jueves, 31 de mayo de 2018

Se va el caimán: valoración de urgencia





Derrota del Partido Popular y, muy especialmente, de Mariano Rajoy. La moción de censura –escribo a las nueve de la noche— ha salido adelante. Pedro Sánchez será presidente del Gobierno mañana mismo. Derrota de Ciudadanos. Y para no dejarnos nada en el tintero habrá que decir que el hombre de Berlín y sus allegados han sido igualmente derrotados. Porque tanto los post convergentes como ERC han desoído sus mandamientos, que eran la abstención. Un hecho novedoso que retenemos: los de Campuzano y Tardá vuelven a hacer política en el Parlamento español. Ahora hace falta que los suyos hagan política en Cataluña.

No serán las cosas fáciles a partir de ahora. Pero eso no debe ser la conclusión del quehacer político sino el punto de partida. Oiga, don Pedro: ¿ha oído usted aquello de parar, templar y mandar? Sea.

miércoles, 30 de mayo de 2018

El fracaso de la «desobediencia» de Quim Torra




La paradoja: la rectificación de Quim Torra, nombrando nuevo gobierno de la Generalitat de Catalunya, señala su propio fracaso. Quede claro: no censuro el gesto, simplemente constato su carácter paradójico. Veamos.

El pasado día 11 Torra nombró vicariamente una serie de consejeros sabiendo que serían tumbados por el hombre de Pontevedra. El BOE devolvió el trágala al Palau de la Generalitat. En realidad le estaba recordando a Torra una orientación de Maquiavelo: no amenaces en vano. Pero el presidente vicario no es hombre de sutilezas, es aproximadamente un compulsivo liante. Un hombre que confunde el acto de gobierno con una apuesta en el mostrador de una taberna de postín.

Han pasado diecinueve días hasta la rectificación. O sea, se ha prolongado gratuitamente el artículo 155 en aras a la desobediencia auto exigida. Casi tres semanas que sólo han servido para el mantenimiento de la tensión en ciertas playas catalanas con las crucecicas amarillas. Una estética escasamente atrayente para el turismo internacional y el doméstico.

Al menos en este caso la desobediencia ha fracasado. El Estado, según la familia de los Médicis, no se defiende rezado padrenuestros. Es casi seguro que la CUP no verá con agrado el retorno a la autonomía. Pero no seremos nosotros quienes le echemos un cable a los cuperos.

Mientras tanto, el hombre de Berlín se inquieta por la moción de censura contra Rajoy. Es necesario que todo siga igual para que él y sus franquicias mantengan prietas las filas, recias, marciales.  Con la música antañona del afilador que  avisa al vecindario que afila cuchillos y repara cacerolas. Lo viejo se defiende como gato panza arriba. 


martes, 29 de mayo de 2018

¿Es irreformable el Partido Popular?




Finalizado el mandato de Luis Linde como Gobernador del Banco de España, ha sido substituido por Pablo Hernández de Cos. Una rapidez inusitada, que indica que el Gobierno es vertiginoso cuando le conviene.

Digamos, en primer lugar, que el Partido Popular ha roto el compromiso que tenía con el PSOE de consensuar determinados nombramientos, entre ellos el del Banco de España. No estamos solamente ante un partido acorralado por la Justicia, también ante una organización que no respeta –es más, vulnera--  los pactos que establece con los demás. Se mire por donde se mire no es un partido de fiar. Y lo que te rondaré, ahora que está en la parrilla de san Lorenzo achicharrándose por los cuatro costados.

Lo sensato hubiera sido esperar a que se clarificara la moción de censura, ya que el subgobernador del Banco puede estar ejerciendo de gobernador durante un tiempo indeterminado. Y lo coherente con lo mejor de la política haber consensuado un nombre. No se ha hecho ni lo uno ni lo otro. Lo que me lleva a proponer esta hipótesis: el Partido Popular ha entrado –tal vez definitivamente--  en el camino de lo irreformable. Por lo que, parafraseando a Eduardo Marquina, se podría decir: «Rajoy y yo somos así, señora». Con la música de fondo de «A mí la Legión».



lunes, 28 de mayo de 2018

Rebajar la tensión




Dice el filósofo de Ocata: «Quien se miente a sí mismo tiene siempre motivos para creerse» (1). Austeridad de lenguaje, contundencia en el concepto. Una gran parte de la política al uso queda retratada en tan sobrio apotegma. De una situación política que, como ya hemos apuntado en otra ocasión, está hecha unos zorros. Y, en la que según parece, casi nadie está por la labor de salir del pantano. Peligro, pues, en entrar en la fase de la decadencia. Torres más altas han caído.

1.--  Hay un escenario que, tal como  están las cosas, podría –siempre en condicional, por supuesto--  rebajar la tensión de la caldera. Entremos sin preámbulos en el asunto: si las organizaciones empresariales y el sindicalismo confederal abrieran, urgentemente, un proceso de negociaciones para elevar los salarios se estaría contribuyendo también a dar al panorama político español un respiro. Al tiempo que se pondría de manifiesto la revalorización de llegar a acuerdos. Y, de esa manera, a romper el espinazo de una idea celtibérica: «Yo estoy de acuerdo con mi conflicto, y no me muevo de ahí, y estoy en contra del tuyo, y espero que tampoco te muevas».

2.--  Tan sólo estoy de acuerdo con Francesc—Marc Álvaro cuando dice que la suma de los cuadrados de los catetos de un triángulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa. Ahora bien, leo en La Vanguardia de hoy que este afamado periodista escribe lo siguiente en claro reproche a ERC y el PDeCat: «… si no sabes qué hacer en Catalunya, es normal que no sepas tampoco qué has de hacer  con tus piezas en Madrid. Este es el problema».   También en esto estoy de acuerdo. 

     1)   Gregorio Luri. Aforismos que nunca contaré a mis hijos (Ediciones La isla de Siltolá, Sevilla, 2015)

domingo, 27 de mayo de 2018

Con los meados en el vientre




La moción de censura ha pillado a algunos con los meados en el vientre. Amb els pixats al ventre, que decimos en Cataluña. Son varias las novedades que han aparecido tras la decisión de Pedro Sánchez. Que se sepa no ha tenido contestación por parte de los del colmillo retorcío del PSOE, salvo la excepción de don José Bono que era aproximadamente previsible. En realidad, este caballero más que mostrar su contrariedad expresa que sigue existiendo. Se puede decir, pues, que Sánchez tiene un aproximado consenso en su partido. O que una serie de dirigentes han calibrado que, en esta ocasión, era arriesgado llevarle la contraria al secretario general.

