Hasta
la presente los trabajos de la comisión parlamentaria de la reconstrucción son
una exhibición de ese chichinabo que se
caracteriza por hacer creer que la vieja gallina que se vende es un pavo real.
Sus trabajos son más bien la expresión del conflicto político que se está
librando que un intento de elaborar un proyecto de salida de la crisis
sanitaria. De un conflicto político que esencialmente tiene su raíz en las
intenciones de la derecha derrocante, que no tolera la alternancia. Quizá el
gobierno no tenía otra salida que admitir esa comisión –que fue a propuesta del
Partido Popular-- esperando que bajaran los grados de la
caldera a presión. No ha sido así, porque además el clima electoral gallego y
vaso –y la antesala de las catalanas--
lo hacían imposible. Bien, no queda otro remedio que esperar las
conclusiones de esos trabajos, aunque según parece las cosas pueden enredarse
con un cambio de humor del Partido
Nacionalista Vasco. En todo caso,
podría ser que (según los datos que disponemos) las conclusiones sean meros
placebos.
Simultáneamente
a esa, llamémoslo así, pérdida de tiempo se desarrollan las negociaciones y –en
algunos casos, acuerdos ya cerrados--
entre el sindicalismo confederal y la CEOE. De momento –dígase sin
escatimar elogios-- son, fuera del
gobierno, los dos agentes de la reconstrucción del país. No es la primera vez
que los sindicatos lo hacen.
Pues
bien, entiendo que, así las cosas, estos dos agentes de la reconstrucción
deberían abordar una parte substancial de aquello que, tras la comisión
parlamentaria, o bien es pura hojarasca o bien no se ha tocado. La condición
´laica´ de estos dos agentes es una garantía necesaria (aunque no suficiente)
para meterse en harina. Absténgase los analistas a la violeta afirmando que eso
es pansindicalismo; ni tampoco sería
el intento de suplencia por parte de los agentes sociales de aquello que
correspondería a los partidos políticos. Simplemente es algo más sencillo:
comoquiera que los obligados a hacerlo se dedican a otros asuntos, especialmente
metafísicos, es preciso que alguien se arremangue. Ya lo dijo Teresa de Ávila: «También en los pucheros está el
Señor».
Es
la utilidad de la concertación social. Y para decirlo con palabras de Antonio Baylos: «Con ello desde luego se demuestra la
importancia que tiene la concertación social en las transiciones derivadas de
las crisis económicas. Es
en efecto un elemento central en la gobernanza de las crisis,
que se conecta directamente con el mandato general de la OIT, el diálogo entre
el poder público y los interlocutores sociales como elemento clave de la
participación democrática, y que aparece recogido en los convenios 98, 144, 154
y en numerosísimas Recomendaciones de la OIT» en https://baylos.blogspot.com/2020/06/el-ii-acuerdo-social-de-defensa-del.html.
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