lunes, 30 de abril de 2018

La sentencia de Pamplona y lo sospechosamente picajoso de las asociaciones de Jueces

Las asociaciones  profesionales de los jueces  han manifestado que la reacción de masas contra la sentencia del juicio de La Manada ha sido ´desproporcionada´. No ha faltado quien ha elevado el tiro y calificado dicha reacción como ´exacerbada´. Lesmes, presidente del Consejo Superior del Poder Judicial, se ha permitido este sermón: ´Las críticas a la sentencia del Tribunal pueden comprometer gravemente el sistema de Justicia´. Lesmes no tiene buena puntería con el tiesto.

¿Desroorcionada? Acudo a la autoridad de la Docta para saber a qué atenerme: ´que no tiene la proporción conveniente o necesaria´. En todo caso, según lo entiendo, no se indica cuándo la proporción es por defecto o por exceso. Sea como fuere, dicha definición de la Docta es la canónica, estando por encima de la de cualquier letraherido, sea jurista, ingeniero de caminos o talabartero diplomado. En pura lógica, llegamos a la siguiente conclusión: las mentadas asociaciones deberían aceptar una reacción ´proporcionada´ contra dicha sentencia. El problema a dirimir es qué diapasón tiene lo que es, o debe entenderse como proporcionado para el sofisticado paladar de Sus Señorías. No sea que el uso de tan repetido término, desproporcionado, sea un recurrente disfraz para no infundir la sospecha de que no aceptan ningún tipo de reacción que les saque los colores de la cara. Lo que no entraría en los cánones de lo políticamente exquisito. Extraño comportamiento –de corporation, se diría--  el de las asociaciones de jueces y magistrados.

Estos colectivos, usando equívocamente el término ´desproporcionado´, parecen entender que forman parte de un terreno vedado a la crítica, y que –cuando la censura es tan masiva--  saltan las alarmas. Sólo sería admisible la provinente de los allegados al ilustre gremio. Ha sido una censura espectacularmente de masas. En un gran número de ciudades españolas y en algunas capitales importantes de Europa. Esta es la primera vez que se produce un acontecimiento de esta envergadura. Y, tal vez, marque el inicio de un nuevo tipo de relaciones entre la sociedad y los tribunales de Justicia.

Mal trabajo el del tribunal de Pamplona y, por ello, la reacción de masas se justifica. Reseñamos, además, que la sociedad no ha impugnado el sistema de justicia sino la incomprensible sentencia de un tribunal que se ha pasado la lógica formal por la cruz de los leotardos. Eso sí, se ha despellejado con moderación al juez del jolgorio, un fiel exponente de las cavernas más antañonas de la España de las pesadillas.  Oiga, una sentencia que recuerda aquel juicio de tiempos relativamente antiguos.   Hela aquí.

El automóvil del Conde de Romanones atropelló y mató a un peatón en el Paseo de Recoletos. Cuentan que Romanones mandó detener a su chófer diciendo: "Que se haga justicia como si yo no fuese yo"

Se creó una comisión de investigación que decidió indemnizar al conde por los desperfectos que el atropellado ocasionó en su coche. Ex ante Pamplona.


domingo, 29 de abril de 2018

Las medallas de Zoido, las bombas de Losantos y la bragueta financiada del senador Agramunt




Zoido, pintoresco Ministro de Interior, no es un hombre de mundo. El radiofonista Jiménez Losantos tampoco. El uno y el otro se han dirigido a las amistades alemanas y recibido unas estrepitosas calabazas.  Digamos, pues, que no corren buenos tiempos, allende nuestras fronteras, en la España cañí que ellos representan. Hasta donde nosotros tenemos información no han estallado las bombas que el radiofonista parecía haber organizado en unas cuantas cervecerías bávaras como protesta por la decisión del Tribunal del land de Schleswig-Holstein de no entregar a Puigdemont a las autoridades españolas. Son las cosas de Federico, tan patológicamente irascible como mermado cerebralmente. Que nosotros sepamos ni el diligente ministro de Justicia, ni la Fiscalía han pedido explicaciones ni abierto expediente  al radiofonista. Lo que debe haber sorprendido en tierras nibelungas. A nosotros no nos ha sorprendido.

Lo dicho: Zoido no es hombre de mundo, ni parece tener información certera de cómo se las gastan en aquel land alemán. Nuestro celebrado ministro de Interior se ha dirigido a las autoridades de aquel territorio pidiendo los nombres de los agentes de la policía que detuvieron al ex president de la Generalitat para condecorarles. Las ocurrencias de Zoido. La respuesta fue tan austera como contundente: ´No ha lugar, sólo cumplieron con su deber´. Que tiene mucha miga. Zoido debió pensar como el famoso torero que ´hay gente pa tó´.

En efecto, hay gente para condecorar estajanovístamente a las diez mil vírgenes del Cielo; hay gente para premiar fraudulentamente la galbana y la vagancia con ristras de másters a destajo; hay gente para liquidar el meritoriado a favor de la ignorancia diplomada. Hay gente pa tó. Según parece en Schleswig-Holstein tienen otra opinión de las cosas. La ética luterana frente a los oropeles paganos de las virgencicas de nuestros ministros de Interior. La España cañí que se resiste, provocando la hilaridad en las cancillerías europeas, frente a la España solidaria, del mundo de los derechos, que ha salido a las calles y plazas masivamente contra La Manada y ciertas togas de pesadilla.