Más novedades: la moción de censura ha concitado simpatía –o, al menos, comprensión—en cierto sector de la prensa. La excepción de El País era previsible. Su editorial de hoy es todo un homenaje al más puro cantinfleo editorial.

Sin novedad en Ciudadanos y los independentistas.

Los de Rivera parece que consideran la situación como si fuera similar a lo ocurrido con el anterior presidente de Murcia. A la espera de que Rajoy esté completamente achicharrado. A medias no es suficiente. Esperando que acabe como san Lorenzo en la parrilla.

En las formaciones independentistas se acentúa la confusión. El grupo de allegados al hombre de Berlín pone condiciones, sabiendo que no serán aceptadas: el reino del vicario de Puigdemont no es de este mundo. Este Torra está por las cruces amarillas en las playas, no en el quehacer de la política. Parece que siguen el famoso mandamiento que recibió Constantino: «Con este signo vencerás». Que no parece convencer a los operadores turísticos.

Y en medio de ese pedregal independentista nos encontramos con los meandros de Esquerra Republicana de Catalunya. Unos –los menos, con Joan Tardá, sensato en días alternos, a la cabeza--  plantean sumarse a la moción de censura «sin condiciones previas». Sus conmilitones en el Parlament de Catalunya dicen lo contrario. La voz de Oriol Junqueras, desde la celda de Estremera, ni quita ni pone rey. Esquerra o el alguacil  alguacilado. Chocante su entrevista en La Vanguardia de hoy, no ejerciendo de jefe.

El Partido Popular, a su vez, reacciona según el Evangelio del iracundo Conde de Romanones: « Los ataques violentos al adversario, cuanto más de brocha gorda, serán más útiles». El Conde no sabía todavía la relación entre ciertos pintores de brocha gorda y la política. 

Mientras tanto, la Unión Europea –más averiada ahora por los problemas de Italia y España— sigue su confuso itinerario. Italia y España en manos de unos fifiriches de tres al cuarto.

sábado, 26 de mayo de 2018

La moción de censura





Moción de censura. Este blog, Metiendo bulla,  ha consultado a sus bases –para ser más exactos, cuatro y el cabo— sobre el particular. Apoyo sin fisuras.

Era lo que se esperaba del PSOE. De un lado, la gravedad de la sentencia Gürtel; de otro lado, la presión en el cogote socialista por parte de Podemos empujaban en la dirección de la censura. La opinión publicada de los principales rotativos barceloneses es claramente favorable. No fue así cuando Podemos la presentó. Digamos, pues, que hay diferencias a la hora de leer la ´respetabilidad´ de unos y otros. En todo caso, el consumo de bicarbonato por los dirigentes del PP se ha incrementado espectacularmente.

Ahora bien, como dejó dicho un ilustre ciudadano de Parapanda «la política es el artificio de embrollar las cosas, sean éstas sencillas o complejas». Que, en este asunto que nos ocupa –la moción de censura--  alcanzará considerables cotas de confusión organizada. O sea, si Mariano está en las cuerdas, pongamos en marcha el embrollo a nuestra imagen y semejanza.

Ayer intuimos la posición de los de Rivera. No era difícil, aplicando la ley de monotonía de la suma llegamos a la conclusión que ha adoptado Ciudadanos. Un dirigente de ese partido se sincera y me cuenta: «Rajoy está achicharrado, pero no lo suficiente. Necesitamos unos meses más». Posiciones no coincidentes en las franquicias post convergentes: en Barcelona se niegan en redondo a apoyarla, en Madrid afirman que estarán a lo que diga el PNV. Y este partido ya ha empezado a echar cuentas,  con números fenicios, siguiendo la norma de París bien vale una misa.

Un embrollo organizado a cosica hecha. Esos partidos, ante un hecho general, tira para sus adentros. Los establos de Augías están repletos de inmundicia que algunos no quieren limpiar. Política de vuelo gallináceo. Que, por lo demás, como ha señalado Antonio Baylos, genera una situación de indeterminación:

  
«La indeterminación política en la que entramos provocará posiblemente una situación de expectativa en las movilizaciones sociales que dependan fundamentalmente del gasto público, como las pensiones, o de decisiones presupuestarias, sin perjuicio de seguir presionando también en este sector, y aunque no influye muy directamente en el proceso de negociación de un acuerdo general sobre la negociación colectiva, es evidente que también este espacio de (des)encuentro sufrirá una dilación inevitable ante la inestabilidad política que se puede desprender de estos momentos y la indefinición de las soluciones de gobierno que se plantean, en especial por la postura siempre ambigua y oportunista de Ciudadanos que no sabe todavía cómo aprovechar mejor electoralmente este desmembramiento del Partido Popular» (1).

Por supuesto, indeterminación. Pero hay una novedad con relación a las mociones de censura anteriores: están en las calles los jubilados y el sindicalismo confederal. 



viernes, 25 de mayo de 2018

La sentencia Gurtel, jueces hay en Madrid




Semana espasmódica para el Gobierno y el Partido Popular. Primer acto: la detención de Eduardo Zaplana; segundo acto: la aprobación de los Presupuestos del Estado; tercer acto: la sentencia del caso Gürtel. Una secuencia no apta para quienes padecen del corazón. Jueces hay en Berlín, dijeron los antiguos; jueces hay en Madrid, se afirma ahora.

La sentencia Gurtel será esculpida en el mármol de Macael y, con toda seguridad, rebasará los límites de nuestros campanarios patrios. De hecho ya está en las cancillerías europeas. El hombre de Pontevedra en boca de todos; Aznar hundido en su achicada grandeur. El Partido Popular –afirma la sentencia--  es «partícipe a título lucrativo» de las fechorías que se dieron bajo la aznaridad y el marianato. Queda demostrada la bicha: hubo caja B. Los testimonios que declararon en el juicio «no tienen credibilidad». Sopapo al hombre de Pontevedra. Jueces hay en Madrid.

