de casi siempre. 

sábado, 25 de marzo de 2017

Las disparatadas autoridades catalanas

Las autoridades catalanas han tardado en decirlo. Esta vez por boca de Oriol Jonqueras. No importan las condenas del Tribunal Supremo. Tras la independencia se anularán las sentencias. El Código Penal no es cosa nuestra. Por lo tanto haremos tabla rasa. Y tras ello, posiblemente, se han mirado a los ojos y exclamado «así nos las gastamos nosotros».

No hace falta ser muy lince para pensar que estamos ante un llamamiento a no respetar la ley. Y que tamaño despropósito no puede traer nada bueno. Naturalmente los robagallinas se tragarán las condenas, con o sin independencia. Para ellos dura lex sed lex. Los agraciados son otros: Mas y Homs, y también los quinquis del alto parné, o sea, los lustrosos protagonistas de los casos Palau, Petroria y Pujol. Para ellos se fabricará la teoría de que los dineros expoliados iban para la causa de Cataluña. Pero no todas las bravatas están dichas. Tan sólo estamos ante una escalada verbal que, por días, aumenta su diapasón. Esta escalada parece no tener límites. Como no parece tener límites, tampoco, la inacción del Gobierno de Mariano Rajoy, impasible el ademán pasado, presente y, tal vez, futuro.


Viene a cuento una experiencia reciente. He pasado unos días en Bilbao con mi esposa. Hemos tenido la oportunidad de hablar con algunas personas que nos dijeron que eran militantes del Partido Nacionalista Vasco. Es decir, gente “de orden”. Se decían sorprendidos por la «disparatada orientación de Mas, Puigdemont y Jonqueras». Y, sobre todo, por el «infantilismo» (sic) de sus autoridades. El viejo Café El Mercante fue testigo.



jueves, 23 de marzo de 2017

El mundo global y la Cataluña acelerada

Manuel Gómez Acosta

Las relaciones de Cataluña con el resto de España y el mundo han ido poco a poco evolucionando desde la épica --"el mundo nos contempla"-- hasta el actual estado de cosas, mucho más próximo al vodevil y al ridículo.

¿Cómo se interrelaciona lo que está aconteciendo en el mundo global con el desarrollo del llamado procés? Como apunta Eric Kaufmann, profesor canadiense de política en Birkbeck College (Inglaterra), nos encontramos inmersos en un proceso de transformación de valores donde la vieja línea divisoria de izquierda contra derecha, la lucha contra la desigualdad a través de la economía, de la redistribución frente al libre mercado, está siendo sustituida por una nueva polarización emergente, nacionalismo contra cosmopolitismo, cultura cerrada contra cultura abierta. El enemigo es el cosmopolitismo y la respuesta es el nacionalismo.

En Cataluña, el paradigma izquierda-derecha ha sido sustituido por el factor patriótico, el combate contra la desigualdad por el refugio en la identidad, volver a la tribu y anclar en aguas seguras, la fe sustituye a la razón, se vuelve la vista hacia un pasado que se proclama glorioso, "prietas las filas, recias, marciales... el gesto alegre, firme el ademán". Por eso, es difícil de entender que fuerzas que se autocalifican de izquierdas apuesten por la liberalización de las tribus, dar la palabra a los territorios privilegiados, los que quieren romper el principio de solidaridad e igualdad.

La vieja línea divisoria de izquierda contra derecha está siendo sustituida por una nueva polarización emergente, nacionalismo contra cosmopolitismo, cultura cerrada contra cultura abierta.

Utilizaré algunos conceptos de la ciencia física para poder explicar los acontecimientos que se suceden de forma caótica y precipitada en la Cataluña de hoy.

La cantidad de movimiento (masa por velocidad) generada por el procés evoluciona a la baja y se encuentra en recesión. Se intenta compensar la pérdida de masa de los adherentes con la aceleración --variación de la velocidad con respecto al tiempo--, menos gente pero más excitada. Sin duda, la aceleración puede provocar el descarrilamiento del procés en su recorrido hacia la República del 3%. Algunos dirigentes catalanes directamente afectados por este valor numérico están al borde de un ataque de nervios. La declaración de Fèlix Millet, la puntilla...

Se habla de "choque de trenes", algunos apuntan que éste no es posible dado que el procés circula por vía muerta. Sin embargo, existen riesgos de colisión; me temo que sin duda sería una colisión inelástica, es decir, con pérdida de energía de las partes colisionadas. En Cataluña hay el peligro de, por tanto tirar de la cuerda, superar el límite elástico de la cohesión social y entrar en zona de deformación plástica, en donde no hay posibilidades de recuperación.