En resumidas cuentas, la España oficial es vista en Europa con perplejidad y sigue dando que hablar. La España oficial que ya no reserva su sordidez a la piel de toro, ahora se empeña en exportar másters de corrupción al Viejo Continente. Es lo que ha hecho el senador valenciano Pedro Agramunt, presuntamente putañero, hombre de bragueta financiada por las sentinas institucionales de Azerbeiyán. La sombra del ciprés sigue siendo alargada.

viernes, 27 de abril de 2018

Cuando cantaba la clase obrera...




Escribe El Dómine Cobra

Durante un centenar largo de años el movimiento de los trabajadores cantó sus propias canciones de gesta y de oficio, baladas e himnos y lo que encartara en un momento dado. Era, sin duda, una expresión más de la forja de la identidad. Cantaban los anarquistas catalanes e italianos, cantaban los franceses y los wooblyes norteamericanos. Cantaban los cartistas ingleses recordando a sus héroes de la Masacre de Peterloo, y cantó todo quisque que, en los cuatro puntos cardinales, llevara mono azul, boina y otras prendas de vestir del proletariado ascendente.  Cantaban los revolucionarios, cantaban los reformistas y cantaban los que no eran ni lo uno ni lo otro. Todo ese caudal fue disolviéndose, sus partituras  están desparramadas y, seguramente, cubiertas de polvo. Todo ello, patrimonio inmaterial de las clases subalternas, corre el peligro de desaparecer, comido por los ratones de los que hablara Marx.

Alguien se ha decidido a evitarlo. Se llama Jordi Ribó i Flos. Un sindicalista inquietante, hoy jubilado, de Comisiones Obreras de Catalunya. Hay quien le cree el Enviado de Sugar Blue en la Tierra. Sea como fuere, nuestro hombre se ha propuesto fundar una Coral con la idea de dar conciertos y recuperar el tesoro musical de las canciones de gesta proletarias. La Coral, nos dicen certeras averiguaciones, se llamaría Un roig encés. O sea, sin disimulos y a cara descubierta. Sin subvenciones de Anás o Caifás. Eso sí, pasando la gorra para cubrir los gastillos. Con un lema que parece indicar que la izquierda que no canta está chuchurría, camino de estar ´sola, fané y descangayada´.

Un Roig encés puede recuperar un buen cacho de la memoria colectiva. Gracias a Jordi Ribó i Flos –sindicalista que alterna el vinagre del conflicto con el aceite del pacto. Con voz de bajo profundo, a medio  camino de Boris Christoff y Nicolai Ghiaurov.

jueves, 26 de abril de 2018

La “ayuda extranjera” de Manuel Valls a Barcelona




“Como no había manera humana de desenredar una cuestión que se estaba debatiendo en el Congreso de los Estados Unidos, Benjamin Franklin propuso hacer un pequeño descanso para rezar, a ver si con la ayuda del cielo encontraban la sagacidad que necesitaban. Alexander Hamilton protestó airadamente alegando que no tenían necesidad de recibir ayuda extranjera” (1). Eran otros tiempos. Hoy, dicha retranca, de darse en España, habría provocado que la Brigada Aranzadi pusiera en cuarentena al mordaz Hamilton, padre fundador de los Estados Unidos y su primer  secretario del Tesoro.

Esta anécdota viene a cuento tras la noticia que circula estos días por Barcelona: Manuel Valls, ex jefe de gobierno de Francia, estudia la oferta del partido naranja de presentarse  como alcalde de la ciudad.

Evidentemente, ni Valls es extranjero  ni su postulación debería entenderse como ayuda. Esta es, por lo demás,  una novedad que celebramos, añadiendo a continuación que no está entre nuestras intenciones votarle, ni ayudarle en la campaña electoral, si es que finalmente acepta el encargo. Nos limitamos, eso sí, a dejar constancia de esta novedad en unas elecciones municipales y a recordar otras situaciones más o menos parecidas.

La primera

El reputado profesor francés de Derecho constitucional Maurice Duverger fue elegido eurodiputado por las listas del Partido Comunista Italiano en 1989. Figuraba como el segundo de la lista, tras Enrico Berlinguer.  Que recogió más de nueve millones y medio de votos, la segunda formación italiana tras la Democracia Cristiana. Lo celebré con mis allegados. Nuestros amigos italianos introducían una interesante discontinuidad al tiempo que sugerían la coherencia entre Europa, su ciudadanía y los candidatos para las elecciones al Parlamento.

En concordancia, nada que objetar a la candidatura de Valls a la alcaldía de Barcelona. Ya veremos en qué queda todo eso.

La segunda

En repetidas ocasiones –y cuando ha venido a cuento--  he defendido esta tesis: si se quiere construir un sindicato europeo, y no quedarse sólo en una coordinación informal, sería conveniente concretar ciertos instrumentos, por ejemplo, en la negociación colectiva. De ahí que hiciera la siguiente propuesta: en las negociaciones de, es un suponer, el convenio colectivo del Metal alemán podrían estar, integrados en la comisión deliberadora sindical representantes de organismos federativos de otros países. Se podría empezar por algunas experiencias piloto. Nunca supe  ver qué inconvenientes tendría tan heterodoxa propuesta.  

Con todo, algo parece evidente: Manuel Valls es una figura que representa el declive de una manera de hacer política, adobado  con una potente crema o pomada de transformismo, que se disfraza de derechas para no infundir excesivas sospechas.





martes, 24 de abril de 2018

Escuadrismo independentista




Los corpúsculos del escuadrismo catalán han pintarrajeado la fachada de la casa donde vive Salvador Illa, secretario de Organización del Partit dels Socialistes de Catalunya. Es la última hazaña de ese ardor guerrero de una militancia que, de seguir por esa vía, amenaza con elevar el voltaje operativo. Hasta la presente ninguna autoridad del movimiento amarillo ha dicho esta boca es mía. Precaución o cautela, no sea que tengan miedo de aparecer como sospechosos de no tener pureza de sangre independentista.