Bien, ¿ahora qué? El PP no asume políticamente las consecuencias y, dado su tradicional parecer, se acoge a las convenciones jurídicas al uso. Recurrirán la sentencia. Y como se dice en Cataluña «qui dia passa any empeny»: después de un día viene otro. O sea, vuelva usted mañana.

Podemos ha propuesto una moción de censura. Nada que objetar. Las pelotas están en los tejados del PSOE y Ciudadanos. Los socialistas tienen la oportunidad de salir de su invisibilidad; los de Rivera –como Jano bifronte--  de clarificar su postura ante el PP. Los primeros, de no encabezar la moción, tendrían muchas dificultades dentro de su partido y, sobre todo, ante el electorado. Los segundos, se arriesgan a que el consumo de sapos provoque un hartazgo gástrico. Y hasta es posible que este atolondrado de Rivera plantee que nada de moción de censura, sino convocatoria de elecciones. Ya se verá en los próximos días.    

Jueces hay en Madrid. 


jueves, 24 de mayo de 2018

El nuevo partido de Puigdemont




Los parciales de Carles Puigdemunt han registrado una nueva formación política; el partido tiene el sugerente nombre Moviment 1 d´Octubre (M 1—O). Demos por descontado, pues, que el hombre de Berlín se excluye del PDeCat, a menos que quiera estar en la misa del nuevo partido y repicando en el anterior. Que todo podría ser dada la chocante personalidad que le engalana.

Que se haya registrado el M 1—O significa que sus fundadores consideran agotado el procés tal como se ha dado. O, aunque no lo reconozcan, que ha fracasado. Y, para mayor abundamiento, que los sujetos políticos que lo habían dirigido han fracasado en dicha operación. Digamos, además, que la gestación del nasciturus no viene del PDeCat sino de una de sus fracciones, la más exasperada. Que ya no es heredera del gen granconvergente, sino de la concebida  ideológicamente por una serie de intelectuales de los años 30 del siglo pasado que estaban en la periferia del catalanismo político, partidarios de la independencia. No pocos de ellos eran partidarios del «racialismo» al que pretenciosamente llamaban racismo científico. En esas fuentes ha bebido provechosamente Torra, el presidente vicario, cosa que naturalmente sabía el hombre de Berlín. De manera que podemos intuir que, con esta nueva formación, el panorama político se complicará todavía más. Éramos pocos y parió la abuela.

¿A qué líneas apunta el diseño del hombre de Berlín? A la creación de un frente variopinto con voluntad de hegemonía –no confundo hegemonía con mayoría--  compuesto por los siguiente retales: el populismo, fragmentos de neoliberalismo y el nacional catolicismo. Tendrán la confusa etiqueta de «ni de derechas, ni de izquierdas, sólo Cataluña». El hombre de Berlín pretende ser el sastre que cosa eses retales. No le faltarán escribas sentados.

Populismo y retazos de neo liberalismo no son cosas nuevas en el cuadro político catalán. Pero la aparición de la Moreneta en el despacho berlinés de Puigdemont y en la toma de posesión de la presidencia vicaria de Torra sí apunta a una novedad. El guiño –el gesto todavía incipiente--  de la recuperación de la Montaña Sagrada (Montserrat) en la geografía patria. Es la puesta al día de aquella formación político—religiosa de los años sesenta, Crist Catalunya. La paradoja es clara: el paganismo de esta política utiliza el sentimiento religioso para su propio lucimiento e interés. Nada nuevo bajo el Sol. Ya lo dejó dicho el obispo Torras i Bages: «Cataluña será cristiana o no será».  Más tarde, otro acuñador de frases a destajo, afirmó que «la Iglesia en Cataluña o es catalana o no será». En resumidas cuentas, Cataluña y la Cristiandad reunidas en el mismo Cuerpo místico.

miércoles, 23 de mayo de 2018

El federalismo, una hipótesis razonable




Conversación con los federalistas mataroneses
en el Café de Mar. 22 de Mayo de 2018

José Luis López Bulla


En palabras académicas podemos decir que nuestro país atraviesa una serie de crisis superpuestas; si hablamos castizamente hemos de convenir que, en determinados aspectos, España está hecha unos zorros. Crisis superpuestas: la condición de vida y trabajo de los sectores más débiles de la sociedad; crisis política e institucional y de los sujetos que intervienen en ella; y crisis territorial. Y negros nubarrones que vienen de Oriente Próximo que pueden interferir la tímida recuperación de la macro economía con las subidas que estamos viendo del precio del petróleo. Por no decir los malos aires que nos vienen de Italia tras la formación del nuevo gobierno. Atención al reciente informe del Banco de España donde alerta contra la exagerada afirmación de las autoridades gubernamentales sobre la recuperación económica. Alerta.

No me es posible abordar todos esos registros porque tampoco se trata de alargar innecesariamente mi intervención, así es que hablaré de lo que se ha dado en llamar «crisis territorial», porque entiendo es lo más apropiado a las características de este encuentro. No me limitaré a señalar la patología, así que propondré un modesto proyecto alternativo sobre el particular. Dicho brevemente: hablaremos de federalismo. En todo caso, gran parte de lo que iba a decir ha quedado expuesto en este documental, Federal, que ha realizado Albert Solé con mano ducha.


Primer tranco

El problema más áspero de la crisis territorial se encuentra en el independentismo catalán. Que ha crecido espectacularmente en los últimos diez años. Un incremento de estas características bien merece una reflexión a tumba abierta. El interrogante central es: ¿por qué el nacionalismo y su fase superior, el independentismo, han alcanzado tan importantes cotas de representación y representatividad en Cataluña? Este es un borrador para amigos que intentará aproximarse a una respuesta con punto de vista fundamentado. La tesis que plantearé en esta conversación es la siguiente: el nacionalismo se ha desarrollado y llegado a amplias masas gracias al abandono de la lucha de ideas por parte de las izquierdas así en nuestro país como en Europa. Esta es, a mi entender, la clave central.  

