Autor: Javier
Terriente
1.- La excepcionalidad como norma
Las razones por las que un grupo
humano renuncia de forma voluntaria al ejercicio pleno de sus libertades
en favor de la autoridad y la autonomía de un líder, suelen ser
inexplicables. Sólo la sensación de peligro inminente ante una amenaza real
para la seguridad procedente del exterior, o el riesgo inmediato de una
gravísima eclosión interna podrían explicar, que no justificar, situaciones
semejantes.
En todo caso, este tipo de fenómenos suele producirse
en condiciones excepcionales, provocando la necesidad
de una desregulación completa e indefinida de las reglas democráticas o bien su
suspensión temporal. La aprobación de leyes especiales es una consecuencia
predecible.
2016/2017. Se agotaron los pretextos
de los primeros tiempos de urgencias en los que Podemos vivió una corta
travesía triunfal. Es ahora, al decaer el entusiasmo, a la par que las
expectativas electorales, y pretender imponer un proceso de refundación con
grupos del extrarradio de la izquierda, marginando a los críticos, cuando
comienza a generalizarse una nueva conciencia sobre el cúmulo de restricciones
democráticas que apuntan al corazón de Podemos.
Tanto fue así, que hasta pareció
normal sacrificar derechos bajo la coartada de ganar en eficacia política y
electoral. Sacrificios hoy, a la espera de un mañana radiante.
Lógicamente, estas premisas
contribuyeron a la proclamación de un liderazgo incontestable. En el reverso,
la nueva mayoría de Vistalegre 2, al construirse a la estela del Sc. Gal,
careció de la capacidad de impulsar un espacio político propio. Más cuando en
última instancia, siempre decide la voluntad del Sc. Gal., aunque eso acabe
atenazando el futuro de Podemos. Y es así en varios aspectos significativos.
En el plano organizativo: La continuidad indefinida, tras
Vistalegre 2, de un entramado normativo-organizativo, la llamada
eufemísticamente Máquina de Guerra Electoral, ideada para afrontar un periodo
político y electoral breve, complejo y excepcional, en los inicios de Podemos.
En el plano de las estrategias: La prolongación de un proyecto
presidencialista, obligado a federalizar el poder y a converger con fuerzas
territoriales diferentes, no siempre compatibles con otras alianzas de carácter
estatal.
En el plano doctrinal y político: El propósito de construir un
llamado (erróneamente) Bloque Histórico, sobre la base de una relación
prioritaria con las izquierdas dogmáticas, rescatándolas de la extinción.
En el plano de la cotidianidad:
La incongruencia entre las restricciones a la participación de los inscritos en
el gobierno real de Podemos, y la acumulación de poderes en el Sec. Gal.
Y por encima de todo, en el plano ético-moral:
La soberanía del Sc. Gal. para disciplinar conductas y conciencias hacia una
meta común que las sobrepasa, superando la atomización de las voluntades
dispersas en el ámbito privado (amigos, familia, barrio o pueblo) y unificarlas
en una sola voluntad general, apelando directamente a la Asamblea Ciudadana.
Para ello resultó imprescindible un
cuerpo normativo especialmente adaptado a las necesidades y exigencias de un
liderazgo sin ataduras, entre cuyas funciones estaría la capacidad unipersonal
de intervenir en cualquier momento y situación que considere conveniente,
incluido los procesos de confección de listas electorales (art.13,14, 19, 20,
23, 24, 25, 29, etc.)
Y, al fin, un hecho prodigioso: la no
disponibilidad del censo de inscritos por parte de los círculos, lo que
convierte la actividad política cotidiana y las campañas electorales de
cualquier nivel en una cita a ciegas. ¿Protección de datos? Sí, pero para
todos.
2.- Podemos frente al mundo
El país ha entrado en una nueva fase
política más o menos convencional, excepto para Podemos. Da la impresión de que
el mundo real camina en una dirección distinta al de la mayoría de Vistalegre
2.
No es sólo porque las adhesiones
inquebrantables solaparon la discusión fundamental sobre las razones del
retroceso en las elecciones del 26 de Junio o el plan de transformarlo en un
partido siamés de IU, en versión 2.0., sino también porque los verdaderos
problemas del país quedaron relegados del centro del escenario.
Entre tanto, el sistema de normas
excepcionales que estructuraron Podemos (la Máquina) ha acabado devorando a la
mayoría del grupo fundacional y se ha desviado del destino previsto,
transformándose en un aparato formidable de eliminación de disidencias, de
conflictos de legitimidad y de blindaje del Sc. Gal.
Como exclama el coro en la obra Los
Horacios y los Coriáceos de Bertolt Brecht, alabando las virtudes de un remo
que tanto vale para navegar por aguas turbulentas a través del desfiladero o
como arma de guerra, “muchos objetos hay en un solo objeto”.
Así, sólo bajo la premisa de obtener
poderes extraordinarios que le allanaran el camino, Iglesias aceptó liderar
Podemos hacia la tierra prometida de las victorias electorales de 2019 y 2020,
en un combate frontal, heroico, por desigual, contra la Trilateral de los
partidos del Sistema.
Desde esa perspectiva, el antagonismo
directo entre las multitudes y el Poder a través de la insubordinación social
no necesita de intermediarios institucionales. En realidad, bajo esa lógica,
las instituciones pierden su autonomía y se diluyen en el todo absoluto de las
masas en movimiento.
Es la hora del pueblo en marcha y de
los liderazgos fuertes sin mediaciones. Un escenario teóricamente ideal para el
sorpasso y la radicalización anti política aunque de porvenir incierto entre el
electorado.
Casi sin ruido, Podemos ha dado un giro
hacia un populismo de raíz izquierdista, bajo la bandera de la unidad de la
izquierda, con la que se golpea sin piedad cualquier foco de
resistencia.
Es coherente entonces que Unidos
Podemos se haya convertido en la nueva imagen de marca. No es una cuestión
nominal. Es un aviso a navegantes de que la hoja de ruta ya estaba trazada de
antemano y es inalterable.
Por eso no hay contradicción alguna
si hoy priman los acuerdos con el PSOE ante el desconcierto de muchos, incluida
la dirección andaluza. La banalidad de la política entendida como un juego de
mesa, dicta que lo que hoy son abrazos y besos, mañana sea lo contrario, sin
aparente contradicción ni renunciar al proyecto de fondo, si lo hubiera;
además, ante la duda, siempre queda el recurso al art. 14 (consulta a la
asamblea ciudadana).
Nada nuevo bajo el sol. Caen los
disfraces. ¿Hasta cuándo la derrota de la democracia ante este nuevo
cesarismo?