sábado, 29 de febrero de 2020

La romería de Perpiñán


Decenas de miles de personas acudirán hoy a Perpiñán a escuchar al hombre de Waterloo. Tendrá, a buen seguro, la parafernalia de  toda la aparición que se precie de tal. Será, sobre todo, el discurso de los misterios dolorosos y gozosos. Convoca un organismo pintoresco, el Consell Nacional per la República. Su lema es: «La República al centre del món», o sea, la República en el centro del mundo. Una consigna no menos pintoresca que el chirimbolo que la patrocina.

¿Pero exactamente qué es este Consejo? Sobre pizca más o menos es un grupo privado cuyo objetivo es la defensa de los objetivos de la declaración unilateral de independencia. Su carácter ´privado´ le exime de presentar cuentas donde corresponda: ¿quién y cómo se paga el palacete residencial de Puigdemont y sede del fantasioso Consell? Sus miembros han sido designados –es decir, nombrados a dedo— por el hombre de Waterloo. Que, a su vez, se autolegitima a sí mismo. La inmensa mayoría de los sedicentes consejeros es de estricta militancia de donde en cada momento quiera figurar Carles Puigdemont. Se trata de un artefacto tan truculento como lo que Pío Baroja relata en sus novelas parisinas de aquellos exilados españoles del siglo XIX.

¿Qué se pretende con la romería de Perpiñán? En primer lugar se trata de darle envergadura a Puigdemont que, en los últimos tiempos, había sido sobrepasado por otros acontecimientos: la precariedad institucional del laborioso Torra, las negociaciones PSOE y ERC, los  zascandileos de los diversos aspirantes a dirigir las astillas del ya carcomido árbol convergente. Y otros de parecida jaez. Por lo que se debía volver al trigo. En suma, tras un cierto tiempo en cuarentena, Puigdemont –igual que Jesús de Nazaret en Jerusalén--  tenía que entrar triunfalmente en Perpiñán.

Waterloo aprovechará la ocasión para –diciéndolo o sin decirlo--  abrir la campaña electoral, amén de exigir sus correspondientes «y dos huevos duros»  en la mesa de diálogo entre Madrit y Barselona.  Perpiñán kilómetro cero para el recorrido hasta el reparto de la túnica sagrada de las autonómicas.

viernes, 28 de febrero de 2020

Las encuestas son solo una instantánea




Las encuestas políticas son solamente una foto instantánea, la radiografía incompleta de un estado de ánimo. Tienen, por lo tanto, una utilidad relativa, aunque puedan servir como exhibición en las llamadas redes sociales de aquellos que necesitan una verdad  revelada  desde el exterior. También pueden ser útiles para discutir en las tabernas y en aquellas pocas barberías de pueblo donde todavía se habla de cualquier cosa, incluida la política.  Hoy nos hemos desayunado con datos estadísticos.

El PSOE sube del 28 al 31 por ciento. El PP baja levemente del 21 al 19 por ciento. Unidas Podemos sube del 13 al 13,6 por ciento, desplazando a Vox al cuarto  lugar. Estos descienden del 15 al 13,4 por ciento. Y Ciudadanos sigue en estado minifundista.

Esta foto instantánea nos depara algunas conclusiones, siempre provisionales: las decisiones que ha tomado el gobierno de coalición progresista han premiado al PSOE y Unidas Podemos. El intento de política de tierra quemada por parte de las derechas de secano y orinal está fracasando, al menos de momento. Las derechas insisten en su verborragia sin que ello les conceda rédito alguno. Peor todavía para ellos: su irredenta gestualidad les hace perder adeptos. Y sin embargo, la competencia entre ellos se sitúa en aquellos elementos que les hacen perder consenso a los tres. Cualquier alumno de primero de Churchill se llevaría las manos a la cabeza.

Como telón de fondo de todo ello podemos advertir la presencia de Mario y Sila en la política española, quiero decir de Felipe González y José María Aznar. El primero que se desentiende y es abandonado por los aparentemente suyos; el segundo, numen del triángulo escaleno de las derechas. Felipe que exhibe que no se siente representado por nadie; Aznar con su grito de guerra: «A por ellos, que son de regadío». Viejuno el primero, viejuno el segundo. A su lado, los toros de Guisando son pura modernidad, a pesar de que están «hartos de pisar la tierra», como dejó dicho el poeta de La Fuente.   

jueves, 27 de febrero de 2020

La mesa de diálogo. Consideraciones de urgencia


No caeré en la temeridad de hablar de la proyección de la «mesa de diálogo», que inició su andadura ayer por la tarde. Se dice –o sea, no está confirmada-- que en 1972 preguntado Chu En-Lai, primer ministro de la República Popular China, cuál era su opinión sobre la revolución francesa, respondió que aún era pronto para saber sus consecuencias. Así pues, no seremos nosotros quienes nos precipitemos en hablar de la proyección de la cita de ayer con Pedro Sánchez y el laborioso Quim Torra como protagonistas. Calma, pues. No obstante, podemos dar algunos brochazos.

Es indudable que es un hecho novedoso lo que se ha calificado como «reencuentro». Después de años de bronca, también de ninguneos, se ven las caras en Madrid dos ´delegaciones´ de ambos gobiernos: el de España y el de la Generalitat. Primera consideración: Waterloo no se ha salido con la suya. Tampoco sectores influyentes del independentismo político ni la congragación que preside Elisenda Paluzie, la ANC. Que durante muchísimo tiempo exhibieron como latiguillo mediático que «España no quiere negociar». Sin embargo, cuando Pedro Sánchez, contra viento y marea, anunció su disposición al diálogo, voces de espanto sonaron cerca de Waterloo. La táctica dilatoria de los post post post convergentes (sector milenarista) fue la exigencia de unas peticiones que, se sabía de antemano, tenían como objetivo torpedear la mesa. A cada paso, «y dos huevos duros».

