jueves, 31 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (36)


 

Noche, todavía cerrada, desde el trayecto de Pineda de Marx a Mataró de Joan Peiró.

La noticia se extendió velozmente: Salvador Illa, el hombre tranquilo, encabezará la lista de los socialistas catalanes para las elecciones autonómicas del 14 de Febrero.

La cosa tiene su importancia: de un lado, rompe el monopolio que circunscribe el debate entre Esquerra Republicana de Catalunya y el partido de Waterloo; de otro lado, hace saltar con un fuerte blinco al PSC, sentado en la chaise longue.  Por lo demás, Illa ha cosechado una notable popularidad por su gestión contra la pandemia. En consecuencia, puede ser un revulsivo. De momento lo es, que es cosa de agradecer ante las noticias de Radio Macuto del peligro de una muy elevada abstención.  

Que Illa amenaza el monopolio independentista y la modorra de la oposición lo demuestra el hecho de cómo ha sido recibida su candidatura. Las derechas –Waterloo, Ciudadanos y el PP--  han echado toxicidad por sus colmillos retorcíos . De momento, ERC ha dado una respuesta elegante. Atención, pues, a ese dato por lo que pueda representar o querer decir.  

Son chocantes los regüeldos de las derechas. Acusan a Illa de irresponsable por dejar el Ministerio de Sanidad en plena pandemia. Curiosa lógica, que rivaliza en casuística con los dicharachos de Fray Gerundio de Campazas, fraile remendón imaginado en el siglo XVIII por el padre Isla.  Pero ¿no habían dicho que Illa era un inútil rematado? Memoria flaca la de estos zotes.

Pero la cosa no quedará ahí. La bronca contra Illa arreciará y no será uno sólo quien acuse al candidato socialista de haber creado él –y no los chinos— el coronavirus. La derecha es ansí. Lo creerán los necesitados de alimentos caco—espirituales.

La ambulancia se para en Mataró. Noche cerrada todavía  que me impide reconocer en qué barrio estamos. Le pregunto al paciente, una vez instalado en el sillón, en qué parte de la ciudad estamos. Su respuesta avinagrada: «Esto es la antigua Rocafonda, que ahora se llama Rocamora, porque está llena de inmigrantes moros, que se han hecho los dueños». Habla con un fortísimo acento del Sur. Le doy un grito que espanta al conductor: «No procede, caballero. Es usted un mentecato racista». (Es el único incidente que he tenido en estos treinta y seis viajes de casa a can Ruti).  

Hasta nunca Dos mil veinte, ni se te ocurra volver.

El día 4 del nuevo año volverá la ambulancia y ya me quedarán sólo tres viajes.

 

Post scriptum.--- En Santa Fe teníamos un anciano cura, don Salvador, que desde el púlpito exclamaba: «¡Que llueva, pero que sea parejo!», un deseo igualitario. Me gusta esa intención. Pero donde se ponga aquello de «Lo primero es antes», que se quite todo lo demás. La decía don Venancio Sacristán.  

     

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (35)


 

Ayer, en este mismo lugar de la ambulancia, meditaba acerca de la irreformabilidad del grupo dirigente del Partido Popular; dejaba en el aire si el partido, en tanto que tal, podría reformarse o no. La crónica de Carmen del Riego (La Vanguardia, 29.12.20) nos da algunas importantes pistas para despejar esa incógnita (1).

Se pretende que el partido tiene que estar graníticamente estructurado en torno a la cabeza, el tronco y las extremidades de Pablo Casado. Debe pasarse,  pues, la garlopa por los residuos del sorayismo y otras verrugas adyacentes. La concreción de todo ello sería una operación conducente al control prusiano de las estructuras provinciales, reducidas sólo y solamente a terminales burocráticas con unos responsables--capataces 5.0, teleoperados desde la calle Génova. Esta es la primera derivada; la segunda sería, a nuestro entender, el embridamiento de los candidatos a presidir las comunidades autónomas. A los barones hay que cortarles las uñas.

El alcázar de Casado ha observado que los taifatos autonómicos son también causa y efecto del poder de las baronías políticas e institucionales. Hablando en plata: esa situación sólo es apetecible a Casado cuando sirven de lucha contra Pedro Sánchez. Pero al presidente del PP no le interesa que ´sus´ presidentes autonómicos sean un contrapoder contra Génova. Los presidentes autonómicos y el conjunto de las estructuras territoriales han de ser, en el mejor de los casos, los manijeros del señorito.  Un señorito que exige una «religión, una espada y una lengua».

En el fondo, el alcázar de Casado es consciente de su debilidad intelectual y política. El férreo control es, a todas luces, la inseguridad de quien sabe que no tiene la autoridad política de Fraga ni Aznar. Un control, además, que se ejerce a través de la desazón de quienes no quieren ser reducidos al ostracismo o a la postergación de las listas electorales en todos los ámbitos, aliñado con la servidumbre voluntaria del afiliado—masa.

Sigo meditando mientras cruzamos las tierras jurisdiccionales de Canet, patria chica de aquel legendario trompetista Rudy Ventura. (Una vez me tocó en su casa un fragmento de la Novena, que yo aplaudí a rabiar).

En el Partido Popular ha desaparecido aquella exigua fracción de los ilustrados. Se auto eliminaron sin ni siquiera ponerse en jarras. Otros, como el desaparecido Margallo, se cansaron sin ofrecer resistencia. La batalla la ganaron los bronquistas, los del barullo. El resto acabó «sólo, fané y descangayado».

Así las cosas, la conjetura sigue siendo esta: el Partido Popular es irreformable mientras exista el alcázar de Casado. Toda una anomalía en las derechas europeas. No conocemos ningún partido institucionalmente homologable al PP que se haya puesto tan de culo contra el gobierno de su país. Por lo demás, es hora de que conozcamos alguna propuesta de los de Aznar contra la pandemia. Ni siquiera una jaculatoria. De manera que la sequía proyectual la disimulan con una bronca de patio de colegio.

Hablaba anoche con mi amigo HR*, residente en la Nueva York de la Mancha, que me reconvenía por mi preocupación de las cosas internas del PP. No estoy seguro de haberle contestado con las palabras adecuadas. Sobre chispa más o menos, estas fueron mis palabras: «La calidad y consistencia de una democracia guarda una relación estrecha con la calidad y consistencia de los partidos políticos en liza. No sólo, ya lo sé. De ahí a que si la oposición no es tal sino una zahúrda, la política se resiente. Querido H*, si el PP es irreformable tenemos bronca por los años de los años que dure».