Hace relativamente poco que apareció esa desgraciada novedad: la intimidación violenta a una serie de personalidades o a sus familias, que apenas si concita reflexión alguna en los diversos medios. Ni siquiera un tímido reproche por parte de los Estados Mayores amarillos. Más todavía, que parecen entender que ese escuadrismo es una favorable parte activa de la correlación de fuerzas.

Ese movimiento clandestino es otra consecuencia  del fracaso del procés. Perdido, pues, el relato aparece la intimidación como elemento de señalización de quien se oponga a la teología redentorista. También como consecuencia de que tales mesnaderos tienen el cerebro en los juanetes de los dedos del pie derecho. Estos escuadristas son la prolongación de un determinado tipo de política independentista por otros medios.

Ahora bien, llegará el día en que este personal se haga una apariencia de autocrítica. Tomará como boceto la reciente declaración de ETA,  y desparpajadamente afirmará que la violencia era solamente contra los enemigos de Cataluña y un «perdonen las molestias» a los damnificados colaterales que pasaban o vivían por allí.

lunes, 23 de abril de 2018

Cataluña y el Teatro—circo de Manolita Chen



Pedro Sánchez ha asistido al reciente congreso del SPD. Entre sus objetivos declarados figuraba una entrevista con la ministra de Justicia de Alemania. Sin duda pretendía informarle del contencioso catalán y del problema surgido tras la decisión del Tribunal Territorial de Schleswig-Holstein que no admite la tesis principal del juez campeador acerca del delito de «rebelión» de Carles Puigdemont.  No hubo tal entrevista, de manera que podría calificarse el viaje de Sánchez como un insuceso. Que nos da pie para meditar sobre algunas cuestiones no irrelevantes.

Durante todo el litigio catalán, que sigue vivo y coleando, no ha habido trabajo europeo (diplomático) por parte de las autoridades españolas. Tampoco las organizaciones políticas anti secesionistas han movido un dedo. Confiaron en la posición oficial de las instituciones europeas y en las declaraciones de las autoridades de cada Estado nacional. Incomprensiblemente olvidaron a la opinión pública. Es más, cada vez que el gobierno español metía la pata perdía consenso. Por el contrario, el independentismo catalán ha ido trabajando a la altura de sus posibilidades y, en determinados momentos, podemos decir que le ha ganado la partida mediática al hombre de Pontevedra y sus mesnaderos.

El independentismo ha desplegado un activo apostolado europeo cuyo éxito (relativo, pero no insignificante) ha sido que pareciera que hablaban y representaban a toda la sociedad catalana, que el conflicto es entre (toda) Cataluña y no sólo el Estado, sino el pueblo de España. Que se trata de una «cuestión democrática» entre una España que huele a pies y (toda) Cataluña que huele a ámbar. La diplomacia española ha estado de vacaciones, mientras los activistas independentistas estaban en el tajo, contando con la presencia paroxística de un Puigdemont que lo mismo freía una corbata que planchaba unos huevos.

Los covachuelistas de la Moncloa sesteaban tranquilos sub arrendando sus responsabilidades a la Brigada Aranzadi. Y más todavía, cuando los cuatro  tenores cantaban el cabaretero cuplé Soy el novio de la muerte, el apostolado secesionista organizaba manifestaciones, actos en universidades y ruedas de prensa en diversas capitales europeas. Y tres cuartos de lo mismo ha ocurrido en los partidos: política de campanario frenéticamente impulsada por don Twitter. Y, lo que es peor, organizando imprudencias y disparatadas medidas, que han provocado que se empiece a mirarnos como la España de Merimée. O con los tintes negros del famoso Don Carlo, la gran ópera del maestro Verdi, que reflexiona sobre el poder. La última: la orden del pintoresco Zoido (uno de los cuatro tenores) habilitando a la policía la requisa de toda visible prenda de vestir de color amarillo en las puertas del campo de fútbol el día de la Copa del Rey. Mohines de incredulidad en las cancillerías europeas y carcajadas en las redacciones de los principales medios. Una reacción lógica frente a la España cañí, regida por políticos que están por debajo de la consideración de chusqueros.  Señores: el teatro--circo chino de Manolita Chen era más serio y profesional.

Apostilla.— Hoy empieza la cuenta atrás. Dentro de un mes finaliza el plazo para formar gobierno en Cataluña. El mango de la sartén lo tiene Puigdemont, cuyo reino no es de este mundo. En eso hay plena coincidencia con el hombre de Pontevedra. También Manolita Chen era más seria y profesional que ambos. Al menos nos enseñó  el nacimiento del pelo. 







domingo, 22 de abril de 2018

La batalla de Madrid y el fin del mundo




Cabe la posibilidad de que este artículo sea el último que se publique en Metiendo bulla, porque este blog puede desaparecer en veinticuatro horas. En todo caso, ha valido la pena que, durante seis trienios, hayamos estado dando la lata casi a diario. Cabe la hipótesis de que Parapanda y sus circunstancias estallen y no quede ni rastro de lo que humildemente ha sido. Lo decimos porque los tabloides ingleses y el canal multimedia Fox News han afirmado que «mañana se acaba el mundo». No se trata de un mañana indefinido –ni siquiera un abstracto el día de mañana— sino dentro de veinticuatro horas. Digamos, pues, resignadamente que algún día tenía que ser. Cuando pusimos en marcha la red de blogs de los amigos de Parapanda sabíamos que lo hacíamos con fecha de caducidad. Con alegría, no obstante, gritamos la vieja máxima latina: «Finis coronat opus», el fin corona la obra.