El encuentro, además, obligará a los oradores del acto de Perpiñán a situarse en otro registro retórico. Waterloo ha tenido que desplazarse a la partitura de Esquerra Republicana de Catalunya, aunque lo intente disimular con un estúpido  e infantil comportamiento: en la ´delegación´ catalana figuraban personajes que no eran miembros del gobierno, tal como se había pactado entre el PSOE y ERC y –peor todavía--  la invitación que Torra hizo a los dirigentes de la ANC y la CUP para que estuvieran presentes en la cita. Un renacuajo poco indigesto para Pedro Sánchez frente al sapo que hubo de tragarse el laborioso Quim Torra que acudió a Madrid sin el mediador internacional, a quien no se le espera en todo el periplo de negociaciones. Torra, genio y figura, que con una mano acude a Madrid a la mesa y con la otra firma, ese mismo día, la ampliación del permiso para que la romería corte durante tres horas el tráfico de la avenida de la Meridiana barcelonesa. Es un guiño a la congregación: sí, vamos a Madrid, pero seguimos siendo de los nuestros…

Ahora bien, hay un motivo que explicaría  por qué Waterloo ha ido a Madrid. Y es paradójico: se trata de imagen electoral. Por eso conviene detenernos un poco: los post post post convergentes están fragmentados en diversas banderías. Su sector más realista –Campuzano, Xuclà y Marta Pascal, que ha abandonado su escaño de senadora— están intentando crear un nuevo partido, que competiría directamente con Waterloo. Un partido moderado que podría hacerle bastante la puñeta a Waterloo. Carles Puigdemont, por lo tanto, no quiere dejarles el monopolio de la moderación y por ese frente perder plumas a manta.

Waterloo va a Madrid. Y –según se constata, de momento--  se reunirá con el Gobierno de España mensualmente. Siempre en el marco de la «seguridad jurídica», una fórmula vergonzante que tiene miedo a pronunciar la bicha. Será vergonzante, no lo dudo. Pero es lo suficientemente clara para decirle a Waterloo que lo que quiere realmente no lo tendrá.

Se entiende la irascibilidad de las derechas carpetovetónicas. Con ellas el conflicto catalán fue aumentando; sin ellas hay la hipótesis de solución. ¿Cuándo? Sigamos la cachaza de Chu En Lai.

martes, 25 de febrero de 2020

Los dedos de Pablo Casado


Cada vez que sale a relucir la cuestión he mostrado mi escasísima simpatía por el método que comúnmente llamamos primarias para elegir al líder del partido. No me gusta ese tipo de plebiscitos y no han sido pocas las veces que he escrito sobre ello. Está técnica apareció como un elemento que pretendía renovar la vida interna de las organizaciones políticas y –se decía— fomentar la participación de los inscritos. Andando el tiempo, sin embargo, se han ido confirmando mis intuiciones sobre el particular: quien es elegido de esta guisa acaba siendo investido indirectamente de unos poderes omnímodos que se usarán muy directamente a las primeras de cambio. El caso más reciente, el más estridente es el de Pablo Casado.

En efecto, el primer dirigente del Partido Popular ha cesado fulminantemente a Alfonso Alonso, presidente del partido en el País Vasco. Los motivos los hemos explicado en días anteriores en este mismo blog. Lo que nos importa en esta ocasión es el estilo. Ya saben ustedes que estilo viene de estilete. El estilo por el que Casado eliminó brutalmente a Alonso es la expresión directa del imperium, esto es, el poder de mando y castigo, que aparece como resultado de unas atribuciones que, en unos casos, son estatutarias y, en la mayoría, son la conclusión de unos poderes discrecionales nunca concedidos explícitamente por la organización, pero que se han ido admitiendo –primero rutinariamente, después como uso ya convencional-- como prerrogativas del líder. Téngase en cuenta lo siguiente: Alonso es designado candidato a lehendakari por el comité electoral del partido, con sede en Madrid. Pero quien lo despeña, pocos días después, no es dicho comité sino la mano larga de Casado.

Así pues, la técnica de las primarias ha venido a empeorar más las cosas, estropeando aquello que voluntaristamente pretendía resolver. Más todavía, se han quedado en una performance que disfraza una gallina en un pavo real. 



La mesa del «reencuentro» es tripartita


Mañana está previsto el «reencuentro» entre el Gobierno de España y el de la Generalitat. Finalmente, a trancas y barrancas se constituyó la delegación catalana. Sus componentes, hecha la excepción del laborioso Quim Torra y del vicepresidente Pere Aragonès, tienen escasa proyección, aunque está subjetiva afirmación  no coincida con la opinión de sus amigos y familiares de partido.

De momento, podemos sacar algunas conclusiones provisionales: primero, los ocho miembros por parte catalana parece excesivo; segundo, Waterloo controla mayoritariamente la mesa; tercero, alguno de los miembros sólo pueden ostentar entre sus capacidades la fidelidad a Puigdemont, ignorándose otras cualidades. Lo que nos conduce a considerar que la mesa puede ser un lugar donde haya más confrontación interindependentistas que con Madrid. En cierto sentido sería una mesa tripartita.

Veremos qué pasa mañana. En todo caso, adelantamos, quizá temerariamente, que –tras el encuentro--  se producirá una exhibición retórica por ambos lados (¿habrá que decir por los “tres lados”?) en el que lo más sobresaliente sea aquello de «era de noche y, sin embargo, llovía». Lo cual parece, dentro de este pantano de paralogismos, de cajón. Pues antes de la romería de Perpiñán nada es lo que parece. Pero, a su vez, pocas discontinuidades se producirán antes de las elecciones autonómicas.