Conclusión provisional: las grandes organizaciones tienen una tendencia a la burocratización, mientras las pequeñas tienden a la grupusculización; en cambio, el PP se encamina sin descanso a la bunkerización.

Paciencia. 

(Me quedan cinco viajes)

 

1)    Casado quiere un PP a su medida al margen de los barones

 

Post scriptum.--- Don Venancio Sacristán decía alguna que otra vez con manifiesta intención: «Lo primero es antes». 

martes, 29 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (34)


 

 

El alto funcionariado de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana se ha pasado gran parte de su historia construyendo falacias al por mayor y detall. En ese oficio había alcanzado una considerable maestría. Algunos de esta noblesse  d´eglise han sido considerados con altas distinciones como Doctor Subtilis, Doctor Acutissimus y otras de no menor ringorrango. Eran otros tiempos de construcciones retóricas enrevesadas a mayor gloria y sustento de la perpetuación de las prebendas y sinecuras. Aquello imponía, desde luego. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, estamos observando que la retórica de algunos eclesiásticos está a la altura de los tertulianos de garrafón o de los peones de brega de una novillada sin picadores.

Peor todavía, voluntariamente han abandonado la ristra de silogismos y demás truculencias retóricas para abrazarse a la tosca sintaxis de la política al chilindrón. Véase, por ejemplo, la argumentación del Obispo Luis Argüello, portavoz de la  Conferencia Episcopal Española arremetiendo contra la Ley de la Eutanasia, recientemente aprobada en las Cortes.

Esto es lo que dice Su Paternidad: «Animaremos a que se diga explícitamente que uno no quiere que se le practique la eutanasia, que quiere recibir cuidados paliativos y que tampoco quiere ensañamiento terapéutico». Filosofeos tabernarios de mostrador.

Dicho entre nosotros: el Aquinate se hubiera llevado las manos a la cabeza por el desorden mental de este Argüello. No es que el ilustre dominico estuviera a favor de la eutanasia, sino que tamaño desequilibrio retórico le hubiera provocado alferecía.

Hay que decirle a Su Paternidad que, según la ley que él conoce bien, nadie tendrá que decir que no le apliquen la eutanasia. Exactamente lo mismo que nadie ha sido obligado a divorciarse ni a abortar, ni a casarse ´por lo igualitario´. El problema, sin embargo, ha sido que hasta ahora quien deseaba que se le practicase la eutanasia no solamente no era atendido sino perseguido él y quienes le ayudaban. ¿Hace falta ar nombres, mosén? Digamos, pues, que este don Luis Argüello –Doctor Garrulus— está practicando la vieja técnica del asustaviejas. Que ahora provoca hilaridad.

Es la más pura subordinación al discurso –una auténtica campaña electoral-- de Ratzinger en la apertura del cónclave que lo eligió tras la muerte del papa polaco. Dos mensajes macizos: las leyes civiles deben tener un fundamento católico y lucha contra la «dictadura del relativismo». O sea, la Constitución es la prolongación de las Encíclicas, el Parlamento es la continuación de la sacristía.  

Y tiro de la memoria. Recuerdo a aquella señoritinga retotoyúa de Santa Fe que exclamaba: «Menos mal que tenemos a la Iglesia que nos defiende de los Evangelios»: una auténtica teóloga y no este chisgarabís de Luis Argüello, obispo auxiliar de Valladolid y sus alrededores. 

Menos mal que tenemos a Juan José Tamayo que nos defiende de este Argüello. Después de un artículo luminoso en su blog nos dice: «En consecuencia, creo que no hay razones religiosas, éticas, jurídicas o políticas para oponerse a la Ley sobre Eutanasia» (1)

 

1)   https://www.religiondigital.org/el_blog_de_juan_jose_tamayo/Juan-Jose-Tamayo-Ley-Eutanasia-obispos-espana-derecha-parlamento-justicia-religion-moral_7_2296340344.html

 

Post scriptum.---  «Lo primero es antes», decía de vez en cuando don Venancio Sacristán cuando venía a cuento.

lunes, 28 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (33)


 

Este ha sido un puente largo que me ha permitido librarme de la ambulancia mañanera. Hoy, lunes, reanudo los viajes a lo largo de la comarca—salchicha del Maresme, con el dato siguiente: cuando vuelva a casa me quedarán sólo seis viajes, seis tratamientos de radioterapia a cargo de lo que llaman el acelerador lineal. Vale cerca de tres millones de dólares.  

Estos días me he carteado con un amigo que defendía esta tesis: los sindicatos deben participar activamente en la gestión de los fondos europeos contra los efectos de la pandemia. Lo justifica con la tan cómoda como rutinaria argumentación de que los sindicatos deben estar en todos los lugares donde se ventilan los problemas de los trabajadores y sus familias. Mi punto de vista es diametralmente contrario.

En primer lugar, el argumento «estar en todos los lugares donde se ventilan los problemas de los trabajadores» me parece desenfocado en esta ocasión. En todos los lugares quiere decir que deberían  estar en el Parlamento, pues hasta donde yo sé, ahí también se defiende la condición asalariada. Y en los ayuntamientos. Y –llevando la argumentación al absurdo--  también, siguiendo ese argumento, deberían estar en el gobierno. Así pues, ese «en todos los lugares» tiene importantes excepciones.

Entiendo que los sindicatos deben participar en el control de la gestión de esos fondos, pero no en la gestión. Son dos cosas diferentes. No es función del sindicalismo la gestión, que puede ser apetitosa para algunos. Es más, --aunque este es un argumento funcional--  la acción sindical no puede estar atrapada en una tarea tan enmarañada como la gestión de todo ese inmensísimo dineral. Por supuesto, hago extensivo mi razonamiento contrario a que en ello participen las organizaciones empresariales. Y, por último, existe  otro argumento que no quiero ocultar: los agentes sociales deben estar lejos, muy lejos, de la gestión de esos fondos, porque el dinero no huele decía –Vespasiano--  y tiene la fea costumbre de adherirse a los dedos de todo quisqui. O al revés. Y luego vienen las lamentaciones.

La ambulancia sale de la autopista y entra en Vilassar de Ernest Lluch. Cambio de tercio y me viene a la cabeza lo que dicen  las Noticias: «El Partido Popular duda de la equidad del reparto de vacunas sin datos que lo avalen». Por supuesto, el alcázar de Casado, en marcha acelerada a la bunkerización, no necesita datos para entrar a saco.