Ahora bien, también cabe la hipótesis de que esos tabloides se hayan equivocado en sus cálculos y que, todavía, nuestro sufrido planeta tenga suficiente capacidad de resistencia para seguir a trompicones dando tumbos. Mejor así. Metiendo bulla, Según Antonio Baylos y Desde mi cátedra,  blogs del pobretariado militante, seguirán contra viento y marea proponiendo presentes posibles y futuros imperfectos. Y, como tarea más inmediata, dando cuenta del inminente homenaje a doña Ascensió Solé, que ingresará en la orden jubilar de las clases financieramente pasivas. Con lo que proponemos esta hipótesis: los tabloides de la vieja Albión han exagerado a cosica hecha para desestabilizar el mentado homenaje y aguarnos la espera.

De ninguna de las maneras el mundo puede estallar sin que sepamos cómo acaba la compleja batalla de Madrid que tiene más variables que  las que pudo imaginar don Julio Rey Pastor, patriarca de las Matemáticas patrias. Tampoco el mundo debe acabar sin que tengamos conocimiento de cómo acaban los litigios del juez campeador con los tribunales de Schleswig-Holstein, de un lado, y su follín con el ministro Montoro. En todo caso, si los tabloides tienen razón sería aconsejable que el juez campedor pusiera en libertad a Junqueras y sus compañeros para lo que les queda de vida. Item más, Llanera debería desactivar la euro orden para que el pintoresco Puigdemont pudiera pasar las últimas horas en la confitería familiar de Amer cantando Cançó d´amor i de guerra.

Lo dicho: el mundo no debe –mejor dicho, no puede--  acabar hecho mijillas sin saber cómo finalizará «la batalla de Madrid». Un conflicto que atraviesa todas las batallas de España. Y que, precisamente por ello, todos los partidos están confrontados entre sí y en sus propias fracciones.

Por otra parte, no parece deseable que la Tierra regrese a sus orígenes sin saber hacia dónde se encamina don Andrés Iniesta, Caballero de la Orden de Kubala, que ayer volvió a levantar la Copa. El mismo que, preguntado en cierta ocasión si era un héroe, respondió austeramente: «No, para mí un héroe es el albañil que se levanta todos los días a las seis de la mañana para subirse al andamio». Menos todavía parece deseable que nos vayamos a tomar por saco sin que antes le digamos a la Magistrada Solé: «Señora, la queremos, usted sigue siendo gloria y flagelo de las izquierdas».  


sábado, 21 de abril de 2018

«¿Seguimos siendo de los nuestros?»,


«¿Seguimos siendo de los nuestros?», espetó un ocurrente Pio Cabanillas a un correligionario de su partido horas antes de que explotara la Unión de Centro Democrático en su congreso de Palma de Mallorca.  Diciembre de 1983. El partido que fundara Adolfo Suárez saltó por los aires al no resistir los embates repetidos de la Brigada de Zapadores. La sarcástica frase de Cabanillas era la síntesis de la descomposición vertical y horizontal de un partido que siempre estuvo prendido con alfileres.

Ahora se ha pasado del «¿seguimos siendo de los nuestros?» al «ya no seguimos siendo de los nuestros del Partido Popular». Las trifulcas de este partido en Madrid son la consecuencia política de su descomposición acelerada y de que cada maestrillo tiene su librillo donde se enseña a disparar a mansalva contra el propio correligionario. La lengua viperina de Pio Cabanillas ha sido substituida por querellas en el Juzgado. En medio de esa reyerta tabernaria figura Mariano Rajoy; el hombre de Pontevedra es incapaz de coser los diferentes retales, pero se le mantiene –en su lugar, descansen--  porque ninguna de las banderías del partido tiene la suficiente fuerza para desbancar a la otra.

La convención de Sevilla del PP ha sido un fracaso en toda la regla. Concebido para darle oxígeno fue sacudido por el escándalo Cifuentes, sazonado cuidadosamente por el fuego amigo. Conclusión provisional: el partido está peor de cuando fue a Sevilla. La vieja canción de sus antiguos camaradas  --«prietas las filas, recias, marciales / nuestras escuadras van»--  se ha tornado en la cabaretera copla del Novio de la muerte como paradigma de la descomposición. O sea, el Partido Popular está en coplas. No sólo en España, también en Europa por su radical incompetencia a dar una salida a la cuestión catalana.


Sin embargo, de tan caballuna crisis no parece que se aprovechen las izquierdas. También en cada una de ellas hay movimientos sísmicos, aunque de menor intensidad. Con lo que parece cantada esta hipótesis: se irá afianzando la posición del partido que tenga menos follín interno. En resumen, España pasará de Anás a Caifás, que no siendo exactamente iguales coincidieron en quitarse de en medio al Nazareno.   





jueves, 19 de abril de 2018

Carta abierta a Oriol Junqueras. Sin pelos en la lengua.