España necesita un proyecto de país, partidos que lo desarrollen y un liderazgo político del que carecemos en la actualidad.

Otra consecuencia sin duda preocupante del llamado "choque de trenes" --aunque no se produjera-- sería evaluar los daños colaterales causados a Cataluña en la suicida estrategia de intentar perjudicar y desprestigiar al Estado, sembrando la duda sobre la calidad de la democracia española, practicando el victimismo tan propio de los nacionalismos irredentos y recreando hasta el paroxismo el falso relato de la persecución de un pueblo oprimido durante siglos.

España es la decimosegunda potencia económica mundial y el decimoséptimo país más respetable del mundo, según el estudio The most reputable countries in the world (junio 2016) elaborado por la prestigiosa consultora RepTrak. Sin embargo, nuestro país tiene un gran problema, la falta de un relato común y compartido que agrupe y convoque a los españoles. El Gobierno del PP, con la ausencia de liderazgo moral e intelectual de Mariano Rajoy, ha sido incapaz de ayudar a construir este relato. España necesita un proyecto de país, partidos que lo desarrollen y un liderazgo político del que carecemos en la actualidad.


viernes, 17 de marzo de 2017

Estoy perdiendo facultades

Voy perdiendo facultades. Hay cosas que empiezan a escapárseme de las manos. Quiero decir de la sesera. Es lógico, porque cuando uno se acerca a los ochenta años es un deber tener ciertos alifafes. O sea, achaques. Dos ejemplos de mi dificultad para entender algunos asuntos.

Uno, que el alcalde de Cervera de los Montes (Toledo) haya declarado que «sólo las vagas celebran el día 8 de Marzo». ¿De dónde el primer edil –no hace falta decir que es del Partido Apostólico--  ha sacado tan zarrapastrosa idea? ¿Cómo puede llegar a ser primera autoridad local una persona de esa calaña? ¿Es sólo la búsqueda fatigosa de la hipotética notoriedad lo que este cerebro de secano plantea? ¿Es la herencia recibida de sus ancestros, viejos y nuevos? ¿Es el miedo inconfesable de su poquedad intelectual? Otro alcalde, éste realquilado en las entrañas de la Gurtel, ha dicho tres cuartos de lo mismo. En todo caso, remedando a Cervantes: han rebuznado en balde el uno y el otro alcalde.

Otro ejemplo. Dirigentes del PDECAT, los herederos de la vieja Convergència –que Ainaud de Lasarte llamaba Conveniencia--  han afirmado que «Ada Colau es fascista». Ni siquiera el acné juvenil les disculpa. ¿Y estas criaturas son la cantera? Y yo me digo: en nada se diferencian de importantes exponentes  de las Nuevas generaciones Apostólicas que manifiestan el mismo parecer. Tan sólo en que unos beben Calisay y otros Licor 43.  El primero, oriundo de Arenys de Mar; el segundo es cartagenero.


jueves, 16 de marzo de 2017

Los Servicios Secretos y el rey de España

Las grabaciones que hicieron los servicios secretos españoles al entonces rey Juan Carlos me sugieren una serie de cavilaciones. No entro en el contenido de las mismas porque es irrelevante para lo que pretendemos decir. Comoquiera que es fácilmente imaginable que se hicieron sin orden del Juez podemos llegar pacíficamente a esta conclusión: si se graba de esa manera al Jefe del Estado, aquí no se libra ni el último de la fila. En suma, estas cloacas del Estado están fuera de la legalidad del espacio-tiempo. Funcionan con órdenes verticales sin dar cuenta a nadie. Por lo que ni siquiera son «secretos de Estado» sino un almacén de datos para que dos o tres gerifaltes acumulen poder de intimidación.

Ya es sospechoso que aparezcan ahora. Salen ahora porque Juan Carlos no pinta una oblea; por lo tanto, las consecuencias de las grabaciones son irrelevantes. Pero pretenden significar una exhibición de poder y control. ¿A quién? A todo el mundo, y tal vez al sexto Felipe. Es el mensaje siguiente: os tenemos en la lista. Digamos, pues, que Alain Minc se quedó corto cuando habló, tiempo ha, de las zonas grises de la democracia. Son, más bien, los agujeros negros de la democracia.