Cuando Casado arremetió contra Vox en el Parlamento, hubo comentaristas paraléxicos que anunciaron el giro del PP al centro. Paralexia o legañas. O ambas cosas a la vez. Interpretaron que el cese de Cayetana como portavoz parlamentaria acentuaba dicho giro. Paralexia y legañas. Cayetana fue cesada –lo dijimos— porque se estaba comiendo vivo a un insípido Casado que necesita escribas agachados, mientras la doña es autárquica en sus preguntas y respuestas.

El alcázar de Casado arremete ahora de esa manera, porque no puede exteriorizar su desventura de que las vacunas hayan llegado ya y no poder echarle la culpa al gobierno. Por lo que ya es hora de decir que lamentablemente el grupo dirigente del PP es irreformable. Ojo a los que leen en diagonal: no he dicho que el partido lo sea. De momento, digo lo que he dicho.  

Vuelvo a casa yo solito en la ambulancia. Mañana soleada. En el Maresme, la comarca—salchicha, «esplende il sol dell´ avvenir».

 

Post sriptum.---  «Lo primero es antes», decía don Venancio Sacristán.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Pablo Casado no tiene quien le escriba


 

Pablo Casado ya no tiene quien le escriba. De hecho, hace tiempo que el cartero no llama dos veces a su puerta. Ni siquiera sus parciales le citan. Pero el alcázar de Casado, aislado por los cuatro puntos cardinales,  no se rinde. Se explica ese autismo: la coyuntura sigue sonriendo, aunque a trompicones, a Pedro Sánchez. Un dato: ya están las vacunas en España.

La Unión Europea ha puesto en marcha los fondos para la lucha contra la crisis y ha salido razonablemente bien de la tan estrafalaria como historiada cuestión del Brexit. Y, en lo doméstico, los elementos que podían ser intimidantes sólo son un ligero incordio, picotazos de mosquito. Pongamos que hablo de los sables oxidados y los limpios con netol, además de los gruñidos que se emiten desde Waterloo.

A Casado sólo le quedan las apariencias de un partido que fue y, por lo que se ve, tardará mucho en ser. Y por si faltara poco el Fondo Monetario Internacional ni siquiera lo tiene en su grupo de whatsapp. La pandemia ha provocado un cambio tan vasto y brusco que hasta el FMI ha variado radicalmente su tradicional postura. De aquel tristemente célebre Consenso de Washington se ha pasado justamente a sus antípodas. Casado no lo barruntó, a pesar del buen olor de la nueva pepitoria que se estaba cocinando en el FMI. Por eso se emperró en seguir poniendo la proa a la política económica del gobierno progresista de coalición. Cuando el FMI, de un tiempo a esta parte, hablaba de no rebajar la presión fiscal, el alcázar de Casado arremetía contra la ortodoxia de Pedro Sánchez, aplaudiendo la política fiscal de la Comunidad de Madrid, justamente lo contrario de lo que reclama el Fondo.  

En síntesis el FMI plantea: «Los Gobiernos deben tomar medidas para mejorar el cumplimiento tributario, y evaluar la aplicación de impuestos más altos para los grupos más acaudalados y las empresas más rentables» (1). No se trata de un planteamiento a la ligera; es sabido que, desde el acceso a la directora del Fondo de la búlgara Kristalina Georgieva, la institución ha dado un giro espectacular. Georgieva –nada que ver con Strauss Khan, Rato y Lagarde— es autora de un importante artículo Reducir la desigualdad para generar oportunidades, donde se aboga por el tipo de política fiscal que propone el Pacto de gobierno español (2). Eso lo decíamos en enero de este año, antes de la pandemia.

Pero el alcázar de Casado, no se da por enterado. En resumen, la derecha española está fuera del perímetro del FMI, algo tan esperpéntico como aquel papa del Palmar de Troya en grotesca rebeldía del Vaticano. ¡Cosas veredes!

Posiblemente en privado algunos gerifaltes dirán que el FMI se ha vuelto chavista, social comunista y demás ridículas pipirranas. Y, tal vez, haya quien piense que se han pasado con armas y bagajes al keynesianismo. Mi hipótesis provisional es que la institución ha tomado buena nota de los destrozos que ha hecho la pandemia y ha estimado que ese fenómeno global puede provocar un desperfecto mundial. De manera que --entiende el Fondo-- es preciso proceder a un afeite cosmético de fondo del neoliberalismo, al menos durante un tiempo difícil de precisar. El alcázar de Casado sigue, no obstante, repleto de libros intonsos.

Sigue así, aunque perplejo. Porque nadie que pinte algo medianamente importante en el mundo de la economía lo tiene como referente. Porque está auto exiliado de los planteamientos del Partido popular europeo. Y, como hemos dicho más arriba, la voz ex cathedra del FMI no lo tiene en su lista telefónica. Dispensen la reincidencia, Casado sigue en la periferia de la política española, voluntariamente discapacitado para aportar una miaja de propuesta. Casado es sólo un juanete que molesta, pero no ahoga. 

Así se las ponen a Pedro Sánchez. Hoy, no obstante, el incordio más complejo de capear es la consistencia y unidad del propio gobierno. Visto con frialdad debemos decir que los resultados han sido largamente más positivos que algunos rasguños. No es necesario recordar el paquete legislativo aprobado, ni el carácter de los Presupuestos Generales del Estado. Pero sí es obligado recordar que: primero, todavía, queda mucho itinerario por recorrer; y segundo, la lucha contra la pandemia será prolongada. Por lo que el llamamiento a la responsabilidad de unos y otros en el gobierno no es una jaculatoria, es la garantía de poder continuar con una política progresista al servicio  de las personas de carne y huesos. Esto es, igualmente, un aviso a las almas panglossianas que tienen la tendencia a ver los asuntos de color de rosa.

Perdonen, he hablado del alcázar de Casado, en realidad quería decir el campanario de Casado. Disculpen el desliz.    

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes». Decía de cuando en vez don Venancio Sacristán al tiempo que liaba un caldogallina.