Ilustre diputado Sr. Junqueras: 

Le deseo muy de veras que salga muy pronto de la prisión. De hecho  me pone de los nervios su prolongada estancia en Estremera. Que usted salga de esos muros impuestos lo baso en dos argumentos: primero, la normalización de su vida familiar y, segundo, la utilidad política que se espera de usted al frente de su partido, Esquerra Republicana de Catalunya. En todo caso, le informo  que soy un adversario político del independentismo, no un equidistante. Ser adversario del independentismo implica en mi caso una batalla de ideas, hacer de la política un sistema democrático dentro de las leyes y convenciones del Estado de derecho, según dejó sentado en tantas ocasiones Palmiro Togliatti. Lo que me lleva a esta consideración: usted sigue preso porque la política gubernamental ha subarrendado sus decisiones en la Brigada Aranzadi.

Permítame, así las cosas, que le ponga al tanto de algunas cosas que me rondan por la cabeza. Una cabeza que se encamina a los ochenta años de manera bulliciosa y, desafiada por los acontecimientos desagradables que vivimos, está viviendo una segunda juventud. Me acojo, pues, al lema que nos viene desde Arquílaco: «Nada curo llorando y nada empeoraré si gozo de la alegría». La tristeza y los lloriqueos embotan la sesera. Me juego lo que sea, señor Junqueras, que usted no tendrá inconveniente en compartir eso mismo con un servidor. Cuestión diferente es lo que viene a continuación.

En Cataluña los que pueden formar gobierno no están por la labor; quienes lo quieren no pueden hacerlo. Los que pueden hacer gobierno están almacenando nuevas canciones de gesta, tras el insuceso del confuso itinerario de lo que se ha dado en llamar el procés. Tal vez con la idea de una nueva convocatoria electoral. Quienes ponen el énfasis en la formación del gobierno –usted entre ellos--  han optado por una opción laica (que dijera Togliatti) que no acaba de cuajar ni conseguir significativos consensos cualitativos ni apoyos cuantitativos suficientes.

Debo decirle, señor Junqueras, que sus opiniones no calan en Esquerra Republicana. De hecho, tan sólo Joan Tardà parece ser el único Enviado de usted en la Tierra. El resto del grupo dirigente de ERC va del caño al coro y del coro al caño con el mismo desparpajo con el que se comportan determinados pares de magnitudes físicas que siguen el principio de Heisenberg. Esta indeterminación es, lo creo provisionalmente, consecuencia de una crisis de liderazgo y de una crisis de proyecto. No es que las voces de los primeros espadas republicanos que están en la calle vayan por libre, sino que parecen subalternas a Puigdemont, cuyo reino parece no ser de este mundo. De un Puigdemont, tan extraordinariamente versátil, que empiezo a temer que piense que «o él o el diluvio».

Políticamente hablando podríamos convenir que, en toda esta historia, la principal perjudicada es Esquerra. Se lo razono: Junts per Cat es una organización instrumental. Son las hechuras de Puigdemont. No tiene pasado, aunque retiene el gen neo convergente. Y, peor todavía: es observable que tiene ya los rasgos principales de la antipolítica. En cualquier momento, según cómo vayan las cosas, puede ir al Jordán y, bautizándose de nuevo, registrarse con otro nombre. Esquerra es otra cosa: es un partido de larga tradición, de hecho es el más antiguo de Cataluña. Si en esta crisis mantiene el carácter de subalternidad a un partido instrumental y sigue con su naturaleza ancilar al cesarismo de campanario de Puigdemont, Esquerra será la formación política más perjudicada. Porque Esquerra, partido político, si no hace política pierde las esencias de su propia naturaleza. Y deja en manos de Junts per Cat las manos libres a cualquier tipo de artificios.

Señor Junqueras: ¿hay algo más urgente para salir del pantano, que empieza a ser ciénaga, que formar gobierno en Cataluña? Creo que no. Es más, usted lo ha dicho en repetidas ocasiones. Asuma --en condiciones difíciles, ciertamente--  el pleno liderazgo de su partido. Y proponga, por ejemplo, una reunión de su grupo dirigente en la Prisión de Escombreras para darle un golpe de timón al problema. Siga, en consecuencia, el discurso de Aristipo: «Yo me he presentado ante vosotros no para unirme a vuestro dolor, sino para ponerle fin». Nos lo explica Claudio Eliano (170 – 235), en Historias Curiosas.

miércoles, 18 de abril de 2018

Alerta sindicatos. Contra la inercia




Alerta, sindicatos. Se han encendido ciertas luces rojas que llaman a la reflexión.

Dos elementos preocupantes nos vienen de Alemania: a) el  quince por ciento de los trabajadores sindicados votó en las últimas elecciones generales al partido nazi Alternativa para Alemania; b)  a medida que se desarrollan las elecciones sindicales en Alemania se confirma la  presencia de las listas de candidatos y organizaciones de extrema derecha en los comités de empresa en torno a la organización nazi Centro Automóvil.
Los grupos neonazis se concentran en las compañías automovilísticas como BMW, Daimler, Opel o Porsche –o sea, las grandes catedrales de la automoción-- donde llegan a alcanzar representación en los comités de empresa de hasta el 15%. Poca broma.

Naturalmente esta situación requiere un estudio serio por parte de la DGB y la IG Metall alemanas. Y de igual manera la Confederación Europea de Sindicatos se ve interpelada dado el peso  específico de los sindicatos alemanes que siempre fueron un bastión de la socialdemocracia europea. Ni qué decir tiene que el sindicalismo confederal español está obligado a analizar sosegadamente este problemón. 