Por otra parte, la filtración de dichas grabaciones tiene un interés crematístico: el parné. El pago de unos emolumentos para establecer una cadena de negocios. Tan sólo las almas de cántaro creerán que es un ejercicio de transparencia. Ese tipo de transparencia es puro estiércol. Bussines.

Es, en definitiva, un negocio. De muchos millones. Exactamente igual que los servicios que contratan las empresas para ver si Fulano o Mengano son de una u otra manera. Igual que la Operación que en su día montó el Beato Fernández Diaz, ministro del Interior, contra políticos catalanes. Igual que las listas de magistrados desafectos al independentismo catalán de las que hiciera gala un juez inhabilitado de cuyo nombre no quiero acordarme. Pura acumulación de poder, mero ejercicio de control.


martes, 14 de marzo de 2017

Artur Mas, inhabilitado

Ya conocen la noticia: Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau han sido inhabilitados. Mi primera sugerencia es: ¡fuera máscaras! ¡fuera caretas!

Las máscaras se han utilizado desde la antigüedad con propósitos ceremoniales y prácticos. Ahora también. Por supuesto, la política es muy dada al uso de las máscaras y caretas. La idea es taparse total o parcialmente la cara. Tras la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, Artur Mas y sus allegados deben desprenderse del mencionado disfraz. Digámoslo con crudeza: han conseguido lo que querían. Lamentarse ahora por ello es pura hipocresía escénica. El independentismo orgánico necesitaba una sanción de ese calibre para seguir acumulando fuerzas. Y acumular más agravios al por mayor. El movimiento tiene poca fuerza desde la racionalidad, necesita apelar al sentimentalismo más primario y desordenado.

Fuera máscaras, pues. Han conseguido otro objetivo. Fuera caretas porque, tras ella, se ocultaba la cara risueña de Esquerra Republicana de Catalunya viendo cómo su oponente-amigo tiene las cosas más difíciles para competir en la guía del país. Y fuera caretas en el Partido Demócrata de Catalunya, la heredera de la vieja Convergència, porque ya no necesita que Artur Mas «dé un paso al lado». Los unos y los otros le deben eso al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya. Lo que no quita que se aproveche la ocasión para subir más el voltaje de la tensión.


Ahora el objetivo puede ser elevar la electricidad con la idea temeraria de que el Gobierno de Rajoy –o a quien le corresponda  ese disparate— declare la supresión de la Autonomía de Catalunya o alguna medida similar. Presiones no le faltarán desde sus propios círculos concéntricos. Esperemos que ese dislate no llegue. Pero, ténganlo por seguro: aquí se va a formar algo inédito. Para lo que nadie está preparado. 

Me alegraré si me equivoco.  


lunes, 13 de marzo de 2017

Los intereses creados en la vieja y nueva política catalana

Los llamados «tiempos de la Justicia» han hecho coincidir en el espacio tiempo dos juicios que vienen de antaño: los casos Palau y Pretoria. El primero, caracterizado por una  fuerte vinculación entre negocios  sucios de particulares y la financiación a Convergència; el segundo, fruto de una entente entre particulares que eran conspicuos dirigentes del partido de Jordi Pujol (Lluis Prenafeta, mano derecha del Viejo Patriarca y Macià Alavedra, su brazo izquierdo) y conspicuos cargos representativos de los socialistas catalanes (el alcalde de Santa Coloma, Bartolomé Muñoz, y el diputado Luigi). Palau, de neta vinculación política; Pretoria, de mero enriquecimiento personal de unos particulares, aunque así mismo político por las mencionadas responsabilidades políticas de sus protagonistas. En todo caso, parece seguro que la opinión pública no sabrá diferenciar del todo tanta sutiliza. Las caricaturas son de trazo grueso y no admiten los matices.

Pretoria fue la exhibición de hasta qué punto ciertos altos exponentes de la derecha nacionalista (el llamado sector negocios) decidió abandonar el calvinismo burgués para sacar provecho personal. Tantas veces fue el cántaro a la fuente de la financiación de su partido que, al final, decidió mirar por ella misma, por la famiglia. Tres cuartos de lo mismo pasó en esa franja socialista (Bartolomé Muñoz y el tal Luigi), harta de pisar la moqueta de la oposición, decidiendo organizar la transhumancia de los huevos fritos al lenguado a la meunière y, de ahí, dar el salto al plato de angulas. En todo caso, lo uno (Palau) y lo otro (Pretoria) fueron indicando que Cataluña y “España” habían entrado en un proceso de indistinción en lo atinente a las prácticas de corrupción política y económica. Al fin y al cabo, todos ellos son descendientes del triunviro romano Marco Licinio Craso que tenía el dinero a espuertas, ganado con poco sudor de su frente.