 

 

1)           https://elpais.com/economia/2020-10-14/el-fmi-llama-a-subir-los-impuestos-a-los-mas-ricos-y-a-las-empresas-rentables-para-pagar-la-factura-de-la-crisis.html?fbclid=IwAR1N6HeMKXlZTCk4sbghGBy4pD1whjOqtnhqXyP7-CBVfslD3ektrZLilXM

2)                https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=12536

sábado, 26 de diciembre de 2020

Los héroes de nuestro tiempo


 

No toco de oídas. Tengo delante la partitura. Sé quiénes son los héroes de estos tiempos. Es el personal sanitario que está pechando con lo peor que se ha dado. Son héroes individuales que, cada uno en lo suyo, ha dado lo mejor de sí mismo sobrepasando con mucho eso que se llama el deber exigido. Es lo que me dice la partitura.

No toco de oídas: he estado ingresado en los hospitales de Calella, Mataró y can Ruti de Badalona. No por el coronavirus, sino por dos cánceres –uno de colon y otro de próstata— que se empeñaron en hacerme la pascua. En todo ese itinerario he comprobado la solidez profesional, la bonhomía y los afectos de todo ese personal, de todas las categorías profesionales. Lo digo sin protocolo, simplemente como constatación de un hecho.

Mi viejo amigo Quim González dejó alto y claro sus impresiones sobre estos héroes en las impresionantes crónicas que diariamente publicaba durante su obligada estancia –estuvo afectado por el covid— en el Hospital de Palamós. Se llaman Desde la ventana de hospital   y son un testimonio valiosísimo de la vida de un paciente, extensivo a centenares de miles de pacientes (1).

Mi héroe, siendo yo niño chico en Santa Fe, capital de la Vega de Granada, era el doctor don Luis Villarejo, tío de don Carlos Jiménez Villarejo.  Cada dos por tres estaba en mi casa para tratarme de la tosferina, el sarampión, las anginas y las vegetaciones. Yo lo pillé todo. Cuando más tarde leí las novelas de Pearl S. Buck la cara del héroe se me antojaba la de don Luis. Me molesta que el mercado haya sepultado las novelas de esta escritora.

Los héroes de nuestros tiempos. Que, sin embargo, han pasado de ser eso, héroes, a ser afrentados por centenares de miles de personas que se van de parranda sin respetar norma alguna y ejerciendo ese dudoso título de Echaos p´alante. Provocadores de desgracias. Una cofradía interclasista, aunque todos ellos quintacolumnistas,  que va desde el pelagatos diplomado hasta el eurodiputado húngaro, que en Budapest considera el culo como algo pecaminoso y en Bruselas es gloria bendita. Cierto, esa cofradía no es la mayoría, pero tampoco es una cantidad irrelevante.

Los héroes no harán distinción entre un contagiado  involuntario y uno que parece que desesperadamente está buscando contagiar al prójimo.  

Los héroes que no son tenidos en cuenta en todo lo atinente a su condición asalariada.

Han pasado, desgraciadamente, del  aplauso colectivo a una cierta indiferencia.

 

1)           https://elblogdequim.wordpress.com/2020/04/03/4-de-abril-desde-la-ventana-del-hospital/

 

Post scriptum.---  «Lo primero es antes», decía don Venancio Sacristán.

viernes, 25 de diciembre de 2020

El discurso


 

El discurso del sexto Felipe dará mucho que hablar. Los mentideros, tanto  mediáticos como caseros, están en plena ebullición y un enorme calcorreo de mensajes surca los caminos de whatsapp quitando o poniendo rey. Con todo, la ventaja de ese medio es que guarda las distancias sociales y respeta toda la orientación contra el virus.

Atención a lo que nos dice Enric Juliana en su artículo de hoy Regreso a Azaña y a Catalunya (1). Para el afamado comentarista político «el discurso de Navidad del Rey empezó el jueves de la semana pasada». En concreto –nos dice-- cuando en el acto de la exposición de la Biblioteca Nacional, reivindicó la figura de don Manuel Azaña, presidente de la República.  Un mensaje que continúa en la entrega del premio Cervantes de Literatura al poeta catalán Joan Margarit. La importancia política de la reivindicación de Azaña es evidente.

He dicho que los whatsapp crecen y se multiplican desde anoche. Tras la conversación con mi viejo amigo mataronés Antoni Cuadras le concedo lo que me sugiere: «Esperemos el discurso de la Pascua Militar, no creo que sean piezas separadas». Vale, esperemos el discurso de la Pascua Militar. Pero mientras tanto no me resisto a comentar la pieza central del mensaje, uno y trino, del sexto Felipe, esto es, lo que escuchamos ayer noche. La pieza de Juliana es de gran importancia y ahí queda para honra y gloria de don Manuel. La de la Pascua Militar habrá que esperar.

Pero séame permitido una observación: de ese tríptico la pieza central es la más importante a nivel público. Las otras dos –metáforas no irrelevantes— van dirigidas a públicos concretos: el primero a la clase política, el de Pascua al estamento militar y el central a toda la sociedad.

He oído por ahí que ha sido un «discurso inútil». Más bien, entiendo que el discurso es contraproducente. Por esta sencilla razón: no ha tenido en cuenta el principal problema institucional que tiene España, esto es, el rey emérito está siendo investigado por una serie de graves problemas económicos y financieros: las comisiones del Ave a La Meca, las tarjetas opacas y una cuenta activa sin declarar en la isla de Jersey. Así, pues, no procede el silencio del Rey sobre el comportamiento de su padre. Afirmar, en todo caso, que hace una alusión  a ello cuando se afirma que «todos somos iguales ante la ley» es una jaculatoria al ajo arriero.

¿Por qué el discurso lo considero contraproducente? Porque callando la mayor da pie a ser considerado como encubridor benevolente. Pero, con esta mudez voluntaria, el sexto Felipe entra en flagrante contradicción con esa parte de su discurso que afirma con razón que «Los principios éticos están por encima de consideraciones personales o familiares». Facta non verba.  En concreto, Felipe ha actuado más como hijo que como Rey y Jefe del Estado. Que eso lo hiciera su tatarabuelo Alfonso XII con su madre, Isabel II,  podríamos decir que era el signo de aquellos tiempos, pero esto de ahora es agua que está pasando y puede mover el molino.

Ahora la que se nos viene encima es lo siguiente: ríos de tinta y mares de palabras sobre el discurso. Más perejil para las salsas políticas de quienes, a falta de proyecto, se acogen a un nublado para aparentar lo que no son.

En pocas y pobres palabras: este discurso tiene la misma consistencia que una representación de El barbero de Sevilla sin Fígaro.

