Escribe Joan Maresme
Temporal en Waterloo. El parte
meteorológico explica las inclemencias en esa cofradía política que
oficialmente lidera Carles
Puigdemont. Laura Borrás, sin embargo, ha decidido –dicen— disputar
la titularidad de esa capitanía.
Noticias aparecidas en las últimas
horas hablan de las dificultades para configurar la lista de Junts, el
artefacto político que el hombre de Waterloo pretende poner en marcha, a partir
de su ruptura con el PdCat. Estas noticias hablan de que ni Puigdemont ni su
lugarteniente Jordi
Sánchez ven con buenos ojos que la Borras se presente a las
primarias para designar el cabeza de lista de la formación Junts; ella parece
contar con el beneplácito de Torra y, al parecer, goza de gran predicamento entre las bases de la
nueva formación. Esta pretensión, por lo visto trastoca los deseos del hombre
de Waterloo y no encaja con su pretensión cesarista de acaudillar el movimiento
secesionista.
Lo sabemos de buena tinta: sus deseos
consisten en proponer un equipo formado por sus fieles zarramplines Artadi,
Calvet, Canadell y Puigneró, todos ellos de su plena confianza y sometidos a su
absoluta voluntad con vocación de líder único del movimiento. Al parecer su
pretensión sería, una vez conocidos los resultados--y suponiendo que quedara
primero-- proponer él al candidato a presidir, con la idea de que no apareciera
como el futuro President, sino una especie de Conseller en Cap, para así
evidenciar ante que él es el auténtico President. No me negarán ustedes que el
personaje se las trae. No ha tenido bastante con destrozar a su partido, llevar
a Catalunya al desastre, político económico y social, de colocarnos en la peor
situación de los 40 años de democracia. Sino que ahora --sin hoja de ruta, sin
orden ni concierto-- persiste en caminar por esta senda rodeado, solamente por
un equipo de fieles espoliques que lo único que van a conseguir es llevar a
Catalunya al desastre final.
Por si esto fuera poco ahora se entrecruza lo que podríamos
denominar operación CUP.
Rescatar a David Fernández para colocarlo al frente de la candidatura de la CUP en las
próximas elecciones catalanas, fue una idea pensada viendo la deriva de pérdida
de votantes que le daban las sucesivas encuestas que se han ido publicando en
estos tres años de legislatura. Los que urdieron esta operación, que culminará
este fin de semana con una proclamación solemne, pensaron que, dando una imagen
más mediáticamente radical, no solo beneficiaria a la CUP, sino que
contribuiría a debilitar a ERC y a los Comuns.
En un principio, esta operación,
también beneficiaria a Puigdemont y, precisamente por eso fue, desde un
principio bien vista por el entorno de Waterloo y, ha contado con la ayuda
inestimable de todos los medios afines (que no son pocos) a él. Ahora, vista la
deriva de disgregación del mundo post, post, post convergente, esta operación
puede volverse en contra suya.
Qué la CUP precisaba de un cierto
rescate, sobre todo viendo los excelentes servicios que ha prestado al sector
Waterloo, no se presta ninguna duda. Veamos la legislatura: la CUP siempre ha presumido
de que se mueve en dos vectores, por un lado la independencia de los Países
Catalanes y, de otro, el vector social. Pues
bien, si vemos su trayectoria parlamentaria, observaremos que, a lo largo de
esta legislatura, solo ha servido de muleta del secesionismo y más
concretamente del señor de Waterloo; un somero repaso de sus intervenciones en
el Parlament muestra que sus apoyos se inclinan siempre hacia JuntsperCat y
raramente hacia ERC, no hace falta decir que nunca hacia las fuerzas de
izquierda (PSC y Comuns), curiosa manera de demostrar, en la práctica, su
vector social.
Hoy, Puigdemont y su entorno muestran
una doble preocupación; de un lado -y no es menor- la ruptura del PdCat en tres
pedazos (Junts, PdC. Y PNC) que, si no cristaliza una alianza de última hora la
ley electoral les va a perjudicar sobremanera; de otro lado el rescate de David
Fernández, lejos de beneficiarles, les va a perjudicar ya que el radicalismo
mostrado por Puigdemont en los últimos tiempos entra en colisión con los
márgenes de la CUP. Si vemos los aspectos “doctrinales” contenidos en el libro
de Puigdemont (escrito a cuatro manos con Xavi
Xirgu) al margen de los puramente descriptivos y de ataque a
Junqueras y, por extensión a ERC y, hacemos un análisis comparativo con los documentos
que la CUP va a aprobar esta semana y que servirán de base para el
programa electoral, veremos que las coincidencias son, más que evidentes. De lo
cual podemos deducir que, de cara al electorado, las posiciones más radicales
tienden a neutralizarse entre sí. MI conclusión –preliminar- es que el rescate
de D. Fernández, apoyada fuertemente por sectores cristianos ligados al independentismo
radical, no beneficiara en nada a Puigdemont, al contrario será un factor de
distorsión dentro del conglomerado independentista (recordemos 2,400,000 votos
aproximadamente) a repartir entre cinco opciones ( ERC, Junts, PdC, PNC,
Y CUP), visto a día de hoy y, suponiendo que no haya acuerdo de última hora
entre lo que Enric Juliana llama el gen convergente.
Conclusión: el independentismo
político se encuentra en estos momentos en estado gaseoso y podría serle
aplicada la ley de Boyle--Mariotte, esto es, «La presión ejercida
por una fuerza química es inversamente proporcional a la masa gaseosa, siempre
y cuando su temperatura se mantenga constante (si el volumen aumenta la presión
disminuye, y si el volumen disminuye la presión aumenta).»
Punto final: el embrollo de la
situación catalana ha contagiado a la vida política madrileña.
Post scriptum.--- Lo que le ocurre al
independentismo podría explicarse porque ha ignorado la máxima de don Venancio Sacristán: «Lo primero es antes».
A bordo, Caldes d´
Estrach, 14 de Octubre de 2020
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