En resumidas cuentas, este es el tinglado de la vieja-nueva farsa de los intereses creados. ¿Habrá tierra suficiente para tapar ambos agujeros, Palau y Pretoria?



domingo, 12 de marzo de 2017

Compañera Secretaria General




(Homenaje a Nella Marcellino)



He perdido la cuenta del número de mujeres que optan a dirigir el sindicato de Comisiones Obreras, algunas de ellas en organizaciones importantes como, por ejemplo, Andalucía. Esta es una novedad que llamaremos cualitativa. También en UGT. Hasta la presente nada vetaba formalmente que la mujer pudiera acceder a la responsabilidad de secretaria general, pero las inercias, los malos usos y costumbres –todo ello en clave de poder--  no lo favorecían. La ramplona normalidad abogaba porque un hombre, aunque fuera el menos indicado, se hiciera con las riendas de la organización. La cosa se está rompiendo, afortunadamente. La discriminación implícita está siendo hecha añicos. Que todavía no haya llegado al pináculo no desmiente lo anterior.

Esta situación, que someramente indicamos, se da en un contexto general extraordinariamente complicado para la acción colectiva. De un lado, el gigantesco proceso de reestructuración e innovación de los aparatos productivos y de servicios en unas coordenadas contradictorias, esto es, de globalización y renacionalización, cuya muestra más visible es la vieja Europa. De otro lado, la desestructuración del trabajo asalariado tal como lo hemos conocido y la ruptura del ciclo largo de conquistas de los derechos sociales, dentro y fuera del centro de trabajo. De una parte, el sindicato-hombre que iba perdiendo visión para afrontar los desafíos de tantas emergencias y patologías. De otra parte, el lucro cesante que significaba el despilfarro de tener en el almacén las potencialidades y las nuevas miradas que tiene la mujer sindicalista. El sindicalista, dueño de la casa; la sindicalista, de realquilada.

Estamos, pues, ante una novedad. Que también se está dando en la CGIL, especialmente tras la elección de Susanna Camusso.  Y, como señalamos, ahora en España. Podemos decir que, así las cosas, nuestro sindicalismo se está poniendo al día. Esta es una cesura de notable significación. Por fin se va abriendo el camino al sindicato general y a una plena confederalidad. Queridos compañeros –vosotros, hombres--  no tengáis miedo de lo nuevo.


viernes, 10 de marzo de 2017

Novedades en este 8 de Marzo

Homenaje a Aurora Gómez



De este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se hablará durante mucho tiempo. Pongo especial énfasis en lo de «trabajadora» porque, desde hace ya mucho tiempo, hay quien intencionadamente ha eliminado esa adjetivación. Otros por puro despiste que ya roza en la inopia. También el papanatismo es trasversal. Digo que se hablará durante mucho tiempo porque han aparecido algunas novedades sobre las que convendría cavilar. Por ejemplo, la masividad de las movilizaciones, que no se han ceñido a las principales ciudades españolas. Y el carácter de las manifestaciones que ya no tenía el tradicional sentido ritual de los años anteriores. Y los ecos de la huelga de las mujeres polacas de hace algunos meses. Y los efectos, directos e indirectos, del llamamiento mundial de determinadas organizaciones a la movilización, que no ha sabido leer adecuadamente el sindicalismo mundial, que –en el mejor de los casos--  lo consideraron una extravagancia. Menos mal que el sindicalismo español ha estado más atento.

Digamos, además, que este 8 de Marzo venía precedido por un encendido debate en torno a la equiparación de los derechos de la mujer, especialmente en el terreno salarial; y también por el recrudecimiento de la violencia de género, que de manera inquietante empieza a afectar a los grupos etarios cada vez más jóvenes. Un contexto de estas características merecía la masividad de estas movilizaciones. 

En el terreno estrictamente sindical aparece otra novedad: la percepción de que la ética de los fines (objetivos) tiene que sustentarse en la ética de los medios (instrumentos). Esto es, si se quiere la equiparación del uso derechos laborales ello comporta los instrumentos adecuados para ello. Porque, en caso contrario, no se puede hablar con propiedad de «sindicato general», de hombres y mujeres. Ni tampoco se puede hablar de confederalidad plena si las mujeres siguen siendo una mera muleta. Si se mantiene esa práctica, que contraviene la literatura oficial, estaremos hablando de un sindicalismo demediado.