P/S.--  Me acaba de llegar la noticia del fallecimiento de Paco Antequera, pater familias de los Antequera de Blanes, cabeza, tronco y extremidades de la izquierda. Paco Antequera, fundador del PSUC en las comarcas de Girona. Que vino, con 20 años, de las Alpujarras a Cataluña.

lunes, 24 de febrero de 2020

PP: cría cuervos que te sacarán los ojos




Cuando la marquesa de Casa Fuerte (nacida Cayetana Álvarez de Toledo) dijo lo que dijo sobre su partido en el País Vasco estaba avisando que la dirección máxima no había puesto todas sus complacencias en Alfonso Alonso. Se armó la de Dios es Cristo, pero la advertencia ya estaba lanzada. La señora marquesa les decía que en Madrid no compartían el liberalismo de Alonso y los, reales o aparentes, chicoleos con el PNV y su gobierno: «enemigos de España».  Alonso captó al vuelo que doña Cayetana no había improvisado el quilombo. No era un pronto del grupo de niñatos de Madrid. Alonso entendió que la mano de Aznar es eternamente alargada. Le honra que siguiera en sus trece y –más aún— se enfrenta a la casamata de Génova con relación al pastel de Ciudadanos.

El Aznar chico cesa a Alonso. Diríase que es una carambola: por un lado, se quita de en medio al vasco; por otro lado, lanza una advertencia a Feijóo para que no se llame a engaño sobre quien manda en el partido. Porque, efectivamente, esto no va de política de alianzas, ni de constelaciones electorales. Esto va de obediencia ciega al Mando. El acuerdo con Ciudadanos es solamente el escaparate de los grandes almacenes. Así que cuando el Mando  ha dado el Parte todo lo demás –incluidos generales, jefes y oficiales--  es marinería y tropa.

Borja Samper se opuso con modestia a la señora marquesa; Alonso ha discrepado, también con modestia, del Aznar chico. Se corrobora lo que el secretario florentino dejó escrito: «La modestia no aplaca a un enemigo jamás». Lo pueden ver en los Discursos de Maquiavelo sobre las décadas de Tito Livio.

P/S.---  Cría cuervos que Casado te sacará los ojos.



domingo, 23 de febrero de 2020

«Al enemigo, ni agua»


Es muy posible que, cuando el hombre de Waterloo y sus hologramas exigían negociar con Madrid,  todo fuera una patraña.

El independentismo político sabía perfectamente que Mariano Rajoy compartía con ellos el áspero dicho de Carlos Bilardo: «Al enemigo, ni agua». De ahí que el independentismo insistiera machaconamente en algo que sabía perfectamente que no conseguiría, negociar. Pero cuando Pedro Sánchez acordó con ERC abrir la mesa, Waterloo no quiso percibir que se abría una oportunidad. Porque no le interesaba. Pero no lo podía decir abiertamente. La técnica empleada fue la de proponer condiciones que, a priori, se sabe que el otro no va a aceptar. Es la filosofía de Groucho: «Y dos huevos duros». Lo que provocó otro fuerte encontronazo con los de Junqueras, que ven las cosas de otra manera. Por ejemplo, tanto Pere Aragonès como Carme Forcadell consideran que la exigencia de un observador internacional en la mesa de negociaciones es, dicho a la granadina, gabinas de cochero.

La mesa está acordada. La delegación del gobierno central está nombrada. Ahora falta saber quién estará por la Generalitat. Se sabe –es un secreto a voces— que la composición catalana está provocando otro follín entre Waterloo y ERC. Y vuelta la burra al trigo: los palos en las ruedas. Torra ha propuesto que en dicha mesa estén la presidenta de la Assemblea Naional Catalana y la CUP. Tan estrafalaria propuesta, sin embargo, ha sido rechazada por los invitados: hablar o negociar es pecado mortal y llegar a acuerdos es la condenación por los siglos de los siglos, sin posibilidad de redención.

Mientras tanto, estamos a la espera de qué excusa pondrá el laborioso Torra para no acudir a la cita del miércoles.    

P/S.---   La foto de arriba pertenece al archivo personal de don Pedro López Provencio.



sábado, 22 de febrero de 2020

FAES, única religión verdadera y Aznar su profeta




Primer tranco

En el Estado Mayor del Partido Popular figuran con mando los que hace dos años eran capitanes. Son jóvenes que tienen a la FAES, como única religión verdadera, y Aznar como profeta. Este personal sigue a pies juntillas las instrucciones al uso de las revueltas de los capitanes que en la historia han sido: desplazar sin consideración a sus mayores hacia la jubilación. Casi siempre con golpes directos para darle contundencia al desplazamiento y una duración para los nuevos encumbrados, como mínimo, de varios quinquenios. Una nueva generación en el timón del PP con hambre de mando al precio que sea. El alavés Alfonso Alonso, cincuentón,  es uno de los que faltan por desplazar.

Alonso es uno de los exponentes de la derecha administrativa de Boletín Oficial del Estado. Sorayista que, en su día, ayudó al desplazamiento de Aznar. Político que, en los chambaos de su partido, se le considera eficaz en comparación con la gestión de aquella (subvencionada) Ana Mato en el ministerio de Sanidad. Digo que ahora se avecina el desplazamiento de Alonso, también como aviso a los dirigentes  de su generación, a los que ni siquiera se les exige obediencia ciega sino que abran paso a los capitanes. «Devota crueldad», diría el famoso secretario florentino.

Tranco segundo

Los capitanes siguen sin rechistar la Vulgata de Aznar. Todas las derechas españolas deben estar en la casa del PP: una derecha, una lengua, una espada. Los taifatos de las derechas conducen a la victoria de los rojos y los independentistas, afirman. La propuesta de Arrimadas –realmente un maniquí de la derecha--  de hacer candidaturas conjuntas con el PP en las comunidades históricas  es, ciertamente, la constatación de que Ciudadanos se ha convertido en un minifundio, pero –a la vez— abre el camino para la operación de «derecha no hay más que una y a ti te encontré en la calle». Que los capitanes ven con impaciencia, pero Aznar gobierna la jáquima de la cosa.