Segundo tranco

Las izquierdas no han sabido interpretar los grandes cambios y transformaciones que se han operado a lo largo y ancho del planeta. Se han empeñado en hacer política con las mismas ideas e instrumentos que han utilizado durante el siglo pasado. Han sido cambios gigantescos que se han operado en la globalización de la economía y del trabajo. Han diseñado políticas –industriales, fiscales, de Estado de bienestar, etc--  propias de una situación que gradualmente iba dejando de existir. Y, de otro lado, tales políticas han tenido como método exclusivo el Estado nación cuando se iba acentuado la dimensión global. Así las cosas, se ha ido produciendo un gran desfase entre tales políticas y la realidad, que continuamente iba transformándose. Estamos en Mataró donde las grandes catedrales fordistas (Gassol, Subirá, Inex …) son ya pura arqueología. El resultado de ello ha sido la continuada pérdida de apoyo de masas de las izquierdas en toda Europa. Este es el resultado de unas crisis de las izquierdas: de proyecto, de liderazgo y de representación. Ahora corren el peligro de caer en la irrelevancia.

Crisis de proyecto. Durante los años más duros de la crisis económica ha estado silenciosa y sin saber qué proponer. Más todavía, durante ese periodo ha sido incapaz de ofrecer una crítica razonada al impetuoso proyecto independentista, que –aunque no sólo--  es también una reacción populista, corporativista y reaccionaria frente a la globalización y la interdependencia. Hago notar el carácter corporativista del nacionalismo y su fase superior, el separatismo. Corporativismo, porque solamente va a lo suyo y se confronta con lo de los demás.

Hace tiempo que me planteo hasta qué punto las izquierdas tienen su responsabilidad en la falta de análisis del nacionalismo. Y vengo dándole vueltas a la cabeza sobre una cuestión lejana que puede ser sorprendente. Hubo un momento, después de la Segunda Guerra Mundial, que los partidos comunistas europeos elaboraron sus propios proyectos de marcha al socialismo, especialmente los italianos, dirigidos por Palmiro Togliatti. Eran las «vías nacionales al socialismo». Me crié políticamente en esos planteamientos y sigo creyendo en ellos. Ahora bien, en la práctica tales vías significaron el olvido del internacionalismo y de la solidaridad internacionalista, que quedaron reducidas a mero protocolo declarativo. Y aunque las izquierdas nunca se declararon formalmente nacionalistas en la práctica hacían política nacional obviando el contexto internacional que cada vez más se hacía global. Mutatis mutandi fue desapareciendo la crítica de la razón nacionalista. Pongamos un caso que avala lo que quiero decir: en todos los periodos electorales de las europeas el debate y la lucha por el voto se han caracterizado solamente por las cosas domésticas, dejando de lado la gran cuestión europea. E lo que he llamado política de campanario.

En resumidas cuentas, el abandono de lo internacional, que ya iba siendo global, de las vías nacionales al socialismo consolidó el carácter nacional y nacionalista de la izquierda, que ya practicaba la socialdemocracia europea tras la votación de los créditos de guerra en 1914. Más todavía, la práctica desaparición del horizonte de la transformación de la sociedad –digámoslo sin tapujos--  iba vaciando las ideas del gran cambio social en un amplio sector de la vieja militancia que se vio deslumbrada por la aparición del nacionalismo y su fase superior, el independentismo. La orfandad, se dice,  aborrece el vacío.  

Hasta la presente es mayoritaria en la izquierda la idea del origen del procés independentista. Es la siguiente: los efectos tremendos de la tristemente célebre Sentencia del Tribunal Constitucional, que pasaba la garlopa en aspectos no irrelevantes del nuevo Estatut; de un lado; y, de otro lado, la reacción del govern Mas para desviar la atención de su política de recortes, en los que por cierto tuvo como arquitecta funcional a Elsa Artadi, pieza central del actual gobierno subalterno de la Generalitat.  No contradigo esa versión del origen del procés. Pero esa no es ni toda ni la principal explicación.

Yo lo veo de esta manera: el momentum del inicio del procés se da cuando, desde la covachuelas del independentismo, se toma nota de la aparición de un movimiento intimidante: la aparición de los indignados en la Plaza de Cataluña, el famoso 15 M. En sus asambleas permanentes los acampados –un movimiento interclasista--  no mencionan ni por asomo la cuestión catalana, el bilingüismo se utiliza con naturalidad y les importa un rábano el esencialismo nacionalista. Algunos perciben que ese movimiento no es cooptable como lo han sido mayoritariamente las izquierdas. Estupor, pues. Hay que contrarrestarlo con una potente ofensiva de nuevo tipo.  Sólo añadiría como fecha emblemática el 15 de junio de 2011, cuando Mas tiene que utilizar un helicóptero para llegar al Parlament. Por cierto, para aprobar unas leyes de recortes apoyadas por el PP.

En resumidas cuentas, el inicio del procés es, así las cosas, un momento de confrontación interna de Cataluña. No es, por tanto, una pugna entre Barcelona y Madrid. Cuestión diferente es lo que irá sucediendo posteriormente.  

Tercer tranco

No quiero ser aguafiestas, pero debo decir lo siguiente: el doble conflicto que vivimos entre las dos Cataluñas y el de una parte de ella con España será de larga duración. No es fatalismo, es simplemente la constatación de la gravedad de una situación como la actual. Más todavía, en Cataluña una parte de la sociedad podría encontrarse emparedada entre los independentistas y los neo lerrouxistas. Este conflicto da vidilla a ambos polos y, posiblemente, se agudizará con el legitimismo del presidente vicario y las ínfulas de Ciudadanos. Es la mutua retroalimentación. Paciencia, pues.

Tener paciencia no equivale a dimitir de hacer propuestas. Por ejemplo, Joan Coscubiela ha propuesto unas cuantas que llama microsoluciones. Una se ha realizado ya: la formación de un gobierno que debemos juzgar por sus hechos concretos. Faltan dos: la retirada del artículo 155 y la puesta en libertad de los presos. Lo segundo ya no se sostiene tras la gigantesca chapuza del juez campeador. Por lo que a mí respecta propondría una cuarta microsolución: un entendimiento entre sindicatos y patronal en dos direcciones: a) evitar que se marchen más empresas de Cataluña, y b) recuperar lo que se pueda de las que nos han dejado. En efecto, son unas propuestas minimalistas, de choque. Porque lo que naturalmente se trata de elaborar un proyecto estratégico.