El filósofo de Ocata escribe: «Sinceridad, la verosimilitud del yo que se muestra ahora» (1). Que viene al pelo para lo que intentamos decir. Sin instrumentos la retórica es pura fanfarria. De ahí la importancia de algunas enmiendas congresuales, ahora en discusión, que impondrían la proporcionalidad de género en las comisiones deliberadoras de las convenios colectivos y, mejor todavía, la paridad para todas las prácticas contractuales. En suma, si el «yo» (sindicato) es sincero debe demostrarse ahora. En los hechos.

Una observación en torno a la equiparación salarial. Esta es una variable dependiente de la organización del trabajo. Es decir, el meollo está no en el salario en tanto que tal, sino en aquello que lo determina. Una obviedad que sabemos desde tiempos antiguos, pero que se pasa por alto a la hora de remover todos los impedimentos que taponan el acceso de la mujer a la categoría profesional y al puesto de trabajo. 



               1)  Gregorio Luri. Aforismos que nunca contaré a mis hijos (La isla de Siltolá, 2015, página 57)

jueves, 9 de marzo de 2017

Artur Mas se pasa a Kant por la cruz de los pantalones

Kant es mucho Kant. Cuando se publicó la segunda edición de La paz perpetua escribió un añadido formidable. Esa auto enmienda de adición, cargada de fina ironía, propone un «artículo secreto para la paz perpetua». Plantea una discusión pública sobre la guerra y la paz y la omisión de todo secretismo al respecto. Definitivamente, Kant es mucho Kant. Pero Artur Mas y sus masoveros se pasan a Kant por la cruz de los pantalones.

Como es suficientemente sabido, la mayoría parlamentaria catalana se empeña en exhibir y justificar un pétreo secretismo en la discusión acerca de la ley que declare unilateralmente la independencia de Cataluña. En lectura única, sin enmiendas. Aquí te pillo y aquí te mato secretamente. Es la ruptura de todas las grandes normas parlamentarias, de los usos y costumbres. Es el mangoneo más escandaloso y trapacero que haya hecho un parlamento en las sociedades llamadas avanzadas. Por lo tanto, ¡Muera Kant y sus perifollos!


martes, 7 de marzo de 2017

Artur Mas en paños menores


Marta Pascal, portavoz de PDECat, la nueva hechura de la vieja Convergència democrática de Catalunya, avisa: No nos hacemos responsables de la presunta corrupción de Convergència (1). O es una ingenuidad o un porrazo en la cruz de los pantalones de Artur Mas, presidente del mencionado PDECat. Lo primero es harto improbable, pues no se llega a la portavocía sin demostrar que ya no se tienen dientes de leche. Así es que la probabilidad de que sea un buen mamporro es bastante probable. Algo que no había previsto la sedicente astucia del rey Artur, acostumbrado al halago –al menos en la superficie--  de sus parciales.

De momento podemos sacar una conclusión, aunque sea provisional: Mas no es incontestable en su partido. Lo que introduciría una serie de variables en este confuso itinerario del procés. Personalmente está algo más que salpicado por los casos de corrupción. Así lo deja entrever la portavoz del partido. Mas no es tampoco el eslabón que une la distintas familias ex convergentes. Se diría que es una rémora. Pero, por otra parte, el PDCat no cuenta con otra figura  de relumbrón.

Todavía más. El versátil Alfons López Tena, uno de los emblemas del independentismo catalán, ex convergente, ex vocal del Consejo General del Poder Judicial (a propuesta de Convergència) ha hecho una exhibición de gastritis en sus declaraciones a El Mundo: “Mas es muy limitado: he sido asesor suyo durante siete años. No lee nada, y se jacta en público de ello. El resultado es el que se ve. Autoritario, rencoroso, y un político de cuarta regional. Serviría para cacique de un pueblo de la Sicilia interior”… “El procés no tiene nada que ver con la independencia. Es un comunitarismo autoritario, persigue un control social total sobre la parte que le da apoyo y no tiene otra finalidad que conseguir concesiones de España. No pretende la independencia, sino obtener compensaciones y tener el control de los presupuestos públicos y de las redes clientelares” (2).