Curiosa, aunque comprensiva, esta deriva de Arrimadas: su partido, que nació con un aparente barniz socialdemócrata como fachada, puede acabar en las algorfas del Partido Popular. Un barniz socialdemócrata porque el objetivo de los padres solteros, fundadores de Ciudadanos –especialmente la rama de asiduos de la Bodega Bohemia--  era crearle una grave complicación a los socialistas catalanes que, en aquellos tiempos, estaban más preocupados por el ablativo absoluto de Cataluña que por los problemas reales del personal.

Pronto tendremos novedades. Dura lex sed lex. O, si se prefiere: Dura FAES, pero es la FAES. 

viernes, 21 de febrero de 2020

Felipe González, disidente





Tengo la impresión de que Felipe González está envejeciendo mal políticamente. Está muy lejos de ser el de las nieves de antaño. Es más, el ex mandatario ha entrado en una fase de exhibición de sus desacuerdos con el grupo dirigente del PSOE y, ahora  de retruque, con el gobierno de Pedro Sánchez. Ahora vuelve a la carga con el manoseado tema de Venezuela, que –como pescado podrido--  ya huele feo. No es la primera vez que Felipe González emite un juicio negativo sobre las cosas de Venezuela. El caso es que ahora su juicio no sólo es inoportuno sino que, intencionadamente, acompaña inconscientemente a la operación de las derechas de acoso y derribo del gobierno.

González –informa Europa Press--  ha manifestado que «Deley Rodríguez no debería haber pasado por España». Un puñetazo oblicuo con guante de terciopelo al ministro Ábalos en el estómago de Pedro Sánchez. Más o menos como aquellos atenienses que atacaban indirectamente a Pericles poniendo verde por lo derecho a Aspasia, su mujer.

Que Felipe González tiene todo el derecho del mundo a emitir sus ideas, juicios y ocurrencias es de Pero Grullo. Ahora bien, una personalidad como él debería ser más juiciosa y ver que, en ciertos momentos, si lo que se dice va a ser aprovechado ferozmente por las derechas de secano y orinal. Cuando no se tiene esa cautela –y González reincide en ello los últimos tiempos— se está descoloriendo una considerable parte del acervo del viejo dirigente del PSOE.

Mario Soares y Felipe González, dos vidas (casi) paralelas. Prudente siempre el primero; el segundo pilló viruelas a la vejez. Mario Soares, socialista. Felipe González, hombre de Estado de cartón piedra.

jueves, 20 de febrero de 2020

Kropotkin y las sectas del independentismo




Hay sectas cuya capacidad de resistencia es casi infinita. No les importa tanto el número de sus asociados como el objetivo final. Con todo, preferirían que nunca se consiguiera dicho objetivo pues, de ese modo, siempre perdurará la secta. Que puede ser religiosa, política o de cualquier otro tipo.

El independentismo no es una secta, aunque tenga elementos directos y colaterales con tales grupúsculos. Pero, lo mismo que digo una cosa, digo la otra: el independentismo tiene sus sectas. Estas mantienen un vínculo antropológico con la Casa Grande y sus relaciones más o menos explícitas con ella. Pongamos que hablo de lo que podríamos llamar Secta Meridiana del Independentismo.

Son cuatro y el cabo que, desde hace 120 noches, paralizan el tráfico en la Avenida de la Meridiana de Barcelona durante tres horas. Religiosamente, haga frío o calor; místicamente, diluvie o llueva lentamente; puntualmente, con la disciplina que el de Loyola atribuía a los cadáveres. Es la fe de los puros. Es la mística de lo inalcanzable.

¿Sus objetivos? Se han ido descoloriendo con el paso de las noches y las sucesivas martingalas de los gerifaltes del procés. Ahora solo importa el hecho en sí, lo que antiguamente se  llamaba la propaganda por el hecho. «Vale más un acto que mil panfletos», exigía Kropotkin. Ni siquiera importaría ya el objetivo, el para qué. Solamente el auto sacramental de estar juntos unos cuantos. Con lo que los cortes de tráfico durante tres horas se han convertido en un rito grupuscularmente eucarístico, que a quien molesta de verdad es al paciente vecindario. Son las patologías del independentismo. 

En mi opinión, hasta los toros de Guisando tienen más comedimiento que estos sectarios. Que son incapaces de pensar que determinadas formas de acción, cuando molestan y agreden a una parte considerable de la ciudadanía, se te ponen de frente y de hipotéticos aliados se convierten en adversarios. En todo caso digamos que no son los únicos; esa disparatada forma de lucha está muy extendida.   




miércoles, 19 de febrero de 2020

Puigdemont: «Y dos huevos duros»




«Del caño al coro y del coro al caño» rezaba un viejo dicho. Pues bien, los sujetos políticos del independentismo más almidonado han estado exigiendo que «España negocie», que «España se siente a la mesa»… Así lo han venido reivindicando desde el camaranchón de Waterloo a los secretamente emboscados del llamado Tsunami democràtic. Ahora, cuando todo indica que se abre un nuevo ciclo en España –incremento del salario mínimo, inicio de desmontaje de la contra reforma laboral del PP-- se han iniciado las negociaciones, conversaciones o llámele usted como quiera. El «reencuentro» como lo ha definido Pedro Sánchez. Ahora –siguiendo el refranillo de marras--  estamos en el coro. En el coro de la mesa de diálogo.