 

Post scriptum.--- Cuando una persona afirma que «Lo primero es antes» sabe de qué está hablando; es el caso de don Venancio Sacristán.

jueves, 24 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (32)


 

Carles Puigdemont, el hombre de Waterloo, es maestro en picardías y licenciado en martingalas. Ayer decidió que ocuparía el lugar número 1 en la lista de su partido, Junts per Cat, para las elecciones autonómicas catalanas, previstas para el día de san Valentín. Una decisión chocante por dos motivos: uno, las primarias se celebraron hace unas semanas y, nos dijeron, que la lista estaba cerrada; dos, el mismo Waterloo ha anunciado, sin embargo, que el número 1 es meramente simbólico, es decir, no presupone que Puigdemont sea el candidato a la presidencia de la Generalitat.

De ello, desde la comodidad de la ambulancia que me lleva al hospital, saco dos conclusiones provisionales. Primera, de esa manera Waterloo se pasa todas las convenciones al uso por la cruz de sus leotardos; y segunda, (más importante, si cabe) quebranta el sentido de lo que aparentan ser las primarias, ya sea en Junts per Cat o en la Asociación de Fiscales Tonsurados (AFT).

Tiene miga el asunto. El número 1 está en la lista electoral a modo de maniquí de grandes almacenes. Pero, en el fondo, la intención parece clara: Waterloo cree que él --y sólo él--  es el único que puede impedir que Esquerra Republicana de Catalunya quede en primer lugar. Así pues, no es un maniquí sino un reclamo.

Que los inscritos en ese partido –tal vez sería más apropiado llamarle partida--  se traguen ese sapo es cuestión de analizarlo detalladamente. Es la idolatría al jefe, a quien se le permite todo. Mejor dicho, al Jefe. Es la reaparición de un culto enfermizo a la personalidad. Ahora bien, no se trata de hiper liderazgo, sino de sometimiento reverencial del partido  hacia el Jefe.

Un Jefe que rompe todos los esquemas de la tradicional sobriedad de la política catalana, que ha sido sustituida por mercachifles de tres al cuarto en Junts per Cat.

No nos atrevemos a pronosticar qué pasara el 14 de febrero. Será –dispensen la perogrullada – lo que tenga que ser. Es más, somos de la opinión de que ERC, como Dios, prieta pero no ahoga. Pero este no es el quid de la cuestión.

Lo verdaderamente serio es qué cambios se han producido en la sociedad catalana que han llevado a que un sector de la política  haya sido copado por estos quídams, una extraña mezcolanza de lo más grotescamente autoritario y lo más incapaz de cualquier tipo de profesiones. Es la técnica del Vivales.

Waterloo o el machihembrado entre Tirano Banderas, Rinconete y Cortadillo.  

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes». Don Venancio Sacristán nos lo enseñó.  

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (31)


En ciertas ocasiones –algunas de ellas de cierta relevancia--  determinados fiscales han metido la pata conscientemente. Ya sea por practicar faenas de aliño, ya fuere por politizar a cosica hecha el tema que tratan. Medito sobre el particular mientras la ambulancia, caballo cuatralbo, me lleva al Hospital.

Pero antes me recuerdo a mí mismo que nunca he sido condescendiente con el independentismo, ni con sus dirigentes. Lo digo porque hay lectores paraléxicos que, además, tienen la costumbre pija de leer en diagonal, una moda snob que viene de antaño.

Algunos fiscales se pasan de rosca intencionadamente. Valga el ejemplo de esa Fiscalía que intervino en el juicio de los políticos presos catalanes.  Es el caso que ha remitido un informe al Tribunal Supremo en el que se muestran contrarios a que tales presos sean indultados. Vale, es una opinión tan subjetiva como si dijera lo contrario. La Fiscalía lo cree de esa manera y, por mi parte, nada hay más que decir. Salvo una cosa no irrelevante, a saber, su argumentación. Dice el documento, indicando al gobierno de Pedro Sánchez: «que la medida de gracia no está prevista para satisfacer intereses políticos coyunturales y que, de manera arbitraria, pueda concederse con carácter general ante la mera  discrepancia con el tenor de la sentencia o la pura conveniencia de una situación política global». Por lo que la Fiscalía entiende que usar la medida de gracia es una «moneda de cambio» para obtener votos.

Repito, se han pasado de rosca conscientemente. Primero, achacan una intencionalidad al gobierno sin tener pruebas de ello; segundo, el papel rezuma política por todas partes menos por una que le separa del Aranzadi. Rumores hasta que se demuestre lo contrario. Rumores tóxicos por la política que rezuman.

No es un pronto, es un texto muy meditado y cuyo objetivo es claro: alarmar a tirios y troyanos de que el gobierno prepara un desafuero. Don Bartolo de Sassoferrato les habría puesto verdes, Hans Kelsen –más eficaz— los habría dejado para setiembre.

Me dicen mis enfermeras, cuando salgo del tratamiento de radioterapia, que no les ha tocado la lotería. Se lo toman con risas. De hecho –me cuentan— nunca sacaron un duro de ´la rifa´. El premio gordo de este año ha caído en un número divisible por 11.

Medito sobre algunas reacciones que han provocado mis reflexiones sobre Pablo Iglesias el Joven. Hay quien me dice que me burlo del dirigente de Podemos llamándole joven. Nada de eso. Lo hago para diferenciarlo de Pablo Iglesias, fundador del socialismo español. Recuerdo que hubo un Plinio el Viejo y otro Plinio el Joven. Y, por otra parte, hay quien me entiende que le tengo ojeriza al vicepresidente segundo del gobierno. Eso es tan falso como los viejos duros que llamaban sevillanos en tiempos de antañazo.

La base de esas falsas impresiones está quizás en que opino libremente sobre aquellas prácticas de Iglesias que no considero pertinentes. Cosa que desagrada a los pelotilleros, que practican no ya el culto sino la adoración a la personalidad, puesta al baño María. Con esa manera de proceder Iglesias nunca corregirá el tiro: seguirá pensando que debe marcar territorio de manera intempestiva, a pesar de que las encuestas no le van viento en popa; seguirá pensando que la República es un clamor de masas, confundiendo las masas con las mesas. Y, en definitiva, no entenderá por qué desde su propio electorado se valora mejor a Pedro Sánchez que a él mismo. Ahora bien, siempre queda el recurso de creerse al CIS cuando nos favorece y a renegar de sus trabajos cuando no nos hace la mamola.