Posiblemente son las palabras de un resentido. O de un arrepentido, vaya usted a saber. Pero que, en todo caso, deterioran la imagen de este Mas, que quiso pasar por astuto y ahora se nos aparece en paños menores. Pero sea como fuere el retrato que esboza este caballero es acertado. Ni la venganza de don Mendo llegó a tanto.


lunes, 6 de marzo de 2017

Los españoles son "fachas" y "chonis"



Escribe Jaume Puig Terradas


El diario El País, en su edición del domingo 5 de marzo, se hacía eco de un vídeo, emitido por la  ETB, en su canal en euskera, en el que, en clave de humor, algunos personajes de la vida social y cultural vasca manifiestan, con un elevado nivel de desprecio y zafiedad, su opinión sobre los españoles y sus símbolos. Frases como que “Los españoles son culturalmente un poco atrasados”, o que la imagen que les viene cuando escuchan el nombre del país al que legalmente pertenecen ”Es la de un cateto” o refiriéndose a la bandera “Ostras, qué asco me da esa bandera, es asquerosa” y que los españoles son “fachas” y “chonis”-

Más allá del valor de las entrevistas de este vídeo y de la intencionalidad de sus autores, este es un ejemplo de cómo las personas con  ideología nacionalista, en su afán por reivindicar lo propio, pueden llegar a despreciar, sin el menor rubor, a sus conciudadanos, por el mero hecho de no compartir su sentimiento identitario, situándose implícitamente en un estadio moral e intelectual superior. Se empieza por aquí y se acaba negando los derechos de ciudadanía o algo peor.

Cuando se entra en la dinámica de considerarse pueblo oprimido y que la liberación de este pueblo es un bien superior, considerando mi país como colonizado, venga, o no, a cuento y sin que esta afirmación se sostenga en un análisis de un mínimo rigor histórico, se ha entrado en un terreno propicio para las mayores locuras. Estoy convencido de que en Catalunya, si se planteara una encuesta  como la de la televisión vasca, saldrían muchas respuestas parecidas; solo hay que ver los tuits que ilustran muchos de los programas y debates de los canales públicos y privados de las televisiones catalanas, comentarios amparados en el casi anonimato o en seudónimos. Ni que decir del desparpajo en el que se desenvuelven muchos tertulianos a la hora de identificar todos a los españoles –en su discurso se sobrentiende que se excluye a los catalanes- con los personajes más reaccionarios que pululan por las ultramontanas tertulias.

Solamente desde la ignorancia o desde el más hipócrita de los cinismos, se puede defender un discurso independentista sin saber que, tarde o temprano, se va a entrar en la dinámica de desdeñar y menospreciar a los ciudadanos del resto de España y a los de la propia Cataluña, en este caso con mayor enjundia, que no compartimos sus desvaríos secesionistas. Por mucho que nos insistan que el “procés” es de un carácter democrático exquisito(ellos lo definen como “la revolució dels somriures”) y por tanto respetuoso con todas las opiniones, a la hora de la verdad la campaña de agitprop se basa en la superioridad moral, cultural y democrática de los catalanes respecto al resto de españoles, con la excepción de los quintacolumnistas y de los originarios de otras partes de España que no se han asimilado adecuadamente.

Cuando se haya consumado el tan proclamado choque de trenes, alguien deberá ponerse manos a la obra para curar a los heridos y a recomponer tanto estropicio fruto de la irresponsable frivolidad, precipitando a tantos inocentes ciudadanos de buena fe por el borde del fascismo. Procuremos que no se dé tal choque.

Mataró 6 de marzo de 2017


El declive de la socialdemocracia

(Borrador para amistades)

Manuel Castells ha publicado un interesante artículo en La Vanguardia con el sugerente título ¿Renacerá la socialdemocracia?  (1) Son muchos los acuerdos que tengo con dicho trabajo. Sin embargo, no comparto su argumento principal, que el curioso lector podrá ver en la conexión que establezco a pie de página. De manera concisa, casi telegráfica, explicaré mi punto de vista sobre la acumulación de crisis que la socialdemocracia europea ha tenido hasta nuestros días. Es, en buena medida, una explicación que podría referirse al conjunto de las crisis de toda la izquierda. Lo haré en torno a dos consideraciones: los cambios que se han ido dando a lo largo del siglo XX hasta nuestros días y el quehacer político de la socialdemocracia a lo largo de todo ese tiempo.

Tengo para mí que dichos cambios no han sido leídos convenientemente: cambios tecnológicos, económicos, culturales y políticos. Algunos de ellos provocando nuevas estratificaciones en el seno del conjunto asalariado, afectando principalmente a la clase obrera industrial, otrora el filón y caladero principal de la socialdemocracia. Y también cambios en las prerrogativas que han ido acumulando aquellos sujetos que, por decirlo coloquialmente, eran los aliados naturales de la socialdemocracia, por ejemplo, los sindicatos.