El quince por ciento de la afiliación sindical que vota al partido nazi es una masa considerable. Que incluso podría poner en entredicho si los sensores de la DGB alemana estaban suficientemente informados de ese gradual, pero firme corrimiento hacia esa Alternativa por Alemania. Es decir, si estaban al tanto de los humores de los trabajadores en el centro de trabajo. Más todavía, si los delegados sindicales tenían los oídos despiertos en las conversaciones al pie de las máquinas, en los comedores, en los vestuarios…

Por lo demás, la aparición de esa cosa sindical, Centro Automóvil, no ha sido cosa de un día o unas semanas. Llevaba tiempo gestándose con unos líderes organizando la cosa a pecho descubierto. Se trata de unos líderes que no sólo votan a la ultraderecha sino que son activistas declaradamente neonazis. Alerta, pues. Por supuesto, no se trata de caer en el alarmismo. Pero, menos todavía, en la pereza de encogerse de hombros.

Para mayor información, véase el artículo del periodista Aldo Mas en https://www.eldiario.es/economia/ultraderecha-irrumpe-empresas-alemanas_0_760474631.html


martes, 17 de abril de 2018

Todo bloqueado en la ciénaga catalana




Un total de 160 proyectos de obra pública están bloqueados en Cataluña. La más llamativa es la ampliación del Hospital Clínic de Barcelona, el resto se corresponde con residencias para ancianos, escuelas, institutos, ambulatorios, centros de investigación, parques de bomberos… No es, por tanto, peccata minuta. La culpa de tan descomunal bloqueo está en la pueblerina cabezonería de la política independentista que se  empecina en no formar gobierno. La dependencia del cesarismo de campanario de Puigdemont por parte del bloque secesionista está llevando a Cataluña no ya al pantano sino a la ciénaga.

Puigdemont cambia cada dos por tres de parecer. Un día afirma que da un paso al lado y pide –mejor dicho, ordena--  que se proceda a la investidura de Jordí Sànchez, otro día exige que sea a Turull, más tarde clama porque se forme urgentemente un gobierno, y –ayer mismo--  vuelve a plantearse como el candidato. Hay quien afirma que es una táctica guerrillera, otros opinan que está dando largas para dar tiempo a la elaboración de una nueva Ley para su investidura telemática mediante el procedimiento de urgencia en «lectura única», o sea: aquí te pillo y aquí te mato. ¿Astucia? Eso dirán sus parciales, instalados en la servidumbre voluntaria. Mi explicación provisional se basa en la gramática parda del viejo dicho: «Dios le da nueces a quien no puede roerlas». Digamos que, cuando un país está en precario de filósofos, no tiene más remedio que acudir al potente manantial del refranero.

Puigdemont no está en condiciones de roer estas nueces. Demasiado fuertes para su dentadura. Cabe, pues, la hipótesis de que el caballero no sepa qué hacer consigo mismo, ni con Cataluña. Sus socios orbitan a su alrededor siempre a la espera de la consigna y del verticalismo de sus decisiones. Afirman no querer nuevas elecciones pero actúan, velis nolis,  camino de ellas. Mientras tanto siguen pudriéndose los problemas. El independentismo político, tras el fracaso del procés, sólo tiene una agenda: ir a salto de mata. Siempre a la espera de que, de manera imprudente, su pariente  (el nacionalismo de secano, pasado el Ebro) le eche una mano para relegitimarse el uno y el otro. Porque los hunos de aquí se retroalimentan de los hotros de allá.

Dios le da nueces a quien no puede roerlas. Ni siquiera  Esquerra Republicana de Catalunya, a la que se le atribuye más temple, que al resto de los socios de Puigdemont, está en condiciones de encender el quinqué. Su presidente en prisión no parece dirigir la organización.  De hecho, se diría que los reiterados mensajes de Junqueras claman en el desierto. El único que le sigue, Joan Tardà, pasea su soledad mientras recibe una sonora somanta de palos dentro y fuera de las redes sociales. Jonqueras y Tardà han tomado buena nota de que el Estado no se rige a base de padrenuestros. Y es posible que ambos sospechen que el fracaso del problema catalán será compartido por los hunos y los otros.

Mantener en prisión a los líderes independentistas es darle argumentos a quienes participan entusiásticamente del viejo lema de «cuanto peor, mejor». Favoreciendo de esa manera que el último apague la luz.

De momento –lo repito porque me parece de delirium trémens—160 proyectos de infraestructuras cualitativas duermen la siesta. 

domingo, 8 de abril de 2018

Cospedal: «A mí, la Legión»


«Hemos de defender lo nuestro y a los nuestros». Se podrá decir más alto, pero no más claro. Me imagino que le habrá caído una buena propina al escribidor de este apotegma por su concisión y certera puntería. Es una frase que, pronunciada en Sevilla, nos retrotrae a los tiempos de Monipodio. «Lo nuestro» y «los nuestros» como símbolo de una praxis rufianesca, como epítome de una concepción de la política. Es la voz de María Dolores Cospedal (sin el hidalgo ´de´ que ella misma se atribuye sin que haya aparecido en el acta de su árbol genealógico) ante sus parciales echándole un capote a la fraudulentamente masterizada Cifuentes.

Cospedal (sin el ´de´ que sus parciales le atribuyen), así las cosas, quiere matar varios pájaros de un tiro: recuerda a los hermanos en Monipodio que el partido es una asociación de socorros mutuos –hoy por ti, mañana por mí--; llama a sus conmilitones a tomar los picos, palas y azadones para tapar el asunto; y, nos dicen algunas voces insuficientemente valientes, que es un toque de atención a esos sectores del partido que se sienten incómodos ante un putiferio tan caballuno.