 

Post scriptum.--- «Lo primero es antes». Un consejo de don Venancio Sacristán. 

martes, 22 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (30)


 

Ya conocen ustedes el resultado de la encuesta del CIS que han publicado los medios. Tiempo tendré de comentarlo. De momento sólo se me ocurre una opinión provisional: no me gusta lo que veo. Cierto, no hay motivo de alarma, pero sí tengo un cierta inquietud en el cuerpo.

Es una desazón que se une a la que me asalta por la repetición de los desacuerdos en el seno del  gobierno entre la componente socialdemócrata y la podemita. Y lo más desacertado es que se insista en publicitar tales desencuentros. De donde podría inferirse que interesa más la publicitación de dichos desacuerdos que el desacuerdo en sí.

Sabíamos que no iba a ser fácil el entendimiento entre la vieja cultura socialdemócrata y la novicia práctica de Podemos; he dicho Podemos porque me cuesta trabajo creer que Izquierda Unida quiera ser tan echá p´alante. Pero una cosa son las dificultades para enhebrar unas relaciones complejas y otra, bien distinta, es empecinarse en que los desencuentros han de airearse, no en aras a la transparencia sino como una característica de ´marcar territorio´. Se trata de una pugna a ver si se camela a doña Correlación de Fuerzas, una dama poco dada a componendas.

De ahí que, a estas alturas, pueda decirse que no se trata tanto de inexperiencia de gobiernos de coalición, sino de una manera de entender cómo debe ser el gobierno de coalición. Una manera totalmente desafortunada. Y, sobre todo, perjudicial. Que incluso ha sobrepasado ciertos límites: Pablo Iglesias el Joven llama a sindicatos y otras organizaciones a presionar al gobierno para que haga lo que él piensa indispensable. ¿Tan imperiosamente necesario era hacer público ese llamamiento? Por otra parte, el dislate se acrecienta porque cabe la posibilidad de que los sindicatos respondan así: «Oiga, usted, no me meta en sus litigios. Nosotros somos ya mayorcitos para saber qué nos conviene».

Este salto ´negativamente cualitativo´ --airear los desencuentros y llamar a que otros ayuden a presionar--  da una imagen, en primer lugar, de crispada impaciencia de Iglesias y, en segundo lugar, de fragilidad de todo el Gobierno.

De persistir en esa técnica –puro cadornismo, podría decir Paco Rodríguez de Lecea— podríamos concluir en que Iglesias le interesa seguir en el gobierno, pero tensando la cuerda con la idea de debilitarlo y, así las cosas, ser más necesario.

Puro cadornismo: tuerto yo, ciego tú. De momento la encuesta que hemos conocido hoy a quien penaliza más es a Unidas Podemos. Por lo que más bien se trata de ciego yo, tuerto tú.

 

A todo esto hemos llegado a can Ruti. Tres cuartos de hora de viaje desde Pineda de Marx. Ningún atasco.

Me permito una sugerencia: vean –la tienen en la 2 de tve— la película Tormento, siguiendo la novela de don Benito del mismo nombre. Magníficos Ana Belén, Concha Velasco y don Paco Rabal.

Post scriptum.---  Don Venancio Sacristán, ahora más necesario que nunca: «Lo primero es antes». 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Meditaciones desde mi ambulancia (29)


 

Nuevamente a lomos de la ambulancia. Sentado en la amura de estribor, todavía es noche cerrada, la primera del invierno: la mar de los layetanos a una banda, las suaves colinas de Torrentbó a la otra.  Cruzamos el Maresme, una comarca—salchicha, que patrióticamente Paco Mías consideraba lo más hermoso de Cataluña. En eso nunca le llevé la contraria.

Pienso para mis adentros.

El hombre de Waterloo plantea ahora contra el ´Estado español´: «Desbordamiento democrático y no violento, masivo y sostenido en el tiempo”. O sea, hacer efectivo el 1 – O. Tras el fracaso del procés, lo conveniente –entiende--  es reincidir en el error. ´Desbordamiento democrático´ es un estuche sin instrucciones de uso, sin posología. Arrebato retórico recordando que por él no pasan el tiempo y sus circunstancias, discurseado en el Palau de la Generalitat con motivo de la sesión del llamado Consell nacional de la república  el pasado viernes. En el Palau como diciéndole a ERC que es él quien tiene la sartén por el mango.

Una perorata más propia de la vulcanología que del comedimiento. Es, por otra parte, el forraje que necesita Vox en Cataluña Es, en cambio, la toxicidad que pone todavía más en peligro la ya maltrecha economía catalana y cercena sus posibilidades de recuperación. Pero, ¡oído cocina!, Waterloo que mantiene su capacidad de barullo, ya no es un sujeto intimidante.

Hay motivos fundados para pensar que el caballero ha perdido el oremus. Pero –sin descartar esta hipótesis--  bien podría ser que tan disparatada orientación sea una arenga para tensar a sus parciales de cara a las elecciones autonómicas del 14 de febrero y, así, sembrar de minas el terreno que quiere marcar para diferenciarse de Esquerra Republicana de Catalunya.  Ciertamente las personas con punto de vista fundamentado mostrarán algo más que extrañeza viendo hasta qué punto un dirigente político puede decir unos dislates tan caballunos dentro o fuera de cualquier campaña electoral. Sin embargo, el personaje es así y no es la primera vez que sus soflamas adquieren esos tintes tan extravagantes.  Con todo, sea como fuere no hay que echar en saco roto que el caballero lleva ya algún tiempo en el exilio y eso, en el caso de algunos de poca consistencia cerebral, desgasta la suyo. Recuerdo ciertos personajes de las novelas de don Pio Baroja, exiliados en París, que actuaban poco menos que como este Waterloo. No es que el exilio, en el peor de los casos, establezca necesariamente la confusión entre deseo y realidad, pero en esta ocasión facilita la amplificación de unos espejismos que venían de atrás.

Tengo para mí que Waterloo pretende, además, disimular su fracaso en el ´exterior´ con las palabras gruesas de su discurso. Afirmó en su día que «El món ens mira». Pero el mundo –como decía Jimmy Fontana en su momento--  se limita a ir a lo suyo: a girar «en el  espacio sin fin», desdeñosamente al margen de los delirios de Waterloo.