Las grandes transformaciones que se han operado en el siglo XX y las conquistas democráticas (de las que la socialdemocracia es también responsable en buena medida, por ejemplo el Estado de bienestar) configuraron un nuevo tipo de sociedad. La socialdemocracia no estuvo atenta a toda esa vorágine. No vio la potente transformación del centro de trabajo, ni los cambios en la estructura de  las clases trabajadoras. Y, sobre todo, no observó las consecuencias que cada cambio –y también de cada conquista— iban provocando. Menos todavía observó el contradictorio uso social de las conquistas. Es más, ni siquiera tomó nota de que el sindicalismo iba entrando en un terreno que le hacía la competencia. Y no sólo ello. Pasado un tiempo el sindicalismo confederal fue paulatinamente desprendiéndose de su propia servidumbre voluntaria en relación a papá partido, dejándole ayuno y sin una fiel intendencia.

El viejo sindicalismo, tras la Segunda guerra mundial, fue conquistando parcelas de intervención que antes eran de exclusivo monopolio del partido político, en concreto de la socialdemocracia. Por ejemplo, la construcción itinerante del Estado de bienestar, cuyos pilares y paredes maestras fueron obra del partido. El sindicalismo fue acumulando una serie de poderes contractuales en materias de trabajo y enseñanza, sanidad y vivienda. De esa manera se fue convirtiendo en protagonista directo de las realizaciones de las políticas de welfare.

Lo anterior explicaría hasta qué punto la socialdemocracia europea ha estado desubicada de los procesos de la globalización. Lo que es realmente sorprendente porque los partidos socialistas y socialdemócratas nacieron con una potente vocación internacionalista. Global, diríamos hoy. Y, sin embargo, sus prácticas a lo largo del siglo XX fueron justamente lo contrario: un voluntario camino hacia el enclaustramiento de su acción política en el marco de los Estados nacionales. 

Por supuesto, se pueden argüir más elementos. Pero, tengo para mí que los reseñados son la madre del cordero. Las cosas que faltan son derivaciones. Simplemente segundas derivadas.  




viernes, 3 de marzo de 2017

Bonapartismo catalán

A la mayoría parlamentaria de Cataluña no le salen los números. Ni tampoco sabe cómo transformar la hojalata del procés en el oro de la (hipotética) independencia. Por eso aprovecha la ocasión de los juicios a sus dirigentes y  allegados en peligrosas prácticas de alquimia política. Ahora, inspirados en la truculencia de la reforma exprés que en su día practicaron el PSOE de Zapatero y el PP de Mariano Rajoy, intentan cambiar el Reglamento del Parlament de Catalunya. En plena legislatura. Eso no lo hacía ni Guruceta. Quieren oficializar una declaración de independencia eliminando todos los requisitos del debate y utilizar lo que se llama «lectura única», esto es, sin plazos previos, sin discusión, sin enmiendas. La independencia a palo seco.

Enric Juliana, nunca dado a estridencias, ha calificado esta martingala como bonapartismo. Y ha hablado de Directorio.  Así es, en efecto. Bonapartismo puro y duro. Con un añadido por mi parte: tan estridente superchería no es, principalmente, una reacción a la intransigencia del gobierno español. Es un intento artificioso de reaccionar contra la cadena de juicios que se están celebrando, en Madrid y Barcelona, contra los jerarcas catalanes y lo que pueda salir a flote en el juicio del caso Palau (Millet y compadres): el desvío de importantes masas de dinero hacia la vieja Convergència. «El juicio a la gran cloaca catalana», que ha dicho Enric Fernández en El Periódico. Una situación que ha roto parcialmente el constructo de «España nos roba». De ahí que dicha idea ha acabado concretándose en que también nos roban desde dentro de casa. Y sin contemplaciones.

Y algo más. Esta alquimia parlamentaria se orienta a esta amenaza: como toquéis a uno de los nuestros se acabó el carbón. Nadie mejor que el dicharachero de Quico Homs en explicitarlo: si me condenan se rompe la relación con el Estado. Un pirómano fatuo donde los haya. Un bravucón de moqueta. No obstante, hay algo más inquietante todavía: el fin de todo ello está enfangado por unos medios de corrupción, económica y política. Por separado y juntas entre sí. Igualico que el difunto de su agüelico.