Lo nuestro son las martingalas del partido. Los nuestros son los arquitectos que las diseñan y la albañilería que las pone en práctica. Lo nuestro y los nuestros es el ecosistema granítico, que estuvo basado en la utilidad de la impunidad. Pero que ahora hace aguas y, por ello, exige la defensa resistente de una forma de ser y, sobre todo, de actuar. Resistir es el mensaje cospedaliano, del Partido Popular y sus circunstancias. Una resistencia adobada con el grito aguardentoso del «a mí, la legión». Millán Astray de cuerpo presente en la convención sevillana del Partido popular.


Me imagino la consternación en las Cancillerías europeas ante el grito de Cospedal. Incluso podría ser verosímil lo que se le atribuye a un mandatario alemán tras escuchar a la dama: «A España no entregamos ni a Luis Candelas». 



sábado, 7 de abril de 2018

Rajoy en su impotencia




1.-- El Gran Sanedrín del Partido Popular, reunido en Sevilla, sufre el asedio de dos fuerzas de asalto: a) la negativa de la Audiencia Territorial de Schleswing – Holstein a entregar Carles Puigdemont a España por el delito de rebelión y su puesta en libertad; y b) la marimorena que ha organizado Cristina Cifuentes con su famoso máster (1). Dos protagonistas: uno, que fuera presidente de la Generalitat de Catalunya; otra, la (todavía) presidenta de la Comunidad autónoma de Madrid. Cataluña y Madrid poniendo en duro aprieto al hombre de Pontevedra. El Gran Sanedrín es una batahola donde brilla el oro que cagó el moro.

Fracaso estrepitoso, además, del Estado: de sus gobernantes y de la Brigada Aranzadi. Fracaso personal del juez campeador. Carles Puigdemont vuelve por sus fueros, insistiendo en sus delirios de grandeza y su cesarismo de campanario. Un éxito de este caballero directamente proporcional al fracaso del hombre de Pontevedra. Alguien diseñó la operación de detener a Puigdemont en Alemania, pensando en las relaciones privilegiadas entre Alemania y España y en la gobernanza de la Unión Europea. Alguien confundió, así las cosas, la velocidad con el tocino creyendo que Merkel ordenaría a la Audiencia Territorial del land que empapelasen a Puigdemont. Alguien olvidó el famoso «Sire, es gibt noch Richter in Berlin», quiero decir en Schleswing – Holstein. «Señor, todavía hay jueces en Berlín, digo en Schleswing -  Holstein».  Que tiene su origen en tiempos de Federico el Grande. Este monarca le echó el ojo a una finca a la vera de Potsdam con la idea de construir el que fuera famoso palacio de Sanssouci. Sucedió que en ese lugar había desde siempre un molino, cuyo ruido no le era agradable al soberano. Al propietario se le dio orden de irse, pero, lejos de amilanarse, acudió a los tribunales, que dieron dieron la razón al combativo molinero. Se non é vero é ben trovato, como tuvo el gusto de exclamar, siglos antes, el resistente Giordano Bruno.

2.--  Lo que toca el Partido Popular queda contaminado. Contamina la política, la economía y, ahora, el sistema universitario. Su técnica es «la ocupación» de todos los espacios de la sociedad. Tres cuartos de lo mismo que el gen convergente desde los tiempos del Patriarca, Jordi Pujol y sus discípulos, que han elaborado un tosco sistema  del reparto de la túnica sagrada.

Hubo un momento en que don Mariano, agobiado por el origen de los problemas actuales, decidió darle una mano de pintura al bergantín del PP. La renovación del velero no llegó ni siquiera a un baldeo de cubierta. Se limitó a ascender a copilotos al trío Maíllo, Maroto y Levi. Un placebo. Seguían mandando los colmillos retorcíos. Pues toda renovación o mudanza conlleva disgustos y desestabilización en el sistema jerárquico instalado. Los copilotos, si querían medrar, sólo tenían que seguir la corriente. Cosa que hizo Cifuentes con singular desparpajo, siguiendo los pasos de la señá Esperanza.

En suma, el Partido Popular fue dando tumbos. Ahora del coro de Puigdemont al caño de Cifuentes, y del caño de Cifuentes al coro de Puigdemont.

3.--  Lo inquietante de esta situación es que la izquierda no aparece como el relevo de este PP descuajaringado. El PSOE y Podemos no reciben los consensos necesarios y suficientes para darle la vuelta a la tortilla. El llamado «efecto Pedro Sánchez» fue el sueño de una noche de primavera. Y Pablo Iglesias el Joven sigue siendo lo que pudo haber sido y no es. Por el contrario, es Ciudadanos quien, según las encuestas y el run run de la calle, quien recoge los gambullos que pierden Mariano y sus mesnadas. Con lo que podría establecerse esta arriesgada hipótesis: el PP ha entrado en una crisis crónica que, tal vez, le lleve a una definitiva irrelevancia; mientras que el PSOE sigue caminando por el desierto y Podemos buscando el bálsamo de Fierabrás.

4.--  En resumidas cuentas, el Gran Sanedrín en Sevilla es pura filfa. Es la propaganda por el hecho mediático, nueva variante de la propaganda por el acto, desde luego sin las aristas que le dio Kropotkin. Es, por así decirlo, el desarrollo de una fiesta familiar que queda arruinada por cualquier intemperancia de un  cuñao. 