Pero, lo que son las cosas, quienes (Waterloo) tenían una prisa infinita en su exigencia ahora se lo toman con santa pachorra, lo que viene a significar retroceder al caño. Mejor dicho, ponen palos a las ruedas para que fracase la operación. La exigencia del observador internacional forma parte de la viejuna táctica del negociador que no quiere llegar a ningún acuerdo, o sea, «y dos huevos duros». Permanente exigencia de dos huevos duros.

¿Zascandileo? En absoluto. Es la expresión de un tan áspero como tosco conflicto entre las dos banderías del independentismo. De un lado, los milenaristas de Waterloo; de otro lado, los ´realistas´ sobrevenidos. De una parte, Waterloo que retrasa la convocatoria de elecciones hasta no tener ungido a su Enviado en la Tierra, vale decir, su candidato electoral; de otra parte, Junqueras que con Teresa de Ávila parece decir «vivo sin vivir en mí / y de tal manera espero / que muero porque no muero». Así pues, habrá elecciones cuando interese a Waterloo, a menos que ERC –aliada con Satanás--  decida saltar del coro al caño.

De momento Waterloo está preparando una nueva edición de fuegos artificiales: el día 29 próximo se celebrará un magno mitin en Perpiñán. Convoca el Consell de la República, un organismo pintoresco, cuyos miembros son elegidos a dedo por su no menos pintoresco presidente, Carles Puigdemont. Ya lo anticipamos: acudirán decenas y decenas de miles de personas. Las carreteras no tendrán impedimento alguno. Los objetivos ya no son exigir nada a Madrid. Ahora se trata de presionar a ERC para que vuelva al redil de los cantares de gesta. En concreto, el objetivo central del acto de Perpiñán es que ERC se retire del «reencuentro». Y de esa guisa, los de Junqueras volverían a su vieja posición ancilar de Waterloo. Y, como telón de fondo, las elecciones catalanas para el veranillo de San Martín.

No olviden ustedes la ´segunda derivada´ de todo ello: impedir que se concrete el nuevo ciclo de derechos y reformas en España. ¿Acaso no han advertido que las derechas se disfrazan de independentistas para no infundir sospechas?

martes, 18 de febrero de 2020

Judíos y catalanes


En los primeros andares del procés sus dirigentes prometían el oro y el moro. Luego supimos, por boca de la ex consejera Clara Ponsatí, que iban ´de farol´. Oro del que cagó el moro; plata, la que cagó la gata. En aquellos entonces, recién nacida la creatura, su célula de enardecimiento propaló este chisme: Israel financiaría generosamente gran parte de los gastos de la marcha de Cataluña hacia la independencia. Dinero a cascoporro. La feligresía, que todavía no estaba al tanto del farol,  lo creyó porque, siguiendo a Tertuliano, es absurdo. Lo creyó porque, además, el tonillo de voz que lo difundía tenía un aspecto de complicidad clandestina. Que, sobre todo, parecía exigir discreción; o sea,  su contrario: que se difundiera a destajo.

El bulo duró poco. Ahora bien, Israel continuó apareciendo –siempre a la remanguillé--  en el imaginario de los dirigentes del independentismo milenarista. Waterloo utilizó repetidas veces de forma espuria  una especie de paralelismo entre el sufrimiento del pueblo judío y la causa catalana. Ya lo ha advertido Xavier Vidal—Folch: «Siempre el historicismo fue coartada de los nacionalismos», una expresión educada que, traducida al lenguaje de mostrador de tasca, sería: determinadas historietas son el abrevadero de los nacionalismos. Pero tantas veces como los prebostes independentistas se referían al «pueblo judío» otras tantas se respondía desde la embajada de Israel en España, llamándoles al orden de manera, en ocasiones, muy severa.

Clara Ponsatí hace oídos sordos a las advertencias de las autoridades israelitas. Entiende esta señora que su sobrevenida valentía como eurodiputada le da arrestos para volver a la carga. Debe, sobre todo, redimirse ante la gente que se sintió ofendida cuando afirmó que el levantamiento del 1 de Octubre fue un farol. O sea, una simulación de los tahúres del Misisipi. Y suelta en su discurso de puesta de largo en la eurocámara –volviendo la burra al trigo--  la relación entre los Reyes Católicos, la expulsión de los judíos de Sefarad y Cataluña. Así las cosas, provoca una doble indignación: la de las asociaciones judías y las de los historiadores no agachados al independentismo.

La asociación judía más importante del mundo, American Jewish Committee, exige a la Ponsatí que rectifique (1); los historiadores se limitan a dejar constancia del disparate de la eurodiputada y le recuerdan que sus antepasados usaron el látigo antes que Isabel y Fernando.

 

De momento, esta señora no se ha dignado responder. De hecho, no puede: acabaría siendo el pito del sereno independentista. Conclusión: así son los personajes del Res Gestae del independentismo.

1)    https://cronicaglobal.elespanol.com/politica/clara-ponsati-judios_319016_102.html     

lunes, 17 de febrero de 2020

Willy Toledo se caga en Dios



No consta en la abundante bibliografía sobre Carlos Marx que este se cagara en Dios o en la Virgen. El de Tréveris era ateo, pero no necesitaba exhibir la potencia de sus esfínteres en sus conversaciones. Menos todavía a la hora de argumentar lo que fuera o fuese. En mi caso, con el tiempo, he descubierto que quien más se va de vareta es el que tiene un considerable déficit de argumentos. Y de aquí podemos establecer la ley siguiente: a más defecación verbal, menos argumentos.

Hablo de esta historia con un cofrade. Me dice que es «lenguaje popular». Le atajo sin contemplaciones: ¿se lo oíste alguna vez a Marcelino? El quídam se pone colorao.