Cuarto tranco

Un proyecto estratégico para España hemos dicho. Porque no es posible una nueva arquitectura institucional sin una reforma a fondo de la Constitución. Nada se mejoraría con sólo un baldeo de cubierta. Se trata de reformar ordenadamente el todo para que encajen adecuadamente las partes.  Pero ya estamos en condiciones de imaginar que ello tampoco daría satisfacción al independentismo. Lo único que haría –posiblemente, pero no tenemos certeza de ello--  es restarle aliados y consenso de masas. Concretando, primero la reforma del todo, después la revisión y encaje, concretos, de los problemas territoriales.

Aprovecho la ocasión para polemizar con una idea que empieza a circular por ciertos ambientes intelectuales barceloneses. Plantean que el diseño institucional más adecuado es el referente a la ciudad. La ciudad como marco que substituye al Estado. Por mi parte, tal como están las cosas ahora dan ganas de decir que el Estado tiene los siglos contados. En todo caso, habrá que convenir que este planteamiento, el de la ciudad como marco institucional, tiene la ventaja de que dichos círculos intelectuales quedan eximidos de responsabilidad política. Yo no comparto ese diseño. Porque conduciría al corporativismo territorial más exasperado.

Es necesaria una nueva arquitectura institucional. Ahora bien, me es obligado reconocer que, bajo el sistema de las autonomías, España ha alcanzado los más altos niveles de progreso y desarrollo. Alguien tendría que decirlo. Una nueva arquitectura institucional porque ya no valen los meros ajustes funcionales. Y no veo otro camino que el federalismo. Es más, yo diría que el sistema autonómico, a pesar de todo, ha sido una escuela razonablemente buena para el nuevo camino federalista.

Me interesa decir lo siguiente: yo soy un federalista tardío, y lo soy por descarte de otras opciones. Es decir, mi federalismo no es ideológico sino pragmático en el sentido que Richard Rorthy le da a esa palabra. Entiendo, además, que el federalismo tendrá no pocas enemistades e interferencias. Es algo más que una intuición que el PP le pondrá la proa, que algunos sectores del PSOE harán tres cuartos de lo mismo, y que Ciudadanos mostrará su más enfebrecido ardor guerrero en su contra. Más todavía, el independentismo catalán tampoco estará por la labor. En todo caso, de ahí se debe partir. Las dificultades no son, pues, la conclusión sino el punto de partida.

He oído decir hoy que el federalismo es la única solución posible. Sea. Pero un servidor, que ya tiene mucho hartazgo de certezas, prefiere decir que el federalismo es la hipótesis –una hipótesis no equivale a certeza--  para arreglar la osamenta del país.

Esto es lo que quería en Mataró, en el Mataró de Joan Peiró, Antoni Martí Bernasach y Teresa Cortina. Internacionalistas de noble estirpe.

martes, 22 de mayo de 2018

Lo de Irene y Pablo




La boda de Harry y Meghan ha sido un acontecimiento global. Lo de Pablo e Irene ha quedado reducido al campanario patrio. Inglaterra, ciertamente, no es lo que era, pero quien tuvo y retuvo guardó para la vejez. De manera que no hay punto de comparación. Eso sí, por muchas que sean las diferencias, hay un olor que recorre a lo de ambas parejas: el sabor a culebrón a medio camino entre las novelas rosa de don Rafael Pérez y Pérez y Corín Tellado.  Pues bien, hoy nos toca hablar de Pablo e Irene, porque nos acogemos a la vieja convención de no meternos en los culebrones internos de cada país. Quédense, pues, los ingleses con su Harry y su Meghan.

Ríos de tinta sobre el particular. No sería de extrañar que don Mario Vargas Llosa eche su cuarto a espadas un día de estos. Mientras tanto digamos la nuestra intentando escabullirnos de la salsa rosa que, en cierta media, ha caído el asunto. ¿Han hecho bien Irene y Pablo convocando un plebiscito para los inscritos de Podemos para saber a qué atenerse? Dos cavilaciones me vienen al magín.

Primera. Es la primera vez que veo a Podemos tan aturrullado. Por lo general siempre intentó aparecer como un sujeto intimidante, y en buena medida lo consiguió. Su génesis, se diga lo que se diga, ha supuesto un baldeo de cubierta de la política española. Lo ha hecho con descaro y ha provocado considerables dosis de alferecía. Nadie ha sido indiferente a esa formación política. Con descaro, digo, y con no poca frecuencia con la altivez desprejuiciada de lo que surge y quiere hacerse notar. Nunca concitó medias tintas desde las filas de babor y estribor.

Sin embargo, en esta ocasión observo que la reacción de Irene y Pablo –tanto monta, monta tanto--  ha sido, durante unos días, confusa. Unos días en política puede ser una aparente eternidad. Hasta que llega el momento de la convocatoria del plebiscito Podemos transita del coro al caño y del caño al coro. Durante ese periodo –insisto, de pocos días--  se producen reacciones minoritarias, pero cualificadas de dirigentes de Podemos. Algunas vacas sagradas se pronuncian afeando lo ostentoso de la compra del chalet. Puede ser que tales críticas tengan un trasfondo de  franciscanismo. Pero en el fondo representan la denuncia, justa o no, de la discontinuidad de la estética fundacional de Podemos. Las virtudes públicas declaradas no coinciden con los vicios privados, si es que los hay.

2.--  En resumidas cuentas, Irene y Pablo observan que, desde sus propias filas, hay un malestar que se ha hecho público. Los trapos no se han lavado en casa. Ante ese problema ¿qué podían hacer Irene y Pablo? Desde luego, no se permitieron que el malestar en el interior del partido se incrementara. Así es que, cogen el camino del medio y convocan a sus parciales a decir la suya. Con el instrumento más delicado y contradictorio de la democracia, el plebiscito. Que siempre tiene un arma de doble filo. Que, además, ha sido convocado directamente sin el conocimiento previo de las estructuras dirigentes. Así las cosas, este plebiscito, paradójicamente, tiene una dosis de autoritarismo, pues ha nacido de la voluntad de ambos jefes. Y que sólo, puede ser interpretado por ellos. No se especifica el quórum para validarlo, por ejemplo.