Mientras tanto, Junqueras pone delicadamente sus manos en los hombros de Soraya. Si fuera Adamo los pondría en su cintura.


jueves, 2 de marzo de 2017

El «coste de oportunidad» de Cataluña

Los economistas llaman «coste de oportunidad» a aquello de lo que un agente se priva o renuncia cuando hace una elección o toma una decisión. Por ejemplo, si en vez de tomar una opción acertada haces su contraria. Mientras la mantienes entras en una fase de costes que te desangran. Lo que viene a cuento por la noticia que nos llega de la Unión Europea con respecto a la pérdida de competitividad de Cataluña.

Cuando en 2010 Bruselas emitió su primer informe sobre competitividad regional, Cataluña se encontraba por encima de la media europea. Ahora está en un 48,7 por cien. Más todavía, el informe constata un retroceso en materia de innovación y eficiencia. En 2013, Cataluña ocupaba el puesto 133 en el ámbito de la innovación, que examina elementos de progreso como la preparación tecnológica, la sofisticación empresarial o  la innovación. En este último examen pierde cinco puestos y cae al 138. Lo que explicaría lo anterior. En este último examen pierde cinco puestos y cae al 138. Así están las cosas. El gobierno catalán, pendiente sólo de las cosas del campanario, no ha dicho ni mú sobre el particular. Sigue, perezosamente instalado, en su coste de oportunidad.

El coste de oportunidad o, lo que es lo mismo, seguir en la matraca cacofónica de la teología secesionista mientras siguen ignorados los problemas reales del trabajo con derechos sociales, la eficiencia del centro de trabajo, la formación y la calidad de las enseñanzas y la investigación. Todo supeditado a cuando hipotéticamente se llegue a Ítaca.

Mientras tanto, Cataluña como motor europeo se va convirtiendo en un contaminante tubo de escape. Es como si un cura de olla sólo se preocupara de la túnica sagrada en vez de la pobreza de los parroquianos.

En resumidas cuentas, de seguir así las cosas podríamos entrar en una fase de degradación que podría durar años. Con unos efectos devastadores. Es el coste de oportunidad, insensatos.    


miércoles, 1 de marzo de 2017

Investigar el 3 por ciento no es un ataque contra Cataluña

Alfred Bosch no es un cualquiera en Esquerra Republicana de Catalunya. Fue presidente del grupo parlamentario de su partido en Madrid, ahora es el portavoz en el Ayuntamiento de Barcelona. Hombre templado que está muy lejos de tener los modales y aspavientos del político-jabalí. Simplemente no va con él. Ahora, en pleno fragor de las solidaridades –fingidas o no--  con los encausados por los escándalos del «3 por ciento» se ha desmarcado con claridad de quienes afirman que tales casos de corrupción son un cuento chino o, por mejor decir, una invención del Estado contra el pueblo de Cataluña (1). Esta es la tesis grotesca de Artur Mas y sus masoveros. Que viene de tiempos lejanísimos y está emparentada con el «enemigo exterior». Y que, también, hunde sus raíces en los regímenes autoritarios de toda laya. Atacar o actuar contra el Jefe y su partido es hacerlo contra toda la comunidad. Es como si el Jefe tuviera una inmunidad personal al margen de la ley, de los usos y de las costumbres. El Jefe no está sometido a ningún imperativo categórico.

Alfred Bosch no ha querido participar en esa enorme patraña. Y lo hace desde su inequívoca militancia en la causa del independentismo. Con lo que su opinión tiene, así las cosas, más importancia que la de quienes no somos independentistas. Porque Bosch le está diciendo a Artur Mas: oiga, apechugue usted con lo que ha hecho.

Ahora bien, comoquiera que estamos hablando de política vale la pena recordar que, en las palabras de Bosch, también hay política. Porque se inscriben en el contexto de una pugna sorda entre el partido de Mas y Esquerra republicana por el control y la dirección del proceso independentista. Entre los alocados ex convergentes y los en apariencia más templados. En apariencia, digo. Un proceso que ahora entra en una fase de crispación exponencial con la propuesta de la desconexión exprés que la mayoría parlamentaria catalana quiere llevar a cabo. Justamente como loca reacción contra la ciénaga financiera de la vieja Convergència. Que ahora acumulará más estiércol con la oferta de uno de los socios de Millet: pactar con la fiscalía una reducción de penas a cambio de desvelar los intríngulis del caso Palau. Donde Convergència robaba a Cataluña.