Partidos a destajo en Cataluña




Los políticos españoles de los últimos cuarenta años han sido ágrafos, salvo muy dignas excepciones. En estas, que yo recuerde, destacarían Santiago Carrillo y Raimon Obiols. Pero de un tiempo a esta parte han cambiado las cosas: una avalancha de políticos de los más variados galones y entorchados –o falta de ellos--  se ha tirado al ruedo de las letras y, cada dos por tres, aparece un título para consumo de la parentela. Ahora bien, como es natural este afán literario tiene más bien un carácter instrumental. Nada que objetar. Es un mecanismo más para hacer política.

Los políticos catalanes se llevan la palma en ese estajanovismo literario. A favor o en contra del procés se han publicado más libros que novelas escribiera en sus días aquel fecundo Lafuente Estefanía, a quien mi padre llamaba con santaferina retranca don Marcial. Uno de esos políticos es Santi Vila, titular de diversas consejerías de la Generalitat de Catalunya bajo las presidencias de Artur Mas y Carles Puigdemunt, condenado por desobediencia y absuelto por malversación en el famoso proceso. Santi Vila es, digámoslo así, una de las almas del nacionalismo moderado –se opuso a la declaración unilateral de independencia--  que intenta aglutinar los dispersos retales post convergentes con la idea de hacer un traje que les sea medianamente aceptable.  Más todavía, algunos verían con buenos ojos que fuera el padre putativo de un grupo numeroso de catalanes huérfanos. En concreto, nuestro hombre intenta –así lo ha declarado en la radio--  que todo el catalanismo centrista se presente a las elecciones como un nuevo partido político.  No sería solamente la asociación de agraviados que han dejado atrás las extravagancias de Waterloo sino todo aquello que no encaja en el menú que proponen tanto los post post post convergentes  como los de Junqueras.

Sant Vila y ese gambullo de personalidades post convergentes ha puesto la atención en una franja del electorado al que se le había prestado poca o ninguna atención. Según algunos observadores entre 250.000 y 300.000 electores catalanes podrían ser independentistas de forma «circunstancial o táctica». Estarían repartidos así: un 12 por ciento en los post convergentes y un 15 por ciento en los republicanos. Aparentemente es un buen pellizco, siempre y cuando sea un añadido a una determinada franja de electores, simpatizantes de las diversas tapas variadas del nacionalismo.

En fin, otro partido más en Cataluña. Otro partido que nace como resultado de operaciones de escuadra y cartabón.  Estos partidos suelen durar poco.

domingo, 16 de febrero de 2020

Teresa Rodríguez y la política de campanario




Primer tranco


Decíamos ayer, concretamente el 19 de septiembre del año pasado: «Andalucía. Podemos e Izquierda Unida están realquiladas en la casa de Adelante Andalucía, una organización casi recién salida de la pila del bautismo. Comparten el alquiler, con derecho a cocina, con Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista.  Izquierda Unida  a su vez tiene como inquilino al Partido Comunista.  Demasiados huéspedes en un mismo piso. 

»Adelante Andalucía surgió porque Podemos regional vivía en confrontación permanente con el grupo central, liderado por Pablo Iglesias, el Joven. La partida de nacimiento de A.A. estaba orlada por un proto nacionalismo que iba a la búsqueda del tiempo perdido. No era andalucismo, sino un genoma nacionalista, completamente inédito en las tierras del Sur. Por lo demás, el nacionalismo era algo chocante dado que el grupo mayoritario de esa Arca de Noé siempre exhibió su color trostkista.

»Los seguidores de Lev Davidovic, levantaron acta del fracaso de la revolución mundial y organizan el quilombo en el campanario meridional. Su lema bien podría ser el celebérrimo «Creo quia absurdum», que formuló desparpajadamente Tertuliano. Creo porque es absurdo. «Absurdo», no «paradoja» como afirmó Soren Kierkegaard siglos más tarde.

»En resumidas cuentas, Teresa Rodríguez –primera dama de AA— y  el Torra, primer vicario de los frailes mendicantes de Waterloo, están en posiciones políticas que, andando el tiempo, podrían converger. De momento, palinodia del trostkismo» (1).

Segundo tranco

Por lo dicho podemos llegar a una primera conclusión provisional: la reciente operación de la Rodríguez hacía tiempo que se había fraguado, seguramente al margen de su socio andaluz, Izquierda Unida, que en todo caso no parece que estuviera al tanto de la deriva protonacionalista de la cosa. La fascinación por la CUP era, no obstante, bien visible. Con lo que –entiendo yo y lo escribo con cautela--  que en la espantá de la Rodríguez y sus compañeros hay una responsabilidad indirecta de Izquierda Unida, ya que en la elaboración del manifestó de Adelante Andalucía puso tanto entusiasmo político y tanta chatarrería teórica como la tan repetida Teresa Rodríguez.

Lo chocante del caso es: ¿por qué una serie de dirigentes políticos de Izquierda Unida, con cinco o seis quinquenios de experiencia no advirtieron de la política de campanario del manifiesto Adelante Andalucía? Conspicuos dirigentes --dómines del marxismo de mercadillo-- que se dieron un atracón de Althusser y Lukacs con media y mitad de Gramsci no advirtieron que el manifiesto de marras era una ruptura con lo que decían los maestros de las nieves de antaño. Tal vez se dijeron que se trataba de evitar lo peor, sin saber exactamente qué es eso de lo “peor”. Olvidaron, en todo caso, la enseñanza del secretario florentino: «Siempre que se intenta evitar un obstáculo se incurre en otro distinto». (El Príncipe, XXI).

Tercer tranco

Es chocante que, cuando se acentúa la globalización y la interdependencia –no sólo en la economía--  un sector que se reclama de izquierdas opte por el aldeanismo, por el discreto encanto del campanario. Es como si a Trotsky se le declarara «poeta y aldeano». Tercera conclusión: Dios le da nueces a quien no puede roerlas.