El caballero errante, sin embargo, ha ido haciendo acopio de fracasos al por mayor y detall. Los dos últimos: el cogotazo del partido flamenco dejándole sólo y argumentando que Waterloo «ha dividido a la sociedad catalana hasta los huesos» y la deprimente soledad de su discurso ante un hemiciclo vacío en el Europarlamento. Con esos atalajes el hombre de Waterloo consolida su solipsismo y su discurso –merced a los altibajos de la grupusculización— se hace  más irreal, más absurdamente prometeico. Como si quisiera engañar, vano propósito, a doña Correlación de Fuerzas.  De manera que podemos sacar una conclusión provisional: hoy día Carles Puigdemont es el principal impedimento del independentismo catalán. Lo cual es, en primera derivada, un motivo de felicitación y, en segunda derivada, una evidente preocupación por el caos que origina y el rescoldo que va dejando.

¿Hablamos de un desequilibrado? No estamos en condiciones, por legos en la materia, de dar una respuesta, ni siquiera aproximada. Lo que sí podemos hacer es leer lo que dice y sacar las consecuencias de lo que está sucediendo. Con este caballero y sus allegados Cataluña no corrige su deriva a la decadencia, ni podrá salir de la crisis económica. Y más todavía, con estos planteamientos se endosa una considerable polución al cuadro político español: Vox, así las cosas, podría ser el más cualitativamente beneficiado en las próximas elecciones autonómicas catalanas, que están a la vuelta de la esquina. No es posible que Waterloo ignore esas consecuencias.

De vuelta a casa con un tratamiento de radio más a mis espaldas y la amable sensación de que ya estoy lili. El castillo de Burriac a babor y la arquera Laia, que construyó Josep Maria Rovira--Brull a estribor.  

Post scriptum.--- Don Venancio Sacristán reitera: «Lo primero es antes».

sábado, 19 de diciembre de 2020

El uso y abuso de los recuerdos de la clase trabajadora en la Gran Bretaña del siglo XXI


 

Nota.--- En rigurosa exclusiva para Metiendo bulla publicamos el presente trabajo de la profesora Selina Todd. La traducción ha corrido a cargo de Carlos Sanildefonso

 

La historia pública de la clase trabajadora, como la cuentan la mayoría de los políticos y los medios de comunicación británicos, es de decadencia y desaparición. En un ensayo premiado publicado en 2009, el escritor y periodista Andrew O'Hagan lamentó la pérdida de un “sentido de orgullo y valía que se decía estaba en auge en los años de austeridad”' después de la Segunda Guerra Mundial, y su reemplazo por la década de 1990 con una 'clase trabajadora [que] ya no era una clase trabajadora... gente que anhelaba no valores, sino etiquetas de diseñadores y antenas parabólicas “y formaba” la fuerza más conservadora de Gran Bretaña”. O'Hagan no es el único que cree que la riqueza y la tecnología han corrompido a "mi propia gente". "Una vez fueron celebrados como héroes en obras de teatro, libros y películas", declaró el escritor Andrew Anthony en el periódico Observer poco después de la crisis financiera de 2008. "Ahora se los ridiculiza como perdedores reaccionarios e intolerantes".

 

Desde 2010, la memoria pública de la clase trabajadora se ha vuelto más conflictiva. La noción de que "ellos" son fanáticos reaccionarios se ha visto reforzada por el resultado del referéndum del Brexit de 2016. La mayoría de los periodistas pasan por alto que muchos residentes ricos de la Inglaterra rural del sur votaron a favor de abandonar la Unión Europea. Centran su ira en las áreas desindustrializadas del norte de Inglaterra, distritos electorales que también ayudaron a darle al Partido Conservador de Boris Johnson una victoria aplastante en las Elecciones Generales de 2019.

 

Pero esta memoria pública de la clase trabajadora fue desafiada en 2015, cuando Jeremy Corbyn, un veterano parlamentario de izquierda, fue elegido líder del Partido Laborista. El laborismo se convirtió rápidamente en el partido socialdemócrata más grande de Europa, y muchos de los partidarios de Corbyn vivían en los antiguos núcleos industriales de Gran Bretaña. Se encontraban entre los votantes que desafiaron las predicciones de los medios de dar a los laboristas un gran aumento de escaños parlamentarios en las elecciones generales de 2017.

 

La victoria de Corbyn no surgió de la nada. En 2016, más del 60 por ciento de los británicos se describieron a sí mismos como clase trabajadora. Este había sido el caso a lo largo del siglo XXI, y los comentaristas de los medios lucharon por explicarlo. Como historiador de la vida de la clase trabajadora, había sospechado durante mucho tiempo que la memoria pública de la clase trabajadora estaba en desacuerdo con la memoria popular de la clase trabajadora. En 2008 me propuse investigar esto y en 2014 publiqué mi libro El pueblo: el ascenso y la caída de la clase trabajadora. La "caída" del subtítulo no implica que la clase trabajadora haya desaparecido, sino que la política dominante y los medios de comunicación se olvidaron convenientemente de ellos.

 

La memoria pública de la clase obrera está desprovista de política y divorciada del trabajo. Me di cuenta de que esto derivaba de las encuestas sociales de Gran Bretaña realizadas en las décadas de 1950 y 1960, cuando la opulencia fomentaba la teoría de que todo el mundo se estaba convirtiendo en clase media. Entre los estudios más esclarecedores se encuentran el semiautobiográfico The Uses of Literacy de Richard Hoggart y Family and Kinship in East London de Michael Young y Peter Wilmott, ambos publicados en 1957. Estos libros se convirtieron en bestsellers. Destacaron que la vida de la clase trabajadora merecía una seria consideración. Pero no fueron exhaustivos: se centraron en los barrios, no en los lugares de trabajo, y en la vida familiar más que en el sindicalismo. Alimentaron algunos mitos poderosos: que los hombres de la clase trabajadora "tradicional" trabajaban en la industria pesada mientras que las mujeres eran amas de casa a tiempo completo; que la clase trabajadora vivió en el mismo lugar durante generaciones; que "sus" intereses radican en la estabilidad nacional, no en el cambio político.

 

Después de Thatcher, estamos en una era de desindustrialización, ataques al sindicalismo, restricciones legales a la protesta popular y creciente desigualdad. En este contexto, estos mitos alimentan el argumento de que la clase trabajadora ya no existe. Después de todo, ahora estamos en un mundo en el que las mujeres salen a trabajar, la industria pesada ha decaído y la migración es una realidad. Alternativamente, estos mitos refuerzan las afirmaciones de los políticos de que los votantes de la clase trabajadora solo pueden ser conquistados por promesas de frenar la migración y restaurar los valores socialmente conservadores. Lo más peligroso es que esta memoria pública sugiere que ser de clase trabajadora es un estilo de vida que ahora se ha perdido debido a la codicia y el egoísmo de la misma gente de clase trabajadora. De hecho, como ha señalado el escritor estadounidense Walter Benn Michaels, la clase es producto de la desigualdad económica y política. Celebrar o llorar por una clase trabajadora "auténtica" y despolitizada simplemente nos deja con un status quo que condena a la mayoría de las personas a una peor salud y vidas más cortas que las que están en la cima de la pirámide.