De esto no hablaremos hoy en Mataró en el Café de Mar. 



lunes, 21 de mayo de 2018

¿Cuántas Cataluñas hay?


El rotundo dicho «Catalunya es un sol poble» se va desvaneciendo. Ya no se sigue con tanto énfasis como antaño. Es más, ahora no tengo claro si dicha formulación tuvo más carácter político que ideológico. Sea como fuere el paso del tiempo y sus circunstancias han ido erosionando la unicidad –real o imaginada-- del pueblo de Catalunya. Más todavía, de un tiempo a esta parte aparecen --¿o reaparecen?--  toda una serie de consideraciones de estricto carácter político que afirman ya que «hay dos Cataluñas». Aquí encontramos una primera coincidencia entre el separatismo político y sus contrarios de la derecha de Ciudadanos y el Partido Popular. La idea está haciendo fortuna en ambos lados de la barricada.

¿Dos Cataluñas? Posiblemente es una consecuencia de la tradición binaria de Occidente, que perezosamente se encoge de hombros ante la complejidad de las sociedades. Dos Cataluñas. Que ya no se patrimonializan desde la política sino que atraviesa ciertos movimientos subalternos de aquella.

Sin embargo, tengo para mí que hay mucho que hablar sobre el particular. Porque está claro que hay amplios sectores ciudadanos que no se sienten representados ni por los hunos ni por los hotros. Ciertos sectores que han sido bautizados despectivamente en el rio Jordán como «equidistantes». Se trata de una concepción que va más allá del carácter geométrico y quiere alcanzar la naturaleza política de la traición. O de la inanidad: ciudadanos de chichinabo estos equidistantes.

¿Quiénes somos los equidistantes? Los que vivimos y trabajamos en Cataluña que aborrecemos intelectual y políticamente las dos versiones del nacionalismo: el del soberanismo y el del neo lerrouxismo. Equidistantes, sí. Pero no pasivamente sino con un compromiso militante contra los hunos y los hotros.


También de esto hablaré en Mataró en el acogedor Café de Mar. Mañana antes de que el Sol se ponga por Llavaneras. Sí, en el Mataró de Joan Peiró, Antoni Martí Bernasach y Teresa Cortina. Teresa Cortina, madre noble de la izquierda y de Comisiones Obreras. Yo soy de Teresa Cortina.  

sábado, 19 de mayo de 2018

¿Por qué la izquierda casi nunca polemizó ideológicamente con los nacionalismos?





El próximo martes predicaré en el Café de Mar, en Mataró. La hora: cuando la tarde languidece y renace la sombra. El tema: el federalismo en tiempos de la cólera. No sería cortés publicar mi intervención hoy; estaríamos ante una desconsideración hacia los amigos, conocidos y saludados que acudan a la charla. No obstante, doy a conocer, esquemáticamente –casi como un boceto--  las líneas centrales de mi exposición. Será algo así como una guía para perplejos, como anticipo de las sorpresas que puedan encontrarse los asistentes.

Me haré, entre otras, las siguientes preguntas: ¿por qué las izquierdas políticas no se confrontaron casi nunca, a través de una lucha de ideas, con los nacionalismos? ¿Cuál es el momentum que provoca el inicio del procés catalán? En el Café del Mar daré cumplida respuesta a ambas. No será apta para quienes padezcan taquicardia. Ahora bien, no es cosa de dejar a nadie con el regomello dentro del cuerpo, así es que –insisto, esquemáticamente y para que no se diga--  daré ahora mismo dos pespuntes sobre el particular.

1.--  Las izquierdas casi nunca se confrontaron ideológicamente con los nacionalismos desde que dejaron ser netamente internacionalistas. Unos, desde que votaron los créditos de guerra en 1914; otros, con Palmiro Togliatti al frente, tras la puesta en marcha de las «vías nacionales al socialismo». Se trata de una metamorfosis poco estudiada por la historiografía o, si se prefiere, no analizada convenientemente.

Parece de cajón que si, por las razones que sean, se opta por enfocar la acción política en el marco nacional sin conexión con lo internacional –ahora ya global--  la conversión en partido nacional es su conclusión deseada. De ahí a ser un partido nacionalista hay sólo una diferencia de grado. La izquierda nacional realiza su acción en el Estado nacional; la política nacionalista lo hace en la periferia del Estado nacional. Así las cosas, la crítica de la izquierda nacional no tiene argumentos consistentes para polemizar ideológicamente con la política nacionalista. La una y la otra se instalan en la política de campanario.

Pongamos un ejemplo de las políticas nacionalistas de los Estados nacionales y de sus fuerzas políticas más importantes, estén o no en el gobierno. Cada vez que hay elecciones al Parlamento Europeo la contienda se desarrolla, sola y solamente, con planteamientos nacionales, esto es: nacionalistas de gran campanario, pero campanario en suma. Ningún debate sobre Europa. Ni antes, ni ahora que Europa está hecha unos zorros.

Aclaro: no impugno las vías nacionales al socialismo. Simplemente refiero la desconexión y, sin duda, el olvido que supuso la vertiente internacionalista. 

2.--  Sobre el momentum en que arranca avasalladoramente el procés catalán habrá que esperar  al día que se publique la charla. No es cosa de incrementar la taquicardia de quienes lean estas líneas. 

viernes, 18 de mayo de 2018

La hormiga y el elefante




Mini-crónicas catalanas/89

Andreu Claret

Ya conocen la fábula. Cansadas de que un elefante pisoteara su hogar, las hormigas penetraron en la oreja del paquidermo. Éste enloqueció, se tiró por un barranco y el hormiguero se salvó. El independentismo catalán es un gran consumidor de fábulas y mitos en los que David acaba con Goliath, el hombre honrado de la Biblia puede con el Leviatan, Venus le gana la partida a Marte, y Asterix lleva de cráneo a los romanos. La analogía del elefante funciona porque el Estado se le parece. Es un animal implacable pero mastodóntico. Cerebral pero obsesivo. Capaz de hacer frente a la mayoría de las bestias de la sabana, pero torpe frente a un ejército de hormigas.