Por ti doblan las campanas, Teresa.

sábado, 15 de febrero de 2020

Una sugerencia a Pablo Iglesias el Joven




Una sugerencia no es un consejo; es lisa y llanamente una idea que se insinúa levemente a una persona. Así, pues, lo que sigue es una insinuación.

Pablo Iglesias –dicen los periódicos--  asistió, junto a Yolanda Díaz, a la reunión del Ministerio de Trabajo con los sindicatos agrarios. Como si dijéramos «en el tajo». Pablo Iglesias –se nos ha informado--  estará en la mesa de diálogo sobre Cataluña acompañando al presidente del Gobierno. Nos parece la mar de bien. Y es de suponer que acudirá a tantas reuniones como se le requiera. Posiblemente las tareas del vicepresidente segundo exijan tan reiterada presencia.

Ahora bien, tengo para mí que Iglesias debe evitar la sobreexposición sin fundamento. Una actividad gratuitamente abundosa no le comportaría beneficio alguno. Es más, depende cómo restaría protagonismo a determinados ministros –especialmente de su partido--  que necesitan consolidarse en la retina de millones de personas. En resumidas cuentas, Iglesias debe usar los aperos de la labranza gubernamental con sobriedad.

Radio Parapanda.--- ORIENTACIONES EUROPEAS SOBRE EL DESPIDO ILEGÍTIMO. A PROPÓSITO DE LA JOB ACT ITALIANA…Y DE LA SITUACION ESPAÑOLA  Según escribe Antonio Baylos.



viernes, 14 de febrero de 2020

Andalucía pare otro partido


Teresa Rodríguez ha preferido ser cabeza de ratón a cola de león. Concretamente, se ha marchado de Podemos Andalucía, junto a sus compañeros anticapitalistas, con la idea –afirma--  de montar otro partido. Novedad digna de ser reseñada: Rodríguez se ha ido elegantemente. En el mundo de la política ese comportamiento es realmente insólito. Ni una voz más alta que otra, ni un gesto malcarado.

De un lado, Rodríguez y los suyos llevaban tiempo señalando que no les gustaba la deriva del grupo dirigente central, Madrid para entendernos; de otro lado, su reivindicación de más autonomía para su organización regional, siempre chocó con  la negativa de Pablo Iglesias. La apuesta firme de formar un gobierno de coalición elevó el voltaje de la tensión entre unos y otros. Pero Rodríguez fue clamorosamente derrotada por las bases andaluzas: el 97 por ciento de los inscritos votó a favor de las tesis oficiales, entrar en el gobierno. Una votación a la búlgara que no deja la menor duda de las preferencias de la militancia. Pero una cosa es la voluntad de las bases y otra la autolegitimación del dirigente que, rayana en el divismo, fija la ortodoxia que --se dice-- viene desde los tiempos antiguos. Es la Vulgata que alimenta el péplum de esa izquierda de cartón piedra, patológicamente insatisfecha.  Es la izquierda del despotismo ilustrado con el arcabuz siempre cargado y apuntando a las reformas de la izquierda pragmática. Es la izquierda del Brest Litovsk, reacia a pactar ni siquiera cómo ganar la partida. Es la izquierda que prefiere la descomposición a la recomposición de sus fuerzas. Es, por lo demás, la izquierda de conveniencias familiaristas: el reformismo pintoresco de Kichy, así en lo industrial como en lo religioso, es “de clase”, pero hecho por Iglesias es alta traición.

Rodríguez  y sus galanes moscateles van a fundar otra cabeza de ratón. Con lo que Andalucía tendrá otra oferta de izquierdas o que, por mejor decir, parece de izquierdas. Y más en concreto: un partido nacionalista, mera calcomanía del minifundio catalán de la CUP.   

Son las cosas de quienes rehúsan formar parte de unos horizontes de grandeza y prefieren el minifundio que, achicándose progresivamente, se va convirtiendo en una maceta.

jueves, 13 de febrero de 2020

La mendaz Clara Ponsatí


No somos pocos los que estimamos que el procés ha sido un fenómeno muy confuso, el más confuso de la reciente historia de  Cataluña. En ese itinerario han intervenido personajes no menos confusos en los distintos órdenes de ese abigarrado maremágnum. Clara Ponsati, por ejemplo, estaría en esa procesión de estantiguas. Aparentemente no parece iletrada: es economista y fue Consejera de Educación con Puigdemont. Ahora es eurodiputada. Y, como tal, se ha estrenado en la tribuna de los oradores.

¿Ha hablado de los problemas de alguien? No tal. Ha utilizado el micrófono para pasear su ignorante imaginación por los cuatro puntos cardinales de la eurocámara. Ponsatí comparó la expulsión de los judíos por los Reyes Catálicos con el desprecio, ahora, a los catalanes por parte de España. Peor todavía, la eurodiputada afirma desparpajadamente que Hitler se inspiró en aquello para su “solución final”.


La primera impresión es que dicha señora ha sufrido un ataque de confusión. La segunda es que se encuentra en una charca de ignorancia, cosa que no se puede descartar. A mi juicio, sin embargo, es lo siguiente: Ponsatí usa argumentos retorcidos porque esa es su forma de entender la lucha política. Pero, posiblemente, hay otra explicación más rigurosa. A saber, la Ponsatí había perdido prestigio en las filas del independentismo milenarista desde que afirmó que lo del 1 de Octubre era como jugar al póquer y «nosotros íbamos de farol» (1). Así figura en la Res gestae de esta señora. Por lo que debía redimirse ante los ojos del beaterio y del beaterío, que gracias a la tilde en la i sabemos que son dos cosas diversas.  