 

La memoria popular de la clase trabajadora ha sido durante mucho tiempo más política y menos parroquial que la memoria pública. En las décadas de 1970 y 1980, Gran Bretaña tenía una escena editorial comunitaria floreciente, y las escuelas públicas también alentaban a los niños a realizar proyectos en sus vecindarios. Estas iniciativas produjeron cientos de autobiografías e historias orales de la clase trabajadora que muestran cómo los recuerdos de las huelgas y la resistencia moldearon la vida no solo de los manifestantes, sino también de sus hijos. Estos proporcionan excelentes recursos para el estudio de la memoria popular. Algunas escuelas públicas capacitaron a los niños en la realización de entrevistas de historia oral; tuve la suerte de estar entre ellos y es una habilidad que he utilizado en mi carrera como historiador.

 

Las autobiografías y las historias orales nos recuerdan que hasta 1939, el grupo más grande de trabajadores en Gran Bretaña eran sirvientes, no mineros ni trabajadores del acero. El sirviente típico era una adolescente, a menudo migrante. Los trabajadores de atención a migrantes del siglo XXI y el personal de los Call Centers tienen más conexiones con el pasado de lo que podríamos suponer, y esos vínculos podrían ayudarnos a explicar por qué ha aumentado la sindicalización entre las trabajadoras a tiempo parcial desde 2000.

 

Estos recuerdos pueden cambiar nuestra comprensión de la historia de la clase trabajadora. También revelan la importancia de la memoria en sí misma, como herramienta para cuestionar la opresión. En 1926, se produjo una huelga general en Gran Bretaña: millones de trabajadores destruyeron herramientas. Pero la huelga fue un fracaso para el movimiento obrero. La dirección sindical capituló después de solo nueve días, y los mineros británicos, que habían instigado la disputa, estuvieron sin trabajo durante meses. Pero las autobiografías de ex sirvientes muestran que el recuerdo de la huelga, las posibilidades que sugería y el deseo de continuar la lucha de sus padres, llevaron a muchas jóvenes a cuestionar su propia posición subordinada. A medida que aumentaba el trabajo en las fábricas a finales de la década de 1930, los sirvientes que eran hijas de mineros y trabajadores del acero lideraron un éxodo del servicio doméstico y comenzaron a sindicalizarse en las fábricas. En 1945, estaban entre los votantes que dieron a los laboristas una victoria electoral aplastante, llevados al poder por promesas de establecer un estado de bienestar y pleno empleo.

 

Después de 1945, el estado de bienestar pasó a depender, en gran medida, de los trabajadores migrantes, especialmente las mujeres, como enfermeras, maestras, limpiadoras y trabajadoras de cuidados. Como escribió el periodista negro británico Gary Younge a principios de este año, necesitamos urgentemente recuperar este recuerdo como parte de la historia de la clase trabajadora. Muchos aspectos de la historia moderna que evocan orgullo en Gran Bretaña (especialmente el establecimiento del Servicio Nacional de Salud en 1948) dependieron de las mujeres y los migrantes.

 

Por supuesto, esos recuerdos pueden sentimentalizarse. Younge nos recuerda que no debemos olvidar el racismo que enfrentó su familia y el sexismo que impidió que tantas mujeres de la generación de su madre desarrollaran su potencial. En la década de 1970, las mujeres de la clase trabajadora -tanto negras como blancas- se organizaron como sindicalistas y padres para crear un nuevo movimiento de mujeres, provocado por la ira por el sexismo que encontraron en las actitudes de los sindicalistas y activistas masculinos, así como del estado. Los investigadores deben aprender a hacer las preguntas correctas para aprovechar estos recuerdos. Si las echamos de menos, podemos dar a entender que el feminismo, o el antirracismo, eran y solo interesan a una clase media con educación universitaria.

 

La resonancia popular de tales recuerdos se ha hecho más evidente en los últimos años. La victoria de Corbyn impulsó nuevos proyectos de historia pública. Cada septiembre, el pueblo de Burston en Suffolk conmemora la huelga más larga de la historia británica. En 1914, los escolares de Burston y sus familias hicieron huelga en solidaridad con sus maestros de escuela, quienes fueron despedidos por ayudar a los trabajadores agrícolas locales a sindicalizarse. Los niños, maestros y trabajadores agrícolas en huelga no figuran en la memoria "pública" de la clase trabajadora promovida por la mayoría de los políticos y los medios de comunicación. "Entre la década de 1980, cuando comenzó la conmemoración de la huelga escolar de Burston, y 2015, tendríamos entre 50 y 200 personas que asistirán al evento cada año", dice el organizador de la conmemoración, Miles Hubbard. Pero "desde que Jeremy Corbyn se convirtió en líder laborista, hemos tenido varios cientos; podríamos tener miles si pudiéramos acomodarlos. “Los sindicalistas de todo el país, únase a ambientalistas, adolescentes locales, activistas del Partido Laborista, entusiastas de la historia y lugareños curiosos para celebrar el evento.

 

Corbyn ha dimitido ahora como líder del Partido Laborista. Covid-19 significa que grandes reuniones como la de Burston ya no son posibles (la conmemoración se suspende en 2020). Pero Burston nos recuerda que las huellas de un pasado radical de la clase trabajadora sobreviven en las bases. Se sustentan en la memoria popular, se transmiten a través de historias familiares o se encienden en eventos por activistas como Miles Hubbard. Cómo involucrar esos recuerdos y crear a partir de ellos una historia pública que pueda ofrecer renovada esperanza y compromiso para el siglo XXI, un siglo que requerirá internacionalismo, solidaridad e imaginación, es un desafío urgente. Pero si algo nos dice la historia de la clase trabajadora es que el cambio siempre es posible y, a menudo, llega en los momentos más inesperados, desde lugares sorprendentes.

 

Publicado en:  https://europeanmemories.net/magazine/the-use-and-abuse-of-memories-of-the-working-class-in-21st-century-britain/