1)  Este es el oigen de la expresión «marimorena», según explica Alfred López: En el Madrid de los Austrias del último cuarto del siglo XVI, había una taberna en la Cava Baja que era regentada por un matrimonio compuesto por Alonso de Zayas y su esposa María Morena. No queda claro si ‘Morena’ era el apellido o un simple mote por el posible color de su cabello, algo así como María ‘la morena’.  Esta pareja fue famosa en el año 1579 debido a un proceso judicial, que se abrió contra ellos dos, por una trifulca que se armó en el establecimiento, tras negarse a servir su mejor vino a un grupo de soldados que hasta allí habían llegado sedientos y con ganas de tomar unos tragos. Tras negarse a servir un buen vino, comenzó en el local una trifulca y, por lo que los escritos de entonces explican, la que repartió más leña fue la propia tabernera, conocida por todos los lugareños como Mari Morena.




viernes, 6 de abril de 2018

Oxígeno para Puigdemont




La Audiencia Territorial de Schleswing – Holstein ha puesto en libertad a Carles Puigdemont, librándole además del delito de ´alta traición´, que –dicen--  es equiparable al de ´rebelión´ en España. Es un carajillo de cicuta para Llarena, el juez campeador, y un balón de oxígeno para don Carles. A partir de ahora se redimensionan muchas cosas. Sin duda es un fracaso de la Brigada Aranzadi, sentada a la diestra de Dios Padre, en quien Rajoy había puesto todas sus esperanzas. Hasta el mismísimo Partido Popular  habla de «desastre», confiado, como estaba, en que las circunstancias geopolíticas de la escena europea facilitarían la entrega a España de Puigdemont. 

Digamos que la exuberante creatividad del juez campeador ha sufrido un notable descalabro. Más de cien catedráticos se lo dijeron: no confunda usted rebelión con tumulto. Pero Lamela decidió arriesgar y el órdago le ha salido por la bocamanga. Por lo demás, habiéndose producido la «ruptura de la causa» (esto es, si el número 1 no puede ser juzgado por rebelión, tampoco sus acólitos pueden serlo) lo más lógico sería ponerlos en libertad y seguir el proceso judicial, ahora bajo otras consideraciones. Si no lo hiciera estaría añadiendo más gasolina al incendio y la justicia española se encontraría demediada en Europa. O, lo que es lo mismo, la justicia española estaría abierta en canal. Y no faltarían en Europa gentes que, demagógicamente, afirmarían que seguimos siendo la España de Merimée.

Decía la vieja copla que «la mancha de la mora / con otra verde se quita». Difícil será limpiar la mancha del tancredismo de don Mariano, aliñada con la judicialización de un problema político de enorme envergadura. Pero no imposible. O se abre el camino de la Política o se seguirá en la ciénaga pantanosa. Seguir con el rabuleo de la judicialización de un problema político seguirá alimentando los delirios de Puigdemont y sus diversas cofradías.  En dicho caso, la bronca acabaría cuando el último apagara la luz.

jueves, 5 de abril de 2018

El máster, ese obscuro objeto del deseo




Escribe Strómboli

No hay político que se precie que no exhiba un máster. Unos lo obtienen a la remanguillé, otros siguiendo las convenciones académicas. En todo caso, máster y twitter son los elementos que pretenden distinguir a no pocos exponentes de la mal llamada clase política. Sin ninguno de los dos el político se siente demediado. Máster y twitter son, pues, los objetos –obscuros o no--  del deseo del político. En todo caso, parecería que tener el titulillo es una especie de moderna distinción del nutrido pelotón de los torpes. Oiga, el político que no tenga un máster cree que puede ser considerado como un zote de grado medio. Y el que no luzca su propio twitter entiende que puede ser censurado como precario de ideas. De ahí que se haya creado una incipiente industria de escribidores de tesinas de fin de máster. Esto es, gente avispada –cuarentona por más señas--  que redacta por encargo las tesinas que convencionalmente se exigen a los examinandos.  Son lo que, en literatura, se conocen como negros. Es la neo picaresca española postmoderna. Es una actividad legal siempre y cuando siga puntillosamente las reglas fiscales de Cristóbal Montoro.

A finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta del siglo pasado no existían los máster. Ni tampoco la obsesión por abrillantar la carrera académica de cada quisqui. Justamente lo contrario. Pongamos que hablo de Santa Fe, capital de la Vega de Granada. Su alcalde, un novísimo ricachón, alardeaba de que apenas sabía leer y escribir, pero que sabía de números más que quien los inventó. Doy fe de que era verdad. Tenía en su cabeza todos los entresijos de su enorme patrimonio.

Pues bien, nuestro alcalde tenía que pronunciar un discurso con motivo de un aniversario del descubrimiento de América. Meses antes le enseñaron a leer mejor. Y un escribidor local le escribió la perorata. Pero no le dijeron nada sobre los números romanos. De manera que, en un momento dado, habló del Emperador  Carlos Uve. Estaba escrito Carlos V. Estupefacción general, inicio de toses sospechosamente sobrevenidas. Nuestro alcalde repitió jupiterinamente: «Sí, Carlos Uve, ¿estamos?». Y nosotros aplaudimos a rabiar. Cosas que pasan por no haber hecho un máster.

Su señora esposa tampoco hizo ningún máster. Se cuenta fidedignamente –yo mismo lo escribí en mi libro Cuando hice las maletas— que, visitando en el Museo del Prado con don Antonio Gallego Burín, éste le preguntó qué cuadro le había gustado más de todo el museo. La señá R, alcaldesa consorte, le señaló uno del italiano Mantegna. Gallego Burín, director general de Bellas Artes, le preguntó por qué. Y ella: «Pos mira, Antoñito, porque es tan chiquitillo que se le puede quitar el polvo muy fácilmente. No como ese tan grande y con tanto palitroque». (Se refería a Las Lanzas, de Velázquez). Lo dicho: la señá R tampoco tenía ningún máster.