Addenda.--  La Ponsatí, como hemos dicho, fue Consejera de Educación. Cuando se habla del fracaso escolar, ¿no sería pertinente bucear en el fracaso profesoral?  




miércoles, 12 de febrero de 2020

Reforma fiscal y justicia social




El Gobierno ha rebajado las previsiones de crecimiento para este año en dos décimas. La expectativa era un 1,8 por ciento; la cosa ha quedado en un 1,6 por ciento. Por otra parte ha aprobado un incremento del gasto público en un 3,8 por ciento. Ni es agobiante ni preocupante esta situación, pero sí conviene reflexionar atentamente sobre la cuestión. La primera sugerencia es: conviene establecer las prioridades en el diseño y aprobación de los Presupuestos, en el bien entendido que el concepto de «prioridad» es la preferencia que una cosa tiene sobre otra. De ahí sacaríamos una enseñanza: diez prioridades equivalen, por definición, a ninguna. Queda, pues, como charlatanería cuando se propone una ristra de prioridades en el discurso político. Peor todavía, cuando incluso tales prioridades son incompatibles entre sí. Y, de retruque, esto nos lleva a la cuestión fiscal.

Recientemente Unai Sordo ha vuelto a poner encima del tapete la reforma tributaria. Simultáneamente ha señalado que los ingresos tributarios de España se sitúan en el 35,2% del PIB, 6,3 puntos por debajo de la media de la UE, un diferencial de "75.400 millones al año" que genera un déficit anual de unos "30.500 millones". Por lo demás, el sindicalista ha tenido el coraje de mentar a la bicha: establecer una armonización fiscal entre Comunidades Autónomas para evitar competencias desleales entre territorios en impuestos como Patrimonio.

Apostilla.---  La reforma fiscal es, ciertamente, una cuestión de justicia social y, precisamente por ello, es el instrumento para sostenerla.  Dígase con claridad: los derechos sociales no se aguantan a través del maná que cae –decían los antiguos--  del cielo.



martes, 11 de febrero de 2020

Errejón, ¿por qué no vuelves a casa?


Tengo a Íñigo Errejón por una persona inteligente. Su marcha de Podemos, sin embargo, le perseguirá siempre. Fue una salida inoportuna, fruto quizá de unas previsiones exageradas. En todo caso, mucho ha llovido desde las últimas elecciones generales que tan poco caritativas fueron con Errejón. Mucho ha llovido y, posiblemente, mucho haya reflexionado nuestro hombre. Tal vez haya pensado en las posiciones que enfrentaron a Santiago Carrillo y Fernando Claudín. Con el paso del tiempo, Santiago fue acercándose a los planteamientos de Fernando, aunque –como es lógico en estas lides políticas--  nunca lo reconociera. Dejémoslo aquí.

Las cosas están así: Pablo Iglesias y los suyos están en el gobierno. Intentan concretar un conjunto de derechos y solucionar toda una serie de problemas de las personas de carne y hueso; Íñigo Errejón está paseando su soledad por los pasillos del Parlamento, proponiendo iniciativas de progreso para que las concreten otros, o sea, el gobierno de coalición.  

Me pregunto si, dados los problemas de todo tipo a los que se va a enfrentar el gobierno, no sería conveniente que Íñigo y los suyos volvieran a Podemos. Observo que nunca estuvo Pablo Iglesias tan cerca de lo que decía –o insinuaba--  Errejón en todos los Vistalegres que en el mundo han sido. Y si esto es aproximadamente así, ¿qué sentido tiene seguir separados? Puro despilfarro. Oiga, no declinen el verbo procastinar. 


lunes, 10 de febrero de 2020

«Esto va de ERC o de PSC»




Ya se ha dado informalmente el pistoletazo de salida de la campaña electoral catalana.  «La legislatura está acabada», declaró el diligente Quim Torra, tras conocer que había sido desposeído de su condición de diputado al Parlament de Catalunya. A partir de ahora hay barra libre en el mostrador de la política. Como substrato, ahí está la encuesta de La Vanguardia que comentábamos ayer mismo. Y, justo ayer mismo, saltaron las chispas en sendos actos independentistas. Los de Waterloo atacando el «pragmatismo mágico» (sic) de los de Junqueras. El segundo de ERC, Pere Aragonès, tirando con honda, sentencia: «Esto va de ERC o de PSC». Es algo más que una pulla, es un rejón en todo lo alto. Pero, al mismo tiempo, es la constatación de lo que indican las principales tendencias: Esquerra sería la ganadora de los comicios, seguida de los socialistas de Miquel Iceta. Los herederos, por línea directa o colateral, de aquella Convergència pujolista se irían consolidando en posiciones minifundistas, cada vez más lejos de eso que se llama ampulosamente «centralidad política». Ni siquiera el hipotético recurso a la figura de Carles Puigdemont –según la encuesta--  les sacaría de un apuro. Me malicio que esta es otra consecuencia del procés.  Y aún diría más: parecería que la condición para reanudar el «lo volveremos hacer» (con la reserva mental “de otra forma”) es reducir a Waterloo a la mínima expresión. O a convertirlos en sujetos ancilares de ese «pragmatismo mágico» que combaten ahora.

Para colmo el diligente Torra tuvo que escuchar, mayormente angustiado, que sus íntimos adversarios republicanos afirmaban con desparpajo que eso del mediador internacional no era una condición insalvable. Por lo que realmente el pragmatismo de ERC no sería ´mágico´ sino aproximadamente realista. Es realista en comparación con los dislates de los post post post convergentes. Pero no en función de la realidad del mundo de nuestros días. Pero, en fin, con esa harina se hace el pastel. Una harina que no es candeal, pero es lo que hay.

Post scriptum.---  La foto de arriba no guarda relación con este escrito. Entiéndase, no obstante, que es un recuerdo a la figura de Antoni Gutiérrez Díaz. Un recuerdo que es, además, un homenaje a su figura.