Esta analogía viene al caso porqué la justicia belga rechazó la extradición solicitada por Llarena. Mala noticia para el elefante que se pasó el día sacudiéndose las hormigas. No es la primera vez que el Estado español recibe una puya. Ni será la última, porqué la respuesta jurídica al Procés es un disparate. No lo era que el Estado defendiera la ley frente a quienes pretendieron proclamar una DUI, pero lo es la formulación que el juez del Supremo ha dado a este propósito. La justicia europea no comparte su planteamiento. De ahí que hoy sea otro día de solaz para el independentismo (al revés de lo que ocurrió con la difusión de los escritos xenófobos de Quim Torra). El más chico ha vuelto a ganar una batalla.

Hace un par de días vi a Paco Marhuenda gesticulando en televisión. Con una mano alzada señalaba lo que es España, con sus 47 millones de habitantes y su lugar entre las economías del mundo. Con el pulgar y el índice de la otra caricaturizaba Catalunya. Una nimiez. Debería saber que no basta con medir casi tres metros, como Goliath, o pesar seis toneladas como los elefantes para ganar todas las batallas. En cuanto a Torra y Puigdemont, más le vale recordar que, en la vida real, los elefantes nunca se tiran por un precipicio porqué unas hormigas les atormenten el oído. A veces enfurecen y se cargan el hormiguero.

jueves, 17 de mayo de 2018

Jubilados y pensionistas: prever es dirigir




Muchas veces nuestro Marcelino Camacho enseñó que «prever es dirigir». Formidable pedagogía en poquísimas palabras. Este es un concepto que se debería tener muy presente en la formidable movilización de los jubilados y pensionistas.

Se ha dicho, y con razón, que el movimiento de los movimientos de pensionistas y jubilados es una novedad con relación a tiempos anteriores. Sus componentes (Mareas y sindicatos) han ocupado las plazas de España. No sólo lo hacen en las principales ciudades del país, también en no pocos pueblos que, por decirlo así, se han tirado a la calle. La movilización sostenida tiene un carácter doble: la dignificación de las pensiones actuales y las futuras. Es, por tanto, una acción colectiva solidaria. Así lo han dejado claro.

«Prever es dirigir», dijo el maestro. Pues bien, podemos prever que la lucha no será fácil. Por dos motivos que conviene dejar claros: uno, la resistencia del Gobierno y la patronal; dos, porque los sujetos movilizadores (Mareas y sindicatos), que tienen objetivos similares, no han encontrado todavía una unidad de acción explícita en estas movilizaciones. Unidad de acción explícita. Es más, parece como si se mirasen con el rabillo del ojo en una pugna de a ver quién es más.  Querer «ser más» no es necesariamente negativo. Pero cuando son dos sujetos que no se miran directamente a los ojos dicha falta de relación no parece productiva.

«Prever es dirigir». Pues bien, si las Mareas y los sindicatos van cada cual por su lado como líneas paralelas será complicado llegar a buen puerto. Así pues, es preciso desbloquear esa falta de relación. Ambos sujetos deben reconocerse mutuamente como legítimos representantes de los jubilados y pensionistas. Hay que partir, pues, de que nadie tiene el monopolio de la representación. Esta la conceden los jubilados y pensionistas. Lo que quiere decir que ni Mareas ni sindicatos son sujetos auto legitimados.

«Prever es dirigir». Es decir, comoquiera que la solución no será fácil hay que prever que para dirigir se precisa una unidad de acción explícita. Que en principio pasaría por el reconocimiento mutuo. Lo que implica la elaboración de una propuesta urgente común. Y, más todavía, hay que poner encima de la mesa, con determinación y coraje, qué tipo de representación unitaria va a negociar la plataforma que, necesariamente, ha de ser común.

En todo caso, hay algo que se debe tener en cuenta: la movilización de los jubilados y pensionistas ha ganado la batalla de la opinión pública. Casi nunca se había dado una simpatía tan visible en nuestro país.     

miércoles, 16 de mayo de 2018

El tuiter escondido de Quim Torra




Satisfacción en ciertas cancillerías europeas por la publicación de los tuiters del presidente a medias de la Generalitat de Catalunya. Celebración por todo lo alto en las escuderías xenófobas. La frase común es «este Torra es de los nuestros». Es la internacionalización de un pensamiento que, aunque minoritario, siempre estuvo en ciertos recovecos de la vida política y cultural de Cataluña. Y simultáneamente estupor al por mayor en los gobiernos de la Unión, en los medios de comunicación y en las opiniones públicas. Es como si se dijeran que con eso no contaban. El acto de atrición de Torra, desmarcándose de sí mismo, es algo ya visto.

Quienes con toda la razón del mundo le han sacado los colores al presidente a medias han denunciado el carácter directamente xenófobo de los tuiters. Las derechas políticas han golpeado el esófago de Torra. Pero nadie ha sacado otro famoso tuiter que, provisionalmente, dormía en los archivos ciberespaciales. Es éste: «Aquesta colla de ximples dels indignats ens porta directamente al cinqué món». Que traducido literalmente afirma que «estos tontos de los indignados nos llevan al quinto mundo». Un tuiter clasista.

La historia es la siguiente: la aparición del movimiento de los indignados provocó en Cataluña una fuerte conmoción. Los estados mayores del independentismo tomaron nota de que los indignados utilizaban indistintamente las lenguas catalanas y castellanas en sus intervenciones; que nunca usaron las claves del nacionalismo y que, por así decirlo, aquello no tenía visos de ser domesticado como lo estaba siendo una parte de la izquierda y algunos movimientos. Los indignados eran otra cosa, que interfería un proyecto todavía no explícitamente indicado de transformar el nacionalismo en independentismo tout court.  Los estados mayores tomaron nota, además, de que aquel movimiento tampoco era subalterno de las izquierdas acomodaticias. Por lo tanto, era el momento de proponer un relato rupturista para taparlo todo. Que convenía al gran convergente, acosado por el fango de la corrupción y de los recortes en las políticas sociales. En ese contexto aparece el tuiter del presidente a medias. Los indignados son unos tontos (ximples) que nos llevan al quinto mundo, es decir, a lo que no es Cataluña.

