martes, 20 de octubre de 2020

A Lesmes se le ha visto el plumero


 

Don Carlos Lesmes necesita una buena ración de rabillos de pasas: ya no se acuerda –ni nadie de sus alrededores se lo menciona--  cuando ejerció el cargo de Director general de relaciones con la Justicia en el segundo gobierno de José María Aznar. Les señalo lo pintoresco del negociado: Relaciones con la Justicia. Montesquieu bananero.

Lesmes, destacado miembro de la noblesse d´etat, sabe cómo manejar a los covachuelistas y de qué manera convertir lo gaseoso de sus principios en el segundo aznarato con lo granítico de sus ideas en la hora presente.

Lesmes ha tocado a rebato. Hay que romperle el espinazo a la propuesta de dos grupos parlamentarios –el Socialista y el de Unidos Podemos— que formulan una propuesta de desbloqueo de la actual situación del Consejo General del Poder Judicial. Ni siquiera ha tenido la elegancia de esperar a que se abra el debate en el Parlamento. La nobleza de estado cree que sigue teniendo los privilegios de antaño, abolidos formalmente pero mantenidos en el imaginario corporativo de las togas y las puñetas. Diversos Tribunales Superiores de Justicia territoriales han organizado la conga, poniéndole también el espolón de proa al proyecto de ley.

Lo chusco del asunto es que, desde estos sectores de alto coturno de la Justicia, se emiten juicios tan peregrinos como que con la propuesta de los dos grupos parlamentarios «se agrede a Montesquieu». Y, a partir de tan chocarrero constructo, algunos refitoleros llegan a la conclusión subvencionada de que, así las cosas, se entra en el paquete de los «Estados fallidos». Hasta el remilgado Fernando Ónega se deja contagiar interesadamente. Ver La Vanguardia de hoy.

A pesar de todo, sospecho que los miembros del Eforado –desde hace tiempo tiene el código de barras caducado— saben que la iniciativa de los dos grupos parlamentarios es perfectamente legítima. ¿Por qué entonces se comportan tan indocumentadamente? Porque se dirigen a esa enorme bolsa de la ciudadanía que desconoce esos artificios. Con lo que llegamos a la pacífica conclusión que lo que están haciendo es agitación subversiva. Es, parodiando a Lope de Vega algo así: «porque como las paga el vulgo es justo / hablarle en necio para darle gusto».  

Sin embargo, no sólo es la falta de elegancia que antes hemos mencionado. Es, sobre todo, el interés indisimulado en pasar de ser legisladores implícitos a legisladores por la puerta de atrás. Un salto negativamente cualitativo. Pero lo han hecho con tan torpes y malas artes que se les ha visto el plumero.

Sugerencia: nuestros éforos deben desempolvar los libros de Hans Kelsen y darle la espalda a Carl Scmitt.

 

Post scriptum.--- Dijo Montesquieu: «Una cosa no es justa por el hecho de ser ley. Debe ser ley porque es justa». Claro que sí. Y don Venancio Sacristán, viendo pasar el tiempo, lía un caldogallina, lo enciendo y añade: «Lo primero es antes».

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