Llamo la atención a que, desde las derechas, nadie ha hablado de ello. Normal. Lo tienen archivado a la espera de que puedan utilizarlo cuando Quim Torra siente la cabeza. (De esto y otras cuestiones hablaré en Mataró el martes, día 22, cuando la tarde languidece y renacen las sombras) 



martes, 15 de mayo de 2018

Quim Torra o vuelve la burra al trigo




Escribe El dómine Cobra

«Vuelve la burra al trigo». Esta es una frase que la usamos en referencia al animal que regresa una y otra vez al campo de trigo y lo destroza por muchos desvelos que ponga el dueño del animal en que éste no incurra en la misma acción, pues en su terquedad no aprende ni aprenderá. Ni por pienso estoy llamándole burra al vicario del hombre de Berlín, simplemente utilizo un conocido y viejo refrán, que se resiste al paso de los tiempos y sus transformaciones. Ahora bien, no tengo empacho en reconocer que Quim Torra vuelve al trigo. Y en esa vuelta al cereal ha sido elegido presidente de la Generalitat. Presidente demediado y provisional tras el dedazo de Carles Puigdemont.

Torra que es considerado por algunos analistas como un intelectual. No seré yo quien les contradiga, naturalmente. Pero ello debería conllevar una redefinición del vocablo para que no se convierta en terminacho. Si debe ser considerado como intelectual porque ha escrito centenares de páginas, no veo –por simple analogía--  que debamos oponernos a distinguir á don Marcial Lafuente Estefanía, prolífico autor de novelas del Oeste en los años cincuenta, con la misma consideración. Francamente, no veo por ningún sitio atributo alguno que distinga a este caballero como intelectual. Al menos en lo referente a una tradición que nos viene de Julien Benda. Intelectual o no tengo por cierto que Torra bebe sus fuentes en Cesare Lombroso y Louis-Ferdinand  Celline. Italiano el primero, francés el segundo. Dos ultramontanos de mucho cuidado: etnicistas y xenófobos hasta el cielo de la boca. De hecho toda la abundante literatura tuitera de Torra es una recreación de la retórica lombroso-celiniana. Aunque, para mayor abundamiento, hemos de señalar que no es el único ni el primero que ha bebido de esos calostros en Cataluña. En resumidas cuentas, si este Torra es un intelectual, lo es por delegación de aquellos dos personajes. Pues bien, este es el personaje que ha sido elegido por la mayoría independentista del Parlament. Con la abstención de la CUP. Ya se sabe: los caminos de la revolución son inescrutables.

Cuesta poco pedir perdón. De ahí que Torra lo haya hecho tres veces, a propósito de sus tuiters, en la sesión de investidura. No obstante, pedir perdón no deja de ser una treta retórica. Es algo así como aligerar el zurrón para seguir pecando, según deja sentado la teología del confesionario. Pero Lombroso y Céline siguen vivos y coleando en el colodrillo de Torra.

Torra va ahora camino de Berlín para entrevistarse con el Holandés Errante. A rendirle pleitesía y recibir sus bendiciones patriarcales. Por lo que entiendo que quienes han llamado intelectual a Torra o han exagerado o dicho cometido ha sufrido una degradación, que pudiera ser,  desde los tiempos de Benda.

Apostilla.  ¿Quién paga los gastos del viaje Barcelona – Berlín – Barcelona?

domingo, 13 de mayo de 2018

El alocado discurso de Quim Torra




El candidato a la presidencia de la Generalitat, (im)puesto por el hombre de Berlín, ha presentado su discurso de investidura. Responde al nombre de pluma de Quim Torra y ha sido recibido con diversos calificativos: el Masovero (Joan Coscubiela) y el Vicario (Enric Juliana), que responden a la perfección de la vinculación de este caballero con el hombre de Berlín.

Tras el dedazo de Puigdemont, el candidato concede una entrevista a Tv3. En un momento dado nuestro hombre, al que sus parciales le atribuyen una potente capacidad intelectual, se suelta el pelo y bombásticamente afirma que «Cataluña tiene una grave crisis humanitaria». La militante audiencia televisiva lo cree a pies juntillas. Orgasmo mental. No es un tuitter fabricado por unos dedos espasmódicos, es la voz de quien se ha preparado antes de entrar en el plató. Posiblemente algunos de nuestros intelectuales del movimiento amarillo habrán exclamado que ya era hora de dejar las cosas meridianamente claras. Crisis humanitaria. Que no fue una improvisación lo demuestra el hecho de que tal formulación, crisis humanitaria, volvió a repetirla en el discurso de investidura. Ahora con más proyección, toda vez que determinados canales retransmitieron dicha sesión. Estupor en toda España y parte del extranjero. Cataluña ya no es, según el candidato, el país donde se atan los perros con longaniza.

Y como Cataluña sufre una crisis humanitaria es preciso, según el candidato, ponerse manos a la obra para  abrir –no dijo cómo--  un proceso constituyente republicano. Puigdemont en estado gaseoso. Los problemas reales de la gente de carne y hueso se solucionan con proclamas simbólicas, con espejismos milenaristas. Todo queda pendiente a unas hipotéticas calendas graecas de la independencia. Diarrea a granel.

Algunos comentaristas atribuyen el locuelo discurso a una búsqueda compulsiva del voto favorable de la CUP. No tal, el caballero dice lo que piensa. Es la hechura del hombre de Berlín.

El candidato Torra insistió ad nauseam en el mismo proyecto que distinguió los momentos más álgidos del procés. Alejado años luz del posibilismo del candidato Turull, que se disfrazó de noviembre para no infundir sospechas. Torra o la reedición de Puigdemont –el «puto amo», según afirmó la musa del independentismo--  en estado gaseoso. Ahora bien, si este Torra propone reiniciar el itinerario del procés es porque, en pura lógica ha fracasado. Un fracaso real, que no simbólico.

Ya lo saben ustedes: los votos de la CUP impidieron que saliera investido el candidato. Han empezado las apuestas sobre qué hará esta formación el próximo lunes. Los cuperos consideran que el caballero es más de derechas que John Wayne. Mañana lo sabremos.